Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 10 de febrero de 2019

Bienvenidos al lugar más asqueroso del mundo: Pattaya (parte II)

                                     Todas las fotos de este post son, de Pattaya (Tailandia)

          Si resulta difícil entender, como esos viejos cochambrosos, se meten 14 horas de avión, cuando por el mismo dinero y mucho menos esfuerzo, podrían tener varias prostitutas en su país de origen y en su propia casa, aún es más complicado encontrar una explicación al lugar elegido: Pattaya.

          Cuando uno viaja a Las Vegas, aparte de un mundo idílico, bien organizado, con la comida y el alojamiento muy baratos, recibes unos servicios adecuados y poco exagerados. Lo que pasa en Las Vegas, evidentemente y como todos sabemos, se queda en Las Vegas. Lo que pasa en Pattaya y con perdón del perjuicio, que ocasionaría a los notarios, mejor que no conste en ningún sitio.

          La playa de Pattaya es estrecha, sin olas, vacía  de personas, llena de barcos y sacos terreros, sobre su fina arena. Lo único apetecible en ella, son los mariscos, que a un precio elevado, venden aburridas vendedoras. El agua está sucia, oscura y asquerosa. Debes caminar varios kilómetros, con paciencia y después de una torre del reloj, acabas descubriendo un paseo marítimo irregular, por el que no pasea nadie.

          Es el paraíso de las alcantarillas: enormes, nuevas y metálicas, pero nadie se ha preocupado de constatar, que estuvieran al nivel adecuado para que el agua fluya sin obstáculos. Asi, está mañana, Walking Street - que es menos Walking, que otra cosa- lucia en su cuidado asfalto, más de treinta centímetros de agua, tras una tormenta, de las habituales aquí.

          Por supuesto, en búsqueda del dorado vinieron miles de personas, esperando hacerse ricas de la noche a la mañana. La mitad o más de los hoteles y restaurantes, están a medio construir o cerrados, pero esto es patrimonio de los empresarios visionarios del tercer mundo. ¡ Lo hemos visto tantas y tantas veces!

          Los otros tantos, que han conseguido sobrevivir, se creen con el derecho a cobrarte más del 50% por una habitación o por un plato, que en Bangkok, por ejemplo.

          Por supuesto, las calles no tienen aceras - aquí, cada negocio, hace la suya, si es que la hacen- o están ocupadas por cualquier cosa molesta y las motos campan a sus anchas y a sus largas. ¡ Un auténtico desastre!, al que nadie parece importar.

          El negocio típico es el bar con taburetes y música agradable, que aparecen en cualquier calle o rincón y que esperan a los babosos de turno. Son muchos, para el volumen actual de gente, pero están muy bien montados y con la cerveza barata ( algunos disponen de doce horas al día, de "hora feliz")

          Otros negocios pujantes son, los de la extensión de la visa, supungo, que para que los vejestorios, que hayan encontrado el ligue perfecto, puedan estirar su asquerosa luna de miel. Por el alojamiento, no hay problema, ya que hay muchas habitaciones que solo se alquilan por meses. Y, si lo que quieres es casarte, porque has encontrado aquí, al amor de tu vida, te pueden montar, sin problema, una boda exprés.

          Bienvenidos a Babosilandia.

sábado, 9 de febrero de 2019

Bienvenidos al lugar más asqueroso del mundo: Pattaya ( parte I)

                              Todas las fotos .de este post son, de Pattaya (Tailandia)

          He escrito muchas veces y ya aburro, sobre los supuestos paraísos del tercer mundo y pensé, que ya estaba cansado de hacerlo y curado de espanto. Pero, la capacidad de asombro no tiene límites, a pesar de haber visitado cerca de ciento treinta países en las tres últimas décadas. Ningún interés tendría yo, en Pattaya, sino fuera por mí vena profesional, la del periodismo, aunque ya no la ejerza en la actualidad. ¿ Serán verdad, todos los tópicos y cosas, que se cuentan por ahí de esta ciudad?

          He llegado a leer -es una pena, que cualquiera pueda escribir sobre algo, pero la bendita libertad tiene esas ventajas individuales-, que Pattaya se parece, a Benidorm y aun sigo dudando, de que el escribiente hasta estado en alguno de los dos sitios.

