Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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jueves, 21 de diciembre de 2017

Momentos impactantes de nuestros viajes de la era moderna

                                             Esta es de Egipto, en 2.006 y la de abajo, de Turquía, en 2.008
          Si, los momentos impactantes de nuestros viajes de la prehistoria fueron trascendentales, nada más determinante, que lo ocurrido al poco de arrancar el siglo XXI., que nos llevó a estar seis años sin arrimarnos a un sólo aeropuerto y limitando, sobremanera, nuestras posibilidades viajeras futuras.
Siria, 2.007
          -No ocurrió, de repente, por supuesto. Durante los últimos años del siglo pasado, había ido desarrollando cierto pánico irracional a los aviones. Y todo, acabó estallando en un vuelo de vuelta, desde Lanzarote y con Air Europa. Las turbulencias fueron tales, que casi desparramo la comida y la bebida por el asiento y sus inmediaciones. ¡Todavía se podía fumar en los aviones!, aunque alguien, no lo crea.

          -Un año después, tocábamos fondo. Después de haber recorrido decenas de países y de tener una situación laboral y económica envidiables, nuestras vacaciones consistieron en ir, a Cádiz y Málaga occidental, en mayo y a las procincias de Barcelona y Gerona -visitadas anteriormente-, en septiembre.
                                                                                                       Lesotho, 2.010
          -Una tarde de domingo de primavera, del ya lejano 2.005 y después de haber estado toda la jornada de cañas, caigo en un ahora decadente foro de viajes y leo las experiencias de una chica, en su periplo por Siria. Empiezo a pensar, que no no podemos perder sitios, como este y pongo todos los esfuerzos en superar la maldita aerofobia.
Egipto, 2.006
          Tras leer decenas de documentos sobre el tema, acabo decidiendo, que lo mejor es empezar por un vuelo corto. Las primeras vacaciones, de 2.006, fueron a Reino Unido e Irlanda y las segundas, a Egipto (cancelamos la idea de ir a Siria y Líbano, por el deterioro de la situación de este último país). Como curiosidad, mi pareja, que nunca había temido a los aviones, lo pasó peor, que yo, en este reencuentro con las aeronaves.

          -2.007, resultó el año más determinante y con más sabor agridulce, hasta el momento. Después de un revés laboral terrible y tras muchas dudas y deliberaciones, el 1 de noviembre, ponemos las bases para lo que iba a ser nuestro primer viaje largo, durante cinco meses, que llevaríamos a cabo desde febrero del siguiente ejercicio, hacia Sudamérica, Centroamérica y México.
                                                                                Jordania, 2.007
          -Tres años después y animado por un antiguo amigo argentino, nos embarcamos en nuestro tercer periplo largo, a través de África meridional y del este. No es, ni de largo, el itinerario en el que hayamos visto más cosas, pero sí, el que vivimos más emociones vibrantes y más situaciones difíciles (afortunadamente, todas bien resueltas, gracias a un posible intangible ángel de la guarda -supuestamente- negro).
Zimbabwe, 2.011
          -Al fin y en septiembre, de 2.011, después de haber visitado 106 países, arribamos, a India, después de un penoso, duro y largo proceso de gestión de visados, en Colombo. Desde entonces, hemos pasado casi siete meses en el país, en tres periodos distintos.

          -Al inicio de la Euro, de 2.012, celebrada en Polonia y Ucrania, se me enciende una luz y decidimos compaginar turismo y fútbol. Sacamos billetes de avión, con Ryanair, a Varsovia y además de conocer diversos países -como Moldavia y Transnistria-, asistimos a la final, en la agradable Kiev, en la que España goleó, a Italia.
                                                                                                        Ucrania, Euro, 2.012 y debajo, India, 2.011 
        -En junio, de 2.017, aterrizamos en Japón, después de tres intentos fallidos anteriores, que habían comenzado seis años antes, cuando incluso, habíamos tenido ya boletes aéreos comprados. La larga espera mereció la pena.

          Y para terminar, reseñar tres veces en esta historia moderna de viajes, en las que nos trataron de robar en nuestra habitación de hotel, siempre con la misma mecánica, en Malawi, Turquía del este y Bangladesh. Seguirnos y espiarnos, durante el día y aporrear la puerta de nuestra alcoba por la noche, para pillarnos, dormidos, desconcertados y así, abriéramos la puerta, dejando nuestras pertenencias y dinero en bandeja de los desalmados delincuentes. En ningún caso, lo consiguieron.

miércoles, 23 de marzo de 2016

¡Vaya putada: perder la vida en la carretera!

