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martes, 9 de enero de 2024

De Hua Hin, a Chang Mai

           Según las guías, Hua Hin es una ciudad de turismo familiar y nacional. No dudo, que en el pasado, eso fuera así, pero hoy en día, las cosas han cambiado y el lugar se ha convertido en un bar Pattaya VIP. Los garitos están montados con más estilo y gusto, que en lo que nosotros llamamos, el estercolero del sudeste asiático. Los babosos de las chicas son un poco menos babosos, que los pattayeros. La playa es bastante buena para estar en el norte del país -la de Pattaya es una basura - y la urbanización del lugar es un poco menos salvaje y más habitable. Los precios de los servicios o de las cosas en ambos lugares resultan similares 

          En Hua Hin, existen alojamientos para todos los gustos y la vida es menos desquiciante y traumática, que en Pattaya. Al margen del mencionado arenal adecuado y limpio, los atractivos turísticos no son muchos, pero el lugar si da para pasar un par de días. También, disfrutando de sus mercados nocturnos (hasta tres diferentes, aunque no todos son a diario).

          De Hua Hin -el viaje en tren es largo, para los kilómetros, que son- volvimos, a Bangkok y un día más tarde, regalamos en Chang Mai, lugar, que no visitábamos, desde hacía quince años. Compramos billetes de 3 clase, para un convoy colorido, muy animado y con bastantes turistas -varios españoles, entre ellos-, a bordo. Pagamos menos de ocho euros por más de doce horas de viaje.

          El reencuentro con la ciudad norteña fue excitante y gratificante. Solo lo afeó, que nos enfrentamos al día más caluroso del viaje, hasta el momento. Nos pegamos una buena paliza de templos y únicamente, no visitamos por dentro los tres, que son de pago ( en 2008 eran gratis todos). En uno de ellos han montado un servicio de restauración básico y barato, aunque completo: noodles, salchichas, mortadela rebozada, empanadillas...

          Durante la primera parte en la ciudad, nos acercamos al mercado nocturno. Era mucho más grande hace quince años. Entonces, estaban todos los puestos montados y hoy muchos de ellos se ofrecen en renta, aunque tiene pinta, que nadie los va a alquilar en el futuro. Sobrevive sin problemas la parafernalia de la comida, a base de especialidades thais, indias o mexicanas. También visitamos el Kalare Night Bazar  que se encuentra unos cientos de metros más allá, en la misma calle.

          En la zona, sigue habiendo bares de chicas jóvenes, pero unos cuantos menos, que en el pasado. Son tan extraordinariamente simpáticas, como las de Hua Hin. Al menos, cuando pasas la primera vez por las puertas de los locales. Pero, cuando ven, que no vas a querer nada con ellas, ya ni te vuelven a mirar.

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