Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 27 de septiembre de 2025

Ana, Longi, Ana, Santi e Israel (parte IV)

           A pesar del increíble conflicto y con la ayuda del whisky, caímos rendidos y la noche transcurrió deprisa. Coincidimos en el salón de desayunos con Ana y con Longi y compartimos hambre extrema saciada, aunque no ubicación, porque nos sentamos de extremo a extremo.

          Y así, comenzó la mañana del Sábado Santo, con el barrio cristiano aún más alborotado y sitiado por la policía y el ejército, que el día anterior. Nos llamó la atención ver a guapísimas chicas, con apenas la mayoría de edad, con potentes ametralladoras y armadas hasta los dientes. Y está gente es, que cuando se despliegan, lo hacen de verdad y dan miedito.

          Pero, afortunadamente, ni el motivo era militar, ni perseguían a palestinos y/o musulmanes. Ese día , previo a la resurrección de Jesús se celebraba la multitudinaria y fervorosa conmemoración del Fuego Sagrado o Luz Sagrada -la Pesaá-,  que mantenía con actividad continua la espectacular Vía Dolorosa, el Santo Sepulcro y numerosos alrededores.

          Así, que durante la mañana, más bien, nos dedicamos a explorar los otros tres barrios -judio, con el Muro de las Lamentaciones y su absurdo fervor, aunque nos llamen antisemitas; armenio y musulmán --, aunque no pudimos introducirnos en la severamente vigilada Explanada de las Mezquitas, porque para los extranjeros entonces, solo estaba abierta hasta las once de la mañana.

          El caso histórico de Jerusalén, rodeado por su muralla y sus ocho puertas, de ellas siete abiertas y una sellada, que será abierta el día de la destrucción de la ciudad, es increíble, aunque no excesivamente grande, lo que posibilitó, que nos cruzaramos varias veces con Ana y con Longi. Las dos primeras nos evitamos, incluso la mirada, pero la tercera terminamos hablando durante más de media hora. Ana estaba muy afectada, aunque no por la discusión de la noche anterior, sino porque había tenido un problema con una militar imberbe y estúpida - no recuerdo de qué índole - y para ella su peregrinar israelita era un suma y sigue. No dejaba de repetir: "Desde que entré a este país estoy bloqueada".

          Quedamos para desayunar al día siguiente y despedirnos amistosamente, pero evitamos pasar juntos el resto del día, a pesar de que volvimos a cruzarnos más veces y al menos, nos sonreíamos y saludábamos.

          Por la tarde y tras atiborrarnos a kebab en una cafetería local, recorrimos con más tranquilidad el barrio cristiano y también nos acercamos hasta la zona del Monte de los Olivos y otros lugares y templos sagrados desde donde las vistas de la Cúpula de la Roca y  panorámicas de Jerusalén, resultan espectaculares.

          Y llegó el domingo y desayunamos los cuatro en paz y armonía, compartiendo las experiencias del día anterior. Ana seguía muy noqueada, como si este  estado caprichoso y hostil hacia el no judío - y no al revés, como siempre tratan de hacernos ver-, la hubiera tomado solo con ella.

          Nos despedimos con besos y abrazos, aunque evitamos pasar la mañana juntos (ellos volverían a Amman, después del almuerzo).

          No obstante, los volvimos a ver en la Explanada de las Mezquitas, a la que se accedía después de una severa vigilancia y cacheos y hasta desagradables humillaciones. Un militar les estaba riñendo con firmeza y mala educación, por el simple hecho de ir cogidos de la mano.

          Las cosas con Ana y con Longi un mes después no terminaron muy bien. Les mandamos nuestra web -entonces, no había blog- y no quedaron muy contentos con lo que en el relato ponía de ellos, que era lo único, que al parecer les interesaba.

          Desde entonces, no compartimos nuestros relatos con ningún viajero con el que hayamos tenido contacto en la travesía, sea donde sea, salvo con Martín, con el que solo nos hemos visto una vez, pero al que conocemos hace muchos años.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Ana, Longi, Ana, Santi e Israel (parte III)

           Era ya noche cerrada, cuando arribamos a la Puerta de Herodes de Jerusalén. ¡Impresionante!. Allí, a la docena de guiris, que compartimos el convoy nos dijo el taxista, que había llegado el final del viaje.