          Interrumpo la serie de posts sobre lo que hemos hecho por la cerveza, para atender a la actualidad del mundo y a mis sentimientos. Pero volveremos, en breve, con los dos artículos, que restan.
                                                                                                                Ecuador
          Como persona y como periodista, siento indignación y tristeza, ante la actuación de casi todos los medios de comunicación españoles, que han decidido dividir a los muertos de forma violenta en tres categorías: premium, normales y low cost.

          Los primeros -víctimas de atentados terroristas del primer mundo-, ocupan centenares de horas de información, reciben todo tipo de condolencias y se habla sobre su dolorosa e injusta pérdida, cuán martillo pilón. Sobre los segundos se dice: “ay, pobrecitos, que mala suerte han tenido”, para pasar a pensar en otra cosa (caso de las chicas muertas en el accidente de autobús, de Cataluña). Los terceros -refugiados sirios; victimas de atentados, de Daesh, en Irák, Turquía o Siria o de Boko Haram, en Nigeria o Camerún- no importan. Ellos, apenas ocupan 20 segundos en el telediario o diez minutos en el Intermedio, de Wyoming.
Laos
          Para mi, todas las muertes violentas son lo mismo. Esa -muchas veces- falsa solidaridad patria de postureo con los damnificados de los atentados, de Bruselas, se transforma, en mi caso, en sincero sentimiento hacia las chicas, que murieron el domingo, en el accidente de autobús. Y es, que a mi, si me hubieran quitado la vida con ventipico años, me habrían hecho una gran putada.

          Como peculiar, irreverente -tal vez- y personal homenaje hacia ellas, os voy a contar las ocho veces en nuestros viajes, que estuvimos a punto de perder la vida en la carretera.
                                                                                                               Filipinas
          1º.- Ecuador, en abril, de 2.008. Viajamos, desde Piura, en Perú, a Loja. El autobús llega con retraso y ha hecho el camino inverso, anteriormente. Les toca conducir, a los mismos conductores, que ya vienen. Partimos. Nos despertamos en mitad de la noche, parados. Nos cuentan, que ha habido un derrumbe y no se puede seguir, hasta que despejen la carretera mañana. Somos tan inconscientes, que nos enfrentamos a los chóferes, exigiendo continuar, fuera como fuera. Cuando amaneció y al ver por donde circulábamos y el cansancio de quienes nos guiaban, nos dimos cuenta, de que habíamos comprado muchas papeletas para nuestro voluntario suicidio.
Mozambique
          2º.- Laos, en julio -nuestro mes favorito para perder la vida en carretera, como veréis-, en 2.008. Trayecto, entre Luang Nan Tha y Luang Prabang. Lleva tres días lloviendo y la carretera es inhumana. Veinte segundos antes de llegar a un determinado punto, se produce un incontrolado y abrupto derrumbe, que tapona toda la calzada (por así llamarla).

          3º.- Filipinas, en septiembre, de 2.008. Viajamos de noche, desde Baguio, a Banaue, en un vehículo de antigüedad y comodidad aceptables, que esta a punto de caer por un precipicio, dejando dos medias ruedas fuera del asfalto. Yo dormía.
                                                                                                              Etiopía
          4º.- Mozambique, en enero, de 2.011. Hemos pasado de forma arriesgada la noche al raso, en Inhanbane, para tomar un autobús, a Maputo, a las cuatro de la mañana. En un cruce, nuestro conductor se encara con otro, por conservar la preferencia y hacen varios amagos de aceleración, para pasar, sí o sí, aún chocando con el otro, en plan Teoría de Juegos. Nervios insoportables, para que nuestro agresivo chófer se saliera con la suya.

          5º.- Etiopía, en julio, de 2.011. El concurrido y viejo bus, que va desde Harar, a Addis Abeba, transita por una carretera montañosa, apenas asfaltada, estrecha y con enormes precipicios al borde izquierdo. Llueve. En una curva, vemos caer, nítidamente y desde la ladera de la montaña, amenazantes rocas de tamaño considerable, que golpean el techo del vehículo, que se tambalea de lado a lado, ante el griterío del pasaje. Cuando parece, que vamos a caer -no nos habrían encontrado nunca-, la pericia del conductor consigue controlar el vehículo y salvarnos la vida.
India 
        6º.- Una forma “divertida” de morir, es hacer el montañoso y breve trayecto, entre Dharansala y Mcleod Gang -junio, de 2.014-, que llevan a cabo a diario cientos de autobuses. La carretera es estrecha y no caben dos de frente, por lo que son constantes las maniobras -muchas hacia atrás y al borde de precipicios, aunque nunca hostiles- para organizar el tráfico. A los indios les parece normal, pero a los extranjeros nos acojona bastante.
Bangladesh
          7º.- Bangladesh, en julio, de 2.011. Tomamos un rickshaw para ir desde el centro, de Chittagong, a la estación de autobuses. A los mandos del cacharro, el conductor más suicida y psicópata, que nos haya transportado jamás. Ha desayunado fuerte y nos lleva a una velocidad de vértigo, por calles llenas de profundos y deformes baches, con curvas y cuesta abajo. Vamos dando botes y apenas mantenemos la estabilidad, aferrados a una estrecha y corta barra metálica oxidada. Para colmo, las mochilas en el regazo y el infernal tráfico, de frente y al lado, Milagrosamente, nada nos ocurrió, salvo caer mareados, al bajar.
                                                                                     Corea del Sur
          8º.- De esto, hace tan sólo cuatro meses. Estábamos en Gyeongiu -Corea del Sur-, recién llegados y algo despistados, dado que es un lugar disperso. Para acceder a un monte, no había otra forma -o no la descubrimos-, que atravesar a las bravas, una autopista de cuatro carriles, sin mediana. Por apenas centésimas de segundo, no fuimos atropellados, violentamente, por un vehículo a más de cien por hora.


