Puno (Perú)
Puno es una ciudad de no
demasiados encantos, en el sur de Perú. El principal atractivo reside, en ser
punto de partida para algunas interesantes excursiones .En la oficina de
turismo nos han indicado, que mejor, las hagamos por agencia, porque si no, nos
van a engañar. Como no nos han recomendado ninguna, en concreto, damos la
información, como buena
Miramos en más de diez. Todas
ofrecen el mismo programa, que realizan empresas ajenas y especializadas y que
en un día te lleva, a las islas Flotantes (bajas en una y ves otra) y Tequile.
Existe otro circuito más extenso, que alarga camino, hasta la isla de Amantani,
lugar en el que se pasa la noche. Pero, a nosotros nos basta con la excursión
de un día.
En el habitual recorrido, que
hace por los hoteles, el microbús de la agencia nos recoge temprano. En él ya
está sentado un argentino, que tiene 58 años y viene de Machu Pichu, donde ha
subido el Guaina Pichu. Esta casado con una colombiana, así que aprovechamos
para preguntarle por algo, que nos tiene obsesionados: la seguridad en la
frontera de Ecuador con Colombia, que esperamos cruzar, más o menos, dentro de
un mes. Según él, no hay problemas. ¡Tranquilizador!.
Llegamos
al embarcadero y subimos al barco, saltando a través de otros tres, por lo que
no acabamos en el fondo del lago Titicaca, de casualidad. Allí, ya hay gente de
otras agencias, entre ellos Pau, un barcelonés que trabaja en La Caixa. Es
simpático, sociable, muy abierto de mente y extraordinariamente viajado. Ha
vivido, incluso, nueve años en Estados Unidos. El será nuestro compañero
inseparable, durante casi toda la jornada.
Los tres
trabamos también, muy buena amistad con Rocío, una joven, guapa y agradable
quechua, que nos va a hacer de guía. Tanto a la ida, como a la vuelta, en el
largo periplo que hay entre las islas Uros y Tequile, hablamos de viajes, de
política, de la propia actualidad y aprovechamos para interrogar a Rocío, sobre
aspectos de la cultura peruana. Sobre todo, aquellos relacionados con la
quechua y la aymara. Así, nos enteramos de que:
-Las cholas
aymaras tienen la cara más redonda, que las quechuas y los dientes de oro.
-Para una
mujer de esas culturas, no es obligatorio vestirse de chola y en las ciudades
de hecho, ya casi nadie lo hace. En muchos casos, más que por convicción,
porque en la práctica, sufren discriminación.
-En los
colegios de Perú, la única lengua que se aprende es el español, aunque los
niños de los pueblos, también suelen desenvolverse en quechua y/o aymara, si
sus familias lo hablan. Es en la educación universitaria, cundo hay que elegir
y estudiar uno de estos dos idiomas y si vas a ser maestro de pueblo, es
obligatorio aprender y hablar, correctamente, ambas.
-Los
habitantes de las islas Uros, tuvieron que irse a vivir a sus edificaciones
flotantes, porque siempre fueron un pueblo dominado y expulsado de todos los
sitios donde habitaron. Primero, por los incas. Después, por los españoles. Y
así, sucesivamente. Pero, la gente joven de ahora, ya no quiere vivir en las
islas Flotantes y prefieren las comodidades de la gran ciudad.
-Estas
ínsulas son bastante turísticas y es del turismo, de donde ahora obtienen sus
ingresos. Aunque, las hay, que se niegan a aceptarlo y viven de forma precaria,
de la pesca de la trucha y del pejerrey.
-Los aymaras
se extienden por Perú, Bolivia y Chile y son un pueblo sin patria, ni Estado.
Tequile (Perú)
Nuestra primera parada es en una
de las Uros, donde nos esperan sus folclóricos habitantes, que de inicio, nos
explican la fabricación de las islas, a base de unos juncos llamados totora,
que se van atando y superponiendo en capas cruzadas. Luego, vemos las casas y
las cocinas y paseamos por la pequeña superficie de la isla, para terminar contemplándola
desde un mirador bastante inestable, establecido al lado del lago. También,
asistimos a una actuación “typical guirilandia” Las ínsulas no son móviles. Se
hallan clavadas al fondo del lago
Los
lugareños tienen a la venta artesanía diversa y también ofrecen un caro paseo,
en una embarcación igualmente elaborada, a base de la omnipresente totora.
Lógicamente, en estas islas hay, que tener bastante cuidado con el fuego
Ya en Tequile –tras largo rato
navegando, decidimos prescindir de la visita guiada y hacer el recorrido de la
isla por nuestra cuenta. Rocío nos advierte, de que el barco no sale del puerto
donde hemos llegado, sino desde otro punto de la isla y nos indica, como
podemos llegar hasta allí.
El lugar
resulta muy atractivo, aunque menos exótico que las islas Uros. Un niño me pone
carita y tengo que acabar compartiendo con él, la mitad del plátano, que me
estoy comiendo. Nos metemos por un camino equivocado y de milagro y sobre el
toque de la bocina, encontramos el barco.