Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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jueves, 21 de diciembre de 2017

Momentos impactantes de nuestros viajes de la era moderna

                                             Esta es de Egipto, en 2.006 y la de abajo, de Turquía, en 2.008
          Si, los momentos impactantes de nuestros viajes de la prehistoria fueron trascendentales, nada más determinante, que lo ocurrido al poco de arrancar el siglo XXI., que nos llevó a estar seis años sin arrimarnos a un sólo aeropuerto y limitando, sobremanera, nuestras posibilidades viajeras futuras.
Siria, 2.007
          -No ocurrió, de repente, por supuesto. Durante los últimos años del siglo pasado, había ido desarrollando cierto pánico irracional a los aviones. Y todo, acabó estallando en un vuelo de vuelta, desde Lanzarote y con Air Europa. Las turbulencias fueron tales, que casi desparramo la comida y la bebida por el asiento y sus inmediaciones. ¡Todavía se podía fumar en los aviones!, aunque alguien, no lo crea.

          -Un año después, tocábamos fondo. Después de haber recorrido decenas de países y de tener una situación laboral y económica envidiables, nuestras vacaciones consistieron en ir, a Cádiz y Málaga occidental, en mayo y a las procincias de Barcelona y Gerona -visitadas anteriormente-, en septiembre.
                                                                                                       Lesotho, 2.010
          -Una tarde de domingo de primavera, del ya lejano 2.005 y después de haber estado toda la jornada de cañas, caigo en un ahora decadente foro de viajes y leo las experiencias de una chica, en su periplo por Siria. Empiezo a pensar, que no no podemos perder sitios, como este y pongo todos los esfuerzos en superar la maldita aerofobia.
Egipto, 2.006
          Tras leer decenas de documentos sobre el tema, acabo decidiendo, que lo mejor es empezar por un vuelo corto. Las primeras vacaciones, de 2.006, fueron a Reino Unido e Irlanda y las segundas, a Egipto (cancelamos la idea de ir a Siria y Líbano, por el deterioro de la situación de este último país). Como curiosidad, mi pareja, que nunca había temido a los aviones, lo pasó peor, que yo, en este reencuentro con las aeronaves.

          -2.007, resultó el año más determinante y con más sabor agridulce, hasta el momento. Después de un revés laboral terrible y tras muchas dudas y deliberaciones, el 1 de noviembre, ponemos las bases para lo que iba a ser nuestro primer viaje largo, durante cinco meses, que llevaríamos a cabo desde febrero del siguiente ejercicio, hacia Sudamérica, Centroamérica y México.
                                                                                Jordania, 2.007
          -Tres años después y animado por un antiguo amigo argentino, nos embarcamos en nuestro tercer periplo largo, a través de África meridional y del este. No es, ni de largo, el itinerario en el que hayamos visto más cosas, pero sí, el que vivimos más emociones vibrantes y más situaciones difíciles (afortunadamente, todas bien resueltas, gracias a un posible intangible ángel de la guarda -supuestamente- negro).
Zimbabwe, 2.011
          -Al fin y en septiembre, de 2.011, después de haber visitado 106 países, arribamos, a India, después de un penoso, duro y largo proceso de gestión de visados, en Colombo. Desde entonces, hemos pasado casi siete meses en el país, en tres periodos distintos.

          -Al inicio de la Euro, de 2.012, celebrada en Polonia y Ucrania, se me enciende una luz y decidimos compaginar turismo y fútbol. Sacamos billetes de avión, con Ryanair, a Varsovia y además de conocer diversos países -como Moldavia y Transnistria-, asistimos a la final, en la agradable Kiev, en la que España goleó, a Italia.
                                                                                                        Ucrania, Euro, 2.012 y debajo, India, 2.011 
        -En junio, de 2.017, aterrizamos en Japón, después de tres intentos fallidos anteriores, que habían comenzado seis años antes, cuando incluso, habíamos tenido ya boletes aéreos comprados. La larga espera mereció la pena.

