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lunes, 21 de agosto de 2023

Cosas, que nos pasaron o vimos en San Cayetano y la Paloma y que no pueden pasar desapercibidas

           Para empezar y en San Cayetano, además del acoso policial, ya descrito, nos llevamos otro gran susto y fue, en la T4 de Barajas. Hoy en día, las noches de juerga, ya no son tan eternas, como las de hace treinta o cuarenta años. A las tres, cierra casi todo, aunque sean fiestas y como aún quedaba tiempo para el tren de vuelta y dado, que cercanías es gratis, solemos ir desde Príncipe Pío Pío, al aeropuerto - línea directa -, echando un sueñecito o tomando el último sorbo.

          En el baño de caballeros de la citada terminal, comenzaron a golpear mi habitáculo, durante día ocasiones, separadas por un breve intervalo. La primera vez, hice caso omiso, pero la segunda, me enfrenté, enérgicamente, a voces y la respuesta, que obtuve fue:"¡Ah, si eres español no pasa nada,. Olvídate de esto!" Reclamamos al personal de Barajas, como en un sitio supuestamente seguro, puede ocurrir esto. Nos hicieron el caso justo.

          Tanto transitar  por la noche madrileña descubrimos, que otra forma de hacer tiempo, entre las últimas copas y el primer plan o transporte del día es, apalancarse en la plaza de los Cubos, en los alrededores del Burguer King, donde siempre hay gente apurando los postreros y poco exigentes bocados de la jornada. La mayoría son sudamericanos y centroamericanos.

          Estas nacionalidades han tomado el centro de la capital de día y sobre todo, de noche. No lo decimos, como valoración alguna, sino como nera constatación. Son mayoría apabullante en las toscas sesiones de Dj's, entre los incansables repartidores de Globo, en las chabacanas y provocadoras tertulias de las plazas, en las cajas de las tiendas o supermercados de 24 horas, al volante de los Uber y Cabify... Y no siempre se caracterizan por su buena educación. Aunque, nosotros no hemos tenido especiales problemas con ellos, si hemos vivido algunos momentos de tensión, como el que se detallará con precisión en la próxima entrada.

         Hemos llevado a cabo cuatro viajes de larga duración , a India y podemos presumir -por suerte o por desgracia -, de haber transitado por los lugares más guarros del mundo. Pero nada tan asqueroso y no exagero, como pasear por la Costanilla de San Pedro y otras calles adyacentes, durante la noche del 15 de agosto. El olor a meados y a veces rea absolutamente nauseabundo e insoportable. Pensamos, que se había roto alguna canalización del subsuelo o los baños portátiles instalados en la zona para las fiestas. Como, encima, la calle va en cuesta, los diversos fluidos Iván desfilando a gran velocidad por el asfalto. ¡Paso aquí, de dar más detalles!

          Pues no. No se trataba de una avería, sino de una marabunta de guarros y guarras humanos, que por turno y con precisa sintonía, se escondían entre los contenedores de basura para llevar a cabo sus necesidades más básicas y después, dejaban paso a los siguientes (habiendo baños públicos en las cercanías). ¡Cuanto más mundo tenemos, más flipamos y me temo, que lo que nos queda!

          ¿Y la policía? Pues, haciendo la vista gorda y a otra cosa. Por ejemplo, reprendiendo y amenazando a algunos menores, por estar consumiendo alcohol -como todo hijo de vecino ese día - en las atestadas calles festivas.

          El insoportable calor -aún no se ha ido y queda-, fue el omnipresente componente molesto, durante estos lúdicos días. En San Cayetano y al fin, eran las 2:49 de la madrugada, cuando dejé de sudar por todas partes y las 3:35 horas, cuando aparecieron las primeras y aliviadoras brisas.

           En el fragor de la noche y sentados en un banco, una señora bien vestida nos confundió con mendigos y nos quiso agasajar con una bolsa de nectarinas. Os prometemos, que nos habíamos duchado ese mismo día y que tampoco teníamos tan mala pinta, pero si a esas horas todos los gatos son pardos...

          Y hablando de gente desfavorecida. Las personas sin techo son seres de costumbres. Sino, no se entendería, que en plena sesión de un DJ en la Plaza de la Paja, un mendigo dormitara junto al escenario, sin inmutarse, porque suponemos, que es su sitio de todas las noches. Y además, tapado con un edredón hasta la cabeza, con una temperatura de 33 grados.

          No queremos, finalmente, dejar de referirnos a esa discoteca llamada Medias Puri, que se ubica cerca del Teatro Apolo, en la plaza de Tirso de Molina. Pasamos por allí tres o cuatro veces, durante la noche de la Paloma y cada vez, la cola era mas grande,. Al día siguiente, fisgamos en Internet y aunque las críticas del local son muy malas, su historia y anécdotas resultan bastante entretenidas. Os recomendamos, que os las leáis

          A unos cien metros del lugar y en una fuente pública de agua potable, una cola de más de diez personas, siendo las cuatro de la madrugada. ¡Eso, desde luego, solo ocurre, en Madrid!

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