Todas las fotos de este post son, de Bandar Seri Begawan (Brunei)
La capital de Brunei es un lugar
tranquilo. Diría, que hasta apacible. Los conductores -hay muchos
coches de alta gama -se detienen en los pasos de cebra y el centro es
peatonal, durante los fines de semana. En general, la gente es
educada. Nada que ver, con los asilvestrados malasios.
Muchas jóvenes no llevan velo y hasta
algunas vemos en pantalones cortos. También la cortesía es extrema
-nada de las estridencias de otros países musulmanes- cuando, por
ejemplo, te invitan a abandonar la mezquita por ser horario de culto
o por no llevar el correspondiente faldamento, que ellos,
amablemente, te prestan.
En la frontera nadie husmea tu
equipaje, a la búsqueda del demoniaco alcohol -está permitida la
entrada de determinadas cantidades-y por supuesto, no nos creemos
esas patrañas que cuentan algunos blogs de que si un lugareño sale
del país y bebe, a la vuelta lo castigan severamente.
En este ambiente tan reposado de
paisajes verdes en pleno desierto y entregados de lleno a los
maravillosos y dos excelentes mercados nocturnos de la capital y sus
deliciosos manjares, nadie podría imaginar -sino lo has leído en
alguna parte-, que en este estado, desde hace dos años, aplican la
sharia, por lo que un desliz, en forma de hurto, puede suponer que te
corten las manos. Y, ofender a Mahoma, te puede costar la vida.
Bandar Seri Begawan -el nombrecito se
las trae- y a pesar de los contrastes, se muestra como una ciudad,
que bien merece un par de días de atención: con su mezquita del
lago artificial, la replica del barco del sultán o el museo
egocéntrico de sus regalos, donde casi merece la pena ir, solo, por
el potente aire acondicionado con que cuenta. Además, el atractivo
de las casas flotantes -cuidado con los taxistas acuáticos, que son
un poco cabroncetes- hace ya memorable la visita.
También aquí, andan de obras en el
largo paseo fluvial, aunque van más avanzadas, que en Kuala
Teerengganu. Desde él, se pueden contemplar a lo pobre -cual es
nuestro caso-, las ya mencionadas casas flotantes
Aunque parezca en mitad de la nada, la
logística para llegar hasta aquí, es sencilla: bus directo desde
Miri, con mucha rapidez en ambas fronteras. Hoteles económicos no
vimos ninguno, aunque si uno de precio moderado, muy cercano a la
estación de autobuses y de habitaciones muy modestas (peores, que
las de Malasia).
A pesar de lo que cabría pensar,
hemos sentido muchos más agobios islámicos en el noroeste de la
Malasia insular, que en Brunei.
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