          Y para terminar, reseñar tres veces en esta historia moderna de viajes, en las que nos trataron de robar en nuestra habitación de hotel, siempre con la misma mecánica, en Malawi, Turquía del este y Bangladesh. Seguirnos y espiarnos, durante el día y aporrear la puerta de nuestra alcoba por la noche, para pillarnos, dormidos, desconcertados y así, abriéramos la puerta, dejando nuestras pertenencias y dinero en bandeja de los desalmados delincuentes. En ningún caso, lo consiguieron.

martes, 19 de diciembre de 2017

Momentos impactantes de nuestros viajes de la prehistoria.

                                   Plaza de España, de Madrid (15 de julio, de 1.987)
          Si no se producen novedades, voy a cerrar el año con un post sobre nuestras actividades navideñas y otros dos, recogiendo una serie de momentos, que marcaron, tremendamente, nuestros viajes, a lo largo de 30 años. Ya, desde hace tiempo, divido nuestros periplos por el mundo en dos categorías: los de la prehistoria -correspondientes al siglo XX- y los de la edad moderna, que llegan hasta nuestros días. Empecemos por los primeros.

          -15 de julio, de 1987. Viajé a Madrid, junto a la que un año después se convertiría en mi pareja y dos primos lejanos suyos. Dos objetivos importantes motivaban esta escapada: recoger nuestras calificaciones de primero de periodismo y en mi exclusivo caso, asistir al memorable concierto, de U2, en el estadio Santiago Bernabeu.

          La mañana fue perfecta, porque los dos aprobamos todo. La tarde ofreció contradicciones, en un claro dulzor amargo. Había quedado con un amigo, en Sol -frente a la Mallorquina-, para asistir al evento y tras esperarle, durante dos horas, me di cuenta, de que me había dado plantón. Volví al encuentro con mis acompañantes -no sé, como lo hice, porque no había móviles- y me quedé sin el histórico concierto. Ni siquiera, revendí la entrada a la puerta del estadio, a pesar de que en la radio decían, que daban 15.000 pesetas por ella (la había comprado, a 1.500). A cambio, pasamos una magnífica noche, que ayudó a poner los cimientos de una relación, que ya dura treinta años.
París, 1,989
          -Marzo, de 1989. Después de recibir una importante recompensa económica, viajo con mi pareja a París, en el ya mítico y desparecido tren, Puerta del Sol. Tuvimos un serio problema con el alojamiento reservado -no existía Booking, que también da inconvenientes- y nos ahogamos en una gota de agua. Tras dos noches, regresamos a casa, compungidos. Nos fundimos el resto del dinero en comidas, copas y juergas, en Madrid y prometimos, que nunca más volvería, a ocurrir esto.

          -Un año después y en Amsterdam, fuimos víctimas del único atraco, que hemos sufrido en nuestra trayectoria viajera. Por entonces, aquella ciudad era el estercolero de Europa. Mucha gente dudosa iba,directamente, al choque y en uno de ellos, mi pareja se puso furiosa y contraatacó. Los dos individuos nos acusaron de haberles tirado de la mano una cantidad de droga y tuvimos, que negociar una recompensa. Al final, nos sacaron 25 florines holandeses.                 Sofía, 1.997 
                                       
        -La Europa del este de los años noventa, era bastante más insegura, que viajar hoy por Sudamérica o por África (casi equiparable, a ser un pringado, en “Narcos”). Las extorsiones estaban a la orden del día y la primera, nos sobrevino, en -la por entonces, peligrosísima- Rumanía. Un desalmado y agresivo revisor -aún recuerdo sus gruesas botas y su abrupta mirada-, nos solicitó una enorme cantidad en concepto de reserva, que ya habíamos pagado al controlador, de Hungría. Tras una agria discusión, se tuvo que conformar con cuatro dólares, que teníamos sueltos. Estábamos solos en el vagón y pasamos el resto de la noche con un medio terrible, acordándonos de nuestras mamás.