          Siento enormemente, CHICAS -aunque, no pueda ni imaginar el dolor de vuestras familias-, que la suerte no os sonriera, como a nosotros, habiendo sido vosotras mucho menos imprudentes y aventureras. ¡Os habéis perdido algo grande, que este mundo!.  ¡¡¡Vaya mierda!!!.

lunes, 24 de noviembre de 2014

España e India: cifras y datos

                                                                    Maspalomas (Gran Canaria) 
         Quiero que este post, maneje más datos y cifras, que opiniones. Las conclusiones las sacáis vosotros. ¿Demagogia o verdades escandalosas, cómo puños?. Posibilidad tenéis para opinar en los comentarios.
Rishikesh (India)
          Ya os comenté en cierta ocasión, que en India, hay un 33% de exclusión social, pero -y el dato es para alarmarse-, que en España, ya estamos en el 25% y subiendo. La semana pasada hemos conocido, que la tercera parte de los españoles, que trabajan -normalmente, por ser jornadas cortas-, lo hacen por menos del equivalente, del salario mínimo interprofesional Cada día aumentan, las personas, que disponen de curro, pero no salen de pobres, ni con todos sus esfuerzos.

          En India, uno puede acumular varios y pequeños trabajilloss. Quizás, alguno de ellos sea algo humillante, pero rsultan trabajos, al fin y al cabo. En España, recientemente escuché, a una persona con dos carreras y cinco idiomas, que se encuentra limpiando aseos, en una ciudad, de Alemania. Y tengo el caso de una amiga licenciada y con muchos años de ejercicio, a la que hoy no llaman, ni las empresas de limpieza. En India, tú decides si te humillas o no. Aquí, lo deciden los empresarios y la administración. Enhorabuena, si has conseguido la suerte de hallarte, entre los benditos humillados.

                                   Teror (Gran Canaria)
          En la actualidad, estoy escribiendo relatos de viajes anteriores -todos, por destinos nacionales-, que en su día dejé en un cajón, por pereza. Hace unos días releí y escribí, que por un trayecto de autobús muy cutre, entre Vitigudino y Aldeadávila de la Ribera (Salmanca), pagamos el año pasado, 4,40 euros cada uno, por un tramo de 31 kilómetros. Es, prácticamente, el mismo importe, que abonamos hace unos meses, por un billete de tren, en litera, entre Varanasi y Calcuta, separadas entre sí, por 680 kilómetros. Haciendo una fácil división se concluye, que viajar por España, es 22 veces más caro, que hacerlo, por India.

          11,63 euros abonamos, por un bus de Zaragoza, a Lérida (152 kilómetros), con una impresentable empresa -desaconsejada para todo el mundo-, llamada Ágreda. Por menos de ese importe, puedes hacer, en India, el trayecto entre Kanyakumari -punta del país- y Amritsar -en la frontera, de Pakistán-. O lo que es lo mismo: 3,187 kilómetros. Y creedme, si os digo, que este tren existe.
Kanchanaburi (Tailandia)
          Duración y destino de nuestros viajes, de 2.013: Cinco días en Asturias y Cantabria -Semana Santa-, 3 en la provincia de Soria, dos en la de Burgos, 8 en la Costa Brava, seis en Salmanca y 16, entre Aragón, Cataluña, Canarias y Andalucía. Sumando todos los gastos de esos periplos, sobrepasamos los 2.200 euros en total. No llegan, a 2.000, si descontamos los vuelos, los que nos gastamos en casi cinco meses, por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. E incluyo los costes de los visados, de tres de esas cinco naciones.               Lérida

          Y una más. A un indio, entrar en cualquiera de sus numerosos monumentos nacionales -y son incontables-, le cuesta, entre 6 y 12 céntimos de euro (un poco más caro ,pero no mucho, si hablamos del Taj Mahal). Para un español, visitar la más mínima tontería en nuestro país, no le baja de tres o cuatro euros. Cualquier catedral -Lérida, por ejemplo-, te vale 5 euros o más, Y por encima de 10, 15 ó 20, las grandes joyas de nuestro patrimonio.



