Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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jueves, 21 de diciembre de 2017

Momentos impactantes de nuestros viajes de la era moderna

                                             Esta es de Egipto, en 2.006 y la de abajo, de Turquía, en 2.008
          Si, los momentos impactantes de nuestros viajes de la prehistoria fueron trascendentales, nada más determinante, que lo ocurrido al poco de arrancar el siglo XXI., que nos llevó a estar seis años sin arrimarnos a un sólo aeropuerto y limitando, sobremanera, nuestras posibilidades viajeras futuras.
Siria, 2.007
          -No ocurrió, de repente, por supuesto. Durante los últimos años del siglo pasado, había ido desarrollando cierto pánico irracional a los aviones. Y todo, acabó estallando en un vuelo de vuelta, desde Lanzarote y con Air Europa. Las turbulencias fueron tales, que casi desparramo la comida y la bebida por el asiento y sus inmediaciones. ¡Todavía se podía fumar en los aviones!, aunque alguien, no lo crea.

          -Un año después, tocábamos fondo. Después de haber recorrido decenas de países y de tener una situación laboral y económica envidiables, nuestras vacaciones consistieron en ir, a Cádiz y Málaga occidental, en mayo y a las procincias de Barcelona y Gerona -visitadas anteriormente-, en septiembre.
                                                                                                       Lesotho, 2.010
          -Una tarde de domingo de primavera, del ya lejano 2.005 y después de haber estado toda la jornada de cañas, caigo en un ahora decadente foro de viajes y leo las experiencias de una chica, en su periplo por Siria. Empiezo a pensar, que no no podemos perder sitios, como este y pongo todos los esfuerzos en superar la maldita aerofobia.
Egipto, 2.006
          Tras leer decenas de documentos sobre el tema, acabo decidiendo, que lo mejor es empezar por un vuelo corto. Las primeras vacaciones, de 2.006, fueron a Reino Unido e Irlanda y las segundas, a Egipto (cancelamos la idea de ir a Siria y Líbano, por el deterioro de la situación de este último país). Como curiosidad, mi pareja, que nunca había temido a los aviones, lo pasó peor, que yo, en este reencuentro con las aeronaves.

          -2.007, resultó el año más determinante y con más sabor agridulce, hasta el momento. Después de un revés laboral terrible y tras muchas dudas y deliberaciones, el 1 de noviembre, ponemos las bases para lo que iba a ser nuestro primer viaje largo, durante cinco meses, que llevaríamos a cabo desde febrero del siguiente ejercicio, hacia Sudamérica, Centroamérica y México.
                                                                                Jordania, 2.007
          -Tres años después y animado por un antiguo amigo argentino, nos embarcamos en nuestro tercer periplo largo, a través de África meridional y del este. No es, ni de largo, el itinerario en el que hayamos visto más cosas, pero sí, el que vivimos más emociones vibrantes y más situaciones difíciles (afortunadamente, todas bien resueltas, gracias a un posible intangible ángel de la guarda -supuestamente- negro).
Zimbabwe, 2.011
          -Al fin y en septiembre, de 2.011, después de haber visitado 106 países, arribamos, a India, después de un penoso, duro y largo proceso de gestión de visados, en Colombo. Desde entonces, hemos pasado casi siete meses en el país, en tres periodos distintos.

          -Al inicio de la Euro, de 2.012, celebrada en Polonia y Ucrania, se me enciende una luz y decidimos compaginar turismo y fútbol. Sacamos billetes de avión, con Ryanair, a Varsovia y además de conocer diversos países -como Moldavia y Transnistria-, asistimos a la final, en la agradable Kiev, en la que España goleó, a Italia.
                                                                                                        Ucrania, Euro, 2.012 y debajo, India, 2.011 
        -En junio, de 2.017, aterrizamos en Japón, después de tres intentos fallidos anteriores, que habían comenzado seis años antes, cuando incluso, habíamos tenido ya boletes aéreos comprados. La larga espera mereció la pena.

