Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 30 de abril de 2022

jueves, 28 de abril de 2022

A finales de mayo, nos vemos a La Palma


         Este inminente puente, lo pasaremos en Zamora y alrededores y a finales de mayo, nos vamos unos días  a la Isla Bonita (La Palma). Evidentemente, nos hubiera gustado contar con más tiempo, pero nuestras jornadas disponibles y la cuadratura de los vuelos nos han llevado, a partir el 27 y regresar, el 31. En total, tendremos tres fechas y media efectivas para nuestro disfrute en el lugar y para abarcar objetivos muy concretos, que más adelante se detallan.

          Según hemos comprobado, a través de guías físicas, páginas de turismo locales y blogs particulares, la isla puede dar de sí, incluso hasta para dos o tres semanas, debido a sus numerosos GR - siendo el más popular, el 131-, PR y SL. Cierto es, que la mayoría de ellos resultan bastante exigentes.

          Volaremos dese Madrid y de forma directa, a La Palma, con Ryanair. Cada trayecto nos ha costado, 10 euros, pagando un total de 40, por los dos. El aeropuerto del lugar dispone de frecuentes servicios de autobús, por medio de la línea 500, que te trasladan a la capital, Santa Cruz de la Palma. Es aquí, donde estableceremos nuestra base logística en un hotel, cuyo precio sobrepasa por poco los treinta euros.

          La isla tiene la forma de un triángulo isósceles, cuyos vértices norte son Barlovento y Punta gorda o Garafia y el sur, el Faro de Foncalientes. Los servicios de autobuses públicos casi perimetral la isla y también, la atraviesan por el medio. Llevaremos a cabo tres planes, bien distintos. 

        El primer día, cruzaremos la isla, recalando en las localidades de El Paso, Los Llanos, Tajuya y Tazacorte. Visitaremos los pueblos y veremos desde diferentes lugares, el volcán de Cumbre Vieja.

          Como no existe transporte público a la Caldera de Taburientes, la segunda jornada será organizada, a este magnífico parque nacional y al Roque de los Muchachos. Hemos pensado en la agencia Isla Bonita Tours, que cobra 32 euros -sin almuerzo-, pero no lo hey cerrado todavía.

      El tercer día, haremos la famosa ruta de los volcanes -Teneguía y San Antonio -, en el sur. Bus a Fue caliente. Partiendo desde el Faro del mismo nombre, llegaremos aLos Canarios y El Charco.

          Aún tenemos pendiente de adjudicar, la última mañana.

martes, 26 de abril de 2022

Semana Santa en el sur de Cantabria (parte III)


         Día 4.- Hoy, hacemos las compras, antes de comenzar con las excursiones de la jornada. Desde, que salimos de casa, cada día va haciendo mejor tiempo, por lo que ayer y hoy, hay muchos ratos de ir en manga corta y no cae ni una gota de agua.

          Regresamos por el camino de ayer por la mañana, hasta Requejo. Pero, en vez de seguir de frente, giramos a la derecha, por la carretera de Bolmir -existe acera- y tras cruzar el río y caminar un kilómetro y medio, llegamos a este apacible pueblo, donde destaca su magnífica iglesia.

          Después, torcemos a la izquierda y más tarde, a la derecha, por una ascendente carretera poco transitada, que conduce a las ruinas de Julióbriga y la localidad, de Retortillo. Las primeras son gratuitas - solo se cobra por el museo- y consisten en columnas en diferente estado de conservación y las partes bajas de las casas. Al fondo, bonitas vistas del Embalse del Ebro.

          Retortillo es un lugar pequeño, aunque con molestos perros. Aquí, nos topamos con la iglesia más bonita de todo el viaje, dominada por una enorme escalera exterior. Regresamos y aún, nos da tiempo a comer en el hotel.

