Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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miércoles, 13 de marzo de 2019
miércoles, 23 de marzo de 2016
¡Vaya putada: perder la vida en la carretera!
Interrumpo la serie de posts sobre lo
que hemos hecho por la cerveza, para atender a la actualidad del
mundo y a mis sentimientos. Pero volveremos, en breve, con los dos
artículos, que restan.
Ecuador
Como persona y como periodista, siento
indignación y tristeza, ante la actuación de casi todos los medios
de comunicación españoles, que han decidido dividir a los muertos
de forma violenta en tres categorías: premium, normales y low cost.
Los primeros -víctimas de atentados
terroristas del primer mundo-, ocupan centenares de horas de
información, reciben todo tipo de condolencias y se habla sobre su
dolorosa e injusta pérdida, cuán martillo pilón. Sobre los
segundos se dice: “ay, pobrecitos, que mala suerte han tenido”,
para pasar a pensar en otra cosa (caso de las chicas muertas en el
accidente de autobús, de Cataluña). Los terceros -refugiados
sirios; victimas de atentados, de Daesh, en Irák, Turquía o Siria o
de Boko Haram, en Nigeria o Camerún- no importan. Ellos, apenas
ocupan 20 segundos en el telediario o diez minutos en el Intermedio,
de Wyoming.
Laos
Para mi, todas las muertes violentas
son lo mismo. Esa -muchas veces- falsa solidaridad patria de postureo
con los damnificados de los atentados, de Bruselas, se transforma, en
mi caso, en sincero sentimiento hacia las chicas, que murieron el
domingo, en el accidente de autobús. Y es, que a mi, si me hubieran
quitado la vida con ventipico años, me habrían hecho una gran
putada.
Como peculiar, irreverente -tal vez- y
personal homenaje hacia ellas, os voy a contar las ocho veces en
nuestros viajes, que estuvimos a punto de perder la vida en la
carretera.
Filipinas
1º.- Ecuador, en abril, de 2.008.
Viajamos, desde Piura, en Perú, a Loja. El autobús llega con
retraso y ha hecho el camino inverso, anteriormente. Les toca
conducir, a los mismos conductores, que ya vienen. Partimos. Nos
despertamos en mitad de la noche, parados. Nos cuentan, que ha habido
un derrumbe y no se puede seguir, hasta que despejen la carretera
mañana. Somos tan inconscientes, que nos enfrentamos a los chóferes,
exigiendo continuar, fuera como fuera. Cuando amaneció y al ver por
donde circulábamos y el cansancio de quienes nos guiaban, nos dimos
cuenta, de que habíamos comprado muchas papeletas para nuestro
voluntario suicidio.
Mozambique
2º.- Laos, en julio -nuestro mes
favorito para perder la vida en carretera, como veréis-, en 2.008.
Trayecto, entre Luang Nan Tha y Luang Prabang. Lleva tres días
lloviendo y la carretera es inhumana. Veinte segundos antes de llegar
a un determinado punto, se produce un incontrolado y abrupto
derrumbe, que tapona toda la calzada (por así llamarla).
3º.- Filipinas, en septiembre, de
2.008. Viajamos de noche, desde Baguio, a Banaue, en un vehículo de
antigüedad y comodidad aceptables, que esta a punto de caer por un
precipicio, dejando dos medias ruedas fuera del asfalto. Yo dormía.
Etiopía
4º.- Mozambique, en enero, de 2.011.
Hemos pasado de forma arriesgada la noche al raso, en Inhanbane, para
tomar un autobús, a Maputo, a las cuatro de la mañana. En un cruce,
nuestro conductor se encara con otro, por conservar la preferencia y
hacen varios amagos de aceleración, para pasar, sí o sí, aún chocando con el
otro, en plan Teoría de Juegos. Nervios insoportables, para que
nuestro agresivo chófer se saliera con la suya.
5º.- Etiopía, en julio, de 2.011. El concurrido y viejo bus, que va desde Harar, a Addis Abeba, transita por
una carretera montañosa, apenas asfaltada, estrecha y con enormes
precipicios al borde izquierdo. Llueve. En una curva, vemos caer,
nítidamente y desde la ladera de la montaña, amenazantes rocas de tamaño considerable, que
golpean el techo del vehículo, que se tambalea de lado a lado, ante
el griterío del pasaje. Cuando parece, que vamos a caer -no nos
habrían encontrado nunca-, la pericia del conductor consigue
controlar el vehículo y salvarnos la vida.