          Y para terminar, reseñar tres veces en esta historia moderna de viajes, en las que nos trataron de robar en nuestra habitación de hotel, siempre con la misma mecánica, en Malawi, Turquía del este y Bangladesh. Seguirnos y espiarnos, durante el día y aporrear la puerta de nuestra alcoba por la noche, para pillarnos, dormidos, desconcertados y así, abriéramos la puerta, dejando nuestras pertenencias y dinero en bandeja de los desalmados delincuentes. En ningún caso, lo consiguieron.

jueves, 15 de septiembre de 2016

14 "pequeños" destinos imprescindibles en África

Frontera entre Sahara y Maurittania
          Afortunadamente, terminó este insoportable verano, lleno de tardes soporíferas, aunque también de fiestas, conciertos, limonadas, barbacoas... Por diferentes circunstancias -que no vienen al caso- el periodo estival ha transcurrido sin un viaje, que llevarnos a la boca. El debate, a fecha de hoy, es si nos iremos 20 días a Grecia, en octubre; arrancaremos el séptimo viaje largo, en noviembre o pasaremos este año en blanco. Ya iremos viendo.
                                                                                                                                       Rosso (Mauritania)
          Mientras tanto y después de tres meses sin publicar, retomo el blog con el objetivo de haceros llegar catorce “pequeños” lugares de África, que no deberíais perderos en los periplos por este continente. No se trata de sitios famosos, pero si entrañables, encantadores o pintorescos. No se exponen ni en orden ascendente, ni descendente, sino simplemente geográfico, de este a sur y de noroeste hacia abajo. Y además, sin repetir un solo país.

          -Bahariya (Egipto): A unas cuatro horas en coche de El Cairo, este oasis no tendría nada de especial, sino fuera porque a unas decenas de kilómetros, se hallan los desiertos Blanco y Negro, muy sorprendentes, poco turísticos y maravillosos.

                                                               Fadiouth (Senegal)
          -Harar (Etiopía): Se trata de la cuarta ciudad sagrada del Islam y aunque es una gran urbe, su centro histórico se presenta bastante recogido y muy atractivo, con casi cien mezquitas de diferentes épocas, bellas casas tradicionales y calles gremiales, a casi 2.000 metros de altitud.
Vilankulos (Mozambique)
          -Lamu (Kenia): La más antigua y tradicional ciudad swahili del África oriental, ofrece encantadoras calles, que parecen haberse detenido en el tiempo, además de gentes muy amables y bonitos paisajes de mar. Quizás, no sea tan bello, como Zanzibar, pero sí, mucho menos turístico.

          -Namanga (Tanzania): Se trata de un pueblo de unos 10.000 habitantes, en la frontera con Kenia, que penetra parcialmente en este país. Es uno de los lugares donde contemplar la cultura masái en estado puro, sin la contaminación de las agencias de viajes y sus tours. Las celebraciones religiosas musulmanas están a la orden del día.
                                                                                                                                                 Djenné (Mali)
          -Chipata (Zambia): A pesar de no ser un núcleo muy pequeño, la ciudad conserva su indiscutible talante rural y agrícola, dentro del parque nacional de Luangwa del Sur. El mercado es puramente africano y sus gentes resultan entrañables, en un país, donde la hostilidad hacia los extranjeros blancos se hace incuestionable.

          -Michinji (Malawi, en la frontera con Zambia): Malawi es de las naciones más pobres del planeta, pero el turista siempre es bienvenido y -en la medida de lo posible- agasajado. Tiene todos los encantos de las pequeñas ciudades de frontera y ninguno de sus inconvenientes. Al menos, durante nuestra estancia, las actividades lúdico-festivas nos llenaron de gozo.
-Vilankulos (Mozambique): Una de las joyas de este país, algo dispersa -como es frecuente, en África-, pero encantadora, donde parece que uno ha retrocedido varios siglos atrás, cuando se observan las artes de la pesca y preciosos barcos, que parecen sacados de una película medieval. Me ha costado decidirrme entre este núcleo urbano y Cuchamano, en la frontera de Zimbabwe, uno de los lugares más entrañables del continente.

                                                                                                Michinji (Malawi)
          -Kariba (Zimbabwe): Disperso enclave de cultura y tradiciones muy rurales, donde contemplar animales salvajes está a la orden del día. Nosotros llegamos a fotografiar elefantes a dos metros de distancia, además de ver hipos, cebras y otras muchas especies. Afortunadamente, nuestras imprudencias no tuvieron castigo.
                                                                                                                                    Mamamga (Kenia)
          -Tozeur (Túnez): Que yo sepa, se trata del mayor palmeral del mundo, donde acabamos odiando y vomitando los dátiles, debido a los excesos, que como otras tantas veces, cometemos. Un lugar con mucho encanto, con pocos viajeros y con ningún pelma.