           Podría seguir, pero creo, que no merece la pena., porque sería más de lo mismo

viernes, 24 de octubre de 2014

Wi-fi: el mejor amigo y enemigo del viajero

          Por primera vez en un relato largo, tenemos que referirnos a este importante aspecto, que facilita mucho la vida de los viajeros, pero que usado de una forma excesiva, puede llegar a desvirtuar y desnaturalizar el viaje. Como siempre, la tecnología se puede usar bien o se puede utilizar de forma incorrecta.

          Como no hay homogeneidad, analizaremos el asunto del wi-fi, aunque sea brevemente, país por país:


          Tailandia:

          En Bangkok, el wi-fi está presente en casi todos los hoteles económicos. En el resto del país, normalmente también, salvo en zonas escasamente turísticas. Nosotros no dispusimos de él, ni en Sangkhlaburi, ni en Petchaburi. Y cuando lo tuvimos, siempre fue gratuito.


          India:

          La implantación es, mucho menor, que en Tailandia. De todas formas, resulta muy heterogénea. En las principales ciudades turísticas, es frecuente disfrutar de este servicio en los alojamientos baratos y en restaurantes u otras tiendas. Delhi, Jaipur, Agra, Bombay, Calcuta, Udaipur, Rishikesh o Puducherry, están entre ellas.

          Sin embargo, en las ciudades de segundo orden, es muy difícil que dispongan de wi-fi en las habitaciones o zonas comunes. Y en el sur de India, esta prestación es casi inexistente, ni siquiera, en hoteles de tipo medio, como los que ocupamos en Trichy o Kanyakumari.

          Dejo constancia, de que en un par de establecimientos, donde pernoctamos, tenían wi-fi. Pero nos lo quisieron cobrar, como un extra. Ni más ni menos, que cincuenta rupias por cada jornada.


          Bangladesh:

          El wi-fi es casi inexistente, en este país. Ni en hoteles -al menos, en los económicos y los de tipo medio, como el de Cox's Bazar-, ni en restaurantes, ni en las tiendas abiertas al público. Algunos routers debe haber, dado que si enciendes el teléfono móvil o la tableta, te aparecen unos pocos. Pero, creo, que fundamentalmente, se trata de empresas privadas, dedicadas a otras actividades. Tampoco disponen de él, las numerosas agencias de autobuses interurbanos, que operan en Dhaka.


          Egipto:

          No puedo generalizar, ni hablar, de más sitios, que de El Cairo y Dahab. En el primero, el wi-fi es bastante frecuente en los hoteles económicos y en los restaurantes de tipo medio o alto. En el segundo sitio, disponen de él casi todos los locales de comidas, siendo más irregular, en los hoteles o guest houses baratos.


          Israel:

          El wi-fi está presente en todas partes. Incluso, hay muchos lugares públicos, como estaciones de tren, bus o aeropuertos, donde es de conexión libre y gratuita. ¡A ver si aprenden otros!.


jueves, 16 de octubre de 2014

La trastienda de un viaje

Camino, de Kanchanaburi (Tailandia)
          Concluye nuestro sexto viaje largo, que de momento, parece que será el último de estas características, en mucho tiempo. Diré, que probablemente, no ha sido el más bonito de todos, pero sí, el más esforzado, de los que hayamos llevado a cabo. Hemos pateado, de arriba a abajo, la India y Bangladesh, como si tuviéramos aversión a tomar, cualquier tipo de transporte.

          Hemos padecido un calor infinito, que en tramos del viaje, ha superado los 50 grados. Hemos estado horas y horas bajo el sol, disfrutando y sufriendo, de lugares maravillosos y horribles. Tales han sido nuestras condiciones extremas, que al llegar a El Cairo, en pleno mes de agosto -con 35 grados a la sombra-, el lugar nos ha parecido un balneario: aceras amplias, gente amable, conductores medio educados, ligera brisa procedente del Nilo... El esfuerzo ha sido tal, que ahora, ya de vuelta, andamos con ciertas secuelas psicológicas, cercanas a la ansiedad y los ataques de pánico. ¡Y no es broma!.
Rishikesh (India)
          Por un lado, estamos encantados, de haber vuelto sanos y salvos, después de más de tres meses pululando por India y Bangladesh (el mes y medio por Tailandia, Egipto e Israel no cuentan, al ser paradisíacos, en comparación con lo otro). Parece increíble, que nada nos haya ocurrido, después de nuestro precario modelo de viaje y de las condiciones extremas padecidas. Y todo, con casi, ni un mínimo contratiempo.
                                                                                                                  Manali (India)
          También, nos mostramos eufóricos. Desde nuestra demorada llegada, nos sentimos tan fuertes, tan reforzados por los avatares de la vida, que cualquier inconveniente, que nos surge, en esta España de chiste, nos parece una minúscula contrariedad, sin importancia. Casi diría, que nos sentimos por encima del bien y del mal, en esta España deprimida y corrupta, gracias a la vacuna recibida, en forma de sufrimientos diversos, allá, por el querido y odiado subcontinente indio.

