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domingo, 27 de octubre de 2019

Últimos días, en Uzbekistan

                                                 Todas las fotos son, de Bujara (Uzbekistán)
          Después de los problemas para encontrar la oficina de reservas del centro, en Bujara -que no está tan céntrica, como dice la maldita guía-, el resto de la estancia resultó ser una balsa de aceite, paseando por un amplio casco histórico peatonal y muy adecentado -aunque tampoco es tan turístico-para las hordas grupales. En cuanto te sales de él, lo mismo de siempre: el tercer mundo en estado puro con sus repetidas peculiaridades.

          Los del  hostel, genial, asistiendonos hasta el final en materia de wifi y uso de las instalaciones comunes, aunque ya habíamos hecho el chek-out.

          La única situación de nervios surge para desplazarnos a la estación de trenes. Probablemente -como nos dijo la simpática chica de turismo-, habríamos evitado un problemilla, cogiendo un taxi por 20.000 sin. Pero como somos así, nos montamos en el transporte público, eficaz, no viejo, pero abarrotado. Su precio es ridículo y aunque vamos como sardinas en lata, nos ayudan unas simpáticas adolescentes "bilingües", a no terminar el viaje dónde no nos conviene, apeandonos antes de tiempo o pasándonos de parada.

          La negociación con el literista de nuestro vagón, es fructífera y conseguimos cambiar una de las literas de arriba por una de abajo, llorando le un poco. No se, porque la gilipollas de ayer nos vendió las camas arriba, cuando la mayoría de las de abajo, van vacías.

          Llegamos a Taskent, exhaustos, a pesar de haber dormido, la mayor parte del camino. La pereza,el cansancio, los kilómetros recorridos, la falta de objetivos, nos acaban minando la moral. Pero, sacando fuerzas de un recóndito lugar, caminamos unos kilómetros para buscar el mercado del plov (plato nacional por excelencia) Encontramos muchos puestos de camino, pero no un edificio como tal. Preguntamos y ante la recurrente dificultad, reculamos y lo dejamos.

          Aún, hay más entretenimiento, porque no conseguimos encontrar la doble, que hemos reservado ayer. Menos mal, que se puede cancelar sin gastos. Volvemos, al hostel, en el que ya estuvimos, pero ya no tenemos tanta suerte y nos toca en un dormitorio enorme, aunque son camas y no literas. ¡Nuestra vida de hostel es cada vez más intensa!. Pasamos la tarde, como podemos y la noche bien, a pesar del jaleo, que yo no escucho, pero mi pareja, si

          Llega el día de descanso, taan esperado, dedicado a como abordar, Kazajistán, aunque ya lo hemos ido planeando. Se trata de no dejar ningún cabo suelto, porque estos países son complicados y solo hace falta, que te tomes con un idiota, para que se vaya todo al traste.

          Despues de informarnos, con dificultad -nuevamente, en la estación de buses-, conseguimos conocer los horarios de buses, a Almaty (muy frecuentes, por cierto), menos mal, que el metro es muy barato, porque está lejos. Gracias a él y al tren, debemos agradecerles la facilidad en el transporte, en un país complicado.

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