           -Mulay Idris (Marruecos): Después de siete viajes al país, resulta difícil elegir un sólo sitio. Nos quedamos con este, por ser poco conocido y maravilloso. Enclavado en una roca, se puede disfrutar de sus estrechas calles empedradas, las colinas adyacentes y las cercanas ruinas de Volubilis.            Lamu (Kenia)


          -Frontera de Sahara Occidental: Los cinco o seis kilómetros, que separan este país, de Mauritania, se constituyen en una de las experiencias más alucinantes para el viajero. Territorio salvaje, lleno de minas y coches quemados, donde sin un conductor experto, se pierde la vida, seguro. No hay más población, que los numerosos empleados y buscavidas chantajistas de los puestos fronterizos.
                                                                                    Harar (Etiopía)
          -Rosso (Mauritania): Otra localidad fantástica de frontera, sino fuera por sus lamentables y tenebrosas infraestructuras hoteleras. Existe un mercado -al menos, los domingos-, genuino, muy animado y maravilloso.

          -Fadiouth (Senegal): Conectada por un largo puente de madera con la población de Joal, esta isla artificial llena de conchas, resalta la cotidianidad y convivencia de cristianos y musulmanes -con sus respectivos cementerios- en plena Petite Coté. ¡Un momentazo!.

          -Djenné (Mali): Sus construcciones tradicionales en adobe, hacen de este lugar un destino incomparable, sobre todo, si se visita los lunes, día del animado y bullicioso mercado, donde conocer gente y comer mil cosas distintas, resulta bastante factible. ¡Recomiendo las sabrosas albóndigas de pescado!.
Entradas  a monumentos egipcios

lunes, 13 de junio de 2016

Comer en los aviones: una delicia con inmerecida mala fama

          Mientras terminamos de deshojar la margarita, a ver, si definitivamente, nos vamos a Japón en los próximos días -llevamos retrasando dos meses este viaje-, voy a escribir una entrada en este blog, sobre las aerolíneas donde mejor hemos comido, a lo largo de los últimos cinco años, descartando los periodos anteriores.


          Evidentemente, en ese corto periodo de tiempo, no hemos volado con más de 20 ó 30 compañías, con lo que puede haber muy buenas aerolíneas a nivel gastronómico, que no aparezcan aquí recogidas. El orden será descendente, terminando por la que más nos gusta. Vamos con ello.

5ª.- Afriqiyah Airways. Se trata de una aerolínea libia, con aviones muy nuevos, que nos transportó desde Trípoli, a Johannesburgo. Además de calidad, mucha cantidad de alimentos. Para un vuelo de ocho horas nos pusieron tres comidas. La primera, a base de carne al grill y ensaladas. La segunda, un semidesayuno, algo más ligero, pero completo. Y la tercera, un desayuno en toda regla, con kebab y una tortilla de dos huevos incluidos.


          4ª.- Qatar Airways. Hace tiempo, era la primera o la segunda en nuestro ranking, pero la calidad ha bajado en los últimos años -como sucede con otras de la zona, como Egypt Air y Royal Jordania- y también la cantidad. Una de las últimas veces, hasta nos regatearon el vino.. Hemos volado bastante con ellos. .En los buenos tiempos, un plato de enormes trozos de pollo al grill y con arroz al curry, ensalada de pescado marinado y macedonia de frutas, regados con excelente vino chileno y brandy, era una comida muy habitual. Para escalas de más de cinco horas, en Doha, sirven ricos platos gratuitos, aunque algo grasientos.



        3ª.- Emirates. En un vuelo, entre Dakar y Dubai, por ejemplo, nos sirvieron un enorme pescado con puré de patatas y ensalada de salmón y verduritas, al limón, regados con vinos de Nueva Zelanda, Sudáfrica o tinto de California, además de cuantos licores quisimos (el champán lleva cargo).El servicio a bordo resulta muy esmerado.


          2ª.- Srilankan Airlines. Extraordinaria compañía, con la que sólo hemos volado una vez, entre Dubai y Bangkok. Nos agasajaron con un delicioso, jugosísimo y enorme trozo de hammour -equivalente al mero, pero más sabroso-, sabiamente especiado y con tagliatelle, acompañado de una ensalada de dos pescados marinados.



