Esta es, de Phuket y la de abajo, de Bangkok
No fue un viaje de extraordinarios
momentos, aunque si los hubo bastante buenos. Tampoco,
afortunadamente, los hubo demasiado malos. De momento, os hablamos
sobre los primeros.
1º.- Tras varios días de
desorientación y gestiones infructuosas, daar con la clave para
resolver el problema de las tarjetas. Hablamos con el banco de más
confianza, que no se amparará bajo la ley de protección de datos,
como los otros, para cambiar nuestros teléfonos por el de mi padre.
De esta forma, el nos mandaría los códigos de las compras al correo
electrónico, dado, que también y al reiniciar el único teléfono,
que funcionaba, habíamos perdido el whatsapp. Tiene mérito, porque
mi progenitor tiene 77 años y no sabía nada de estas cosas.
Kuching
2º.- Ver amanecer en diversos
lugares, especialmente, contemplar a esa hora los templos de Kyoto o
el lago, de Srinagar. Por el contrario y para nuestra desgracia, no
recordamos ningún atardecer memorable.
3º.- Encontrar, en la ciudad, de Hat
Yai y sin esperarlo y después de padecer el problema de las tarjetas
SIM, una agencia física, de Air Asia, que nos permitía reservar
vuelos con el PIN de la tarjeta normal y no teniendo, que recurrir, a
códigos por SMS. De esta forma, compramos boletos de ida y vuelta, a
Borneo, desde diferentes puntos y ganamos dos semanas de margen, a la
hora de tomar decisiones. No volvimos a ver otra agencia -y andamos
mucho-, hasta llegar, a Kuala Lumpur, 10 días después.
Kyoto
4º.- Agradables paseos por los cascos
peatonales de las ciudades del noroeste, de India: Manali, Shimla,
Nahan, Kullu, Leh... Parece, que estás en otro país.
5º.- Pasar el peor momento del viaje,
estando en el aeropuerto, de KLIA 2, cuando al sacar los pasaportes
para facturar, hacia Chennai, perdí de vissta 750 euros, que llevaba
junto a ellos en el bolsillo interior. Fueron un par de minutos
horribles, hasta que dimos con ellos. Habían caído sobre uno de
nuestros bolsos, del mismo color, que la funda que los albergaba.
Todas las demás son, de Tokyo
6º.- Conseguir en el primer hotel, de
Kyoto y en menos de una hora de búsqueda, un vuelo desde Osaka,
hasta Bangkok, por menos de 75 euros, con la compañía Scoot y
además, para el día, que queríamos. Esto propiciaba, no pasar más
días de la cuenta, en Japón, con mayores gastos, que en la capital
de Tailandia.
7º.- Los paseos por los mercados
nocturnos peatonales, de Bandar Seri Begawan. También, la
celebración de la fiesta china de Pesta Kebudayaan, en Kuala
Terengganu
8º.- Pasear sin rumbo, ni prisa, por
el mercado de pescados, de Tokyo y por el del exterior, donde puedes
almorzar a base de diversas degustaciones gratuitas. La cosa da para
una mañana completa.
9º.- Por error -o mentiras- en la
información sobre autobuses, salimos de Hasan, hacia Shimoga, a
media tarde, pensando, que allí nos tocaría pasar la noche a la
intemperie y esperar a la mañana siguiente, para partir hacia Hampi.
Pero, como ya he contado mil veces, la India siempre te sorprende:
sale un vehículo cada media hora.
10º.- El descubrimiento, en los
supermercados, de Tokio, de esos refrescos -llamados, Strong 9-, que
cuentan con nueve grados de alcohol y cuyo zumo resulta delicioso
(especialmente y para nuestro gusto, el de naranja y limón mezclados
y el de pomelo). Deben consumisre muy fríos. No menos memorable
resultó, la salsa de pepino y guindillas -desconozco el resto de
ingredientes, pero es verde y espesa-, que acompañó nuestros
sándwiches vegetales, en la estación de autobuses, de Dhera Dun.
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