Plaza de España, de Madrid (15 de julio, de 1.987)
Si no se producen novedades, voy a
cerrar el año con un post sobre nuestras actividades navideñas y
otros dos, recogiendo una serie de momentos, que marcaron,
tremendamente, nuestros viajes, a lo largo de 30 años. Ya, desde
hace tiempo, divido nuestros periplos por el mundo en dos categorías:
los de la prehistoria -correspondientes al siglo XX- y los de la edad
moderna, que llegan hasta nuestros días. Empecemos por los primeros.
-15 de julio, de 1987. Viajé a
Madrid, junto a la que un año después se convertiría en mi pareja
y dos primos lejanos suyos. Dos objetivos importantes motivaban esta
escapada: recoger nuestras calificaciones de primero de periodismo y
en mi exclusivo caso, asistir al memorable concierto, de U2, en el
estadio Santiago Bernabeu.
La mañana fue perfecta, porque los
dos aprobamos todo. La tarde ofreció contradicciones, en un claro
dulzor amargo. Había quedado con un amigo, en Sol -frente a la
Mallorquina-, para asistir al evento y tras esperarle, durante dos
horas, me di cuenta, de que me había dado plantón. Volví al
encuentro con mis acompañantes -no sé, como lo hice, porque no
había móviles- y me quedé sin el histórico concierto. Ni
siquiera, revendí la entrada a la puerta del estadio, a pesar de que
en la radio decían, que daban 15.000 pesetas por ella (la había
comprado, a 1.500). A cambio, pasamos una magnífica noche, que ayudó
a poner los cimientos de una relación, que ya dura treinta años.
París, 1,989
-Marzo, de 1989. Después de recibir
una importante recompensa económica, viajo con mi pareja a París,
en el ya mítico y desparecido tren, Puerta del Sol. Tuvimos un serio
problema con el alojamiento reservado -no existía Booking, que
también da inconvenientes- y nos ahogamos en una gota de agua. Tras
dos noches, regresamos a casa, compungidos. Nos fundimos el resto del
dinero en comidas, copas y juergas, en Madrid y prometimos, que nunca
más volvería, a ocurrir esto.
-Un año después y en Amsterdam,
fuimos víctimas del único atraco, que hemos sufrido en nuestra
trayectoria viajera. Por entonces, aquella ciudad era el estercolero
de Europa. Mucha gente dudosa iba,directamente, al choque y en uno de
ellos, mi pareja se puso furiosa y contraatacó. Los dos individuos
nos acusaron de haberles tirado de la mano una cantidad de droga y
tuvimos, que negociar una recompensa. Al final, nos sacaron 25
florines holandeses. Sofía, 1.997
-Tres años después, en Sofia, fueron
dos policías, quienes nos levantaron veinte dólares. Nos pidieron
los pasaportes, cerca de la estación de autobuses, donde íbamos,
para tomar un vehículo, a Estambul y se negaron, a devolverlos, sino
pagábamos. Otra vez, la negociación fue a cara de perro, pero -por
la cuenta, que nos traía-, sin abandonar la sonrisa.
Amsterdam, 1.990
-Tras tomar ese autobús y sin ser
nuestro objetivo, nos colamos de ilegales, sellando sólo en aduana,
pero no en el puesto fronterizo. Al tratar de salir del país, al
final de nuestras vacaciones, un policía nos indicó, que teníamos
un serio problema y nos llevó ante su inmediato superior.
¡Acojonados y casi llorando!. Afortunadamente, este hombre era joven
y poco castigado por la vida y por sus mandos y entendió, a la
perfección, nuestras explicaciones.
Budapest, 1.991
-En septiembre, de 1.998, sufrimos el
único robo en un alojamiento, en nuestra dilatada experiencia
viajera y resultó ser, una triste bolsa de aseo vacía de mi
infancia. Llegamos al cmaping, de Torun, en Polonia. No había casi
nadie y al montar la tienda, ya nos advirtieron del peligro de hurto.
Así ocurrió, durante la madrugada siguiente. Yo ni me enteré, pero
mi pareja oyó el ruido de la cremallera y se abalanzó sobre él,
huyendo el ladrón a toda velocidad.
Estambul, 1.994
Obviamente, cambiamos de alojamiento y
nos fuimos a un motel, donde se practicaba la prostitución. Esa
noche, pusimos el armario delante de la puerta de nuestra habitación
y aún así, dormimos poco.
-Al regresar de ese viaje, desde
Polonia, a Praga, también solos en el vagón de un inquietante tren,
fuimos advertidos por el revisor, de que no podíamos dormirnos hasta
las cuatro de la madrugada y hubiéramos cruzado la frontera. En
aquellos tiempos, no eran pocos, los que hablaban de los trenes del
gaseo, en esta zona de Europa, donde te dormían con gases y te lo
robaban todo. No sabemos, de la veracidad de esta historia, pero
metía bastante miedo.
Munich, 1.991
-Los primeros pasos de la
independencia de Cataluña, los vivimos nosotros en nuestras carnes,
en Zagreb, en junio de 1.999., Fuimos reprimidos en nuestra propia
lengua, por un conserje extremista de hotel, que nos dijo, que
nosotros no halábamos español, sino castellano, porque en la
península se reconocían otros idiomas, como el catalán, un pueblo
oprimido.
Anteriormente, esa misma jornada, nos
habían reñido en la calle, al vernos con una antigua guía
Trotamundos, en cuya portada ponía: “Yugoslavia”. Cualquier parte del mundo