          Empiezo por el baboseo, por la esclavitud sexual, que el gobierno tailandés consiente y alienta y termino en un segundo post, hablando de las lamentables infraestructuras de este nauseabundo lugar. Aunque, como todavía no nos vamos de aquí - nos quedamos un día más - puede que la historia de para más .

          Llama la atención, que el nivel de belleza y cuerpos esculturales en esta ciudad, sea tan elevado y uno de forma ingenua piensa: "seguro, que las madres de aquí, han descubierto un cereal o una proteína, que saca a las chicas tan lustrosas".

          Aunque tras un día de peregrinación y comprobaciones, uno acaba descubriendo, que las afortunadas féminas proceden, como reclamo sexual, de toda Tailandia y países limítrofes. También llama la atención, que el nivel de los babosos sea tan bajo. Ninguno, por debajo de la cincuentena, gordos, dejados de la mano de Dios, mal vestidos, borrachos y que espetan a la chica de turno -con cincuenta años menos-: "come on baby".
          Hay algunos, no pocos, que tienen más destreza para no soltarse de la mujer, que para manejar su propia cachaba. Abolida -supuestamente- la esclavitud, el mundo mira para otro lado y consiente, que por una pequeña parte de la pensión, que cobran mensualmente muchos degenerados del primer mundo, haya chicas muy privilegiadas físicamente, trabajando como esclavas, sin ni siquiera saberlo y llevándose una mísera cantidad - más bien, en perfumes y copas, que en patrimonio-, del negocio, que ellas mismas generan .

          Las que son un poco menos guapas aquí - para mí, igual de atractivas- se aburren en los negocios de masajes, abusando de los tonos tan dulces, al ofrecer sus servicios, con o sin final feliz. Si eres un poco menos atractiva y aportas poco, la familia te endiña un carrito con sombrilla -todo un detalle-, para que vendas fruta, chucherías o cualquier otra mercancía .

          ¡Y, todavía, hay que leer a idiotas en internet, que comparan estos desmanes sesenteros y setenteros, con quedarte en casa haciendo crucigramas!

Pesadilla, camino del templo

            Esta y la última son, de Nhakon Rratchasima y el resto, de Phanom Rung (Tailandia)

          Cuando, decidimos acometer hace varios años, la excursión al templo de Phanom Rung, desde Nakhon Rratchasima, ya nos saltaron todas las alarmas y no nos faltaba razón.

          El lugar sagrado es de una belleza increíble y además, está prácticamente entero, pero ahí terminan las buenas noticias para el viajero independiente de presupuesto ajustado.

          Para colmo, el día previsto para la visita, cayó el diluvio universal y ni nos levantamos de la cama. Hay poca información en internet sobre este asunto y es muy confusa, por lo que vamos a arrojar algo de luz, contando nuestra experiencia.

          La estación nueva de autobuses, de Nakhon Rratchasima, está alejada del centro. Desde allí, circulan frecuentes microbuses, a Nang Rong (100 minutos, 64 baths). En esta localidad, un taxi a las ruinas sale por 800 baths -ida y vuelta- aunque regateando, se podría conseguir un precio más bajo, supongo.


          Si se opta por el bus, las salidas son cada hora, pero este no te deja en el templo, sino en un cruce de una población, que discurre a lo largo de la carretera (30 minutos, 30 baths, aunque a la vuelta, nos trataron de engañar y quisieron cobrarnos el doble, sin conseguirlo)

          Los vendoedores de la zona hablan de una distancia de cinco o seis kilómetros, hasta el templo, pero la realidad es, que son entre ocho y diez. Y a la ida, buena parte es cuesta arriba, porque el sitio sagrado (100 baths), se halla en lo alto de un volcán ya extinto, afortunadamente. No hay taxis, como tales, pero se puede negociar con un lugareños, aunque no saben ni los números en inglés.

          En nuestro caso, tuvimos suerte y tras andar un kilómetro, nos cogió, en su remolque, una furgoneta, que se desvió para dejarnos en la misma puerta. Y eso, a pesar de que no les pilla de camino. ¡Que gente tan amable!