        1ª.- Turkish Airlines. Esta aerolínea la hemos tomado hace menos de una año, para volar desde Madrid, a Seúl. La comida resulta antológica. Sirva, como ejemplo, este menú: cordero asado con puré de patatas picante, verduras varias al dente, bulgur y una fantástica ensalada de salmón marinado con crujiente de hierbas aromáticas, además de otra más normalita de aceitunas, queso y pepino. Vino y bebidas alcohólicas a discreción, al antojo del viajero. Para vuelos tan largos, se agradece este esmero



          ¿Quién dijo, qué en los aviones se como mal?. Probablemente, el mismo que ha tenido éxito con las cestas de publicidad en los portales, para evitar la publicidad en el buzón, que a mi me encanta.
Ninguna foto de las que ilustran el post, es propia.

lunes, 24 de noviembre de 2014

España e India: cifras y datos

                                                                    Maspalomas (Gran Canaria) 
         Quiero que este post, maneje más datos y cifras, que opiniones. Las conclusiones las sacáis vosotros. ¿Demagogia o verdades escandalosas, cómo puños?. Posibilidad tenéis para opinar en los comentarios.
Rishikesh (India)
          Ya os comenté en cierta ocasión, que en India, hay un 33% de exclusión social, pero -y el dato es para alarmarse-, que en España, ya estamos en el 25% y subiendo. La semana pasada hemos conocido, que la tercera parte de los españoles, que trabajan -normalmente, por ser jornadas cortas-, lo hacen por menos del equivalente, del salario mínimo interprofesional Cada día aumentan, las personas, que disponen de curro, pero no salen de pobres, ni con todos sus esfuerzos.

          En India, uno puede acumular varios y pequeños trabajilloss. Quizás, alguno de ellos sea algo humillante, pero rsultan trabajos, al fin y al cabo. En España, recientemente escuché, a una persona con dos carreras y cinco idiomas, que se encuentra limpiando aseos, en una ciudad, de Alemania. Y tengo el caso de una amiga licenciada y con muchos años de ejercicio, a la que hoy no llaman, ni las empresas de limpieza. En India, tú decides si te humillas o no. Aquí, lo deciden los empresarios y la administración. Enhorabuena, si has conseguido la suerte de hallarte, entre los benditos humillados.

                                   Teror (Gran Canaria)
          En la actualidad, estoy escribiendo relatos de viajes anteriores -todos, por destinos nacionales-, que en su día dejé en un cajón, por pereza. Hace unos días releí y escribí, que por un trayecto de autobús muy cutre, entre Vitigudino y Aldeadávila de la Ribera (Salmanca), pagamos el año pasado, 4,40 euros cada uno, por un tramo de 31 kilómetros. Es, prácticamente, el mismo importe, que abonamos hace unos meses, por un billete de tren, en litera, entre Varanasi y Calcuta, separadas entre sí, por 680 kilómetros. Haciendo una fácil división se concluye, que viajar por España, es 22 veces más caro, que hacerlo, por India.

          11,63 euros abonamos, por un bus de Zaragoza, a Lérida (152 kilómetros), con una impresentable empresa -desaconsejada para todo el mundo-, llamada Ágreda. Por menos de ese importe, puedes hacer, en India, el trayecto entre Kanyakumari -punta del país- y Amritsar -en la frontera, de Pakistán-. O lo que es lo mismo: 3,187 kilómetros. Y creedme, si os digo, que este tren existe.
Kanchanaburi (Tailandia)
          Duración y destino de nuestros viajes, de 2.013: Cinco días en Asturias y Cantabria -Semana Santa-, 3 en la provincia de Soria, dos en la de Burgos, 8 en la Costa Brava, seis en Salmanca y 16, entre Aragón, Cataluña, Canarias y Andalucía. Sumando todos los gastos de esos periplos, sobrepasamos los 2.200 euros en total. No llegan, a 2.000, si descontamos los vuelos, los que nos gastamos en casi cinco meses, por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. E incluyo los costes de los visados, de tres de esas cinco naciones.               Lérida

          Y una más. A un indio, entrar en cualquiera de sus numerosos monumentos nacionales -y son incontables-, le cuesta, entre 6 y 12 céntimos de euro (un poco más caro ,pero no mucho, si hablamos del Taj Mahal). Para un español, visitar la más mínima tontería en nuestro país, no le baja de tres o cuatro euros. Cualquier catedral -Lérida, por ejemplo-, te vale 5 euros o más, Y por encima de 10, 15 ó 20, las grandes joyas de nuestro patrimonio.



