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miércoles, 13 de marzo de 2024

El tren ya tiene cierta competencia: los autobuses estatales mejorados

          La mejor  manera  de viajar por India - lo decimos nosotros y el 90% de los viajeros - es en tren. Muchas veces es más veloz, que hacerlo en coche por carretera. Pero este medio de transporte -aparte de sucio, masificado y con constantes retrasos, tiene dos inconvenientes principales: no llega a todas partes -aunque, si a la mayoría - y la dificultad para obtener billetes, sobre todo, con reserva en el sleper (la más barata de las dignas).

          Nosotros y después de haber viajado e más de 50 nocturnos y aunque con algún contratiempo, siempre habíamos tenido suerte y con un par de días de antelación -gracias, a veces, a la cuota para extranjeros -, siempre habíamos tenido una plaza. Pero en nuestros dos últimos intentos, el fracaso ha sido rotundo. Así, que no conseguimos asientos, ni para el Vapi Ratnagiri, ni para el Bombay Ratnagiri, ni tampoco, para volver, desde Junagadh, a Vapi. Es entonces y para largos recorridos, donde entra en juego el autobús y sus diferentes modalidades (omito las de corta distancia)

         Digamos, que hace algún tiempo y para trayectos largos, había dos fórmulas: autobuses privados -poco frecuentes y limitados trayectos- y los desastrosos estatales, que circulaban, básicamente, donde no llega el tren (muy frecuentes en los Himalayas, con noches llenas de sufrimiento de culo y espalda destrozados).

          Pues bien en este viaje y en los trayectos Tezpur Siliguri y el de Junagadh Vapi, hemos visto una novedad muy razonable, que no sabemos, si ya existía antes por aquí o se ha incorporado ahora en todo el territorio.

          Se trata de los autobuses estatales mejorados. Sin ser mucho más caros, que los otros, los asientos son más confortables, en vez , de 3+2,  llevan 2+1 y también incorporan literas arriba (nosotros preferimos ir sentados).

          Creedme, que no es mala fórmula. Las ventajas son, que no tienes, que aguantar a tus compañeros de sleper; que la gente se alborota menos -al ir más separados-; que no hay vendedores -constantemente--, que las paradas son más cortas -menos las de parar para la cena- y que a tramos, el cacharro coge buena velocidad. El principal inconveniente es que no puedes alterar tu posición y para muchas horas acabas destrozado corporalmente.

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