Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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domingo, 26 de febrero de 2017

Rondando los cincuenta. ¡Ya nos vale!

                                                Madrás (Inida) y debajo, cataratas del Nilo Azul (Etiopía)
          A decir verdad, el rodaballo con patatas asadas estaba espectacular, en la última cena de Nochevieja. Había sido cosa de mi padre, desde la compra en el mercado, hasta el delicado asado. Mi modesto y ponderado cuñado, se convirtió, sin discusión y sin pretenderlo, en el rey de la noche. Cazador inpertérrito e impasible, nos consiguió demostrar sin altisonancias, que un salvaje jabalí bien despiezado y preparado, no sabe a brusco bravío y que partido delicadamente, como finas y apetitosas lonchas de embutido, tira hasta a poco sabroso y aún necesita ser aderezado con finas salsas, de abundante cebolla macerada o de agrias manzanas reineta (al gusto, claro).

          Mi tramposa -siempre, quiere ganar a todo y modifica las reglas, cuando le viene a cuenta- y adorada sobrina de siete años, aún no había asimilado y colocado gran parte de las piezas del esqueleto del cuerpo humano, que le habían regalado una semana antes sus abuelos, en Nochebuena. Aún así, tenía la suficiente lucidez para reconocer, sin tapujos, que la muñeca voladora y luminosa, que ella misma había pedido las Navidades pasadas, le había resultado ñoña y frustrante . Tanto, como cuando trató, en aquel entonces y sin éxito, comerse las uvas del año nuevo y se llevó un atrangantón y una mala leche de vértigo, de quien no sabe perder.
Johanesburgo (Sudáfrica)
          Pero, esta vez, mi pareja estuvo hábil, se las peló, se las partió por mitades y la niña gozosa, cumplió su objetivo. El año anterior y con la misma diligencia, mi media naranja y en un natural, aunque intrépido intento, también había tratado de que todos nos abrazáramos tras las campnadas de la suerte, en ejemplar y familiar propósito. Nadie la secundó, cosa razonable, en una familia de estirados, resabiados y de vuelta de todo, pero sorprendéntemente, la semilla germinó y esta vez, estábamos todos besándonos y achuchándonos, como si estuviéramos locos y no fuera posible un mañana o una Nochevieja venidera.
                                                                                                                             Gran Zimbabwe (Zimbabwe)
          Pasados unos minutos de tan noticioso e inesperado evento, mi comedido, cauteloso y correcto cuñado, se atrevió a solicitar una ronda de los ansiados deseos para el inminente curso. Y ahí llegué yo con mi autosuficiencia, en plan Donald Trump y la cagué (con el desatino adicional, dado que ni siquiera, yo lo había prometido en campaña electoral al resto de comensales):

          -“¿Deseos? -dije-: esos son paparruchas navideñas. ¿¡Qué puedo yo desear, si conseguí a la pareja más guapa y simpática de mi pandilla -que además, no se sonroja ante mis crecidas aseveraciones, ni siquiera, ante el envenenado piropo-, si tengo una casa pagada, si atesoro una pasta en el banco, llevo diez años sin trabajar y he visitado unos 125 países, cuando no soñaba alcanzar más de cuarenta, durante mi más tierna y soñadora infancia y adolescencia!?”.
Cuchamano (Mozambique)
          Quizás -entre borbotones de champán y atropellados y odiosos polvorones-, no era la fecha más correcta para poner sobre la mesa tales irrefutables evidencias. 

Afortunadamente y para no fastidiar más, evité dar rienda suelta a mis miserias, ahora, que inapeláblemente, me hallo a escasos meses de franquear la irretornable barrera de los cincuenta.
Delta del Okawango (Botswana)
          Hace 25 años, cuando casi mis hermanas no habían entrado en celo juvenil, yo merendaba, alegremente, en casa de mis padres, mis suegros o los octogenarios abuelos de mi actual cónyuge, que con su cómplice aprobación, fueron los que mejor nos entendieron siempre. Fabulosas anchoas en vinagre, tortillas caseras, patés variados y deliciosos y hasta apestosos filetes de Sajonia 

          Nuestros ambos progenitores, que ya pasaban con cierta holgura el medio siglo, andaban preocupados de cosas tan peregrinas, como, que si salían a la calle e iban discretamente vestidos o en chándal, debian transitar por caminos recónditos, para que no los viera nadie. O, que si una dependienta -supuestamente- les hacía de menos, aunque fuera inconscientemente o de forma figurada, tenían que mostrarse indignados y ofendidos y desenfundar de inmediato, la faltriquera de billetes de diez mil pelas, al más puro estilo del lejano oeste, para consolarse a si mismos, de que no eran unos don nadie de tres al cuarto. Hoy, afortunadamente para ellos, ambas cosas les importan un pimiento.
Bagan (Myanmar)
          El tiempo nos ha atropellado a todos, sin darnos cuenta y sin remisión. A esa similar edad y sin ser víctimas de cuestiones de vestuario inadecuado o fortaleza dineraria en efectivo y sin tener más que un blog, para desasosegar nuestros miedos, dado que no tenemos descendencia a la que dar la barrila, si comenzamos a cimentar en nuestras mentes determinadas certezas, que de forma ligera os resumo, para no dar más el coñazo:

          -La vida no empieza a los cincuenta, como claman algunos frustrados e irrealistas optimistas, basándose en burdos eslóganes de camisetas de cinco euros. Más bien: arrea, tira hasta los cuarenta, haz lo que puedas y luego conserva el botín.
                                                                                                        Anuradhapura (SriLanka)
          -La nostalgia me invadirá hasta, que me muera. No, porque cualquier tiempo pasado fuera mejor, sino porque fueron tan buenos, que son irrepetibles, aunque disfrutáramos de cien vidas.

          -El tiempo, ahora mismo y para nosotros, avanza exponencialmente. Ansiedades, paranoias, dolores varios, depres siniestras... O relanzamos en un breve periodo de tiempos nuestras ansias viajeras -fundamentalmente consistentes, en el séptimo viaje largo- o dormirán en nuestros sueños para siempre.
Colombo (Sri Lanka)
          -¡Nadie debería morirse sin ir, a India, al menos, una vez en la vida!. Si no existiera, habría, que inventarla.

          -Ya no estamos para repetir países, salvo algunos, en concreto. De los 125, que conocemos, no volvería a más de una decena. ¡La inexorable cuenta atrás ha comenzado y nos intimida!.

          -En treinta años de viajes, nos sedujeron y fascinaron los lugareños de cualquier parte, a la vez, que enórmemente, nos decepcionaron la mayor parte de los viajeros (no lo voy a hacer, porque me da pereza, pero este último argumento, daría para diez posts bien largos y argumentados, al menos).

          -Hemos llegado sanos -aunque con muchos miedos-, al cenit deseado de la existencia de un ser humano: la libertad, de hacer casi lo que nos de la gana. Existen muchos infelices, que se pasan la vida merodeando y babeando detrás del poder, como si fuera una infantil piruleta de feria, para dar cuatro lametazos. ¡Allá ellos!.
                                                                                   Kanchipuram (India)
          -Me gusta, a partes iguales, tanto hablar, como escuchar. Ello, incluye y como es marca de la casa, no morderse la lengua, ni hacer cosas, que no queramos.


          -Como en mi más tierna infancia, sigo prefiriendo, escribir, a leer y no es por nada en especial

          -En mi próxima reencarnación, se hace necesario, que modere el consumo de bebidas alcohólicas.