          -Tres años después, en Sofia, fueron dos policías, quienes nos levantaron veinte dólares. Nos pidieron los pasaportes, cerca de la estación de autobuses, donde íbamos, para tomar un vehículo, a Estambul y se negaron, a devolverlos, sino pagábamos. Otra vez, la negociación fue a cara de perro, pero -por la cuenta, que nos traía-, sin abandonar la sonrisa.
Amsterdam, 1.990
          -Tras tomar ese autobús y sin ser nuestro objetivo, nos colamos de ilegales, sellando sólo en aduana, pero no en el puesto fronterizo. Al tratar de salir del país, al final de nuestras vacaciones, un policía nos indicó, que teníamos un serio problema y nos llevó ante su inmediato superior. ¡Acojonados y casi llorando!. Afortunadamente, este hombre era joven y poco castigado por la vida y por sus mandos y entendió, a la perfección, nuestras explicaciones.
Budapest, 1.991
          -En septiembre, de 1.998, sufrimos el único robo en un alojamiento, en nuestra dilatada experiencia viajera y resultó ser, una triste bolsa de aseo vacía de mi infancia. Llegamos al cmaping, de Torun, en Polonia. No había casi nadie y al montar la tienda, ya nos advirtieron del peligro de hurto. Así ocurrió, durante la madrugada siguiente. Yo ni me enteré, pero mi pareja oyó el ruido de la cremallera y se abalanzó sobre él, huyendo el ladrón a toda velocidad.
Estambul, 1.994
          Obviamente, cambiamos de alojamiento y nos fuimos a un motel, donde se practicaba la prostitución. Esa noche, pusimos el armario delante de la puerta de nuestra habitación y aún así, dormimos poco.

          -Al regresar de ese viaje, desde Polonia, a Praga, también solos en el vagón de un inquietante tren, fuimos advertidos por el revisor, de que no podíamos dormirnos hasta las cuatro de la madrugada y hubiéramos cruzado la frontera. En aquellos tiempos, no eran pocos, los que hablaban de los trenes del gaseo, en esta zona de Europa, donde te dormían con gases y te lo robaban todo. No sabemos, de la veracidad de esta historia, pero metía bastante miedo.
Munich, 1.991
          -Los primeros pasos de la independencia de Cataluña, los vivimos nosotros en nuestras carnes, en Zagreb, en junio de 1.999., Fuimos reprimidos en nuestra propia lengua, por un conserje extremista de hotel, que nos dijo, que nosotros no halábamos español, sino castellano, porque en la península se reconocían otros idiomas, como el catalán, un pueblo oprimido.

          Anteriormente, esa misma jornada, nos habían reñido en la calle, al vernos con una antigua guía Trotamundos, en cuya portada ponía: “Yugoslavia”.   Cualquier parte del mundo

miércoles, 27 de septiembre de 2017

La travesía del desierto

                                                 Las fotos de este post son, de Phuket y de las playas cercanas 
         Como, lo que no mata engorda -y eso, que debido al calor y a la repetición de las especias y los olores constantes, no estamos comiendo en grandes cantidades-, y la tempestad termina amainando, vamos progresando adecuadamente, aunque de forma lenta. Gracias, sobre todo, a las numerosas, esmeradas y dilatadas gestiones, que hoy en día, con cualquier wifi, puedes hacer por internet (el hotel de Phuket no tiene, pero hemos pillado una muy bueno de la calle).

          Y otras veces, por la pura casualidad, al estar todo el día paseando, arriba y abajo, mientras te bañas en la playa o paseas por la ciudad (colosal, por cierto, el mercado nocturno de los domingos, en Phuket). Así, sin esperarlo y como ya se esbozó en otro post anterior, desplazados por bus nocturno, de Phuket, a Hat Yai, en este último lugar, encontramos una oficina física de Air Asia, donde basta con meter el pin de nuestra tarjeta para hacer consumismo, sin más exigencias.