           Podría seguir, pero creo, que no merece la pena., porque sería más de lo mismo

viernes, 24 de octubre de 2014

Wi-fi: el mejor amigo y enemigo del viajero

          Por primera vez en un relato largo, tenemos que referirnos a este importante aspecto, que facilita mucho la vida de los viajeros, pero que usado de una forma excesiva, puede llegar a desvirtuar y desnaturalizar el viaje. Como siempre, la tecnología se puede usar bien o se puede utilizar de forma incorrecta.

          Como no hay homogeneidad, analizaremos el asunto del wi-fi, aunque sea brevemente, país por país:


          Tailandia:

          En Bangkok, el wi-fi está presente en casi todos los hoteles económicos. En el resto del país, normalmente también, salvo en zonas escasamente turísticas. Nosotros no dispusimos de él, ni en Sangkhlaburi, ni en Petchaburi. Y cuando lo tuvimos, siempre fue gratuito.


          India:

          La implantación es, mucho menor, que en Tailandia. De todas formas, resulta muy heterogénea. En las principales ciudades turísticas, es frecuente disfrutar de este servicio en los alojamientos baratos y en restaurantes u otras tiendas. Delhi, Jaipur, Agra, Bombay, Calcuta, Udaipur, Rishikesh o Puducherry, están entre ellas.

          Sin embargo, en las ciudades de segundo orden, es muy difícil que dispongan de wi-fi en las habitaciones o zonas comunes. Y en el sur de India, esta prestación es casi inexistente, ni siquiera, en hoteles de tipo medio, como los que ocupamos en Trichy o Kanyakumari.

          Dejo constancia, de que en un par de establecimientos, donde pernoctamos, tenían wi-fi. Pero nos lo quisieron cobrar, como un extra. Ni más ni menos, que cincuenta rupias por cada jornada.


          Bangladesh:

          El wi-fi es casi inexistente, en este país. Ni en hoteles -al menos, en los económicos y los de tipo medio, como el de Cox's Bazar-, ni en restaurantes, ni en las tiendas abiertas al público. Algunos routers debe haber, dado que si enciendes el teléfono móvil o la tableta, te aparecen unos pocos. Pero, creo, que fundamentalmente, se trata de empresas privadas, dedicadas a otras actividades. Tampoco disponen de él, las numerosas agencias de autobuses interurbanos, que operan en Dhaka.


          Egipto:

          No puedo generalizar, ni hablar, de más sitios, que de El Cairo y Dahab. En el primero, el wi-fi es bastante frecuente en los hoteles económicos y en los restaurantes de tipo medio o alto. En el segundo sitio, disponen de él casi todos los locales de comidas, siendo más irregular, en los hoteles o guest houses baratos.


          Israel:

          El wi-fi está presente en todas partes. Incluso, hay muchos lugares públicos, como estaciones de tren, bus o aeropuertos, donde es de conexión libre y gratuita. ¡A ver si aprenden otros!.


jueves, 16 de octubre de 2014

La trastienda de un viaje

Camino, de Kanchanaburi (Tailandia)
          Concluye nuestro sexto viaje largo, que de momento, parece que será el último de estas características, en mucho tiempo. Diré, que probablemente, no ha sido el más bonito de todos, pero sí, el más esforzado, de los que hayamos llevado a cabo. Hemos pateado, de arriba a abajo, la India y Bangladesh, como si tuviéramos aversión a tomar, cualquier tipo de transporte.