          Nos dividimos. Ana y Longi se fueron a buscar hotel para los cuatro y nosotros a un ciber -parece mentira, pero entonces no había teléfonos inteligentes -, con el fin de anular varias reservas de alojamientos para días posteriores, dado que antes de conocer a nuestros nuevos amigos, nuestros planes eran otros.

          Ana y Longi iban justos de tiempo y el domingo a mediodía deberían volver a Amman, para tomar el vuelo de vuelta a Madrid. Nosotros íbamos más holgados y disponíamos hasta el miércoles por la mañana -gracias al permiso de nuestro casorio- y pretendíamos visitar también, Belén, Ramala y Nablus, en el territorio palestino de Cisjordania. En esta última ciudad, las bombas y la metralla habían volado edificios y mercados un par de meses antes.

          Media hora después nos volvimos a juntar. El ambiente religioso en el Barrio Cristiano era impresionante y conmovedor. Los otros tres son el musulmán, el armenio y el judío a estas horas más tranquilos. Ana y Longi no habían encontrado hotel en el centro. Todo estaba abarrotado. Y así lo seguimos constatando los cuatro tras preguntar en más de otra decena de alojamientos.

          Decidimos entonces, que tomaríamos un taxi, que nos llevaría por las afueras a diferentes establecimientos hasta dar con plazas libres.

          El taxista -el más hijo de puta, que hayamos conocido en nuestras vidas-, y amparándose en el sabath, en la nocturnidad y sobre todo, en nuestra evidente situación de precariedad, nos pidió una cantidad desproporcionada, sin margen alguno para regatear.

          No quedaba otra, que aceptar a regañadientes. El estrés y la tensión eran máximos y aumentaron, cuando el conductor sinvergüenza y por el camino, nos empezó a solicitar casi el doble del dinero. Paramos a discutir en el medio de la nada, pero no con el driver, sino entre Ana y nosotros (Longi callaba).

          La funcionaria madrileña, incapaz de decir, que no a nada, apostaba por aceptar, mientras mi pareja y yo sosteníamos, que de ninguna de las maneras, accediamos al chantaje, aunque tuviéramos , que dormir en la calle. La controversia llegó a niveles extremos y el taxista, pasándoselo en grande con el espectáculo.

          Entre tanto, Longi había visto un alojamiento a lo lejos, por lo que pagamos el primer precio acordado, mandando al sinvergüenza a la mierda por nuestra parte, lo que aumentó el grado del conflicto, ya general.

          Al fin, caminando y sin dejar de discutir ni un segundo, llegamos al ansiado hotel, un tres estrellas, que en realidad, no llegaba, ni a dos. Afortunadamente, había espacio, aunque en las peores habitaciones, a un precio de 57€ cada una, con desayuno incluido. A la mañana siguiente y también las sucesivas comprobamos, que este fue lo mejor, que nos ocurrió en nuestra estancia en Israel y en los territorios ocupados.

          Cada pareja llevamos a cabo el check in por nuestro lado y no volvimos a dirigirnos la palabra, ni siquiera para despedirnos ni para tratar de arreglar las cosas al día siguiente. Nuestra consolidada amistad y complicidad de casi la última semana habían saltado dinamitadas por los aires, después de una inolvidable tarde-noche horrible.

          Solamente y tras hacer cuentas, fue mi pareja a su alcoba a darles en euros, la cantidad, que ellos nos habían adelantado en dólares.

jueves, 25 de septiembre de 2025

Ana, Longi, Ana, Santi e Israel (parte II)

           ¿Que tenían en común, por entonces y flirteando todos con los cuarenta, un óptico abulense, una funcionaria del ayuntamiento de Madrid, una encargada de supermercado de origen gallego y un director regional de Recursos Humanos?. Pues, creedme, que casi todo, salvo, que a ellos, les gustaba más comer -no les culpo, porque Oriente Medio es una zona fantástica para yantar-, que beber, aunque en esto último, ganamos siempre a casi todo el mundo.