          A la vuelta, con un calor extenuante llegar y sin agua, nos tocó andar 5 kilómetro, en incómodo descenso, hasta que otra camioneta de las mismas características, nos recogió. No podemos asegurar, a ciencia cierta, si hay algún medio de transporte público, que llegue hasta el santuario, pero en el tiempo que transitamos la carretera, solo vimos minibuses de agencias o autobuses grandes de grupos organizados.

          Para añadir algo más de tension al asunto, el desconcierto se adueñó de los lugareños, que no se ponían de acuerdo sobre la hora de paso del autobús de retorno, a Nang Rong, que finalmente, llegó a las dos de la tarde, en contra de lo que nos habían dicho.

          Nos habíamos levantado a las siete de la mañana y regresamos al hotel, a idéntica hora, pero de la tarde, habiendo tenido mucha suerte. Es lo que hay: doce horas para visitar un templo que vimos en veinte minutos.

jueves, 7 de febrero de 2019

Información de servicio: Ukrainie

                                                Todas las fotos son, de Kiev (Ucrania)
          Nos lo pensamos mucho, porque la información en la red es escasa y muy contradictoria, pero al final, decidimos volar, a Bangkok, por 200€, con la compañia ucraniana - precio increible-, desde Madrid. No podemos dar una nota global a la experiencia y por eso, nos explicamos, aunque sea, brevemente:

           1° - Te obligan, a hacer el checkin en línea - en las 48 horas antes-, pero para lo único que sirve es, para obtener una plaza aleatoria y sobre todo, para que no te cobren 15€ por la emisión de la tarjeta física, que es obligatoria y que incluye en un mismo cartoncito, los dos vuelos ( no nos había ocurrido nunca antes)

          2° - Checkin complicado, porque no teníamos billete de vuelta. Hubo que dialogar y conversar mucho con diferentes empleados, aunque, afortunadamente, sin tension.

           3° - Vuelo Madrid-Kiev. Asientos incómodos. Mucho calor en la cabina, dos vasos de agua, como única prestación y azafatas poco esforzadas. Eso sí, muy buena  puntualidad.

          4° - Trayecto Kiev-Bangkok. Avión nuevo, muy buen entretenimiento a bordo -peliculas españolas incluidas-, cena muy correcta, desayuno regular y gran puntualidad.

          La eficacia del aeropuerto, de Kiev, es extraordinaria. Controles muy rápidos de inmigración y de seguridad, tanto a la entrada, como a la salida del país.

          Aunque ya conocíamos la ciudad y teniendo una escala de doce horas, salimos a visitarla, de nuevo.

El reencuentro con Bangkok y... con los monos

                              Las tres primeras son, de Bangkok y el resto, de Lopburi (Tailandia)
          Tengo la desesperada sensación - que es posible documentar con hechos fegacientes-, de que cada vez, que visitamos , Bangkok y Kuala Lumpur -a menudo, porque nos gustan y porque nos gustan y porque nos sirven de enlace aéreo para otras partes del mundo-, están hechas más cacharro que en la ocasión anterior.

          A las obras, que nunca acaban -algunas llevan cinco años-, se suman, las que empiezan. Aunque hilando fino, puedo llegar a afirmar, que en Madrid, ocurre casi lo mismo, desde hace décadas

          Nuestro último viaje a la capital de Tailandia -el enesimo- se produjo hace un año, por lo que no cabía esperar expectativas esperanzadores y más, cuando nos rayamos bastante con el monzón, con la rotura de los dos móviles y con revisitar de forma rutinaria y agotadora, los mismos sitios de siempre.

          Después de la desigual experiencia de volar, con Ukraine y de aterrizar con una gran tormenta, tomamos el pulso a la ciudad. Puedes haberla visitado cincuenta veces, pero vienes atontolinado del primer mundo y debes ponerte las pilas. Hasta las dos horas de caminar, no me di cuenta siquiera, de que se conduce por la izquierda, cuestión que conozco desde hace más de veinte años

          Seguimos, sin comprar los billetes, a Australia, Nueva Zelanda, Taiwan o Maldivas y el círculo se va cerrando en nuestra contra, pero hemos vivido la felicidad, en Bangkok, de las primeras veces, como si fueran nuestras bodas de oro con la ciudad. Hemos roto el guión establecido y nos hemos aventurado, a perdernos por otros lugares, que no figuran en ninguna guía, como por ejemplo, Thonburi y otras partes  aledañas al río.