          Hemos padecido un calor infinito, que en tramos del viaje, ha superado los 50 grados. Hemos estado horas y horas bajo el sol, disfrutando y sufriendo, de lugares maravillosos y horribles. Tales han sido nuestras condiciones extremas, que al llegar a El Cairo, en pleno mes de agosto -con 35 grados a la sombra-, el lugar nos ha parecido un balneario: aceras amplias, gente amable, conductores medio educados, ligera brisa procedente del Nilo... El esfuerzo ha sido tal, que ahora, ya de vuelta, andamos con ciertas secuelas psicológicas, cercanas a la ansiedad y los ataques de pánico. ¡Y no es broma!.
Rishikesh (India)
          Por un lado, estamos encantados, de haber vuelto sanos y salvos, después de más de tres meses pululando por India y Bangladesh (el mes y medio por Tailandia, Egipto e Israel no cuentan, al ser paradisíacos, en comparación con lo otro). Parece increíble, que nada nos haya ocurrido, después de nuestro precario modelo de viaje y de las condiciones extremas padecidas. Y todo, con casi, ni un mínimo contratiempo.
                                                                                                                  Manali (India)
          También, nos mostramos eufóricos. Desde nuestra demorada llegada, nos sentimos tan fuertes, tan reforzados por los avatares de la vida, que cualquier inconveniente, que nos surge, en esta España de chiste, nos parece una minúscula contrariedad, sin importancia. Casi diría, que nos sentimos por encima del bien y del mal, en esta España deprimida y corrupta, gracias a la vacuna recibida, en forma de sufrimientos diversos, allá, por el querido y odiado subcontinente indio.

           Pero, vayamos por partes. Este viaje ha sido extraño. Aunque, al final, siempre acabamos diciendo lo mismo de todos. Al fin y al cabo, largarte casi medio año por el mundo, siempre acaba siendo imprevisible. Al fin y al cabo, lo que teníamos claro, era que queríamos volver a India, por un tiempo dilatado y visitar Bangladesh, único país que nos quedaba de la zona. Bueno, tampoco conocemos Pakistán y fue un país muy estimado, como propuesta añadida, pero nuestro gran grado de locura, de momento, no incluye aventuras, como esta. ¡Todo se andará!.
Thanjavur (India)
          Y lo de un viaje extraño, lo argumento algo más. Debería haber empezado un 7 de febrero y acabó, iniciándose, un 2 de mayo, después de tener que renunciar, a unos boletos aéreos ya pagados, el 19 de marzo, entre Barcelona y Dubai, por razones, que no vienen al caso.    

          Deberíamos haber volado a Bombay y aterrizamos, en Bangkok, destino nunca pensado para este periplo. Pero, como nos gusta tanto Tailandia, nos acabamos quedando allí, 20 días, conociendo sitios nuevos.
                                                  Dahab (Egipto)
          Nuestros planes pasaban, por estar dos meses en India y acabamos viviendo por allí, 87 días. Las dos semanas previstas para Bangladesh, se quedaron en una. Y terminamos transitando por Egipto e Israel, países a los que nos pensábamos en volver, durante muchos años. Y no nos arrepentimos, después de haberlo hecho, porque son dos países con mucha miga y además, contratiempos así, ¡que me vengan los que sean!.
Delhi (India)
          Si la ida fue como un parto, no os cuento la vuelta. Este viaje no tenía previsto durar, más de unos 3 meses y acabamos en 129 días, a solo 2, de nuestro segundo viaje largo, más extenso. Corría un 4 de agosto en Delhi, con ya todo el pescado vendido. Los vuelos estaban caros, como suele suceder, en esta época del año. Pero, se abrió una ventana, para el día 19. 330 euros, un Bombay-Madrid. Bastante económico.

          Que si sí, que si no. Que si estamos hasta las narices de India, que si queremos irnos ya, que si es mucho esperar... Total, que entre paja y paja mental, lo perdimos. Tuvimos, que inventarnos un recorrido de sitios nuevos por Rajasthan -donde no habíamos pensado ni ir-, para entretener el tiempo y buscar otra alternativa, aunque tampoco, con mucho ahinco.

          Los nuevos destinos fueron magníficos: Bikaner, Kota, la maravillosa Bundi, Chittor... Pero, al llegar a la revisitada y redecepcionante Udaipur, se nos encendió la luz. Aparte, de querernos ir ya, nos quedaban 12 días de visa. Había que irse, sí o sí.