          Ellos, en aquella época -hoy lo dudo mucho-, tenían un bagaje viajero más amplio, que nosotros. Si que había un par de cosas, que nos molestaban de esta supuesta pareja, pero habrían quedado en irrelevantes, de no haber arribado a Israel y de no haber vivido aquella maldita tarde de Viernes Santo. Porque, al fin y al cabo, seguro, que nosotros también podríamos tener actitudes o actuaciones, que no les gustarán a ellos.

          Por un lado, Longi, se había convertido en un maniático de la salud y de la alimentación. Cuando estuvieron en India y por causa de la comida, unos amigos habían enfermado y fueron hospitalizados, acercándose al abismo. Por otra parte, cogieron un sinfín de pulgas en un alojamiento, que no supieron gestionar bien. Y desde entonces, le afloraban los traumas como chef auto impuesto. Longi gestionaba nuestras comidas en los lugares -puestos callejeros, fundamentalmente-, que no eran restaurantes. Nadie podía comerse una carne, que no estuviera achicharrada y dada mil veces la vuelta. Su obsesión compulsiva por lavarse los dientes con agua mineral, después de ingerir cualquier cosa, era machacona.

          Ana era -y seguirá siendo-, buena chica. Tanto, que le costaba decir, que no, a cualquiera y afrontar situaciones de determinada conflictividad. Eso, en países amigos no supone ningún problema, cuando transitas por lugares cómodos, como Siria y Jordania o Palestina, pero sí lo es, cuando te encuentras en lugares más difíciles, como Israel y en pleno sabath.

          De verdad, que disfrutamos, como críos, en la olvidada Siria e incluso y en Alepo, llegamos a conocer a otros tres madrileños, que visitaban el país no tanto por motivos culturales o monumentales, sino por treckings y playas.

          Pero, volvamos otra vez, a aquella fatídica tarde del Viernes Santo de 2007. Al fin y siendo casi de noche, entramos en el estado de Israel. Al menos y fue en lo único, las autoridades fueron condescendientes con nosotros y no nos plantaron el sello en el pasaporte, sino en una cuartilla aparte. Si no lo sabéis, deciros , que muchos países árabes no aceptan y son inflexibles, documentos internacionales de identidad con rastros de haber visitado el país judío.

          Ya en territorio sionista y aún con el alma en vilo descubrimos, que al haber comenzado el maldito sabath era imposible llegar a cualquier parte del país en transporte público. Tocaba, juntarse con más pasajeros y contratar un carísimo taxi compartido, a pagar en dólares, que nos dejó en la Puerta de Herodes de Jerusalén, después de haber estado esperándolo más de hora y media.

          ¡Vaya tarde y lo que quedaba por delante!.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Ana, Longi, Ana, Santi e Israel (parte I)

            Conocimos a Ana y Longinos -no el de la lanza, sino un óptico de Ávila-, en abril de 2007, en nuestro viaje de novios -aunque ya llevábamos saliendo casi 20 años-, por Jordania, Siria, Israel y Cisjordania.

          El primer encuentro con ellos fue en el Crac de los Caballeros, ese castillo de ensueño y de difícil acceso del centro de Siria, cercano a la ciudad de las norias de Hama, antes de que este fantástico y poco conocido país se convirtiera en el más absoluto infierno.

          Nos caímos bien y compartimos experiencias increíbles y estilo de vida, aunque no tardamos demasiado tiempo en llevarnos fatal, aunque eso y en estos momentos, ya no venga al caso.

          Tras visitar las Ciudades Muertas y el inolvidable zoco de Alepo les convencimos -ellos no lo tenían en mente-, para embarcarnos en la aventura de Israel y Palestina, a través del puente de Allemby, que precisamente, ha sido ayer cerrado sine die por orden del genocida estrella del siglo XXI, con cuyo nombre no vamos a manchar este blog.

          Llegamos a Jerusalén en la tarde de un Viernes Santo, después de una inesperada y agotadora jornada, en la que todos lo pasamos mal, pero en la que especialmente y por nada en concreto, se cebaron con nuestros nuevos amigos.

