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martes, 22 de agosto de 2023

La cajera hija de puta del Carrefour 24 horas de la plaza de Lavapiés (llamemos a las cosas por su nombre y terminamos antes)

           Y a todo esto, la madrugada continuaba su curso y el hambre acuciaba. Así, que nos dirigimos al Carrefour de la Plaza de Lavapiés, a llevar a cabo unas compras alimenticias de emergencia. Por cierto, que todos los reponedores y la única   cajera del establecimiento, eran del otro lado del charco.

          Pocos clientes -algunos, llevando cosas raras a esas horas, -como una pastilla de jabón especial o un enjuague bucal-, pero normalidad absoluta, siendo las 3,55 de la madrugada del 15 de agosto. Nosotros somos más de autopago, desde hace mucho tiempo, pero en esa franja de madrugada no era posible.

          Cuando vamos a pagar, la poco empática y desagradable cajera -supuestamente, llamada María, porque no llevaba chapa identificativa- nos dice de malas maneras y con pocas palabras, que nuestra tarjeta de crédito no es buena. No nos deja, ni  introducir el PIN, ni probar con el contactless. Le entregamos otra, de una entidad bancaria diferente y nos vuelve a ocurrir lo mismo.

          Antes siquiera, de intentar pagar en efectivo, nos requisa la compra entera, sin decir nada y comprueba todos los artículos con el ticket, no nos hubiéramos llevado algo, cosa imposible, porque no nos había quitado la vista de encima. En ningún momento, nos ofreció la posibilidad de hablar con un supervisor o de darnos una solución alternativa, dejándonos sin compra, en plena madrugada.

          Afortunadamente, conocemos bien Madrid y sabemos, que a cuarto de hora y en Tirso de Molina, hay otro Carrefour 24 horas, donde a las 4;15, llevamos a cabo nuestra compra sin problemas, pagando con la primera tarjeta, que la hija de puta de la otra tienda nos había rechazado.

          Lo ocurrido, no es un fallo en la atención al cliente, sino un atentado a los consumidores y una indefensión absoluta.

          Nosotros, que conocemos más de ciento cuarenta países, entre ellos América casi entera, desde la Patagonia hasta México, no estamos realmente sorprendidos por este suceso, por que en este continente la atención hacia los compradores suele ser bastante pésima y desagradable.

          Ponemos dos ejemplos bastante ilustrativos:

          -Entramos en un supermercado de El Calafate, recién aterrizados en Argentina. Queríamos comprar una cerveza de litro, pero tanto la cajera, como la supervisora, se niegan a vendernosla, porque no traemos un envase vacío para canjearlo. Les explicamos de mil formas, que veníamos de España y que entre nuestro equipaje, no se nos había ocurrido meter un casco,, pero que estamos dispuestos a abonar su valor. No hubo forma y abandonamos el lugar sin la bebida.

          -Isla de Chiloé, en Chile, unos días después. Llevamos a cabo una compra en un supermercado, que estaba a punto de cerrar. Pagamos con un billete grande, porque no teníamos otra cosa y la vuelta, -el vuelto, que dicen por alli- que recibimos, consistió, en siete paquetes de monedas sin abrir, de los que elaboran las entidades bancarias. No solo la cajera no atendió a nuestras quejas, sino que se partía de risa.

          Ahora, nuestro siguiente paso es, poner estos hechos en conocimiento de Carrefour España,  a los que aparte de pedir explicaciones, sugeriremos, que tengan especial sensibilidad y esmero en la formación de trabajadores provenientes de los países hispanohablantes, donde no es norma general, el trato adecuado a los clientes.

          Señores del Carrefour, de poco sirve, que periódicamente, ustedes nos manden encuestas -incluso pagadas- para mejorar sus servicios o fomenten el programa "Reciclaya", para impulsar la conciencia ecológica y después, ocurran cosas, como está.

          Aunque y tal, como está el mundo, lo mismo, está desagradable señora termina, como emperatriz de Lavapiés.

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