        Teníamos pensado, manzana, acometer lacarretera, a Cervatos, pueblo situado a unos cinco kilómetros. Pero, para la misma distancia, podemos visitar dos por otra vía comarcal: Izara y Suano. Ambos recorridos parecen, de Matamorosa. Como nos queda parte de la tarde por delante, nos acercamos a este lugar. Este municipio resulta muy alargado y por tanto, tiene una larga y anodina calle principal, casi desierta. La iglesia parroquial, si es bastante interesante. 

        Es sábado y nuestra última noche aquí, por lo que volvemos a palpar el ambiente. Encontramos más gente divirtiéndose y en concreto, en un concierto callejero, que organiza uno de los bares más importantes (El almacén).

          Día 5.- La temperatura ha bajado algo y se empieza a nublar. Retornamos a Matamorosa y cumplimos el plan de ver los pueblos de Izara y Suano. La carretera es transitada e incómoda. Dispone de poco arcén y son muchos los tramos con quitamiedos. Cada localidad cuenta con una iglesia bastante aceptable. Y Suano, con un monumento triangular, que no sabemos que significa.

        Hasta tomar el autobús de vuelta atrás almorzar, paseamos por la orilla del río Ebro, hasta Nestares. La vuelta empezó bien: autobús puntual y directo, a Valladolid. Pero todo cambió, cuando llegamos a un tramo de la A67, a la altura de Fromistá. Retenciones, por obras y una hora, para avanzar poco más de diez kilómetros.

          Dos anécdotas, para terminar:

          -En uno de los bares principales del pueblo hay una pizarra, donde se lee: "Aquí se sirve la cerveza más fría, que las miradas de tu ex"

          -Al ir a pagar el hotel, a la misma chica extranjera -diriamos, búlgara, pero no estamos seguros-, que nos atendió el otro día, nos espeta: "No tendría, que estar yo aquí, sino una chica, que se ha roto la pierna y la tiene escayolas. Ella verá, por qué no viene a trabajar. Será, que no le hace falta el dinero". Y todo esto, en un establecimiento, que no dispone de ascensor. Las interpretaciones son varias, ¡pero, con todas flipamos!

          El destino del puente de mayo no está decidido. Pero, a finales de ese mes, nos iremos cinco días a La Palma 

domingo, 24 de abril de 2022

Semana Santa en el sur de Cantabria (parte II)

  

       Día 2.- De los recorridos previstos para los cuatro días, este es, en el que más espectativas tenemos creadas. Para acceder a él, tenemos que preguntar un par de veces. Queremos, acercarnos al pueblo de Nestares -de espectacular iglesia- y se puede hacer de dos formas: bien, por fuera por la carretera, contemplando de camino un cementerio y un templo o por el bellísimo cauce del río Ebro, que está muy bien acondicionado.

        En Nestares, comienza una larga senda peatonal asfaltada -paralela a la carretera-, que nos lleva, primero, a Salces y después a Fontibre. En total, unos seis kilómetros. Se gira a la izquierda, se cruza parte del pueblo y por la orilla, se llega hasta el nacimiento del Ebro, donde emergen aguas subterráneas y dónde han colocado una columna, que hace de base de una figura de la virgen. Cierta concurrencia y muchas familias enredando.

          Volvemos al camino peatonal y tras tres kilómetros, llegamos a Paracuelles, donde nos espera otra bonita iglesia. Después, cruzamos y entramos por otra carretera, girando a la derecha. Es poco transitada. Tras tres kilómetros, arribamos a la tranquila Argüeso, con otro templo destacado.

        Vamos a hacer las dos opciones posibles: tirando hacia la izquierda, se llega al castillo. Hacia la derecha y por peor camino, accedes al Poblado Cántabro (5 euros, siendo la visita guiada, por lo que nos abstenemos y solo vemos la cabaña, que hay antes de la taquilla).

          Regresamos de un tirón. Como al día siguiente es festivo, toca avituallarse con generosidad en el Lidl y el Mercadona (también, existe un DÍA, más céntrico). Sobre las nueve y media, damos un paseo por las calles del centro, que tienen tan poco ambiente, como ayer.

