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miércoles, 30 de octubre de 2024

El infernal Riad Dar Diwan (parte I)

           El acontecimiento principal de este decimotercer periplo marroquí no ha sido una visita, un encuentro, un momento, una comida, un paisaje... Ha resultado ser nuestro primer hotel en Fez: el Riad Dar Diwan. No sabía muy bien, como ordenar este post, así, que lo haré por orden cronológico.

          Reservamos en este establecimiento debido a la buena puntuación en Booking -8,5-, las opiniones y su situación céntrica, en Talaa Sghira. Entre los comentarios, mucha confusión, sobre su ubicación o sobre si son dos hoteles distintos: uno Riad Dar Diwan y otro, sin la palabra de en medio. Aclaramos este aspecto. Efectivamente y como señalan algunos huéspedes, el lugar aparece mal ubicado en Google Maps, pero está bien señalado en Talaa Sghira. Se debe ingresar a la derecha al final de la calle, por un callejón estrecho y parcialmente cubierto, después de la indicación. Se trata de un único alojamiento, tan lleno y rentable -sobre todo, plagado de españoles-, que su gestor deriva a algunos huéspedes a casa de su hermana.

          Para más confusión, en Booking exponen, que solo se puede pagar con un sinfín de tarjetas de crédito, cuando la realidad es, que solo aceptan efectivo.

          Al llegar y encontrarlo sin problemas, casi me abro la cabeza, al golpearme con el borde superior de la puerta de entrada. Todo el establecimiento está lleno de marcos bajos y ni se han molestado en poner unos mullidos para evitar accidentes. La escalera que asciende a las plantas y a la terraza es cerrada e infernal. Nosotros estamos en forma, pero algunos llegan extenuados. No fue un problema constante, porque nos alojaron en la planta baja.

          La alcoba era grande, aunque muy básica y sin ventana -como la mayoría -, porque es un edificio con pocas salidas al exterior y el cercano baño resultaba aceptable y con agua caliente.

          El primer trámite, que ya conocíamos por las opiniones, es subir a tomar un té con pastas a la terraza. No se trata de un acto de hospitalidad o generosidad, sino de saber de que pie cojeas, para ver, que te pueden colocar. Al decirle, que era nuestro decimotercer viaje al país y detallar nuestro itinerario, nos dejaron bastante tranquilos, no sin insistirnos, que alli todos funcionaríamos, como hermanos, como una gran familia, desayunando -está incluido-, comiendo y cenando juntos. El problema es, que el mismo tajine, que en la calle cuesta entre 35 y 70 dirham, allí vale 140. No quiero ni imaginarme, que cobrarán por la cerveza, que ofrecen o por las shishas bien bendecidas y santiguadas.

          Quien nos había recibido desde el principio era Amin. Bajo su exagerada amabilidad, se esconde un despiadado chantajista emocional, que no duda en usar cualquier treta para conseguir sus objetivos. Todo va bien, hasta que le llevas la contraria o algo no le cuadra. Entonces, estalla con reacciones furibundas, que dependen del momento en el que se haya fumado el último porro (está todo el día a la labor, dado que no lo esconde y sus ojos lo demuestran). A los dos minutos, te abraza y te vuelve a llamar hermano o familia.

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