Todas las fotos de este post son, de Bangkok (Tailandia)
Otra vez y con muchas ganas, toca
escribir un post sobre Bangkok. Y alguien pensará: ¿tendrá fuerzas
para hacerlo?, ¿aportará algo nuevo?... Recuerdo, que en 2014 y al
inicio del sexto viaje largo, ya afirmé, que todo seguía igual, que
en nuestras anteriores visitas, de 2008 y 2011. Y, en cierta medida,
hoy pasa lo mismo, aunque con matices, que expondré más adelante.
De lo primero, para muestra un botón:
en el templo del Amanecer, en el mercado del otro lado del río o en
pleno Chinatown, siguen más o menos igual, las eternas obras de
restauración o construcción. Resulta triste y chocante comprobar,
que determinadas cosas, pase el tiempo que pase, no avanzan. En una
de estas mastodónticas reconversiones constructivas -o
construyentes, aunque lo dudo-, lo que más nos llamó la atención
fue, ver a los albañiles con su uniforme y su tartera, sin hacer
absolutamente nada y tranquilos. Lo mismo, llevan en este trabajo,
para su suerte, los últimos tres años y hasta cobran.
Pero, tres acontecimientos hacen que
Bangkok no sea el mismo, que el 22 de mayo de 2014, fecha en que
abandonamos por última vez el país de la eterna sonrisa:
1º.- Esa misma histórica jornada y
mientras despegábamos, hacia Madrás, se produjo un golpe de estado,
que aún sigue en vigor. Aquella deliciosa y pacifica acampada, que
abarrotaba medio centro de la ciudad, y que para nosotros, las únicas
ventajas, que nos proporcionaba, eran cortes de tráfico y cenas
gratis, ya nadie la recuerda. Y, para borrar sus evidencias, hasta el
típico templo negro, lo han pintado de dorado.
2º.- La muerte del anterior rey -el
veterano, Bhumibol Adulyadej, también conocido, como Rama IX-,
ocurrida el pasado octubre, aún colea y coleará por largo tiempo
(aunque parece, que su hijo y actual monarca, no es tan tonto, como
lo pintaban). Molestias para lugareños y turistas y beneficios para
aspirantes a policías, que quisieran tener un sueldo, no haciendo
más que intimidar a la gente, que pasea. Como duelo, casi eterno,
han cortado la zona céntrica del Palacio Real y numerosos edificios
administrativos. Aquí, se ubicaba un agradable mercado nocturno, al
lado de un canal, de ropas, complementos, artículos vintage y sobre
todo, comida. Desconocemos, si les han dado alguna solución a esta
gente, para que monten sus tenderetes en otra parte o... ¡Qué
ingenuidad, la mía!.
3º.- Este aspecto, se presenta como
mucho más personal y humano. No resulta lo mismo, venir a Bangkok
desde España, que desde Japón. En el primer caso, a los thais los
ves casi blancos, mientras en el segundo, bastante negruzcos. Si
aterrizas desde Japón, Tailandia, te parece un caos. Si lo haces
desde Madrid, un sitio totalmente normal
Lo que no ha cambiado y no cambiará
nunca -me temo-, es el conjunto de aromas que a uno le invaden, cada
vez que caes por aquí: incienso, dulzor, humedad, especias, lima,
alcantarilla, grasa vegetales, calduverios, pescado seco... Cada vez,
que venimos por estos lares, mi nariz me recuerda, que ella también
tiene derecho a divertirse y sentir emociones de montaña rusa.