        Día 3.- Hoy toca, ir para el otro lado del río, a través de un bonito entorno natural y acercarnos, a Requejo, donde a estas horas, caballos, vacas, cabras y perros invaden, alocadamente, el pueblo (al mediodía, a la vuelta, todo está bastante más tranquilo). Por supuesto, no falta una bella iglesia, que llevarnos a los ojos.

          Después, continuamos recto, hasta llegar a una de las riberas del Embalse del Ebro, inaugurado a principios del siglo pasado. El ganado, el verdor y las marismas formadas por el agua, componen bonitas instantáneas,presididas por la tranquilidad y el sonido de los cencerros. Seguimos caminando y comenzamos una ascensión esforzada -por larga, más, que por empinada-, a través de un pinar. En teoría, llega hasta la Cueva del Moro, pero cuando nos cansamos, nos damos la vuelta 

        Como nos queda toda la tarde por delante, nos decidimos a explorar la ribera del río Hijar, dejando a un lado el municipio de Matamorosa. Bonito sendero, que acometemos, durante unos cinco kilómetros.

          Como es pronto, nos dedicamos a recorrer el centro del pueblo, con su agradable plaza principal, su calle peatonal y algunas iglesias y edificios civiles bastante interesantes. Todo vertebrado en torno al río Ebro, que con numerosos saltos de agua, da vida al lugar.

viernes, 22 de abril de 2022

Semana Santa en el sur de Cantabria (parte I)


           Después de tantear varias opciones, como Aranda de Duero, Zamora o Santander -en este caso, de camping-, acabamos decantando nos por el sur de Cantabria, como destino para Semana Santa, por su potencial para el senderismo, a través de decenas de GR -grandes recorridos-, PR -pequeños recorridos- y SL -senderos locales-.

        Establecimos, como centro logístico, la pequeña y agradable ciudad, de Reinosa, bañada por el río Ebro. Tuvimos muchos problemas para encontrar hotel. Tal fue así, que en un principio, debíamos cambiar de alojamiento, cada una de las cuatro noches de nuestro periplo. Al final, tuvimos suerte y en el primero de ellos nos aseguraron, que podíamos quedarnos, durante toda la estancia. Nos dio tiempo a anular los demás, sin ser penalizados 

        Peor nos fue con la oficina de turismo, ubicada en la calle principal. Les mandamos un correo electrónico, una semana antes de partir y no obtuvimos respuesta alguna. Y durante nuestra estancia, no abrió, ni una sola jornada. ¿Tiene sentido, que un servicio de este calibre atienda un martes cualquiera, sin turistas, a los que atender y cierre los cuatro días de Semana Santa, en el que se mueven un gran flujo de viajeros? ¡Funcionarios! Es, como si un supermercado, abriera por las noches y cerrara por el día

          Día 1 (miércoles, 13 de abril de 2022)- Empezamos mal, porque el ALSA parte con treinta y cinco minutos de retraso y no recupera nada de ese tiempo, durante el camino. El hotel Ábrego de Reinosa, se encuentra cerca de las estaciones de tren y autobuses. Llevamos a cabo el check-in con una muy amable chica. Buena habitación, reformada recientemente, con baño pequeño y potente calefacción (45 euros, sin desayuno).

        A pesar, de que todavía no ha anochecido, apenas nos da tiempo a enfrentarnos a las compras necesarias para hoy, en el Lidl y el Mercadona, que se encuentran al final del pueblo. ¡Hay, que ver, como ha subido todo en ese último! Once grados, mucho aire frío y poco ambiente por las calles, a pesar de ser víspera de festivo.

jueves, 21 de abril de 2022

Hartos de ALSA

         Sirva este breve post, para indicar, que hace tiempo, que estamos cansados de ALSA, que en muchas de las ocasiones es, la única manera de precio razonable para viajar desde nuestra ciudad.

