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jueves, 17 de agosto de 2023

Elementos comunes de las fiestas de San Cayetano y de la virgen de la Paloma, en Madrid, que las diferencian del resto de España.

          Decidimos , que en agosto, pasaríamos dos fines de semana en Madrid y otros tantos, en Cantabria. La elección de cada uno no fue caprichosa, sino que más bien, estuvo determinada por la disponibilidad de las plazas de tren, porque desde Valladolid, a Santander son limitadas y se agotan pronto y con mucha antelación.

          De esta manera, el primer finde disfrutaríamos de la tarde y la noche de una jornada de las fiestas de San Cayetano. El segundo, el del puente y como trabajábamos el lunes, lo dividimos en dos: viernes, sábado y domingo, en Noja y al día siguiente y después del curro, a las celebraciones de la Virgen de la Paloma. Días 19 y 20, a Madrid, entre otras cosas y si los fachas del ayuntamiento la instalan, a ver la vibrante final de las chicas del fútbol en una pantalla gigante.

          Agosto, en Madrid, no está precisamente vacío, como mucha gente pudiera pensar. En una zona muy reducida del centro más castizo -otrora, claro-, se desarrollan tres fiestas sucesivas, que incluso, llegan a solaparse. San Cayetano, San Lorenzo y la Virgen de la Paloma, siendo esta última, la más importante, bulliciosa y participativa.

          ¿Son estas últimas más importantes, que las de San Isidro? Daría para un debate y para varios post, pero de momento, no voy a profundizar en este tema, aunque mi respuesta es sí.

          De momento, nos vamos a centrar en las características comunes de las dos, en las que estuvimos y las diferencias con el resto de España.

          -El jolgorio gira en torno a las casetas de los bares, instaladas en las calles y plazas, teniendo un papel muy secundario -a veces, con grupos muy minoritarios o reivindicativos - las  actuaciones musicales y resto de actividades culturales y lúdicas. Vamos, que el ayuntamiento, ¡no se gasta un duro!

          -Desde hace ya más de dos décadas y en la mayoría de España, se puso de moda la fórmula bebida-tapa, en el mismo pack "ahorro". En Madrid, eso no se lleva -en San Isidro, tampoco - y la comida y el vino o cerveza van por separado. Sí alucinamos en Santander, viendo, que por un montadito y una birra te soplaban cuatro euros, en la capital patria, sencillamente, flipamos. Minis -formato litro-, a ocho euros y bocadillos al mismo precio. Pero, tengo la sensación, de que si ambos productos los subieran a cincuenta pavos, la gente los seguiría consumiendo. Vimos muy poco botellón, especialmente, en La Paloma.

          En muchas ciudades nacionales, la denominada feria de día abre desde las doce de la mañana hasta la una de la madrugada. Además, solo pueden servir vino y cerveza. En Madrid, el horario es mucho más extenso y pueden aguantar hasta más tres de la mañana, vendiendo combinados espirituosos: ¡minis de cubata, a 16 eurazos!

          -Sencillamente, no hay peñas o cuadrillas o al menos, no son visibles, como tales.

          -Los espectáculos más masivos son los DJ's. ¡Vamos, los pinchadiscos de toda la vida!, que se limitan a poner un tema tras otro, sin fundidos, ni más virguerías, com hace unas décadas. Es triste, que hoy en día, las prioridades de la gente sean, primero el móvil, segundo los espectáculos enlatados y a mucha distancia, la música en directo.

          En el pueblo donde vivimos, un DJ puede estar cerrando la fiesta, durante tres horas. En Madrid, no vimos ninguna sesión, que excediera de una hora. Y cuando suena la última nota del cacharro -como mucho, a las tres-, todo el mundo sabe, que se acabó, que empiezan a regar, a recoger las basuras y a cerrar las barras y no hace falta,ni que te echen de allí. Y todo, con la mirada discreta -no siempre - de la policía.

          -El atrezzo del barrio es escaso, limitándose a unas pocas calles con mantones de Manila o motivos religiosos.¡Evidentemente, lo importante es la caja!

          -Como en San Isidro y es de agradecer, porque no es muy común en otras partes, todo empieza con puntualidad británica.

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