          Hoy, después de abandonar la capital  y llevar a cabo un buen trayecto de tren, nos hemos quedado, gratamente, sorprendidos, con Lopburi, ubicado a 150 kilómetros, de Bangkok. Esta relativamente cerca, de Ayuthaya, pero aquí no vienen los guiris, cuando se pueden visitar en soledad decenas de templos parecidos a los de Angkor -salvando algunas distancias-, perfectamente conservados.

          Bueno, lo de soledad es relativo, dado que en la mayoría de tus visitas, te encuentras rodeado de decenas -o cientos- de pequeños monos, que no parecen tan agresivos, como los de India, pero si los lugareños se protegen de ellos con largas varas puntiagudas, algo harán.

          Dan miedo, especialmente, los que saltan de cable en cable o los que succionan el agua sobrante de los conductos del aire acondicionado. Hemos visto a uno, en el agradable y multitudinario mercado nocturno, llevarse con agilidad y pericia, unos cuantos trozos de sushi, de la mano de un turista algo despistado 

El poder de la cábala y el verde maligno


             Las dos primeras son de Kiev (Ucrania) y el resto de Bangkok ( Tailandia)
          Por fin, hemos conseguido romper y derrotar a la cábala, que largamente nos perseguía y aterrorizaba -en fases trienales-, desde hace una década .

          Pondré a los lectores en situación : en 2008, iniciamos nuestro primer viaje, a Bangkok, extendido por ocho países del sudeste asiático, después de muchos intentos fallidos. A partir de ahí, la cábala trienal se encaprichó con nosotros y solo nos permitió volver a esta ciudad, en periodos de tres años, a pesar de que pretendimos hacerlo en otras ocasiones intermedias. Pero, solo pudimos lograrlo, en 2011, 2014 y 2017, sin atender a otras peticiones nuestras.

          Este inexplicable encantamiento, ha sido tremendamente agresivo durante los últimos meses, antes de ponernos en marcha, el pasado 22 de septiembre, para nuestro esperado octavo viaje largo.

Para no cansar, resumiré los sucesos:

          -13 de junio: demanda judicial por herencia -con abogado y procurador obligstorio-, cuatro días antes de partir, para Bangkok

          -20 días después y con un preacuerdo, sobre el tema, carta certificada de la seguridad social, requiriendonos documentación urgente

          -14 de septiembre: compramos los boletos aéreos y nos echamos a temblar

         -22 de septiembre: obtención de las tarjetas de embarque, en Barajas . Las chicas se niegan a darnoslas, alegando, que no tenemos vuelo de vuelta. Cuesta más de media hora convencerlas ( ya nos pasó en Dubai, en 2011)

          -23 de septiembre, de madrugada: control de equipajes. Cuando todo parece normal, salta un pitido agudo desconocido y me mandan, de malos modos, a un mostrador especial . Un poli con mala cara -aunque educado-, me indica, que va a comprobar, si soy apto para embarcar . Me pide poner las palmas para arriba y si no lo tiene claro, me hará otra prueba . Pánico antes de embarcar, ya que me he tomado unos vinos.

Afortunadamente, me da el visto bueno.

          Huyo rápido y busco en internet. Por normativa europea, desde el 15 de septiembre, se han instalado unas modernas máquinas, que comprueban, si llevas sustancias prohibidas encima (la noticia no aclara, si por dentro de tu cuerpo, o por fuera)

          Desde, que le dije un día a mi pareja, de broma, que sus ojos verdes son infrecuentes y malignos, ella solo busca amparo en los gatos, para encontrar consuelo en sus semejantes. Creo, que desde entonces, ellos se aliaron con la cábala

          Una vez destruida una parte de la triple entrante - cábala y ojos verdes- el comportamiento de estos, me resulta incierto y me da miedo .

martes, 26 de diciembre de 2017

Viaje a través de las navidades vallisoletanas

                                                    Todas las fotos del post son de las navidades, de 2.017
          Aquí andamos, pasando las Navidades, entre planificaciones de nuevos viajes -concrétamente, el octavo periplo largo-, perturbadoras muertes de familiares muy directos, frío congelador, luces de esta consumista época del año, belenes, insoportables elecciones catalanas y adictivas series, de Netflix. Un enorme totum revolutum, que nos tiene conmocionados. Y todo esto, antes de que hayan comenzado las grandes celebraciones gastronómicas de familia, que en nuestro caso y como casi siempre, se prevén tranquilas.