          Por unos 32 euros, hemos comprado billetes a Miri, lo que nos permitirá explorar el Borneo malayo y Brunei, en unos diez días. No se trata del plan de nuestras vidas, pero es una oportunidad más de profundizar en Malasia, el país del sudeste asiático, que menos conocemos.

          Después y desde ahí, solo quedan tres opciones, si nada cambia: dos meses por India -la deseada-, esperando que al hacer la visa on line, no pidan el puto SMS de confirmación -que lo pedirán-; Australia, la improbable, ya que resulta arriesgado alejarse más de España, si no sabemos como vamos a volver y la tercera, y la más nefasta -con lo que nos costó salir-, volver a casa, pagando un precio elevado por el vuelo.

          Pero no tengáis dudas de que por el camino, irán apareciendo oportunidades, que todo lo pueden modificar. Lo más inminente es, abandonar mañana Tailandia y poner rumbo a las islas Pherentian y a otros destinos del este de Malasia, antes de volar a Borneo. ¡Ah, muy importante!. A ver si compramos el billete de vuelta, desde esta isla, para estar un poco menos atrapados.


          Y así ocurrió, cuando una mañana, se me encendió la luz y escenifiqué la escena del huevo de colón. Y, ¿si escribo un correo, a Bankia y les digo, que cambien mi número de teléfono por el de mi padre?. De esta forma, el me podría mandar los códigos por e-mail y podríamos insertarlos para confirmar las compras. La luz empezó a aparecer, al final del túnel.  

De la pesadilla, a la desesperación calmada

                                        Todas las fotos de este post son, de Phuket y las playas de los alrededores
          Sí. Ya hemos hecho todo lo que, probablemente, podíamos hacer y el resultado es cero.

          Así, que ponemos punto final a la pesadilla e iniciamos la etapa de la desesperación calmada, que aunque tiene hoja de ruta, no nos despierta mayor confianza, que poder seguir el viaje, mientras tengamos dinero y haya agencias de viaje físicas, que son pocas y caras.

          De lado positivo -casi lo único- está que hemos resistido la tentación de tomar decisiones bruscas y que Phuket, esta siendo nuestra trinchera de oro. Del negativo, que cada vez se pone peor viajar por la maldita verificación de los códigos. Es la palabra de moda de los últimos ocho días. Ya sea para hacer una compra por internet, para poder recuperar la aplicación de whatsapp e incluso, para llevar a cabo una maldita transferencia entre nuestras cuentas. Los mismos, que nos dirigen hacia el consumo ilimitado han decidido, que si pierdes o se te estropea tu SIM, quedas atrapado en el tiempo y en el espacio. ¡En un limbo, del que nadie te puede sacar!

          El móvil mato al busca, que mucha gente joven, ni conocerá. El whatsaap convirtió en arcaicos y cavernarios, a los SMS. Pero no, alguien decidió, que había que resucitarlos. Como quieren, que te gastes tu dinero de forma segura, pues la mejor opción es, que no te lo puedas gastar, porque a nadie le preocupa, incluidos los bancos, con los que llevas trabajando veinticinco años, lo que a ti te pase.

          Resumen breve de nuestras gestiones, después de llevar una semana en Phuket -le hemos cogido mucho cariño- y de estar a punto de partir. Nuestro banco de toda la vida -Bankia-, aunque lo dejará de ser a la vuelta, ni nos ha contestado, después de una semana. Ya tuvimos con ellos muy mala suerte, en nuestro segundo viaje largo. Gracias a la gestión de un familiar, conseguimos contactar con una señora muy amable, que se topó, como ya barruntábamos, con el departamento informático del banco, al que la vida fuera de una pantalla o un chip, les importa un pimiento y ni siquiera les parece real.


        Evo Banco, que tan bien se portó en Japón, nos ha redirigido del departamento de préstamos, al mismísimo limbo, antes de pedirnos la verificación de nuestros documentos. Los hemos mandado, pero no nos han hecho ni caso, como cabría esperar. Los disculpamos, porque solo somos clientes desde hace dos meses.