India
Bangladesh
7º.- Bangladesh, en julio, de 2.011.
Tomamos un rickshaw para ir desde el centro, de Chittagong, a la
estación de autobuses. A los mandos del cacharro, el conductor más
suicida y psicópata, que nos haya transportado jamás. Ha desayunado
fuerte y nos lleva a una velocidad de vértigo, por calles llenas de
profundos y deformes baches, con curvas y cuesta abajo. Vamos dando
botes y apenas mantenemos la estabilidad, aferrados a una estrecha y
corta barra metálica oxidada. Para colmo, las mochilas en el regazo
y el infernal tráfico, de frente y al lado, Milagrosamente, nada nos
ocurrió, salvo caer mareados, al bajar.
Corea del Sur
8º.- De esto, hace tan sólo cuatro
meses. Estábamos en Gyeongiu -Corea del Sur-, recién llegados y
algo despistados, dado que es un lugar disperso. Para acceder a un
monte, no había otra forma -o no la descubrimos-, que atravesar a
las bravas, una autopista de cuatro carriles, sin mediana. Por apenas
centésimas de segundo, no fuimos atropellados, violentamente, por un
vehículo a más de cien por hora.
Siento enormemente, CHICAS -aunque, no pueda ni imaginar el dolor de vuestras familias-, que la suerte no os
sonriera, como a nosotros, habiendo sido vosotras mucho menos imprudentes y
aventureras. ¡Os habéis perdido algo grande, que este mundo!. ¡¡¡Vaya mierda!!!.
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jueves, 24 de diciembre de 2015
El gran reto de 2.016, el séptimo viaje largo
Todas las fotos son, de Seúl (Corea del Sur), nuestro destino lejano, de 2.015
Hace escasamente un mes, este blog
cumplió cinco años -la web va camino de diez- y llegadas estas
fechas cercanas a la Nochevieja, siempre suelo hacer un vaticinio de
lo que serán los viajes del año siguiente, en este caso, 2.016.
Hasta el momento, creo que sólo he acertado una vez, pero aún así,
no me desanimo en seguir haciendo este ejercicio. Para empezar, una
semanita en Ceredeña en enero -destino lárgamente retrasado-, no
sería un mal aperitivo para dar el pistoletazo de salida.
2.016 debería ser el año de nuestro séptimo y último viaje largo, que comenzaría en Australia y/o Nueva Zelanda, donde llegaríamos tras las escalas, que fueran necesarias, si eso nos supone un ahorro. No lo he mirado ahora, pero en su día, la fórmula más económica era, Madrid-Dubai-Kuala Lumpur-Melbourne.
No pasaríamos más de un mes en estos
dos países y después, abordaríamosmos un periplo por Brunei y
Japón, sin descartar nuestro retorno a Indonesia y Filipinas, si las
cosas se ponen favorables. Tampoco hacemos ascos, a dejarnos caer por
algún otro país de Oceanía, pero este asunto está muy en pañales.
Más adelante, lo ideal sería volver
a China y gestionar los permisos para visitar Tibet y a través de
nuestra querida Nepal, recalar en India, para hacer un último
periplo muy selectivo por el noroeste y nordeste de esta nación, de
unos dos meses de duración..
Descartado Pakistán -sí o sí-, el
abanico se abre para mostrar tres posibilidades: Yemen y Djibuti,
Kirguistán y Uzbekistán o volvernos para casa sin más botín. No
está claro el inicio de este gran y apasionante proyecto, pero nunca
sería antes de abril.
De no haber periplo largo, es seguro,
que sólo acometeríamos un único viaje lejano anual, de no más de
tres semanas de duración, que por este orden, presenta a los
siguientes candidatos: Cuba, República Dominicana y Haití, Jamaica,
Puerto Rico, Islandia, Venezuela, Kirguistán y Uzbekistán, Yemen y
Japón.
Mientras esperamos ansiosos, a que
llegue el pacto de izquierdas, os deseamos feliz año, felices viajes
para el 2.016 y que la nochebuena no os traiga muchas discusiones de
política. Yo tengo suerte, porque en mi familia -salvo mi cuñado-,
todos pensamos lo mismo.
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sábado, 1 de diciembre de 2012
10 posibles viajes para 2.013
Nueva York (Estados Unidos)
En materia de viajes y salvo sorpresa mayúscula, 2.012 está
finiquitado. No es nada probable, que nos pongamos “on the road”, antes de la
primavera del año, que viene, como muy pronto. El problema fundamental es, que casi
todos los destinos accesibles a través de vuelos de bajo coste, ya los
conocemos. Vamos, que de Europa solo nos quedan, Bielorrusia e Islandia y
Marruecos está trillado, después de siete periplos. Tendremos que atinar mucho,
para conseguir buenos precios para zonas del planeta, más alejadas.
