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lunes, 21 de noviembre de 2022

Cuevas de Karla y Bhaja

           Decidimos por razones logísticas, que nos saltariamos Matheran, por el momento. Nos acercamos, a Lonavala, pueblo muy ensalzado por la Lonely Planet, por su supuesta luminosidad y una especie de turrón algo caro de diversos sabores, llamado Chiki. Lo segundo es cierto, lo primero no tanto. Pero es que la Lonely Planet, en estos pocos días de viaje, que llevamos, nos está confundiendo más, que ayudando (desgraciadamente, esto no es nuevo en nuestras vidas). Tampoco explican bien, como llegar a las cercanas cuevas de Karla y Bhaja. ¡Es normal, quieren, que nos esforcemos y pongamos algo de nuestra parte!.

          Nosotros visitamos las primeras y os damos datos prácticos y reales: tomar el autobús verde, cercano a la estación de autobuses, hasta el cruce, que conduce al pueblo de Karla. Hasta la cueva -solo es una, la que se puede visitar a pesar del plural - hay cincuenta minutos caminando. Primero, por una carretera razonable y con mediana y después, por exigentes cuestas y largas y empinadas escaleras, que albergan un mercado de interminables puestos de ofrendas y dulces, entre las que se incluyen gallinas vivas, ni más, ni menos 

          La entrada para extranjeros es un auténtico robo, pues son 300 rupias, para una visita de poco más de diez minutos. Hay  bastante gente, pero no van allí por la gruta, sino por el colindante templo, donde suenan tambores místicos y los fieles depositan sus davidas. Todo muy colorido, pero lo hemos visto mil veces en este país.

          El extraordinario calor y la humedad nos dejaron planchados y casi hundidos y eso, ¡que acabamos de empezar nuestro arduo recorrido!.

          En  Lonavala, pagamos la exagerada cifra de 1000 rupias por una habitación, en cuya cama me picaron unos bichos, que me han provocado granos, que a ratos se expanden y pican y a otros, se contraen y se secan. ¡Como si fuera el propio universo! Será el severo castigo, que nos ha puesto una deidad india, por haberle estafado involuntariamente esa misma cifra a un anciano, en un cambio de divisas callejero, en pleno corazón, de Bombay.

         Por cierto, tenemos la impresión, de que hubiera sido mejor, visitar las casi colindantes, cuevas de Bhaja.

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