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jueves, 3 de agosto de 2023

Calas Mitjana, Mitjaneta y Macarella

          Antes de continuar con el relato del viaje dejadme, que os cuente, que en Menorca existe un circuito, que rodea la isla, a través de pinares y calas y que se llama, Cami de Cavalls. Tuvo un origen defensivo de la isla y consta de 185 kilómetros, que los aguerridos y atrevidos caminantes suelen dividir  en 20 etapas. Es una forma de llegar a un montón de playas, pero solo para población local o expertos en senderismo. 

          Ligeros barrancos, raíces elevadas, constantes piedras de distinto tamaño, ramas caídas y firme muy desigual, en general, son las mayores dificultades. Peor, si se lleva a cabo en verano, por razones obvias. Hay, que decir en positivo, que el recorrido está muy bien señalizado. 

          Antes de dormir sobre las hamacas de Cala Galdana, la tarde resulta rabiosamente calurosa, húmeda, trepidante, sufrida y hasta heroica. Decidimos, llegar hasta cala Mitjana por el Cami de Cavalls y después de tres cuartos de hora caminando, nos dimos la vuelta, porque llegas a una escalera irregular, empinada y muy peligrosa. Nuestro sentido común nos dictó, que no debíamos bajarla.

          Pero no nos vinimos abajo. Desde el pueblo, seguimos la carretera hasta la siguiente rotonda, donde se halla un parking. Desde ahí, se inicia un camino asfaltado, lleno de curvas y descendente, mucho más sensato y transitado, que en algo de más de media hora te acerca hasta la magnífica cala, abarrotada de gente.

          A diez minutos, andando, de encuentra la vacía y maravillosa cala Mitjaneta. La razón de que no haya casi nadie no es otra, que el acceso, aunque corto, es complicado y algo peligroso.

          Sin parar más, que para hacer fotos y disfrutar un poco, regresamos al pueblo. Aún nos quedaban casi tres horas y luz solar, por lo que decidimos, tirar para el otro lado de la carretera y tomar el sendero de Camí de Cavalls, hasta la increíble cala Macarella.

          En total, la cosa nos llevo una hora de ida y otra de vuelta. El camino es puñetero -desigual, de anodinos paisaje de pinares y con el insoportable sonido de las despendoladas e infinitas cigarras de fondo- y largo, pero accesible para personas en cierta forma física. Tanto, que hasta se lo vimos hacer a una embarazada, a punto de salir de cuentas. El gran premio resultó ser, encontrarnos con una de las mejores playas de nuestros últimos viajes, sin apenas gente..

           Al fin, anocheció, porque si no, seguro, habríamos seguido buscando nuevas metas. 

La correspondiente aplicación de[ móvil, marcaba más de 70.000 pasos en esta esforzada jornada, cuando decidimos parar, para tomar un gran y helado refresco y comer unos snacks y un bocadillo, única alimentación del día. Ello demuestra, claramente, que las personas sedentarias podrían vivir, con la décima parte, de lo que engullen a diario.

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