          Los israelitas no se han convertido en los más hijos de puta del mundo de la noche a la mañana o por el secuestro de unos rehenes. Ellos y desde que tenemos experiencias viajeras, siempre han sido así de desagradables, sobre todo, cuando visitas su país o te los encuentras en grupo en cualquier parte del mundo. En las pocas veces, que hemos visto a algun@ sol@, la cosa ha sido algo menos traumática.

          Pero, volvamos, a aquella tarde de Viernes Santo de 2007, en la que pasamos más de tres horas en la frontera de Israel. Entonces -no sé ahora- era normal esperar ese tiempo y más, comenzando el sabath, fecha religiosa en la que el país se paraliza absolutamente, como si el mundo se hubiera acabado, de repente.

          Nosotros sufrimos un molesto interrogatorio en español sobre cosas absurdas, aunque no nos mostramos demasiado ofendidos, porque la cosa no llegó a rayar los límites de la mala educación o de la humillación.

          Otra cosa fue, lo de Ana y Longi, al que  seguro, le sigue gustando más la muralla de Ávila, que la de Jerusalén.

          Él, salió a fumar -yo lo había dejado dos años antes- al exterior de la zona de tránsito fronterizo y sin llegar a dar dos caladas fue requerido y vuelto a introducir en ella por varios policías, que le empezaron a interrogar en inglés, lengua, que el óptico abulense no dominaba bien. Y cuando se dieron cuenta de ello, aún se cebaron más, en intimidarle. Le cachearon, hasta el aire, que respiraba y le vejaron, porque no se supiera el himno del Real Madrid, porque según ellos, a un buen español, no le podía no gustar el fútbol.

          Ana, la pobre, aún lo paso peor. Capeaba la entrevista a su novio -o similar, porque nunca definieron su relación -, escribiendo en su diario de viaje, cuando un "simpático" poli se lo arrebató, sospechando y así se lo dijo en perfecto español, que estaba conspirando contra el estado de Israel. Ella lloró, lloró y derramó todas sus lágrimas. Nos costó mucho convencerla -tampoco había muchas más opciones -, de que los cuatro debíamos seguir adelante y poder con aquello.

martes, 23 de septiembre de 2025

Los abonos gratuitos de BUSCYL: bien, pero mucho por mejorar.

           Queríamos dividir el fin de semana pasado entre Asturias y Cantabria, con nuestros bonos de ALSA -el último, ni siquiera lo hemos usado-, pero resultó imposible, por no haber plazas para volver, ni siquiera reservando con más de diez días de antelación.

          Esto del colapso en el transporte y lo de los precios de los alojamientos, seguro, terminará algún día, pero yo no lo veo próximo, porque se lleva diciendo esto mucho tiempo y no hay manera. Si quieres dormir el próximo finde en la Comunidad de Madrid -no en la capital-, prepara mínimo 45€ por hacerlo en Cercedilla, a 70 kilómetros en un establecimiento de valoración infame.

          Reculamos y nos dijimos: "al menos, aprovecharemos uno de los dos días y visitaremos  Medina del Campo, un lugar, por el que hemos pasado mil veces camino de infinitas partes, pero en el que vagamente nos hemos detenido. Tampoco fue posible, dado que, el transporte gratuito de Mañueco por carretera ha empezado en septiembre para unos pocos sitios, pero para la mayoría, será en octubre.

          Degeneramos, como una cantidad ingente de jóvenes y terminamos tomando el bus gratis a Río Shopping -centro comercial de Ikea en Arroyo de la Encomienda-, para atiborramos de perritos, codillos y albóndigas infectas, además de refrescos y cafés. ¡Somos capaces de lo mejor y lo peor, sin rasgarnos las vestiduras!.

          Finde aciago y el que viene, tiene la misma pinta, pero terminaremos resucitando en breve, seguro, porque va en nuestros genes.

          Como tenemos algo de tiempo, os vamos a explicar, como funciona lo de los autobuses sin coste en Castilla y León. Vaya de antemano,, que la idea está bien, aunque no nos guste nada el PP de Mañueco, ni la mayoría de sus políticas.