          Afortunadamente, nuestro alojamiento tenía wi-fi y nos pusimos, con la tablet y el móvil, a la labor de buscar unos boletos aéreos, que nos sacaran del país. Más de 20 horas -y no exagero-, en dos días, para descubrir, que en esas fechas, volar a Europa es una sangría incurable. ¡500 euros, un Delhi-Madrid!.     Jerusalén (Israel)
Kanchanaburi (Tailandia)
          Estambul, Túnez, Casablanca, Dubai, Abu Dabi, Taskent... Todos eran destinos potenciales. Sí, y finalmente El Cairo, con Royal Jordanian. Ese sería nuestro destino más inesperado, para luego transitar por el Sinaí y volver a Israel, desde donde volar con la española. Vueling, a Barcelona y así, acabar retornando, a nuestra querida y odiada España. Cuando la dejamos, hace ya casi medio año, estaba echa una mierda. Hoy, ni os cuento, porque ya lo podéis ver por vosotros mismos. ¡Han llegado el ébola y las blaxk cards!.

          Empezar este viaje, nos costó y consumió muchas de nuestras energías. Las primeras semanas nos sentíamos fuera de juego, en un país, tan fácil, como Tailandia, a pesar de padecer un golpe de estado (allí, eso es como comer pipas). Luego, nos fuimos animando, tras un par de duras semana en India. Y acabamos de forma pletórica, casi sin querer regressar.


miércoles, 15 de octubre de 2014

El viaje a vista de pájaro

          Para aquellos, que no tengan tiempo o les dé pereza, leer un relato tan largo, como el de la página web, se hace una compilación, en unas cuantas líneas, de lo que ha sido nuestro trepidante viaje, a lo largo de cinco países.
Bundi (India)
          La cosa debió empezar en febrero, para aprovechar el clima más benigno de la zona a visitar, pero se retraso hasta marzo. Compramos billetes a Dubai -con Pegasus Airlines-, pero por causas de fuerza mayor, no pudimos tomar ese vuelo y perdimos el dinero (aún peleamos, con la asegurdora de nuestra tarjeta de crédito).      Fatehpur Sikri (India)

          Finalmente, fue el día 2 de mayo, cuando nos pusimos en marcha, rumbo a Bangkok. No era nuestra intención, volver a Tailandia, pero nos lo pusieron tan a huevo, las tarifas aéreas... Dos mochilas pequeñas, los boletos a la capital Thai y una visa de India, fueron nuestro único y cómodo equipaje.

          Las dos primeras semanas las pasamos, con la cabeza más aquí, que allí, pero luego, todo se fue normalizando. El periplo por Tailandia, resultó muy tranquilo, visitando lugares escasamente turísticos, como Kanchanaburi, Sangkhlaburi, Nakhon Ratchasima, Phimai o Petchaburi. Sitios, muy recomendables y acogedores, cuando uno ya conoce, lo fundamental del país.

          India, India, India. El el 22 de mayo, aterrizamos en Chennai, para completar nuestro segundo periplo por el país, que iba a durar dos meses, pero acabó en tres. A pesar del calor, de los 13.500 kilómetros recorridos o del agobio general, que siempre supone viajar por el país, en plan trotamundos, vivimos una experiencia muy sufridamente, inigualable.
Sanggkhlaburi (Tailadnia)
          Bajamos, a tramos breves, hasta la punta de la India y ascendimos por el oeste, con menos calmas, hasta la ya conocida, Bombay (o Mumbay, que a mi, me gusta menos el nombre). Zigzagueamos por el norte, hasta Delhi y Amritsar y nos sumergimos con placer, en los maravillosos paisajes y las benignas temperaturas, de Himachal Pradesh, acabando en la maravillosa Shimla, lugar, que debería servir de ejemplo a otros estados del país, como ciudad sostenible (aunque dudo, que así ocurra).

          A partir de ahí, comenzó nuestro periodo de santidad y de abstinencia alcohólica -bueno, no fue exactamente así, pero en este epígrafe, debo ser breve-, por las santísimas ciudades de Haridwar, Rishikesh, Allahabad y Varanasi. Terminamos en Calcuta, nuestra tercera casa en el mundo, después de la de Valladolid -pagada y en propiedad- y Bangkok.   Bombay (India)

          Bhubaneswar, Puri y Konark, fueron el preludio, de un aventuroso periplo por Bangladesh, que iba para dos semanas y se quedó en una. El calor húmedo, la falta de entretenimientos, la ausencia de cerveza, el Ramadán y el escaso interés de los lugares a visitar, tuvieron la culpa. Sin embargo, vivimos ricas y enriquecedoras experiencias, además de transitar, por unos mercados magníficos (de los mejores del mundo).