           Pero, vayamos por partes. Este viaje ha sido extraño. Aunque, al final, siempre acabamos diciendo lo mismo de todos. Al fin y al cabo, largarte casi medio año por el mundo, siempre acaba siendo imprevisible. Al fin y al cabo, lo que teníamos claro, era que queríamos volver a India, por un tiempo dilatado y visitar Bangladesh, único país que nos quedaba de la zona. Bueno, tampoco conocemos Pakistán y fue un país muy estimado, como propuesta añadida, pero nuestro gran grado de locura, de momento, no incluye aventuras, como esta. ¡Todo se andará!.
Thanjavur (India)
          Y lo de un viaje extraño, lo argumento algo más. Debería haber empezado un 7 de febrero y acabó, iniciándose, un 2 de mayo, después de tener que renunciar, a unos boletos aéreos ya pagados, el 19 de marzo, entre Barcelona y Dubai, por razones, que no vienen al caso.    

          Deberíamos haber volado a Bombay y aterrizamos, en Bangkok, destino nunca pensado para este periplo. Pero, como nos gusta tanto Tailandia, nos acabamos quedando allí, 20 días, conociendo sitios nuevos.
                                                  Dahab (Egipto)
          Nuestros planes pasaban, por estar dos meses en India y acabamos viviendo por allí, 87 días. Las dos semanas previstas para Bangladesh, se quedaron en una. Y terminamos transitando por Egipto e Israel, países a los que nos pensábamos en volver, durante muchos años. Y no nos arrepentimos, después de haberlo hecho, porque son dos países con mucha miga y además, contratiempos así, ¡que me vengan los que sean!.
Delhi (India)
          Si la ida fue como un parto, no os cuento la vuelta. Este viaje no tenía previsto durar, más de unos 3 meses y acabamos en 129 días, a solo 2, de nuestro segundo viaje largo, más extenso. Corría un 4 de agosto en Delhi, con ya todo el pescado vendido. Los vuelos estaban caros, como suele suceder, en esta época del año. Pero, se abrió una ventana, para el día 19. 330 euros, un Bombay-Madrid. Bastante económico.

          Que si sí, que si no. Que si estamos hasta las narices de India, que si queremos irnos ya, que si es mucho esperar... Total, que entre paja y paja mental, lo perdimos. Tuvimos, que inventarnos un recorrido de sitios nuevos por Rajasthan -donde no habíamos pensado ni ir-, para entretener el tiempo y buscar otra alternativa, aunque tampoco, con mucho ahinco.

          Los nuevos destinos fueron magníficos: Bikaner, Kota, la maravillosa Bundi, Chittor... Pero, al llegar a la revisitada y redecepcionante Udaipur, se nos encendió la luz. Aparte, de querernos ir ya, nos quedaban 12 días de visa. Había que irse, sí o sí.

          Afortunadamente, nuestro alojamiento tenía wi-fi y nos pusimos, con la tablet y el móvil, a la labor de buscar unos boletos aéreos, que nos sacaran del país. Más de 20 horas -y no exagero-, en dos días, para descubrir, que en esas fechas, volar a Europa es una sangría incurable. ¡500 euros, un Delhi-Madrid!.     Jerusalén (Israel)
Kanchanaburi (Tailandia)
          Estambul, Túnez, Casablanca, Dubai, Abu Dabi, Taskent... Todos eran destinos potenciales. Sí, y finalmente El Cairo, con Royal Jordanian. Ese sería nuestro destino más inesperado, para luego transitar por el Sinaí y volver a Israel, desde donde volar con la española. Vueling, a Barcelona y así, acabar retornando, a nuestra querida y odiada España. Cuando la dejamos, hace ya casi medio año, estaba echa una mierda. Hoy, ni os cuento, porque ya lo podéis ver por vosotros mismos. ¡Han llegado el ébola y las blaxk cards!.