          La gestión de estos bonos ha sido muy lenta, pero progresa. A quien lo pidió por internet -nuestro caso-, le ha llegado un QR de BUSCYL y a quien lo solicitó por papel, le han enviado -o lo harán en el futuro- una tarjeta física. Incluye supuestamente, un montón de líneas, pero no es oro todo lo que reluce.

          Teniendo en cuenta nuestras experiencias y esperando otras nuevas, que nos pueda deparar el futuro, podemos concluir, que:

          -El abono es muy bueno para desplazarse entre las capitales grandes -Valladolid y León, fundamentalmente - y su alfoz, con múltiples frecuencias y opciones, sobre todo, en días de diario.

          -No están mal las interconexiones entre provincias, aunque son más limitadas.

          -El pase, claramente y no nos parece mal, está pensado para trabajadores y estudiantes con recorridos fijos y no para hacer turismo, porque los fines de semana apenas hay servicios. Por ejemplo: cero autobuses en domingo entre Valladolid y Medina del Campo, un pueblo de 23000 habitantes.

          -No te emociones. Si quieres ir de A -tu ubicación -, a B -donde te da la gana en la región -, probablemente, no será posible más, que en tu imaginación. Recuerda, que estás en Castilla y León y no en Madrid, País Vasco o Cataluña

          -No se pueden reservar plazas. Si llegas y hay sitio, subes y si no, te quedas en tierra, que ya nos ha pasado. Esto puede suponer, que un domingo por la noche, no puedas volver desde Soria, a Valladolid, sin que la Junta tenga responsabilidad alguna y que no llegues el lunes a tu puesto de trabajo, si no es con BlaBlaCar, porque no existe tren 🚄.

          -La formación a los conductor@s en esta materia ha sido escasa o nula, por lo que se viven más momentos de confusión de los deseados.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

"No es una guerra, es un genocidio. ¡Boicot a Israel!"

           Son las tres de la tarde del catorce de septiembre y nos encontramos en la plaza de Cibeles. El tráfico ya ha sido cortado en ambas direcciones -Paseo de Recoletos y del Prado- en todos sus carriles.

          Subimos por la calle de Alcalá y nos metemos por Gran Vía, hasta Callao. Toda esta zona está perfectamente vallada, sin resquicio alguno. No hay mucha gente. Nos da la sensación, de que Madrid se muestra indiferente ante la barbarie y no se ha contagiado de las protestas de los días anteriores.

          Llegamos a Sol, donde estos días se publicita la Fórmula 1 en Madrid, esa gran barbaridad de los incompetentes y desbocados Almeida y Ayuso.

          Llegamos a Tirso de Molina y bajamos por la calle Atocha, como otras tantas veces. Han cerrado el histórico Día, pero ha abierto otro unos veinte metros más allá.

          De repente, todo empieza a cambiar y aparecen enormes ríos de gente, de todas las edades -bebés y chicos con síndrome de Down incluidos, lo que supone una locura-, que se dirigen hacia el Paseo del Prado, ataviados con banderas, pañuelos y otros distintivos, como rajas de sandía, emblema de la lucha palestina. Se ve, que la mayoría de ese material ha sido adquirido durante los últimos días, porque aún mantienen los dobleces de estar metidos en bolsas y no haber sido planchados.

          Otra vez más, nos sentimos, como los Alcántara del Cuéntame, asistiendo a un acontecimiento histórico.

          Nos colocamos junto al potente edificio de Caixa Forum y la zona se va abarrotando, hasta límites insospechados. Todo muy pacífico y sin sacar nadie los pies del tiesto, pero con griterío ensordecedor, cada vez, que un vehículo o personal del evento pasa por la calzada. Los cánticos se entremezclan y se suceden: "No es una guerra, es un genocidio", "Boicot a Israel", "Ayuso, Almeida, es la misma mierda"...

          En un momento dado y con el conocimiento, de que los manifestantes se han sublevado en Gran Vía, comienzan a caer fruto de los empujones las vallas de nuestro lado y muchos ciudadanos toman pacíficamente la calzada. Al verlo, los de la acera de enfrente hacen , exactamente, lo mismo, avanzando hacia Cibeles, donde se ubica la meta.