        Los retrasos resultan dilatados y casi constantes. El pasado miércoles y para viajar a Reinosa, se demoraron treinta y cinco minutos y en la vuelta, de Olmedo, el domingo precedente, fue media hora. Nunca hay explicaciones. Debo añadir, que en general, los conductores son poco amables.

          Harto de la incomodidad de los asientos de muchos vehículos, incluidos los de radio medio o largo.

          Cansado, de que casi nunca funcione el wifi correctamente o de que el sistema te esté echando, constantemente.

        Hasta las narices, de que ilegalmente y vulnerando derechos fundamentales, se prohíba comer o beber a bordo, con la pandemia, como excusa. Acaso, ¿ no se satisfacen estás necesidades en los aviones?. Lo que ocurre es, que no quieren contratar personal, ni perder tiempo, para limpiar más a fondo los autobuses.

          Enfadado, porque desde no hace mucho, te cobren el cambio de asientos, a 0,50 euros, si vas acompañado (si vas, solo, no).

          Cabreado, porque siempre te salga por defecto el seguro de viaje. ¡Son unos sacacuartos!

        Muy enojado, porque el sistema informático te engaña. A veces, quedanq veinte plazas, pero solo te ofrecen tres, para que compres rápido. Hay un truco para evitarlo. En el apartado " número de viajeros", vete añadiendo adultos, hasta que el autobús te de completo. Ese es el montante de plazas, que aún están libres.

miércoles, 20 de abril de 2022

Hay cosas, que joden, pero que me alegran, enormemente


       Me fastidia mucho haber tenido, que cambiar de planes cincuenta veces, para organizar nuestro viaje de esta Semana Santa, por la alta demanda en los destinos planteados. Me molesta enormemente, haber pagado casi un 50% más por una habitación de hotel, que en las mismas fechas del año pasado. Me irrita hasta la saciedad, que nuestra única opción in extremis para poder viajar, fuera la de pasar cada una de las cuatro noches en un alojamiento diferente, por la alta ocupación, debiendo movernos a nosotros mismos y a nuestro equipaje cada mañana. Me raya, virulenta mente, haber pasado mas tiempo en lo que va de mes, trasteando con Booking, que practicando mis actividades de ocio favoritas.

          Desde que acabó el secuestro --llamado eufemísticamente, confinamiento-, hemos llevado a cabo veintisiete periplos de diferente duración, a través de más de 200 días en total y creedme, si os digo, que este inocente víaje de cinco jornadas por el sur de Cantabria, es el que más quebraderos de cabeza nos ha creado de todos ellos.

          Pero, tras tanta frustración, estamos contentos y encantados, de que al fin, todo haya vuelto a la normalidad en esta Semana Santa de locura, aglomeraciones e interminables atascos en las carreteras, que ya ni recordábamos en nuestras frágiles memorias.

        Durante los últimos veintidós meses de nuestras vidas -primero, sin vacunar y después, ya vacunados-, hemos disfrutado de una de las épocas más esplendorosas: billetes de autobús regalados, para fidelizar o descuentos importantes; aeropuertos silenciosos, casi para nosotros solos, con controles de seguridad, absolutamente relajados y amables; aviones casi vacíos; hoteles entre 20 y 35 euros la noche -incluida temporada alta-, en los que lo normal no era tener vecinos de habitación molestos, sino ni siquiera vecinos: atracciones o rutas senderistas desiertas...

        Llegó esta Semana Santa y todo esto explotó por los aires, generando nos incomodidad y resignación, pero a la vez, inmensa felicidad y empatía. Bienvenidos a todos al viejo mundo: a los ultrayihadistas radicales de las mascarillas; a los de las pruebas de antígenos después de cada comida; a los pesados y obsesionados, que no sabían, ni saben hablar de otra cosa; Alós fanáticos de los geles hidroalcoholicos; las alfombras para los pies y los guantes de plástico; a los apocalípticos, a los que no se han enterado de nada sobre el modus operando del virus, a pesar del largo paso del tiempo y de la inmensidad de la información; a los de las pantallas de metacrilato delanteras y laterales, que no se enteran, de que como el corona virus es un aerosol, puede acecharles por arriba o por detrás, a los iluminados ..