          Nos han pasado tantas cosas en este trepidante diciembre, que ya no queremos, que ocurran más. ¡Ni, aunque siquiera, sean buenas!.

          El pasado 2 de este mes, Valladolid iluminó 60 calles, sin demasiadas novedades con relación al último ejerecicio. Lo normal: unas te gustan y otras, no tanto, pero al menos, ya nos hemos olvidado de los primeros años de la crisis, donde se despedía de su trabajo a las gentes, a mansalva y se cambiaban las leyes de protección social, para ahorrar en casi invisibles luces de bajo consumo eléctrico.

          La gran novedad del programa navideño, me pareció una pueblerinada de lujo -por lo que costó al consistorio-, pero, funciono. Un cutre y poco original holograma proyectado sobre el ayuntamiento -con renos y todo- y un coro de gospel -ya me diréis, que tiene, que ver esta música con las deprimidas tierras castellanas-, llenó toda la plaza Mayor y sus aledaños y a punto estuvo de causar incidentes, debido a situaciones de pánico, ni siquiera previstas por la policía.

          Otra de las novedades -creo, que a propuesta del único concejal, de Ciudadanos-, ha consistido en la instalación de varias casetas de artesanía y de comida, a modo de mercado navideño centroeuropeo. Aunque falten las de vino caliente y sea todo un poco light, esta actividad, si que la aplaudo.

          A pesar de la demora en el inicio del espectáculo, también nos gustó la ceremonia de las velas, que da inicio a las navidades, en Colombia. Se van prendiendo, se rodea la iglesia de San Martín -o no, para los más vagos- y se van colocando a su alrededor. La pena fue, que después de meses sin llover, diluviara ese día.

          En cuanto a los belenes, la cosa anda algo más parada, que el año pasado. Primero, porque no son tan originales o espectaculares y segundo, porque parece, que la moda se va pasando. Donde el año pasado arrasó, una escenificación de El Señor de los Anillos, hoy se soporta un currado nacimiento de cuatro lados, con más de 100 trabajadas figuras. Técnicamente impecable, pero sin sorpresas, ni siquiera para los más pequeños.

          El de la Diputación, que cambia cada Pascua, esta vez, está dedicado a Segovia y muestra el acueducto de fondo. Si que nos ha sorprendido, muy positivamente, el elaborado por la asociación de padres, del colegio La Salle, que da vida al parque más emblemático de la ciudad: el Campo Grande.

          La pista de hielo, de la Acera de Recoletos, ha cambiado su ubicación, a la Cúpula del Milenio, esa extraña importación de instalación, de la ya lejana Expo, de Zaragoza. No me parece mala decisión, sino fuera, porque se mantiene secuestrado este recinto, durante dos meses, en detrimento de otras actividades.

          Allí, han instalado un bien montado y armónico nacimiento de playmobils. Un nexo común de todos estos belenes es, que a través de sus construcciones y figuras de gentes, abogan por la conciliación y vida cotidiana de las diferentes etnias, culturas y religiones.