          Comienzan las cargas policiales, después de no conseguir reponer las vallas en su sitio. Fundamentalmente, son gases lacrimógenos y algún porrazo. En la cercana estación de Atocha hay una sentada masiva y de momento, los antidisturbios armados hasta los dientes, no actúan. 

          A nuestra altura llega un grupo de cayetanos -tres chicas y dos chicos- o como nosotros llamamos, pijos de sexta generación. Una le dice a su amiga: "Ya verás, como te vea tú madre en la tele en este tipo de sitios, la que te va a caer". Y la otra responde: "Uy, uy, uy, si está gente existe y son muchos". Todos salen corriendo inmediatamente 

          Y mientras tanto, varios indios han reaccionado rápido, han visto el nicho de mercado y se dedican a vender cervezas a los manifestantes, como en los conciertos.

          En nuestra zona, el ambiente se va relajando, pues ya se sabe, que la etapa final de la Vuelta se ha suspendido, definitivamente. Al pasar por la glorieta de Atocha, la gente ya se ha levantado, pero nadie se mueve. En un kiosko de helados y chuches, regentado por una mujer árabe se puede leer, en español y en inglés: "Este negocio está a favor de la causa de Palestina y en contra del brutal genocidio".

          Nosotros nos encaminamos hacia Méndez Álvaro, no vayamos a perder el autobús de regreso a casa.

          ¡Otro día histórico en nuestras vidas con la alegría de haber participado en esto, pero con la frustración de no poder hacer más!

martes, 16 de septiembre de 2025

Fiestas en Barajas (parte II)

           Planificamos, a conciencia y escondemos la mayor parte de los líquidos entre unos matorrales en un parque cercano, para recuperarlos a la salida. Entraremos por la zona de los carruseles - y no por la del escenario - con tan solo dos envases de plástico, a los que poder quitar el tapón. Después de tantos minuciosos preparativos, los  maderos  de la entrada no nos abren la mochila y nos invitan a pasar sin registro. ¡Con esta gente, nunca se sabe!

          Estamos muy cansados. Son muchos días casi seguidos de fiesta y vamos a reventar. A las 9, comienza el recital de Santero y los muchachos, un grupo de rock tranquilo, no exento de buenos temas. A las 10:30 es el turno de un DJ, bastante lamentable. Cuando culmina, un discreto espectáculo de fuegos artificiales.

          Llegada la medianoche, aparece el plato principal: Marlon, banda a la que ya habíamos visto en las fiestas de San Pedro Regalado de Valladolid, en mayo del año pasado, junto a los fantásticos sidecars. La música de Marlon  nos encanta y disfrutamos a lo grande de hora y media de extraordinario concierto.

          Después, actúa otro DJ, pero nosotros ya solo estamos para retirarnos, después de recoger intactos del escondite, todos los líquidos guardados.

          Por el mismo camino de esta tarde, nos dirigimos a la T3 del aeropuerto, en su zona de abajo (llegadas). Sigue cerrada y vigilada atentamente, por un segurata con cara de mala leche.

          Tomamos el bus para la T1. Son las cuatro de la mañana y en salidas solo dejan entrar con la tarjeta de embarque entre los dientes. Como otras gentes -no hace muy malo y se aguanta bien con un jersey-, nos sentamos en los bancos de afuera, pero a los cinco minutos nos echan más lejos, porque van a regarlos. ¡Como disfrutan molestando estos cabrones!

          A las cinco en punto se abren las puertas, desaparece la vigilancia y podemos entrar a dormir en las mismas sillas de la noche anterior, sin problema alguno.

          Con el esqueleto y la musculatura destrozados por los potros de tortura, nos despertamos sobre las diez y media y en la misma T1, tomamos el autobús urbano 200 con destino a Avenida de América. Hace, incluso, más calor, que ayer. Parece, que el verano no terminará nunca.

          Hacemos caminando, los más de cuatro kilómetros, que nos separan del recinto ferial de Ciudad Lineal, donde a la una y en una caseta concreta, se va a celebrar una paella popular y la actuación de un DJ. Lo segundo se produce en hora, pero lo primero no deja de retrasarse.