        Y con mi consternación, como bandera, os anticipo vuestro epitafio: "por vuestro miedo irracional y absurdo, habéis perdido dos años de vuestras vidas, que nunca recuperaremos, por muy largas, que sean" Y algunos, toda su existencia futura. El mayor drama de esta pandemia no han sido los muertos, sino los millones y millones de personas con trastornos mentales permanentes, que ni siquiera lo saben.

martes, 19 de abril de 2022

Olmedo

                       Olmedo (Valladolid)      

       Era el Domingo de Ramos y aunque el viaje de Semana Santa, ya estaba cerca, nos decidimos a pasar el día en Olmedo, uno de los pueblos más bonitos y bien conservados, de Valladolid. Las setenta y dos fotos, que hicimos, lo constatan. El día estuvo marcado por el intenso y desagradable aire - previo a una poderosa Dana, que trajo temperaturas bajo cero y mucha lluvia, en pleno mes de abril- y por los numerosos nidos de cigüeñas, omnipresentes en cualquier punto elevado de la localidad.

        Incluso en domingo o festivo, Olmedo está muy bien comunicado con la capital vallisoletana, porque allí se detienen, brevemente, casi todos los autobuses, que van rumbo, a Madrid. La información turística y el acceso a planos se ofrece, casi a diario -cierran los lunes-, tanto en el palacio del Caballero, como en la oficina de venta de entradas del parque temático del Mudéjar (visitar ambos lugares en conjunto cuesta 7,30 €).

         Al contrario, que otras localidades de la provincia, Olmedo no ofrece muchas caminatas por los alrededores. Dejando atrás el lujoso Balneario, a través de la calle Tejar de Berlangares, se accede a una parte del Camino de Santiago -ultimamente, casi cada lugar de España tiene el suyo-, pero el sendero es pedregoso y no aporta nada más, que edificios o naves abandonados o en ruinas. A unos cuatro kilómetros se encuentra una ermita, pero no hay camino rural y se debe transitar por la concurrida carretera 

        Eso sí. En las afueras cercanas se encuentra su magnífico y coqueto cementerio -al que nadie hace referencia en los blogs_, adosado a una bella iglesia en ruinas y un palomar, que solo se puede observar desde fuera.

          Las numerosas atracciones principales se localizan en el meollo del pueblo, amurallado  en una de sus partes, alrededor de la plaza Mayor, donde está mañana se celebraba una emotiva procesión.

          Además, de lista referidos Palacio y parqi temático del Mudéjar - que contiene 21 maquetas de monumentos de Castilla y León, de ses estilo arquitectónico-, se tiene acceso a unas cuantas excelentes iglesias, a monasterios, a bellos edificios civiles, a los antiguos lavaderos y caños, a tranquilas alles arqueadas y/o empedradas y a la estatua del Caballero.

          La oferta gastronómica es de calidad, aunque es escasa y cara. Así, que por si acaso, no o olvidéis de llevar unas viandas.

lunes, 11 de abril de 2022

domingo, 10 de abril de 2022

sábado, 9 de abril de 2022

Nunca haré el Camino de Santiago

           Este enunciado tiene trampa y además, ea gorda. Porque, con matices, el camino de Santiago ya lo hice, allá por el lejano año 1993. Fue una travesía anómala, aunque muy chula, cuando comer pulpo en el interior de Galicia y beber albariño, era casi más barato, que engullir patatas o saciarse de agua.

          Se trató de una experiencia en tamdems y bicicletas, que transcurrió, desde Calzada del Coto, hasta la capital del apóstol. Patrocinado por Gas Natural, yo iba incrustado, como periodista becario de Onda Cero, en la caravana multicolor. Gozaba de total libertad, siempre que mandara la crónica a la emisora local de Valladolid.

