Amin y su familia -la real- son una auténtica secta mafiosa, aunque esta última se limita a obedecer sus constantes órdenes. Es difícil escapar de sus garras, porque que sepamos, habla árabe, español, inglés, francés e italiano. La mejor manera de evitarlo es huir del alojamiento o permanecer encerrado en tu alcoba, donde es verdad, nunca te molesta. Amin es machista hasta el extremo y cuando se trata de atender parejas heterosexuales, a la mujer le niega su existencia.
La primera con él, la tuvimos antes de bajar, tras el "té de bienvenida"de la terraza. Le explicamos, que no teníamos dirhams y que le pagaríamos a la tarde, ante lo que me dió un envolvente y asqueroso abrazo y espetó: "no pasar nada, todos familia y si tú no tener dinero, dormir gratis". Le tuvimos, que parar y decirle, "que si poseer peculio".
No pasaron ni cinco minutos, hasta confrontarle de nuevo. El wifi no funcionaba -no lo hizo hasta medianoche de ese día y bastante mal- y al hacerle la observación, nos dijo, que era cuestión de nuestros teléfonos. Al indicarle, que teníamos tres y ninguno estaba operativo, se llenó de ira y sentenció: "si no estar a gusto con familia bereber, podéis iros de aquí ahora mismo". Lo habríamos hecho de no ser, porque en la reserva tenía atrapado el número de una de nuestras tarjetas de crédito.
A las ocho de la tarde llegó una zaragozana -al día siguiente, charlamos bastante con ella- y su hijo, que habían contratado una habitación con dos camas. Amin le dijo, que solo disponía de una de matrimonio y la señora aceptó, con la única condición, de que le mantuviera el precio. Y la frase volvió a saltar con contundencia: "si tú querer dormir gratis aquí, no hay ningún problema con familia bereber". Rezamos, para que ella aceptara la envenenada propuesta pero no lo hizo.
Tras una noche tranquila, en la que el único jaleo provino de la terraza, donde algunos huéspedes y el propietario se atiborraban a shishas de hachís, llegó el momento del desayuno. Después de casi una hora esperando y de aguantar constantes molestias, recibimos un recipiente de tajine con humus muy líquido, tan solo por la mitad y para los dos. Lo demás: zumo, té a la menta, café, un yogurt y toneladas de harinas fritas en forma de masas bolosas, aderezadas por una minúscula tacita de miel. Es verdad, que por 14 euros la noche es, hasta generoso. Ni una servilleta. Pensamos, que era una estrategia intencionada: con las manos empapadas del líquido de las abejas, nos pagaríamos a la barandilla de la escalera demoníaca al bajar y no caeríamos al vacío.
A un huésped, que se iba ese día, le aseguró : "mañana, huevos y carne, para ofreceros una muestra de la cocina bereber". Lo cierto fue, que al día siguiente, ni humus siquiera. Solo fritanga.
Como habíamos sido poco receptivos a su tabarra y algo díscolos, se pasó el segundo desayuno dándonos la brasa, con que le hiciéramos una buena crítica en Booking.
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