No
obstante, aquí os pongo una lista de diez posibilidades viajeras, para el año
venidero., por orden de apetencia y de realización final:
1ª.- El
soñado sexto –y último- viaje largo. Para poder llevarlo a cabo, tendrían que darse
unas condiciones muy favorables, que en estos momentos, no se cumplen en su
totalidad. Volveríamos a India y desde allí, abordaríamos, Bangladesh, para
saltar a Japón y a Corea del Sur y del Norte. Después, retornaríamos a Filipinas
e Indonesia, desde donde nos dirigiríamos,, a Guinea Nueva Papua, Australia,
Nueva Zelanda y algunos otros lugares de Oceanía -Micronesia o Polinesia-, aún
por determinar.
Mapa de Centroamérica, arriba. Hampi (India), debajo.
Desde ahí,
rumbo a la ya conocida Los Ángeles, para visitar Canadá y el este de Estados
Unidos. Finalizaríamos este apasionante proyecto, campando por las islas
grandes del Caribe –Cuba, Jamaica, Bahamas, Haití, República Dominicana y
Puerto Rico y las pequeñas. Si existiera la posibilidad, llegaríamos hasta
Islandia, aunque es improbable, antes de arribar, de vuelta, a España
Con esto,
nos pondríamos en los 150 países visitados. Pero, dos son los principales
problemas: el coste de los vuelos y el de la vida, en general, en Oceanía,
Japón y Canadá.
2ª.-
Retornar a la India, para un viaje de un par de meses o tres, combinado con
Bangladesh. Las posibilidades de llevar este plan a cabo son altísimas, dado
que hemos encontrado buenas tarifas aéreas, para los dos destinos.
3ª.- Cuba,
Haití, República Dominicana, Puerto Rico y Jamaica. A estas alturas y sin nada
mirado, la dificultad la prevemos, en enlazar todas estas islas, de forma
económica, mediante ferry o avión.
Prambanan, en Yogakarta (Indonesia)
4ª.- Argelia,
en un viaje de unas tres semanas. Tres son las rémoras: estamos cansados de los
países islámicos, los precios del vuelo y el ferry y el alto coste del visado.
Nos gustaría ir a Libia, llegado el momento, que se cumplan unas mínimas
condiciones de seguridad.
5ª.-
Uzbekistán, Kirguizistán y Tayikistán. Romualdo y Patricio, en nuestro último
viaje, nos hablaron muy bien de estos baratos e interesantes destinos. Pero,
los vuelos no son tan accesibles.
6ª.- Volver
a Nueva York y hacer el este de Estados Unidos y el de Canadá. El inconveniente
es, tratar de ajustar a lo menos posible, los gastos de este viaje de precio
medio/alto.
7ª.-
Azerbaiyán e Irán. Sería una buena idea, aunque como ya he indicado, estamos
algo cansados de países islámicos. También, nos desanima lo farragoso del
visado iraní. Volaríamos a Bulgaria y cruzaríamos Turquía por tierra –por
tercera vez-, para ahorrar dinero.
8ª.- Venezuela.
Viaje anulado en abril de 2.009, después de tener lso boletos aéreos adquiridos,
debido a graves acontecimientos personales. En la actualidad, no hemos
encontrado un chollo aéreo, como entonces.
9ª.-
Islandia. Sería factible, si encontráramos a alguien, para compartir los gastos
del cloche de alquiler
10ª.- Guinea, Liberia Costa de Marfil, Ghana,
Togo y Benin. Opción altamente improbable, dadas las tarifas aéreas y la
elevada inversión en visados.
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lunes, 13 de agosto de 2012
Cuando el problema es la policía
Ángeles (Filipinas)
Bangkok (Tailandia)
Bangkok (Tailandia)
Nakhom Pathon (Tailandia)
Bangkok (Tailandia)
Estamos en Bangkok, donde hace
mas de tres meses iniciamos nuestro viaje por el sudeste de Asia. Llegamos ayer
por la mañana y ya tuvimos tiempo para informarnos y decidir, que no iremos a
India. El visado es lento -puede tardar hasta diez días- y farragoso. Así que
el lunes, trataremos de obtener el de Myanmar.
