Esta vez, no perdimos el avión y aterrizamos en Nador, sin
novedad. Como los taxis son caros y no encontramos a nadie para compartirlo,
empezamos a andar por la carretera, a ver que ocurre. A los 100 metros, se
detiene un cochazo, ocupado por varios jóvenes. Lo conduce un chico, que ha
venido a buscar a sus amigos al aeropuerto, que venían en nuestro mismo vuelo.
Nos invitan a subir y cambian hasta su ruta, para acercarnos hasta nuestro
destino. Conversación entretenida, sobre la crisis y el fútbol, a gran
velocidad –más de la permitida-, cuando nos detiene un policía. Él sonríe y los
chicos, también. Hay gestos de complicidad. Larga charla en árabe, en la que
nos parece entender, la palabra, comisaría. El conductor muestra su carné de
conducir, junto a 20€. El primero le es retornado, pero no así y como cabía
esperar, los segundos. Más sonrisas y adiós. Según nos cuentan, por lo legal,
la multa habría sido bastante mayor. Nador
Nador es
una ciudad moderna, con cierto encanto, gracias a su paseo marítimo, su gran
mezquita y sus numerosos puestos callejeros, de ropa, comida, fruta o te, muy
especiado y a 1 dirham. La tarde se muestra muy ventosa. Están tan poco
acostumbrados al turismo, que pasamos desapercibidos.
Al día
siguiente, nos vamos a Melilla. Larga cola y lentos trámites para pasar a la
ciudad española, después de deshacernos a voces, de los que te quieren vender
por 3 euros –como en Ceuta-, un formulario de ingreso, que es gratuito.
Melilla
La ciudad
resulta ser, mucho más de lo esperado. Tras la frontera, se halla un barrio
marroquí, con sus negocios típicos y mucho embalaje, tirado por el suelo.
Luego, y caminado por el paseo marítimo, se llega a la plaza de España y a sus
calles colindantes, con bellos edificios modernistas (el segundo exponente
nacional en este estilo, después de Barcelona). Justo pasando otra plaza, nos
encontramos otro barrio marroquí, donde numerosos hombres, venden sardinas
frescas, en cajas colocadas en el suelo.
Pero, la
joya de Melilla es su extraordinaria fortaleza, restaurada y espectacular. Es
gratuita, como todos sus museos. La visitamos solos, con un tiempo muy variable,
mientras el mar golpea fuerte, contra las rocas y los muros. Extraordinarias vistas
de la escarpada costa y de las islas de Chafarinas, en una jornada sin nebulosa
alguna (algo, que nos dicen, es muy frecuente).
Después de
comer, nos aprovisionamos de euros en el cajero, conservas y bebidas
alcohólicas, para nuestro dilatado periplo marroquí, por el Sahara occidental y
la antialcohólica Mauritania.
Cambiamos
de planes. Para no pasar el fin de semana en Rabat, a la espera de hacer la
visa de Mauritania, iremos hasta Oujda y así, llenaremos un día más. Cogemos
nuestro primer autobús del viaje, que para variar, en Marruecos, sufre un
avería.
Oujda es
una ciudad agradable, de las más modernas de Maruecos. Su limpia, tranquila,
bien asfaltada y coqueta medina, nos recibe con sosiego, aunque también, con
algún desequilibrado y niños pedigüeños, bien vestidos. La calle de las
joyerías, parece surgida de cualquier barrio lujoso, de Nueva York o Londres.
La
especialidad del lugar, no es el tajine o la harira, sino el “todo junto”, que
se vende en decenas de establecimientos: carne o embutido, huevos, queso y
verduras, en un mismo bocadillo, a libre elección de ingredientes y con papas
fritas.
Las
imposiciones religiosas aquí, aparecen también, más relajadas. Son muchas, las
chicas que llevan el pelo sin hijab o que visten ropa ajustada –aunque sin
escote, si en algún caso, con parte de las piernas al aire-, hay tiendas de
cerveza y alcohol y hasta vemos a jóvenes, con pantalones estilo “cagados”. El mayor
poder adquisitivo, se muestra, entre otras muchas facetas, en la buena cantidad
de gente, que lporta gafas.
Oujda
Si en
Nador, no nos pareció estar en Marruecos, hoy en Oujda, nos da la sensación de
estar en Europa, sino fuera porque cuatro colegiales, recogen la lata de
cerveza, que hemos dejado vacía en el suelo y rechupetean las babas, como si
estuvieran deleitándose, con Moet Chandon. ¿Será esta nueva generación, la qué
formará el revolucionario islamismo del futuro?. Tiempo al tiempo.