          Y eso, tenía muchas ventajas. Normalmente, viajaba en el coche escoba y con mucha calma, además de hacernos cargo de los lesionados, agotados o perdidos, frecuentábamos casi todos los bares del camino. Pero, si me apetecía, me montaba en la bici y me hacía unas decenas de kilómetros. Estuve a punto de matarme, contra un tractor, bajando a 70 kilómetros por hora, en Foncebadón, hacia Ponferrada.

          Fue el año, en que a Fraga le dió por promocionar esta ruta. Algunos -los más viejos-, recordaréis aquello de: "¿italiano? No, gallego". El trayecto por Castilla y León fue precario. Pero, en Galicia, habían tirado la casa por la ventana en infraestructuras y disfrutamos de magnifícos albergues nuevos y gratuitos.

          Narrados tan gratos y agradables recuerdos y siendo un andarín impenitente, ¿por qué nunca haré el Camino de Santiago, bajo ninguna circunstancia? Os advierto, que las razones no son muy filosóficas o espirituales.

          De un tiempo a esta parte, llevo muy mal, caminar por senderos pedregosos y más, con un bulto a cuestas. Aunque, fue práctica habitual en el pasado, detesto avanzar por los arcenes de las carreteras, aunque tengan poco tráfico.

          De toda la vida, llevo muy mal, dormir en lugares comunes grandes y más, como sería el caso, durante casi un mes. De día, socializo bien -aunque, cada vez menos-, pero de noche no. A eso se une, que desde hace tiempo, los albergues ya no son gratuitos, como deberían ser.

          Santiago de Compostela fue una de las cunas de nuestra relación, de nuestras borracheras y de los aperitivos suculentos. Hoy en día tienes, que ser casi rico, para poderte pagar una taza de vino en la rúa do Franco o da Raiña.

          Pero, volveremos allí, en 2038, porque le prometimos al Ápostol, que lo visitaríamos, cincuenta años después de haber empezado nuestro noviazgo. ¡Ya va quedando menos!

Casi treinta y cinco años de viajes

           Comenzamos nuestra indeleble andadura viajera, cuando todavía florecían los últimos ochenta. Arrancamos en Vigo y de camping, cuando aún resonaban los ecos de la movida, el casco viejo no era territorio para adultos y los bares cutres de rica empanada de bacalao y pimientos de padrón -unos pican y otros no-, se entremezclaban en armonía con los pubs, que frecuentábamos las ánimas perdidas de madrugada. Algo, que los más jóvenes de hoy, ni podrían imaginar.

          Después de ese buen rodaje, comenzó nuestra trepidante aventura interrailera, como la de otros tantos pipiolos de la época, que abarrotábamos los trenes europeos en verano. De forma semiinconsciente, los objetivos no eran otros, que acumular kilómetros, conocer gente, coleccionar países y ciudades sin más trascendencia y echar un polvo en cada una de ellas ( o dos). ¡Europa era nuestra vida!

          A mediados de los noventa, con los precios a la baja y perdiendo el encanto, nos apuntamos al avión. Los trayectos no eran más largos, pero si más ágiles y anodinos. Nos graduamos en Estambul, cuando nos perdieron nuestro primer equipaje y cuando esta ciudad, aún era auténtica. Los contactos con los demás, aunque de calidad, se tornaron más esporádicos. Fue el tiempo de los países del este, donde hemos pasado más miedo, que en cualquier destino del África subsahariana, Latinoámerica o Asia.

          El nuevo siglo y la aerofobia, nos condujeron a un lustro ominoso, en el que vagamos, como almas en pena por destinos no muy lejanos -conocidos o no-, siempre, que fueran accesibles en tren o en barco.

