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lunes, 15 de enero de 2024

Al fin, en Halong Bay, pero no encontramos nada de lo esperado

           Cada día en Vietnam vives dos perfiles opuestos. Con la luz del sol, a partimos el cobre con los planes de la jornada -nunca sabes o puedes prever, los problemas, que te acontecerán-, mientras que con la llegada de la noche en los hoteles, pasas a disfrutar de tu momento casi balneario. Si todo en Vietnam fuera como sus alojamientos económicos, serían sin duda primera potencia mundial. Por entre 10 y 15 euros, habitaciones recién reformadas y pintadas, todas con baño privado, televisión, wifi con repetidor propio, aire acondicionado y nevera.

          El día de la partida de Haiphong comenzó como el rosario de la aurora. Dos motos estuvieron a punto de atropellarnos y en el banco, donde ayer nos aseguraban cambio, hoy nos dijeron,que no, sin mas explicaciones . ¡Vietnam en estado puro!. Así, que comenzamos una larga peregrinación por varias entidades hasta conseguir canjear nuestro dinero.

          Los problemas siguieron, con un par de microbuses, en la parada, hacia Bay Chai, que nos querían cobrar más de la cuenta. El pan nuestro de cada día. A la tercera llegó la vencida y con dos días de retraso llegamos a Bay Chai, punto de entrada a la bahía de Halong, no teniendo si más remedio, que pagar el importe del vehículo entero, aunque regateado. A todo esto, nos hemos gastado algo más de dinero, por enredar tanto, que si nos hubiéramos sometido a las exigencias de los estafadores y hubiéramos tomado el transporte directo.

          Nada de lo que hemos visto se corresponde con lo esperado. Imaginábamos un lugar lleno de guiris, de terrazas, de puestos callejeros, de agencias con comisionistas dando la brasa, de oficinas de cambio... Pues, no. Nada de eso hay, al menos en esta época del año.

          Desde la estación de buses y en una hora, llegamos caminando al centro de la ciudad, que no es demasiado caótica. Arribando a una rotonda, comienza una auténtica ciudad fantasma. A la derecha, hoteles de lujo, que culminan en una cuidada plaza, donde se ubica un centro comercial con todos sus negocios cerrados y abandonados desde hace tiempo.Hay un cartel, que anuncia un mercado nocturno. Alguien se olvidó de quitarlo, cuando desapareció no se sabe cuando.

          De frente y tras una hora de camino, se encuentra la oficina internacional de cruceros donde se pueden comprar a dos precios distintos y en su unico mostrador las excursiones por la bahía. Son baratas, pero el sablazo te lo pega el gobierno, que lo ha catalogado como parque nacional y te cobra 11 euros de entrada. A esta zona se llega a través de un cuidado paseo marítimo, que deja a la derecha al mar y una larga playa plagada de palmeras. Ni en uno ni en la otra hay nunca nadie.

          Cabe destacar, que viajar por libre a la bahía de Halong resulta infinitamente más barato, que hacerlo de forma organizada, desde Hanoi.

          Las posibilidades de alimentarse en Bay Chai son escasas y estamos pasando más hambre, que los pavos de Manolo.

          Desde aquí, hay bus directo a Sapa,por lo que no tendremos, de momento, que volver a Hanoi 

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