          India, India, India. Vuelta a la India y además, tan contentos, después del estrés pasado en el país vecino. El pescado estaba vendido, pero como no encontrábamos vuelo de vuelta, a buen precio, acabamos haciendo un recorrido muy interesante, por ciudades secundarias de Rajasthan, destacando, la increíble, Bundi.
Jerusalén (Israel)
          Y sin quererlo, aunque estamos muy agradecidos, nuestros huesos fueron a parar a Egipto e Israel, para desde Tel Aviv, volver a Barcelona. El reencuentro con El Cairo fue apoteósico y la semana, que pasamos en Dahab y alrededores, magnífica (lastima, no haber podido subir al monte Sinaí)

          Lo de Israel, resultó ser un formato exprés. Jerusalén -ya visitada- y Tel Aviv, entre precios desorbitados, por todo, muchas medidas de seguridad y humillación en las fronteras. ¡Nada nuevo bajo el persistente sol!..

martes, 14 de octubre de 2014

El viaje en cifras

          -129 días de aventura -o lo que es los mismo, 18 semanas y tres jornadas más-, transitando por Tailandia, India, Bangladesh, Egipto e Israel. De todos esos países mencionados, solo el tercero era nuevo.
Kanchanabury (Tailandia)
          -En torno a 18.000 kilómetros realizados -unos 13.500, por India, que se suman a los 10.000, de la vez anterior-, solo por vía terrestre. 75 destinos visitados, que nos sirvieron para hacer 1.850 disparos fotográficos, de los que resultaron, 1.578 fotos. Este tema, tuvo su miga. Se nos rompió la cámara y acudimos a una segunda, de repuesto, que también falleció. Terminamos el último mes, haciendo las fotos con el móvil y a la vista están los efectos:, ¡no os podéis imaginar, cuantas han quedado borrosas!.
                                                                                                        Puri (India)
          -Pernoctamos en 59 alojamientos (42 en la India). En algunas ciudades cambiamos de hotel en varias ocasiones, por no estar conformes, con el primeramente elegido. El hospedaje más caro, lo pagamos en Israel, llegando a abonar 20 euros, por dos camas en un hostel. En India, con precios muy variables, aunque siempre baratos, logramos dormir por menos de 2 euros, en Fatehpur Sikri, en lo que fue, nuestro hotel más barato del viaje.

          -Pasamos 28 noches sin alojamiento -18 en India-, repartidas entre trenes, autobuses, aeropuertos, estaciones ferroviarias, la calle... Aunque, parecen muchas -y lo son-, no son tantas, proporcionalmente, como en algunos otros viajes largos. De todas formas, esto significa, que casi una de cada cinco noches -en concreto, 4,77-, no tuvimos hotel y en unas pocas ocasiones, siquiera, lugar para dejar el equipaje, durante el día.
El Cairo (Egipto)
          -En los 129 días de aventura, gastamos 3.629,67 euros, en total y sumando, todos los conceptos, lo que supone una cifra de risa. Ello significa un gasto medio por día, de 28,14 euros (para los dos). Y eso, que casi la mitad de lo gastado, se lo llevaron los vuelos: : 1.756,03 euros. El resto del transporte supuso, un ridículo importe, de 316,08. Para alojamientos, dispusimos de 560,10 euros y para gastos corrientes diarios, 739,52. En cuanto a los visados, utilizamos, 241,78 euros y para entradas a lugares de pago, 13,91. Conseguimos ver muchísimas cosas, buscándonos la vida, sin abonar un solo euro, como se le supone, a nuestra delicada economía de guerra.
                                                                                                        Rishikesh (India)
          -Pasamos, la friolera de 447 horas y 26 minutos, montados en diversos medios de transporte público, ya fueran trenes, buses, aviones o barcos. En este cómputo, no se incluyen, las horas invertidas en transportes locales, como autobuses urbanos, metro, tranvía. rickshaws, taxis o tuk tuks, entre otros. No hace falta saber de matemáticas, para intuir, que la cifra expuesta es una auténtica barbaridad. De los 129 días de nuestro periplo, 19, casi completos, nos los pasamos viajando