          En Bankinter Card fueron más directos y resolutivos: no existe ninguna forma para verificar una compra, que no sea por SMS. ¡Se agradece la concreción!.

          Vamos, a Simyo. Empezaron muy bien con ellos, pero creo, que al final, nos han dejado por imposible. No obstante, manejamos una opción en la recamara, que ellos nos ofrecieron. Aunque ya estoy cansado de molestar a mi padre, de 77 años, que como es normal, le cuesta adaptarse a las nuevas tecnologías. La cosa sería mandar un duplicado de la tarjeta SIM a su casa, que la metiera en su móvil y que nos enviara por e-mail el insoportable código de verificación.

          Cuenta Facto, donde tenemos algo más de dinero, nos respondió en diez minutos y al menos, admitió hacer una excepción, para poder llevar a cabo una transferencia manual a otra entidad, si la pedíamos desde el área de clientes. Sí, porque para poder trasladar tu dinero de un banco a otro también tienes que aportar el código de verificación.

        Caminamos hacia Malasia, rendidos, aunque animados. La última solución que se nos ha ocurrido, es comprar una SIM de aquí, pero no parece muy buena idea, dado que no sirve para otros países y no tendríamos tiempo de hablar con nuestros bancos y sus empleados, que están disfrutando, en muchos casos, de sus merecidas vacaciones.

Historia de una pesadilla (parte II y no se sabe, las que vendrán),

          La historia puede empezar un día cualquiera y no es fácil confrontarla, básicamente, porque no la has previsto, sobre todo para quién preparó -supuestamente todo-, antes de comenzar el viaje. Lo peor de todo es, que de nuestro problema no es culpable nadie. Te despiertas una mañana y la batería de tu móvil -que estaba cargando- está calcinada y como si fuera una pastilla de plastilina, supongo, que por una subida de tensión, durante la noche.

        Móvil muerto, pérdida asumida y a esperar lo que venga. Y, lo que viene es el desastre: a la hora de insertar nuestras tarjetas de la misma compañía -Simyo-, en el otro teeléfono, también libre, no funciona ninguna de las dos. El celular habla claro en su mensaje: “Ranuera 1: no se detectó una tarjeta SIM”. Y lo mismo para la 2. Parece tan extraño, que se hayan estropeado las dos a la vez, como que el teléfono no las lea.
El problema no sería tan importante, si no fuera, porque necesitamos los códigos que llegan por SMS para comprar por internet, sobre todo vuelos, si queremos seguir el viaje y, si algún día queremos volver a casa. Sin tarjetas SIM operativas en y estos tiempos, es como si fuéramos Marco Polo recorriendo el inmenso y desconocido mundo, a la deriva..

          Nos sentimos solos, pero privilegiados, porque entre tantas gestiones -con la operadora, los bancos,, las agencias de vuelos de internet, la familia...-, alguien, al fin, entiende nuestro caso. Después de llevar perteneciendo 26 años a la misma entidad bancaria y dado que en nuestra sucursal no nos hacen ni caso, es una señora desconocida, de otra oficina, la que asume el reto . La amable mujer y tras una larga conversación, acaba entendiendo, que lo mejor es abrir una incidencia, para haber si se pueden hacer pagos con tarjeta de crédito sin la verificación del maldito código SMS. Era lo que estábamos pretendiendo desde hacía tres días, pero nadie nos hacia caso, ni comprendía el grave problema.

          Parece, que estamos en el camino adecuado, aunque, finalmente, Bankia se desentiende educadamente de lo nuestro. Aún así, me siento más feliz que en mi casa a pesar de haber perdido, también, el whatsapp, que nos quedaba, al reiniciar el teléfono, en busca de que reaccionara. ¿Un código de móvil puede joder, parcialmente tu vida?. Cuando estás en España, no. Cuando viajas por el extranjero es muy probable, que sí.