          Empezar este viaje, nos costó y consumió muchas de nuestras energías. Las primeras semanas nos sentíamos fuera de juego, en un país, tan fácil, como Tailandia, a pesar de padecer un golpe de estado (allí, eso es como comer pipas). Luego, nos fuimos animando, tras un par de duras semana en India. Y acabamos de forma pletórica, casi sin querer regressar.


miércoles, 15 de octubre de 2014

El viaje a vista de pájaro

          Para aquellos, que no tengan tiempo o les dé pereza, leer un relato tan largo, como el de la página web, se hace una compilación, en unas cuantas líneas, de lo que ha sido nuestro trepidante viaje, a lo largo de cinco países.
Bundi (India)
          La cosa debió empezar en febrero, para aprovechar el clima más benigno de la zona a visitar, pero se retraso hasta marzo. Compramos billetes a Dubai -con Pegasus Airlines-, pero por causas de fuerza mayor, no pudimos tomar ese vuelo y perdimos el dinero (aún peleamos, con la asegurdora de nuestra tarjeta de crédito).      Fatehpur Sikri (India)

          Finalmente, fue el día 2 de mayo, cuando nos pusimos en marcha, rumbo a Bangkok. No era nuestra intención, volver a Tailandia, pero nos lo pusieron tan a huevo, las tarifas aéreas... Dos mochilas pequeñas, los boletos a la capital Thai y una visa de India, fueron nuestro único y cómodo equipaje.

          Las dos primeras semanas las pasamos, con la cabeza más aquí, que allí, pero luego, todo se fue normalizando. El periplo por Tailandia, resultó muy tranquilo, visitando lugares escasamente turísticos, como Kanchanaburi, Sangkhlaburi, Nakhon Ratchasima, Phimai o Petchaburi. Sitios, muy recomendables y acogedores, cuando uno ya conoce, lo fundamental del país.

          India, India, India. El el 22 de mayo, aterrizamos en Chennai, para completar nuestro segundo periplo por el país, que iba a durar dos meses, pero acabó en tres. A pesar del calor, de los 13.500 kilómetros recorridos o del agobio general, que siempre supone viajar por el país, en plan trotamundos, vivimos una experiencia muy sufridamente, inigualable.
Sanggkhlaburi (Tailadnia)
          Bajamos, a tramos breves, hasta la punta de la India y ascendimos por el oeste, con menos calmas, hasta la ya conocida, Bombay (o Mumbay, que a mi, me gusta menos el nombre). Zigzagueamos por el norte, hasta Delhi y Amritsar y nos sumergimos con placer, en los maravillosos paisajes y las benignas temperaturas, de Himachal Pradesh, acabando en la maravillosa Shimla, lugar, que debería servir de ejemplo a otros estados del país, como ciudad sostenible (aunque dudo, que así ocurra).

          A partir de ahí, comenzó nuestro periodo de santidad y de abstinencia alcohólica -bueno, no fue exactamente así, pero en este epígrafe, debo ser breve-, por las santísimas ciudades de Haridwar, Rishikesh, Allahabad y Varanasi. Terminamos en Calcuta, nuestra tercera casa en el mundo, después de la de Valladolid -pagada y en propiedad- y Bangkok.   Bombay (India)

          Bhubaneswar, Puri y Konark, fueron el preludio, de un aventuroso periplo por Bangladesh, que iba para dos semanas y se quedó en una. El calor húmedo, la falta de entretenimientos, la ausencia de cerveza, el Ramadán y el escaso interés de los lugares a visitar, tuvieron la culpa. Sin embargo, vivimos ricas y enriquecedoras experiencias, además de transitar, por unos mercados magníficos (de los mejores del mundo).

          India, India, India. Vuelta a la India y además, tan contentos, después del estrés pasado en el país vecino. El pescado estaba vendido, pero como no encontrábamos vuelo de vuelta, a buen precio, acabamos haciendo un recorrido muy interesante, por ciudades secundarias de Rajasthan, destacando, la increíble, Bundi.
Jerusalén (Israel)
          Y sin quererlo, aunque estamos muy agradecidos, nuestros huesos fueron a parar a Egipto e Israel, para desde Tel Aviv, volver a Barcelona. El reencuentro con El Cairo fue apoteósico y la semana, que pasamos en Dahab y alrededores, magnífica (lastima, no haber podido subir al monte Sinaí)

          Lo de Israel, resultó ser un formato exprés. Jerusalén -ya visitada- y Tel Aviv, entre precios desorbitados, por todo, muchas medidas de seguridad y humillación en las fronteras. ¡Nada nuevo bajo el persistente sol!..