Los nuevos planes pasan por
permanecer por allí, hasta el 15 de octubre -más o menos-, volver a Valladolid,
a presentar los escritos de fin de excedencia y marcharnos a Túnez, hasta que
mi chico empiece a trabajar (11 de noviembre). Pero aquí los planes, cambian
tres veces cada día.
Los últimos días en Filipinas, los
pasamos languideciendo y lamiéndonos las heridas de la perdida de nuestras
fotos. Como las habitaciones en el entorno de Manila son peores que en el resto
del país, aprendimos a practicar un nuevo deporte, que se llama bolssing. No es
tan divertido como el rafting o el cayaking, pero también pone. Como las duchas
eran, de lanzarte agua con el cazillo y estos eran cutres y sucios, decidimos
ducharnos a bolsazos. Se le acaba cogiendo el truco y la sensación es
gratificante. Es mejor una bolsa mediana que grande. Se llena hasta las dos
terceras partes, se hace un rápido giro de muñecas, se coloca sobre la cabeza
para volcarla de golpe y listo. Ducha a ducha se mejora la técnica.
Nakhom Pathon (Tailandia)
En uno de esos hoteles además,
tuvimos que coger la habitación por horas. En la segunda planta, que era la de
los guiris despistados, solo estábamos nosotros. En la primera, decorada para
la ocasión y sus funciones, las niñas esperaban tranquilamente a sus clientes. Buen
rollito entre todos y necesaria convivencia: Ni ellas nos molestaron, ni
nosotros tampoco.
Pero eso si, hasta el ultimo
momento comimos de muerte. Es que hasta el fast food local o la sopa de sobre o
bote, están cojonudas en Filipinas.
Ayer en Bangkok matábamos la tarde
algo mustios. Los recuerdos de la primera estancia aquí, cuando todavía quedaba
todo el viaje por vivir y la perdida de nuestras fotos, nos tenían muy depres.
Porque desde que desaparecieron, hemos visitado algunas ciudades que ya vimos y
nos han venido recuerdos muy tristes.
Cuando íbamos para el hotel, nos
para la policía, por primera vez en cualquier viaje. Nos piden los pasaportes y
uno de ellos empieza a toqueteara mi chico tratando de sacar el bolsillo
interior donde lleva el dinero y sus tarjetas.
Los que hemos viajado sabemos, de
decenas de personas a las que le robaron falsos policías, así que el empezó a
forcejear con el madero y a tratar de escapar. Ambos cayeron al suelo, mientras
yo lo contemplaba, atónita. Mi chico trató de calmarse y de explicarle -los polis, ni papa de
ingles-, que si quiere registrarle, le lleven a comisaría, andando o en un
medio de transporte publico, que es lo que siempre recomiendan las guías.
O que por el contrario, él le
enseña las cosas y le deja de tocar. Conseguimos que se tranquilice y al ver
que no pretende robarnos, aunque si registrarle a fondo, se calmo él también.
Bueno, más que registrarle, pretende toquetearle, porque no deja de tocarle el
culo y los huevos varias veces, hasta por dentro del calzoncillo. ¿Maricón o
sabueso antidrogas?. ¡Buda dirá!. Con migo no se atreven. Solo me registran la
bolsa que porto y me huelen hasta la pajita, de un refresco que me había
tomado, unos diez minutos atrás.
¿A cuántos guiris, habrán
registrado en Tailandia, de esta humillante forma?. A pocos. ¿Y a cuantos, les
habrá caído un pesado animal encima, en Bali?. A menos todavía. ¿Y a cuantos,
les ocurrieron las dos cosas?. Si, esa es la respuesta: A nosotros.
Y esto ocurrió en el país, en
teoría, más seguro para el turismo de la zona. Pero tuvimos la suerte, de que
sucediera en el día 93 de viaje y no en el 3, en nuestra primera estancia en
Bangkok, lo que nos habría dado, mucha más inseguridad para el futuro.
Por lo demás, seguimos
estupendamente y sin novedad.
domingo, 12 de agosto de 2012
El dicho no miente: "Más se perdió en Filipinas"
Manila (Filipinas)
Buenas tardes, desde la
desesperación y el absoluto desconsuelo. Hoy es el día más triste de todos
nuestros viajes y, aun así, tampoco nos podemos quejar, porque cosas peores a
las que han ocurrido, nos podían haber pasado en tantos periplos por el mundo.
