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martes, 19 de marzo de 2024

Nuestro día en Matheran (parte II)

          Uno de los comisionistas nos había ofrecido una habitación por 1800 rupias y después, la había bajado a 1300, ante nuestra negativa. A la vuelta del lago preguntamos en ese hotel y nos la dejaron en 1200, por lo que decidimos quedarnos. A pesar de estar en montaña modesta -800 metros de altitud-, la temperatura era ya de 34 grados y no era plan, seguir cargando con las mochilas. 

          Matheran ofrece bastantes lugares de interés, que están bien señalizados, aunque las distancias indicadas, no siempre coinciden con la realidad. La mayoría son miradores, aunque algunos de esos lugares están algo sobrevalorados. La niebla vuelve a ser un problema y es una pena. Después, de que mi pareja tuviera un desagradable problema con un mono, que le quiso robar la bolsa con las cosas del día -snacks y galletas incluidas-, visitamos la mayor parte de ellos en soledad.
         
           Vimos seis guiris -novedad-, siendo la mayor parte turistas nacionales, que vienen a pasear a caballo y poco más. Es por ello, que según va avanzando  el día, la ciudad va cogiendo un olor a mierda equina/vacuna /perruna insoportable. Aunque por la noche hay personal de limpieza, que las recoge.

          La calle principal es un batiburrillo importante de negocios. Para los viajeros solo son útiles los restaurantes, aunque la comida y la bebida aquí, cuesta entre un 20 y un 400% más que en el resto del país. ¡Asi de chulos!.
          
          De día, está arteria, resulta insulsa y monótona, pero se transforma de noche, cuando las potentes y coloridas luces de los incontables hoteles, los negocios de apuestas y las de juegos diversos, hacen de este lugar, una pequeña Las Vegas. Quien lo hubiera dicho a las cuatro de la tarde.
          
          El último incidente del día fue también con los monos: estábamos sentados en la terraza de la habitación de la primera planta, porque llegaba mejor el wifi, cuando  una mona con cría se asentó ven la barandilla. Nos metimos para adentro corriendo y llegaron cuatro más. No había forma de echarlos, ni siquiera con una percha, hasta que les lanzamos agua. Más tarde volverían .  

          Entonces, ni pareja me dijo: "miralos, si tienen comportamientos humanos", viendo cómo abrazaban y besaban a sus vástagos. Y yo empezé a pensar, que no son los indios el eslabón perdido entre los primates y el hombre como pensaba antes. En realidad, el eslabón perdido es el mono, entre el indio y los seres humanos.



1 comentario:

Indesinenter dijo...

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