martes, 14 de octubre de 2014

El viaje en cifras

          -129 días de aventura -o lo que es los mismo, 18 semanas y tres jornadas más-, transitando por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. De todos esos países mencionados, solo el tercero era nuevo.
Kanchanabury (Tailandia)
          -En torno a 18.000 kilómetros realizados -unos 13.500, por India, que se suman a los 10.000, de la vez anterior-, solo por vía terrestre. 75 destinos visitados, que nos sirvieron para hacer 1.850 disparos fotográficos, de los que resultaron, 1.578 fotos. Este tema, tuvo su miga. Se nos rompió la cámara y acudimos a una segunda, de repuesto, que también falleció. Terminamos el último mes, haciendo las fotos con el móvil y a la vista están los efectos:, ¡no os podéis imaginar, cuantas han quedado borrosas!.
                                                                                                        Puri (India)
          -Pernoctamos en 59 alojamientos (42 en la India). En algunas ciudades cambiamos de hotel en varias ocasiones, por no estar conformes, con el primeramente elegido. El hospedaje más caro, lo pagamos en Israel, llegando a abonar 20 euros, por dos camas en un hostel. En India, con precios muy variables, aunque siempre baratos, logramos dormir por menos de 2 euros, en Fatehpur Sikri, en lo que fue, nuestro hotel más barato del viaje.

          -Pasamos 28 noches sin alojamiento -18 en India-, repartidas entre trenes, autobuses, aeropuertos, estaciones ferroviarias, la calle... Aunque, parecen muchas -y lo son-, no son tantas, proporcionalmente, como en algunos otros viajes largos. De todas formas, esto significa, que casi una de cada cinco noches -en concreto, 4,77-, no tuvimos hotel y en unas pocas ocasiones, siquiera, lugar para dejar el equipaje, durante el día.
El Cairo (Egipto)
          -En los 129 días de aventura, gastamos 3.629,67 euros, en total y sumando, todos los conceptos, lo que supone una cifra de risa. Ello significa un gasto medio por día, de 28,14 euros (para los dos). Y eso, que casi la mitad de lo gastado, se lo llevaron los vuelos: : 1.756,03 euros. El resto del transporte supuso, un ridículo importe, de 316,08. Para alojamientos, dispusimos de 560,10 euros y para gastos corrientes diarios, 739,52. En cuanto a los visados, utilizamos, 241,78 euros y para entradas a lugares de pago, 13,91. Conseguimos ver muchísimas cosas, buscándonos la vida, sin abonar un solo euro, como se le supone, a nuestra delicada economía de guerra.
                                                                                                        Rishikesh (India)
          -Pasamos, la friolera de 447 horas y 26 minutos, montados en diversos medios de transporte público, ya fueran trenes, buses, aviones o barcos. En este cómputo, no se incluyen, las horas invertidas en transportes locales, como autobuses urbanos, metro, tranvía. rickshaws, taxis o tuk tuks, entre otros. No hace falta saber de matemáticas, para intuir, que la cifra expuesta es una auténtica barbaridad. De los 129 días de nuestro periplo, 19, casi completos, nos los pasamos viajando

sábado, 11 de octubre de 2014

Los 10 peores momentos del viaje

                                                                                Allahabad (India)
          1º.- El calor en general y especialmente, el que padecimos en Delhi, antes de partir para Amritsar, a mediados de julio. Superamos los 50 grados y pasamos un día sin hotel, vagabundeando y estando a punto de tener problemas, con un imbécil integrista, por tomar una cerveza en la calle. Ni siquiera en la estación de trenes, con aire acondicionado, fuimos capaces de reaccionar.
                                                                                                       Kanchanaburi (Tailandia)
          2º.- En Calcuta, también sin hotel, al marcharnos esa misma noche a Bangladesh y con abrasador calor húmedo. Dolor de barriga y estómago, diarrea y todo un día sin comer, convirttieron a ese día, en el peor del viaje.

          3º.- Paseando con los bultos a cuestas -ninguna agencia de autobuses te los guarda-, por la calurosa y agobiante Dhaka, antes de que cayera el diluvio universal y en pleno Ramadan. Y además, sin fórmulas posibles de diversión, más allá, de matar el tiempo en un decadente y lúgubree ciber.
Varanasi (India)
          4º.- Comiendo muy mal, a lo largo de todo Rajasthan, mientras recorres ciudades tan maravillosamente asquerosas, como Bikaner.

          5º.- Aterrizando en Chennai (India) y descubrir, que nada de lo malo de este país, ha cambiado a mejor (si acaso, a peor). Fue pisar la calle, escuchar el inequívoco, pi, pi, pi, pi de los coches y demás cacharros y decir: “Efectivamente, estamos aquí”. Entonces, te pellizcas y te das cuenta, de que no es un sueño.

                                                                              Bhubaneswar (India)
          6º.- Tirados en Calcuta, deprimidos, encerrados en la habitación, con ventana semi ladrillada, por donde entraba olor a chapatis quemados. Y todo, por no saber a donde tirar, por estar mentalmente, colapsados. Bangladesh, Corea, Japón.... Sin ideas claras, de como salir de aquí y seguir camino.
                                                                                                        Amritsar (India)
          7º.- Siendo perseguidos por los pelmas, en Varanasi. Especialmente, por uno, al que intimidamos, le llamamos de todo y aún así, no nos dejo de seguir, durante hora y media, hasta que encontramos alojamiento (por supuesto, se quedó sij beneficio alguno, faltaría más y habiendo perdido su tiempo).