          Son las dos menos cuarto y todavía no han echado el arroz. No estamos dispuestos a lo mismo, que ayer, así, que abandonamos la zona y recalamos en la plaza de Quintana, donde se ubica un Lidl. Allí sentados, comemos bocadillos de jugosa tortilla de cebolla caramelizada en oferta, mientras numerosos padres e hijos intercambian cromos de la Liga. Se ve más apasionados a los progenitores -todos hombres-, que a sus vástagos.

          Enfilamos por la calle de Alcalá hasta Cibeles con el tráfico ya cortado y damos un paseo por el centro. 

          La etapa final de la Vuelta ciclista ya ha empezado y tenemos noticias, de que ha sido desviada por intentos de sabotaje. Nosotros, tras pasar por los Samplias de Gran Vía y Callao y hacernos con una degustación de jamón york Noel y un rico bote de Nescafé helado con sabor a Bayles, nos dirigimos al paseo del Prado, para participar en la manifestación a favor de Palestina y en contra del genocidio, que allí se está produciendo por la cruel Israel..

Fiestas en Barajas (parte I))

           Ahora sí que la situación de Barajas se ha convertido en una pesadilla, pero al menos, hemos podido dormir casi cinco horas en el interior de la T1 sin ser molestados.

          Son las diez de la mañana, el sol aprieta de lo lindo y el calor derrite nuestros cuerpos, a pesar de ser ya , 13 de septiembre. Hoy, pasaremos el día completo en el distrito de Barajas, para disfrutar de sus fiestas, que han comenzado ayer. Salimos de la T1 y nos encaminamos a la Alameda de Osuna -este camino lo hemos llevado a cabo en el pasado-, para luego enfilar por zonas más urbanas hasta el recinto ferial de este populoso barrio madrileño. Tardamos poco más de una hora, en total.

          Entretenemos la mañana tomando algo, hasta que a la una y media nos colocamos en la fila de la paella . Delante, una poco empática señora vestida de verde nos pone de mal humor, con comentarios de lo bien que viven los inmigrantes sin trabajar y con las eternas ayudas del SEPE. Y aún nos ponemos de más mala hostia, porque aunque el reparto empieza a las dos , no nos toca hasta las tres. ¡Hora y media de espera y sin sombras!, en la que es la paella peor organizada de las cinco , que hemos disfrutado este año en diferentes barrios madrileños. Y, la calidad , deja también bastante, que desear: apenas tres pequeños trozos de carne en el plato -uno de pollo, otro de ternera y uno de higado-, con escasas laminas de champiñón y alubias verdes semi crudas. Para olvidar cuánto antes. 

          El supermercado más cercano está a veinte minutos caminando y no es otro, que un Mercadona, donde nos atiborramos a helados de mango, para mitigar la frustración. Este barrio o al menos, por esta zona, es feo, anodino y de aluvión. Retozamos un buen rato en un mal cuidado parque, antes de regresar al recinto ferial. Nos devoran las moscas, hasta límites insospechados.

          El espacio festivo está ubicado sobre una explanada asfaltada, aunque poco cuidada y engloba al escenario, los chiringuitos de comida y bebida de los partidos políticos -los cuatro más votados- y asociaciones diversas y los caros carruseles. Todo ha sido rodeado de vallas, dejando solo dos accesos y otros tantos, más pequeños, de emergencia, con lo que ya la tendremos liada a la tarde, con los malditos y arbitrarios controles policiales, que nos persiguen en todas las fiestas capitalinas.

          Para hacer tiempo, caminamos hacia la derecha por la calle Ayerbe y nos llevamos una agradable sorpresa. Cruzando un puente elevado sobre una carretera de muchos carriles, se accede directamente y sin pasar por la Alameda de Osuna, a la T3 de Barajas.

          En apenas un cuarto de hora estamos en ella para descubrir, que han cerrado todos los accesos de llegadas de esta terminal y los de la T2. Solo hay uno abierto y está custodiado severamente por un vigilante, que únicamente deja salir y no entrar.

          Por fuera no se puede ir a la T1 andando, por lo que se debe tomar el bus en la 3.  Son las siete de la tarde, por lo que suponemos, que esto funcionará igual las veinticuatro horas del día.

