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miércoles, 30 de octubre de 2024

El gran reencuentro con Fez (parte II)

           Hace un par de décadas, uno sabía que se acercaba a la zona de los tintoreros por el nauseabundo e impactante olor. Nos llegaron a contar, que entre algunos desagradables componentes,los tintes llevaban hasta heces de paloma. Hoy en día -sea por lo que sea y que desconocemos-, el hedor es casi imperceptible. Igual, que ha desaparecido la basura en el pavimento y la medina está pulcra o que el parque automovilístico se ha remozado notablemente. Y todo ello, a pesar, de que la mayoría de la población sigue basando su alimentación en productos compuestos por harinas fritas. Como siempre dijimos, la dignidad y la limpieza no están reñidas con la pobreza.

          Pero, hablemos de los tintoreros, que no solo se encuentran en la zona descrita en la entrada anterior, sino en otras áreas colindantes menos conocidas, menos espectaculares, pero más accesibles, porque allí no te molesta nadie.

          En nuestra primera visita y llegando casi solos hasta el patio de los tintes, fue un niño el que nos terminó de guiar a cambio  de diez dirham. Afortunadamente, hoy en día ya no se les permite practicar esta actividad. Nos limitamos, a subir a una terraza y contemplar el panorama desde lo alto.

          En la segunda, en 2010, llegamos a la calle de acceso, donde estaban -y están - los escoltas del llamado "guardián". Tras una larga y desagradable discusión, conseguimos bajar hasta abajo -aunque sin poder hacer fotos -, una vez, que derribamos verbalmente sus intolerables argumentos. Según nos decían, los occidentales éramos unos seres caprichosos, que solo queríamos ver la pobreza y los trabajos indignos de Marruecos, de los que teníamos toda la culpa. Sin embargo, todo quedaba en nada, si les dábamos 10 euritos para acceder. Conseguimos convencerlos, de que ni éramos euros con patas, ni íbamos a sentir ninguna culpabilidad por la situación laboral en Marruecos y de que no hay trabajos indignos, sino muy mal pagados o con condiciones indeseables. Hasta que llegó otro mafioso mayor y nos echó de allí.

          Es de lo poco, que no ha cambiado en Fez, dado que esta vez, intentamos entrar y nos ocurrió lo mismo. Con la diferencia, de que no quisimos discutir y nos fuimos.

          En otro orden de cosas, os recomendamos, que si podéis, evitéis visitar Fez, en viernes. A diferencia del resto de Marruecos, la actividad en la medina se reduce muy notablemente, estando casi todo cerrado. Sin embargo, el número de pelmas y buscavidas se duplica ese día.

          Hasta chapan el zoco principal, por lo que volver desde el interior del casco viejo se hace mucho más difícil, debiendo dar muchas vueltas para retornar a la puerta azul y verde. Esto puso en juego nuestra pericia con éxito. Nunca jamás nos hemos perdido en esta medina y está vez, tampoco.

          Como norma general, la mejor manera de ubicarse es sabiendo, si estás paralelo o perpendicular a las dos calles principales. Después, conocer, que debes tomar la dirección contraria al sol, si es por la mañana o ir hacia él, por la tarde. Y por último, siempre cuesta arriba. En cierta ocasión, jugamos a perdernos por este enjambre de 9400 calles y no lo conseguimos.

          Una última información de servicio: para comprar licor, cerveza o vino, id hasta "La Cueva" del Carrefour en el centro comercial Borj Fez. Encontraréis más guiris -lugareños también-, que en la propia medina.

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