          8º.- Tratando de entrar en Bangladesh, poniéndonos más pegas y pegas, una vez, eso sí, que ya nos habían sacado los 52 dólares de los visados. La salida, tampoco fue un buen momento, pero sobre ese tema, ya hay un post en eel blog
Dahab (Egipto)
          9º.- Estropeándose el móvil, en Kanyakumari e impidiéndonos comunicarnos por whatsapp, herramienta que nos resultaba bastante cercana y práctica. La pantalla se quedo en blanco y con empeño, conseguí repararlo un par de semanas después. Nos quedaba la tablet, pero en India el wi-fi, todavía es bien de lujo, al menos, en los establecimientos hoteleros económicos.
                        
          10º.- Llegando a Allahabad. Al bajar del concurrido tren, una avalancha de gente, que quería entrar a toda costa y sin reparar en nada y en nadie, nos atropelló, dando con nuestros huesos en el suelo, mientra tratábamos de bajar (afortunadamente, sin consecuencias).
 Fatehpur Sikri (India)

viernes, 10 de octubre de 2014

Los 10 mejores momentos del viaje

                                                                 Dahab (Egipto)
          1º.- y casi único y sublime: cada día, al llegar al hotel y al comprobar, que habíamos superado una jornada más,, vivos, con todas sus dificultades, con todo el esfuerzo y, sobre todo, con las altísimas temperaturas, tan insufribles. Darse una ducha, ponerse debajo de un ventilador de techo, tomar una cerveza helada y relajarse, fueron el motor, que nos ayudó a continuar, en nuestro viaje.
Thanjavur (India)      
          2º.- Volver a Bangkok, por enésima vez. No estaba previsto, pero por motivo de los precios de los vuelos, acabamos, una vez más, en esta maravillosa ciudad. Y el reencuentro fue encantador, con acampada gigantesca cercana a Kahosan, incluida, que derivó en golpe de estado, l día antes, de que nos marchábamos del país.

          3º.- Retornando a El Cairo. La ciudad, que tan inhóspita nos había parecido, en 2.006, resultó, como ir, a nuestro particular spa. Nada es casual: El Cairo ha mejorado mucho -especialmente, en la zona islámica antigua- y nosotros, necesitábamos salir de India, fuera como fuera y a cualquier parte.
                                                                                                          Manali (India) 
        4º.- Encuentro con María y Carol, en Agra y Fatephur SiKri o con María José y Almudena, en Varanasi. Momentos intensos y agradables, con muchas vivencias y recuerdos de por medio, en un viaje, en el que apenas nos topamos con españoles (digamos, que casi, con extranjeros). No me extraña, que India sea el país número 28, en cuanto a recepción de turistas.

          5º.- Buceando en Dahab (Egipto), en uno de los marcos más incomparables para esta reconfortante práctica. ¡Merece mucho la pena! Y no hay demasiada gente.

                                                 Nakhon Ratchasima (Tailandia)
          6º.- Marchándonos de Bangldesh, después de uno de los periplos más estresantes y aventureros, de nuestra trayectoria viajera.
Margao (India)
          7º.- Retornando a Calcuta. Es nuestra tercera casa en el mundo, después de la que tenemos en propiedad, en Valladolid y la inolvidable, Bangkok. Es la ciudad, donde mejor se come y se bebe en India y nosotros -que conocemos buenos sitios-, lo agradecimos.

          8º.- Siendo invitados, a una cena de Ramadan, en Cox's Bazar, a punto de abandonar Bangladesh. Comimos hasta reventar, en un ambiente muy agradable.

                                                            El Cairo (Egipto), arriba y Bangkok (Tailandia), debajo
          9º. Bañándonos en las playas de India -Kovalam, Varkala y Goa-, después del insoportable calor y de la dureza de las ciudades.

          10º.- Engullendo con ansia, bolas de queso con guindillas y rebozadas, en Dheradun. Mira, que esta vez, hemos comido mucho mejor en India y que el reencuentro, con el riquísimo chow mein, fue sonado y más tempranero, que en el viaje anterior. Pero, como este rico y sabroso plato, ningún otro, en India. También, podríamos destacar, volver a degustar el ful o las tamiyas, de Egipto.


          Y no debemos olvidarnos, aunque sea fuera del decálogo, de nuestra única habitación con aire acondicionado, en Dahab. Gracias a Dios o a Alah, allí casi todas lo tienen, porque si no, habríamos perecido abrasados.
Sangkhlaburi (Tailandia)