Todas las fotos de esta post son, de Kuala Terengganu
Siempre se ha dicho, que comer de los
puestos callejeros del tercer mundo, es mucho más inseguro, que
hacerlo en supermercados, comprando comida preparada. Aunque, con
matices, esto es definitivamente falso. He conseguido, precisamente
esta semana, en Malasia, quitarme una descomposición leve, empezando
a comer donde lo hacen los lugareños.
La razón es, que la comida tiene más
rotación, que en los súper, donde a veces, la tienen, que malvender
a mitad de precio por la tarde. Unos noodles en la calle, pueden
llevar precocinados unas dos o tres horas, mientras un perrito, en un
supermercado, mas de veinticuatro, con salsas y sin estar al frío
(así lo comprobamos, por ejemplo, en Kota Bharu).
Dicen también, que el aire
acondicionado es malo para la salud. Puede, que haya algo de verdad,
pero creo que lo fatal es, andar cambiando a menudo de temperatura. A
mi, se me ha curado una bronquitis de dos semanas, simplemente, con
dos noches de fresquito, bien tapado, Y, sobre todo, he podido
dormir, con sueños muy felices -me seleccionaban para una cátedra
de universidad-, en contra de las nauseabundas e inquietantes
pesadillas, que había tenido los días anteriores bajo un alto
ventilador de techo, claramente inoperante.
Sirvan estas dos reflexiones, para
acercarnos a las grandes mentiras, que una Lonely Planet, en inglés,
de 2.011, dejada de la mano de Dios -en un triste hotel, de Bangkok-,
hacen confundir al viajero. Mucha fama tiene la editorial
australiana, pero cada año, sus publicaciones resultan más
lamentables y caras.
-”En Kuala Terengganu el alcohol es
inaccesible, salvo excepciones”, afirma la LP. La realidad es, que
se encuentran fácilmente cervezas en varios supermercados y
espirituosas en distintas tiendas del barrio chino. En el súper,
siempre en la zona “no halal”, al lado de los derivados del cerdo
y en una esquina, franqueada por la lejía, los insecticidas y la
comida para animales, a ver si así desistes de tomarlas (si no lo ha
conseguido ya, el alto precio)
-”Las vistas desde la colina de
Bukit Puteri son preciosas”. Salvo cuatro despistados, ya casi
nadie va por allí y encima hay un tipo, que parece fraudulento, que
te quiere cobrar un ringgit, pero que te lo perdona, si te haces el
duro. Las vistas bonitas, sí que lo son, pero desde el anexo y
abandonado bazar Warisan, que la Lonely Planet, ni meciona.
-“El mercado central está rodeado
de puestos de comida”. Va a ser, que no. Algunos, algo alejados,
hay, de salchichas, bolas de no se sabe, exactamente, que y pescado
prensado. Pero más bien, se ubican de forma dispersa por la zona del
antiguo muelle y resultan caros y poco apetitosos.
-“La oficina de turismo abre de
9:00, a 17:00 horas”. Pues no. Abre, directamente, cuando le da la
gana, como hemos podido comprobar, durante cuatro días. Y la señora,
que atiende, necesita actualizar su información con urgencia.
-“Los ferries a la cercana isla, de
Pulau Duyung Besar, parten detrás de un restaurante en la avenida
del mar”. Lo que hay allí, actualmente, son barracones, que
albergan a los obreros, que están construyendo el paseo marítimo,
empezado en 2012 y que según dicen, lo terminarán en 2017, cosa muy
improbable, tal y como van las obras (2.020, sería una fecha más
realista). En esos chabolos, moran inmigrantes de varias
nacionalidades, en condiciones inhumanas, compartiendo una rupestre
ducha, cuya intimidad custodia una manta extendida sobre ella.
Y, por cierto, hace tiempo, que ya no
navega un solo barco -nos costó mucho descubrirlo- a la mencionada
isla, habiendo carretera y un puente para llegar hasta allí.
-“Existe un mercado nocturno, junto
al mar, a unos tres kilómetros del centro”. Pues, tampoco. El que
funciona está bastante céntrico -enorme, pero desangelado- y sólo
opera las noches de viernes y sábado
Es posible, que la última revisión
de este lugar, por la Lonely Planet, no se haya actualizado, desde
1975, año en que inauguraron la editorial. Menos mal, y gracias a la
tecnología, que cada vez van siendo menos necesarias para los
viajeros.