Los principales peligros que se
tienen al viajar -y de ellos, siempre hemos sido conscientes-, son de mas grave
a menos, la muerte, contraer una enfermedad de las típicas del tercer mundo,
que generalmente causan los mosquitos -malaria, dengue, leismaniosis…), tener
un accidente, que te roben y te dejen sin nada y perder los escritos o las
fotos del viaje. A nosotros, afortunadamente, solo nos ha ocurrido esto último.
Solo hizo falta un segundo, para
que las mil cien fotos que llevábamos -desde la primera en el remodelado
aeropuerto de El Cairo, hasta la ultima, ayer en una preciosa puesta de sol en
White Beach-, se fueran al garete, por un fallo increíble de la tarjeta de la
cámara, que no sabemos como se reformateo sola y mandó todos nuestros recuerdos
a la mierda. Fotos magnificas, sobre todo de mercados coloridos, gente
pintoresca o típica y playas y puestas de sol. Eran las mejores fotos de
cualquier viaje, porque Asia, gracias a la amabilidad de su gente, es el
continente más fotogénico. Es verdad que es más bonito América, porque entra
por la vista, pero Asia se adentra en el corazón, para nunca volver a salir.
Tenia que ser otra vez la puta
tarjeta, como con las del banco, aunque esta vez fuera la de la cámara, la que
nos haya jodido el transcurrir, por uno de los países mas recomendables en los
que estuvimos jamás.
No obstante, lo primero que
hicimos esta mañana -aunque no teníamos ninguna gana-, fue seguir haciendo
fotos, para intentar superar este duro golpe cuanto antes.
Esta
semana, ha sido de las más intensas de nuestras vidas. El lunes de madrugada,
casi morimos en un accidente de tráfico, al estar el autobús en el que
viajábamos a Banaue, a punto de caer por un terraplén. El susto y el griterío,
fueron realmente tremendos.
Ese mismo
día por la noche, en uno de los sitios más bonitos y más olvidados del planeta,
conocimos a una pareja de madrileños y un catalán, con los que estuvimos cerca
de 24 horas continuadas de juerga, que
casi nos llevan al coma etílico y algún hospital, a 15.00 kilómetros de casa. Y
dos días después, lo de las fotos y una crisis de pareja de la que no damos más
detalles, que casi nos sitúan en la disolución, de una relación legendaria.
Todo ello, en tan solo cinco días.
Por lo demás, teníamos otro
mensaje anterior ya escrito, para mandaros hace un par de días y no vamos a
dejar de hacerlo.
La vida en Filipinas, esta siendo
tan dura como tan linda. Realmente dura, porque hace un par de días, nos
corrimos la juerga mas grande de los últimos meses y todavía nos estamos
recuperando (la edad no perdona). ¡Fue el día en que ardió Manila!.
Al coger un autobús en Banaue
-lugar de preciosas plantaciones de arroz, en forma de terraza-, nos
encontramos primero a Javi (Barcelona) y luego a Susana y Raúl (Madrid), tres
españoles en Filipinas, con los que estuvimos de fiesta, comiendo, bebiendo,
charlando y yendo de caraoke -la única diversión en Asia, pero muy animada,
porque aquí no tienen sentido del ridiculo-, durante horas .
Este viaje es el de los records y
también el de comer y beber lo batimos: Desde las nueve y media de la mañana,
hasta las cuatro y media de la madrugada. Una gente fantástica, muy viajera y
divertida, con los que pasamos uno de los mejores momentos del viaje. Ahora nos
curamos y lamemos las heridas en un resort, aunque algo cutre.
En Filipinas el transporte es
horrible. Te puedes tirar todo el día para hacer 200 kilómetros, con cuatro
cambios de de autobús. Pero la comida es exquisita. El lechón asado no es como
el español, pero esta riquísimo, carnoso y crujiente, sobre todo en su modalidad
llamada Kawali. La longaniza es parecida en la forma a la española, aunque con
un exótico toque de sabor dulce. Los calamares rebozados, con una salsa de ajo
deliciosa, fueron los mejores que probamos jamás. Las gambas, que las hacen con
salsa agridulce y a la vez picante, resultan insuperables. Y el pescado en
todas sus formas, es exquisito.
Pero lo mejor de aquí, es la
gente. Casi cada filipino, es nuestro ángel de la guarda. Tendríamos docenas de
ejemplos, pero sirva el de cuando llegamos ayer a Nasubug. Pedimos un plano en
la policía turística. No tenían, porque el pueblo son cuatro calles, pero a
cambio, nos trasladaron gratis en el coche policial hacia la zona de los
hoteles de la playa. Y no conformes con eso, nos ayudaron a regatear el precio
de la habitación. Y aunque -modestia aparte- soy buena regateando, la policía
impone mucho más.