          Regresamos, siendo ya de noche. Para trazar un plan adecuado, dado que vamos de líquidos hasta las cejas, preguntamos a un poli, que se puede meter y que no. "No se puede introducir ningún vidrio y las botellas de plástico deben ir sin el tapón o mejor, vaciadas en estos vasos  de medio litro del mismo material, que tenemos nosotros aquí", nos detalla el agente, señalándolos.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Un fin de semana compartido entre Valladolid y Madrid

          Nos preparamos para un fin de semana completísimo, dividido entre los últimos días de las fiestas de la virgen de San Lorenzo de Valladolid y diferentes eventos en Madrid.

          Hoy, en concreto, asistiremos a varios conciertos organizados por las peñas y mañana sábado, a una paella popular y varios recitales en las fiestas patronales del distrito de Barajas. Dejaremos para el domingo otro arrocito gratis, en Ciudad Lineal y la prometedora manifestación de boicot a Israel en el cierre de la Vuelta a España.

          Me voy a buscar a mi pareja al trabajo, nos comemos unos helados y sin pasar por casa nos vamos a los conciertos organizados por FEVAPEÑAS, en la plaza del Moral. Después de una horrible batucada inacabable, llega el turno de Wateke, una banda de versiones de los últimos cuarenta años del siglo pasado. El vocalista tiene mucho sentido del humor y gran agilidad mental. Tocan temas más variados, que el común de grupos tributo a esa época y disponen de bloques de temas recortados y pegados de diferentes bandas o solistas. Pero su género estrella es, lo que llaman "engendros" en los que mezclan canciones, aparentemente, de géneros in combinables. Es el caso, por ejemplo, de Iron Maiden y Marisol o ACDC con Rocío Jurado. ¡Quedan bastantes chulos e imaginativos! 

          Después, llega el turno de Triquel, grupo local de música celta, que ya habíamos visto un par de veces en el pasado.

          Nos quedaría la actuación de Lostway, pero solo disfrutamos de su primera canción, porque debemos tomar el ALSA de las dos de la madrugada, que nos depositará, directamente, en la T4 del aeropuerto de Barajas. La terminal de Valladolid se encuentra en profundas obras de restauración -deberian haberla tirado entera y levantar una nueva 
- y de noche es todavía más lúgubre.

          Partimos algo tarde y viajamos por separado, aunque no muy lejos, porque el vehículo va lleno. Con esto de los bonos de descuento la compañía asturiana lo está petando. Nos dormimos, profundamente, hasta nuestro destino.

          La estación de autobuses de la T4, también está de reformas, por lo que nos dejan lejísimos, en un lugar, donde no hemos estado nunca antes.

          Son las cinco menos cinco de la madrugada y tratamos de acceder a la terminal para seguir durmiendo, pero para ello, debemos presentar una tarjeta de embarque que no tenemos.

          Decidimos, coger el bus  gratuito a la T1, donde existe más espacio para quedarse fuera. Por la  megafonía del vehículo lanzan intimidatorios mensajes, donde explican los documentos que presentar para acceder al interior de todas las instalaciones públicas del aeropuerto.

          Pero, sorprendentemente y al llegar, no hay vigilancia alguna y podemos ingresar sin obstáculos y sin justificar nada.

          Toca dormir hasta las diez de la mañana. Primero en las instalaciones de una cafetería cerrada y cuando la abren, en las escasas sillas de la T1 -no más de una docena en total, porque han quitado el resto-, que resultan muy incómodas. A cambio, han colocado soportes verticales, para que apoyes la espalda de pie, como si fueras un elefante apoyado en un árbol. ¡Lamentablemente, inhumano, en la linea general de la insensibilidad mundial actual!. Ganas de vomitar en las oficinas de AENA no nos faltan, pero ias bilis ni nos salen.

          Y siguen dando vueltas de tuerca a la situación. Para que nadie obtenga nada de las papeleras, las están sustituyendo por una especie de buzones, donde no te cabe la mano. Desde el 17 de mayo no veníamos a este aeropuerto, dado que en verano volamos desde y a Valencia.

Marlon, en las fiestas de Barajas, en Madrid