          A nosotros, estando por ahí, la fortuna siempre nos termina sonriendo. A la mañana siguiente y al llegar a Hat Yai, nos topamos con una agencia física, de Air Asia -la única, que vimos en todo el viaje, con la excepción de la de la estación de trenes-, de Kuala Lumpur-, donde pudimos comprar billetes con el PIN de toda la vida y sin código SMS, para poner rumbo, a Borneo, en unos diez días. Aplazamos el problema, pero no lo solucionamos.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Historia de una pesadilla (parte I y no se sabe, las que vendrán)

                                               Todas las fotos de este post son, de Bangkok
          En unas vacaciones cualquiera de dos o tres semanas, incluso, en la parte más recóndita del mundo, todo o casi todo, resulta previsible o al menos, bajo control. Llevas tu boleto aéreo de ida y vuelta, algún hotel reservado, muchas ilusiones, todo el dinero en efectivo y poco margen emocional para, que te alteren las cosas pequeñas del día a día. Que, sin embargo, sí lo hacen en los viajes largos: una herida en la lengua, que no cicatriza; manchas en la piel por un baño donde no se debe; la garganta bloqueada por el aire acondicionado de un bus nocturno...

          En los viajes prolongados, tan maravillosos, siempre hay además, problemas de estancamiento en un determinado lugar, de frustraciones, de absoluto bucle, de hoy me levanto a por todas y me acuesto hundido... La experiencia hace mucho a nuestro favor, pero los imponderables consiguen que haya malos días, malas rachas y a veces, momentos en que te gustaría desaparecer o retornar a casa por puro arte de magia. Por otra parte y como resulta comprensible, no resulta lo mismo, quedarte atontolinado en un país en el que te fundes 100 euros al día, que en el que te gastas sólo 12.

          Como ha sido nuestro caso esta vez, en el segundo, te vuelves un vago victimario, mientras que en el primero, te pones las pilas. Mi pareja se agobia mucho por estas cosas del día a día, pero yo pienso, que a tantos miles de kilómetros de tu casa, tener un atropello, una enfermedad o problemas de vuelos, aduanas o policiales, se insinúan como mucho más graves, que el decaimiento de un par de días o incluso, medio mes.


          Tenemos problemas inverosímiles e inimaginables -aunque, no vitales-, a día de hoy y desde hace casi una semana, pero todavía contamos con margen para encontrar un camino. Y, como somos optimistas, el próximo post va sobre Phuket y Patong -nuestra ubicación actual-, antes de seguir con la supuesta pesadilla, que con tantas incógnitas para el lector se ha esbozado. Esperemos, que nuestros males pasen pronto.

domingo, 9 de abril de 2017

Engrasando la maquinaria del séptimo viaje largo, tan ansiosamente esperado

                                                                 Darjeeling (India)
          En 2.008, comenzaron nuestros viajes largos -siempre, superiores a los 100 días- y en este 2.017 -casi diez años después-, pretendemos poner punto final a esta fórmula viajera, que tanta satisfacción nos ha dado, con nuestro séptimo periplo, que de no mediar contratiempos, echará a andar en las primeras semanas de mayo.