Mientras nuestro cuerpo y nuestra
mente tratan de volver a la normalidad, ya tenemos claro que Filipinas esta
siendo la gran sorpresa del viaje. Y pensar que la única causa de acabar aquí,
fue que no funcionaban las tarjetas de crédito, para poder comprar con otras
compañías aéreas.
Banaue (Filipinas)
Susana, Raúl y Xavi nos han
hablado maravillas sobre la India. Además, ellos nos dieron aquí el cariño que
siempre vosotros nos dais allí -y también ahora por e-mail- y que tanto
necesitamos.
Besos, desde el país donde
pasamos los mejores y los peores momentos del viaje (aunque nunca podréis ver
ninguna foto entre los días 1 y 86 de este periplo).
Buena vida en Filipinas
Cuando hablaba el otro día, de
que aquí están sentados en la moto, viendo la vida pasar, me refería a los
hombres. Las mujeres en el tercer mundo, curran como locas: En los mercados, en
la venta ambulante, recogiendo el arroz en los campos (que es bien duro)
cuidando a la prole...
En
Filipinas, apenas existe esa actividad contemplativa de la vida. Aquí, la gente
trabaja y no se dedica a dar la brasa a los turistas. Una profesión muy
demandada por estos lares, es la de vigilante de seguridad. Está lleno de ellos
y hasta en el acceso al transporte publico, te hacen cacheos a fondo.
El
patrimonio que tiene este país, es herencia de los españoles, pero la
colonización económica corrió a cargo de los norteamericanos, que hasta les
vendieron trastos inservibles, como son los jeepnies, jeeps de la segunda
guerra mundial, pintados de colores, que aquí sirven ahora para el transporte
publico (son lindos).
Filipinas
es una extraña mezcla de lo español, lo americano y del peculiar estilo de vida
asiático. Una combinación realmente agradable. Aquí se llaman Ángel, Adela o
María y se apellidan del Prado, Robledo o García, pero no hablan ni una sola
palabra de español (bueno, si las hablan, porque el tagalo contiene hasta un 30
por ciento de vocablos en nuestro idioma, pero ellos lo desconoces). La mayoría
de las calles también tienen nombre español, bien de generales, de regiones o
países (Extremadura, Andalucia, Valencia, España…) o de otros personajes, pero
al pronunciarlas por ellos, no suenan a nuestra lengua.
Y hay
platos de comida -bastantes-, también tienen nombres patrios: Arroz caldo,
longaniza, lechón asado, adobo (una rica salsa de soja y vinagre),
calamares..., pero salvo estos últimos, poco tienen que ver con lo que comemos
en España.
Eso si, al
menos aquí, no nos confunden con italianos y nos identifican como españoles. En
el resto del sudeste asiático, lo único que saben de España, es que es un
lejano país, que no consiguen ubicar, pero que si conocen que gano la pasada Euro.
Al llegar
a Filipinas, nos sorprendió que la fruta costara una fortuna (un kilo de
sandia, lo vimos hasta a 3 euros), pero nos aliviamos, al ver el del litro de
cerveza (60 céntimos), el de la botella de ron (menos de un euro), el de la coca
cola de litro y medio (50 céntimos) y, aunque no fumamos, el del cartón de
Fortuna (algo mas de dos euros). Y es que aquí fuman fortuna y beben San
Miguel. Así que nos dijimos: ¡¡¡Viva el
escorbuto y que le den por el culo a la fruta!!!!
Estamos
felices, por haber abandonado Ramadania y haber vuelto a la alcohólica
cristiandad, aunque cuando regresemos a Malasia el día 24, todavía estaremos en
el mes sagrado musulmán.
Ayer
dejamos Manila, una agradable ciudad llena de cosas que recuerdan a España,
aunque el insoportable olor a humedad hedionda y rancia, con aromas dulces
-típica de la época de lluvias-, hace el ambiente irrespirable.
Hoy
estamos en Vigan, comiendo ricos espaguetis -que también son de arroz y no de harina-
y lechón asado, tomando cervecitas frescas y fumando baratos puros larguísimos,
hechos a mano y a siete céntimos de euro la unidad. Y todo eso en una ciudad,
que recuerda al Imperio por los cuatro costados (meted Vigan en google y buscar
en imágenes). Así que estamos más felices, que dos lombrices. Tanto es así, que
nos damos envidia a nosotros mismos
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