          Me hace gracia, como cada año, que la jornada de Navidad y Año Nuevo -con el frío, que suele hacer por aquí-, sean unos de los días, donde pululan más paseantes solitarios de perro por las calles. Probablemente, gentes que ponen como sabia escusa a sus mascotas, para huir de incómodas celebraciones familiares. ¡Porca miseria!.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Momentos impactantes de nuestros viajes de la era moderna

                                             Esta es de Egipto, en 2.006 y la de abajo, de Turquía, en 2.008
          Si, los momentos impactantes de nuestros viajes de la prehistoria fueron trascendentales, nada más determinante, que lo ocurrido al poco de arrancar el siglo XXI., que nos llevó a estar seis años sin arrimarnos a un sólo aeropuerto y limitando, sobremanera, nuestras posibilidades viajeras futuras.
Siria, 2.007
          -No ocurrió, de repente, por supuesto. Durante los últimos años del siglo pasado, había ido desarrollando cierto pánico irracional a los aviones. Y todo, acabó estallando en un vuelo de vuelta, desde Lanzarote y con Air Europa. Las turbulencias fueron tales, que casi desparramo la comida y la bebida por el asiento y sus inmediaciones. ¡Todavía se podía fumar en los aviones!, aunque alguien, no lo crea.

          -Un año después, tocábamos fondo. Después de haber recorrido decenas de países y de tener una situación laboral y económica envidiables, nuestras vacaciones consistieron en ir, a Cádiz y Málaga occidental, en mayo y a las procincias de Barcelona y Gerona -visitadas anteriormente-, en septiembre.
                                                                                                       Lesotho, 2.010
          -Una tarde de domingo de primavera, del ya lejano 2.005 y después de haber estado toda la jornada de cañas, caigo en un ahora decadente foro de viajes y leo las experiencias de una chica, en su periplo por Siria. Empiezo a pensar, que no no podemos perder sitios, como este y pongo todos los esfuerzos en superar la maldita aerofobia.
Egipto, 2.006
          Tras leer decenas de documentos sobre el tema, acabo decidiendo, que lo mejor es empezar por un vuelo corto. Las primeras vacaciones, de 2.006, fueron a Reino Unido e Irlanda y las segundas, a Egipto (cancelamos la idea de ir a Siria y Líbano, por el deterioro de la situación de este último país). Como curiosidad, mi pareja, que nunca había temido a los aviones, lo pasó peor, que yo, en este reencuentro con las aeronaves.

          -2.007, resultó el año más determinante y con más sabor agridulce, hasta el momento. Después de un revés laboral terrible y tras muchas dudas y deliberaciones, el 1 de noviembre, ponemos las bases para lo que iba a ser nuestro primer viaje largo, durante cinco meses, que llevaríamos a cabo desde febrero del siguiente ejercicio, hacia Sudamérica, Centroamérica y México.
                                                                                Jordania, 2.007
          -Tres años después y animado por un antiguo amigo argentino, nos embarcamos en nuestro tercer periplo largo, a través de África meridional y del este. No es, ni de largo, el itinerario en el que hayamos visto más cosas, pero sí, el que vivimos más emociones vibrantes y más situaciones difíciles (afortunadamente, todas bien resueltas, gracias a un posible intangible ángel de la guarda -supuestamente- negro).
Zimbabwe, 2.011
          -Al fin y en septiembre, de 2.011, después de haber visitado 106 países, arribamos, a India, después de un penoso, duro y largo proceso de gestión de visados, en Colombo. Desde entonces, hemos pasado casi siete meses en el país, en tres periodos distintos.

          -Al inicio de la Euro, de 2.012, celebrada en Polonia y Ucrania, se me enciende una luz y decidimos compaginar turismo y fútbol. Sacamos billetes de avión, con Ryanair, a Varsovia y además de conocer diversos países -como Moldavia y Transnistria-, asistimos a la final, en la agradable Kiev, en la que España goleó, a Italia.
                                                                                                        Ucrania, Euro, 2.012 y debajo, India, 2.011 
        -En junio, de 2.017, aterrizamos en Japón, después de tres intentos fallidos anteriores, que habían comenzado seis años antes, cuando incluso, habíamos tenido ya boletes aéreos comprados. La larga espera mereció la pena.

          Y para terminar, reseñar tres veces en esta historia moderna de viajes, en las que nos trataron de robar en nuestra habitación de hotel, siempre con la misma mecánica, en Malawi, Turquía del este y Bangladesh. Seguirnos y espiarnos, durante el día y aporrear la puerta de nuestra alcoba por la noche, para pillarnos, dormidos, desconcertados y así, abriéramos la puerta, dejando nuestras pertenencias y dinero en bandeja de los desalmados delincuentes. En ningún caso, lo consiguieron.