          Concurren, en esta ocasión, varias circunstancias especiales: la primera y más importante es, que andamos algo más achacosos de salud, que en las aventuras anteriores, lo que sin duda, constituye un hándicap, que pretendemos superar.
Bangkok (Tailandia)
          La segunda y no menos banal consiste, en que nunca antes, había transcurrido tanto tiempo entre un viaje largo y otro anterior: tres años casi, desde que regresamos de nuestro periplo por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. En este tiempo, sólo hemos viajado al extranjero una sola vez, a Corea del Sur, en noviembre de 2.015, durante casi tres semanas. Por tanto, nuestra falta de forma y ritmo viajero se muestra palpable.      Leh (India)
          Ello y otras circunstancias excepcionales -la más significativa, que estamos pendientes de poder consolidar nuestros ingresos para este año, a través de varias vías posibles-, nos ha llevado a formalizar un protocolo, que no utilizábamos desde el primer viaje largo, a América del Sur, Centroamérica y México. Se trata, de establecer un calendario de varias semanas -en este caso, cinco, en aquel, unas quince-, que debemos cumplir a rajatabla, sí o sí, para no eternizarnos en resolver los problemas vigentes. ¡La vagancia y más, cuando se van cumpliendo años, resulta ser una mala compañera!.
Auckland (Nueva Zeland)
          Muchos de estos aspectos, ni siquiera los mencionaré en este blog, al ser demasiado personales o insignificantes para el lector, pero sí, me gustaría incidir sobre otros, que pueden ser de interés general. Por ejemplo, en nuestra rutinaria visita al Centro de Vacunación Internacional, obtuvimos la novedosa información, de que la vacuna contra la fiebre amarilla, ya no se renueva cada diez años, sino que con la dosis inicial, vale para toda la vida.
                                                                                                         Tokio (Japón)
          Muy buena noticia, porque nosotros teníamos que renovarla el año, que viene y no nos hacía demasiada gracia. Sobre todo, a mi pareja, que no tuvo muy buenas experiencias con la primera entrega, allá por 2.008.

          La señora, que nos atendió fue tan persuasiva -más bien, tan pesada-, que accedimos a ponernos la vacuna de la hepatitis A y de la B. Hasta entonces, nos habíamos negado en redondo, dado que siempre nos habían indicado -y debe se verdad-, que a partir de los 40 años eres inmune, a la primera y que la segunda, sólo se contrae por relaciones sexuales variadas e inestables o transfusiones de sangre. Pero, ¡no hubo otra forma de callarle la boca y de que nos dejara salir de allí!, en tan furibunda emboscada. Total, ¿que más dan dos pinchazos más, si tenemos los brazos, como un acerico?.
Gran barrera de coral (Australia)
          La otra novedad, de momento, se encuentra relacionada con el dinero, las tarjetas y los tipos de cambio. En este último caso, son los más desfavorables -y por mucha diferencia-, que vamos a encontrar en todos nuestros periplos mundiales. Sirva, como ejemplo, que el dólar estaba a 1,60 euros, hace nueve años o que tres ejercicios atrás, te daban 83 rupias por cada moneda europea, en India, mientras hoy, ofrecen poco más de 68.

          Como siempre, llevaremos, al menos, dos tarjetas de crédito y dos de débito, cada uno, de entidades bancarias distintas. Pero, hemos abandonado ING -fiel compañera del pasado-, dado que ha subido ostensiblemente sus comisiones en el extranjero, llegando a ser iguales -o en caos, superiores-, que las de la banca tradicional. Además de los dos habituales euros por extracción, ahora te soplan un 3% del importe canjeado (antes era un 1%).
                                                                              Hyderabad (India)
          Tras mucho investigar -sobre todo, entre nuevos bancos, como Mediolanum-, hemos optado por la tarjeta inteligente, de EVO, que permite sacar dinero gratis en todos los cajeros del mundo -en España, a partir de 120 euros- sin más comisión, que la que te pueda meter, si acaso, la entidad donde obtienes el dinero (la misma, de haberla, siempre aparece en pantalla).
Nara (Japón)
          Naturalmente, nada es gratis en esta vida y exige alguna vinculación. Las más fáciles de cumplir son, domiciliar la nómina o transferir 600 euros cada mes. En cualquier caso, creemos, que el ahorro total en mordidas abusivas puede superar los 200 euros, a lo largo del viaje.