          El empeño y ciertos reveses laborales -con ahorros, eso sí-, nos devolvieron  a los corredores aéreos y comenzó la gloriosa época de los ocho viajes largos, que entre 2008 y 2018, nos llevó a recorrer y explorar cin detenimiento y placer, casi 140 países, teniendo que renovar el pasaporte cada poco tiempo, al llenarlo de sellos.

          Resultó ser, nuestra plenitud viajera y acometimos, casi sin descanso, el grueso de los países de Sudámerica, Asia, África y Oceanía. Aprendimos a tener suerte; a buscarnos la vida en cualquier circunstancia; a dar pena, cuando hacía falta; a comer y a beber lo que fuera -incluídos alcoholes algo sospechosos-; a dormir donde tocara y sin exigencias; a manejarnos con los buscavidas de las fronteras; a aguantar cualquier cosa...

          Y llegó la pandemia y volvimos a reinvertarnos. ¡Veinticinco viajes de diversa duración, en tan solo dos años! Regresar a Europa -Grecia e Italia-, se convirtió en un orgasmo, dadas las numerosas dificultades administrativas. E ir a México -en plena ola de omicrón-, en un delirante logro.

          Pero, si el coronavirus, las restricciones y los cierres perimetrales, algo nos han aportado, han sido los viajes con detenimiento, con minuciosidad. Nos concentramos en explorar, lo supuestamente, pequeño, acometiendo largas caminatas por lugares inadvertidos de la provincia, de nuestra comunidad autónoma, paseos interminables y gozosos por la costa, la montaña, los senderos rurales o los cauces fluviales.

          ¡Y, aquí estamos. Esperando el momento propicio para iniciar el noveno viaje largo! Jamás pensé, que podría resumir casi treinta y cinco años de viajes en menos de un folio.

miércoles, 6 de abril de 2022

Otra vez, a Tordesillas

                           Tordesillas (Valladolid)

       Y volvimos a Tordesillas, dos semanas después, pero con bastante peor temperatura, debido a la ola polar de primeros de abril. Esta vez, no nos alojamos en el hotel San Antolín, sino en una especie de sobrado con patio de un particular, donde antiguamente se destazaba la matanza. Ha sido muy bien reformado y las únicas desventajas son, que no dispone de televisión y que duermes en un sofá cama, dado que el lugar es estrecho. Pero, cuenta con cocina, utensilios y lavadora.

          El sábado, pretendíamos realizar el circuito de la cuesta de Carracastro y todo resultó perfecto (18 kilómetros). Tras cruzar la autovía, caminamos durante casi una hora, junto a ella, dejándola a la derecha.

        Después y por una zona más tranquila, llegamos a Villavieja del Cerro, que cuenta con una bonita iglesia y con poco más de 50 habitantes. Regresando por otro camino, continuamos hasta Velilla, donde viven cuen vecinos, custodiados por un hermoso templo, parecido al anterior. Desde ahí, se acomete la cuesta, que cobija varios molinos de viento y ofrece agradables vistas. Hay nuevo sendero hasta Tordesillas, pero nosotros volvimos por la poco frecuentada carretera, porque teníamos los pies machacados de las piedras de los caminos.

          El domingo, pretendíamos llevar a cabo la ruta de la Cañada Real de Rueda (14,5 kilómetros). Arranca , cruzando el puente y saliendo hacia la izquierda. Pero, por diversas razones y tras visitar una ermita en ruinas, junto al río, nos acercamos hasta el convento de Santa Clara y bajamos hasta la Ribera izquierda del Duero, caminando, durante cinco o seis kilómetros. No abandonada el cauce y el recorrido resulta espectacular, aunque algo esforzado (cuestas y escaleras en mal estado)

          El inconveniente es, que acabamos saliendo a la parte interior de la Senda del Alto Duero, que ya habíamos hecho catorce días atrás. No quisimos regresar, a cumplir nuestro objetivo, por lo que volvimos a recorrerla, aunque esta vez, solo hasta Simancas, desde donde tomamos el autobús urbano a casa.

          Este domingo, a Olmedo.