          Seguiremos posteando nuestros avances, incluidos los del itinerario, pero en este asunto tan candente, andamos algo estancados y no existen demasiadas novedades en relación con lo ya publicado en este blog.   

miércoles, 18 de enero de 2012

Un pequeño contratiempo

            Serán cientos y miles, las quejas que anualmente, se plasman sobre Ryanair. Ya os digo yo, que la mayoría, son infundadas (salvo la sentencia de aquel atinado juez, que decidió, impedir pagar por no llevar impresa la tarjeta de embarque -40 euros-, dado que una compañía transportadora –lógicamente-, debe proveer al transportado, de un título de transporte). La empresa aplica una política, absolutamente agresiva, en cuanto a precios, aunque también –como Ikea-, establece su propia república, en la que a algunos, les resulta difícil manejarse.
                                                                       Nicosia (Chipre)
            No es nuestro caso, dado, que hemos volado más de cincuenta veces con ellos y nunca, tuvimos problema alguno. Hasta hoy. Nos han trastocado, gravemente, los planes y hemos perdido algún dinero, que no esperamos recuperar –a pesar, de poner la pertinente reclamación, en los servicios de consumo-.

            No estamos muy disgustados –aunque, si contrariados-: No queremos ser injustos. Muchos de nuestros viajes por Europa y el norte de África, no hubieran sido posibles, sin ellos.

            Lo que más nos ha fastidiado –más, que el dinero o los desplazamintos-, es la cara de gilipollas, que se nos ha quedado, tras los acontecimientos y el muy mal trato recibido, tanto por el personal del aeropuerto de Villanuela (Valladolid), -aunque es normal, porque aquí, somos así de ásperos- y del de Ryanair. Pero, la rabia se quema y amanece un nuevo día.
                                     Limasol (Chipre)
            Los hechos son tan sencillos, como breves. Llegamos al aeropuerto. Suponemos, como otras veces, que con media hora o tres cuartos, es suficiente –teniendo la tarjeta de embarque y sin facturar-, para hacer los trámites oportunos, de un vuelo nacional.

            Sospechamos, que algo no va bien, dado que no hay nadie, en los lugares de embarque. Un desagradable policía –o similar-, nos espeta, gritando: “Y, ¿ustedes donde van?”. “Pues mire, a embarcar hacia Barcelona y a tomar mañana, un vuelo hacia Lárnaca (Chipre), desde Gerona”.

            “Pues no –contesta-. El embarque ya está cerrado y el vuelo ha salido”. Nos miramos atónitos. Faltan 35 minutos, para la partida oficial del vuelo y según la compañía, la puerta no cierra, hasta treinta minutos antes.

            La pregunta la entenderán, tanto profanos, como avezados ¿Es normal, que un avión despegue más de media hora antes y se olvide de sus pasajeros (aunque, hayan pagado solo 4€, por un recorrido, que en bus, vale 45?.

En veintitantos años de viajes –y eso que las cosas, durante este tiempo, han cambiado mucho-, es la segunda vez, que un vuelo sale antes de la hora: el otro, fue desde Tánger, en la época de las cenizas volcánicas, cuando había muy poco tráfico aéreo.

            En fin. Nos fastidiaron los planes. Líbano y Chipre y Líbano, quedan para otra vez. (y ya van dos)

            Nos centraremos, en los próximos días, en preparar África occidental y a estas alturas, existen varias alternativas:

            -Vuelo a Nador o Tánger (con Ryanair, precisamente) y transporte público en barrena, hasta Dakar y en pura aentura (cerca de 4.000 kilómetros).
                                                            Biblos (Líbano)
            -Madrid-Milán-Senegal (con Meridiana Airlines), por un importe más barato, que volando desde Madrid. Y eso, que ahora hay ofertas de Iberia.

            -Tras investigar, hemos descartado volar desde Las Palmas (donde hay consulado de Mauritania), Cabo Verde o Madeira.

            -También, hemos desestimado, hacernos el Harakiri (que es casi, lo que más nos apetecía)

            Pero, sobre todo, ¡VIVA RAYNAIR!, porque a pesar del durillo contratiempo, nos ha sacado de bastantes más embrollos, de los que nos ha metido.

            Y para otra vez y aunque sea vuelo nacional, a ver si aprendemos, dejamos de estar por encima del bien y del mal y nos presentamos, como todo el mundo, dos horas antes de la salida.