Dalat (Vietnam)
Hue (Vietnam)
Hue (Vietnam)
Na Trang (Vietnam)
Después de llevar nueve días en
Vietnam, nunca más volveré a decir, que España es un país diferente. Esta
nación y sus pobladores, si que son realmente distintos, a casi todo lo
conocido.
Por un lado porque aquí, muchas
de las cosas se basan en la lógica inversa. Así por ejemplo, es bastante común
–como nos ocurrió el otro día al abandonar Ho Chi Minh-, que vaya habiendo cada
vez más atasco, según te vas alejando de la ciudad; que por las aceras circulen
vehículos de todo tipo y a los peatones nos toque ir por las aceras; que le
estampes a un vietnamita, una lata de cerveza en la cara, porque te ha
atropellado levemente y no ponga un mal gesto, pero simplemente, si le rozas la
motocicleta sin querer, se ponga como un energúmeno. Porque eso de que los
asiáticos no se enfadan, vamos a dejarlo a parte. Pero sí, en este país, la
moto vale más que la propia vida. Hue (Vietnam)
Y por otro, porque en muy pocos
lugares, como sucede aquí, te están pasando cosas imprevisibles –unas mejores,
otras peores-, cada cinco minutos. Es hartamente baldío, hacer una
planificación diaria, porque la realidad, te la tirará por los suelos. Más que
un país, es una montaña rusa, donde no sabes muy bien si toca subida o bajada o
si la pendiente, es más o menos empinada, que la anterior. Como muestra, os
relatamos dos, de los tantos acontecimientos vividos, desde nuestra llegada a
Vietnam.
1º.- Acabamos de comer
opíparamente en Ho Chi Minh. Nos quedan de ver dos pagodas, que están algo
alejadas y decidimos emplear la tarde en esa labor. Después del largísimo paseo
que nos damos, no son nada del otro mundo y cuando estamos en el punto más
alejado de nuestra zona de alojamiento, el cielo se cubre de negro y sin más
preámbulos, comienza a diluviar.
Nos
tenemos que refugiar bajo el toldo de una zapatería, que se convertirá en
nuestro hogar, durante las dos horas y media siguientes. Al lado, una señora
vende bocadillos que no se come ni ella, porque compra arroz con cosas verdes
–también la zapatera-, a una niña que pasa vendiéndolo.
Ayer, que apenas habíamos
abandonado los alrededores de la avenida Le Loi –la principal-, esta ciudad nos
había parecido moderna, pero cuando te sales de ese entramado de calles, es tan
desamparada, dejada y deprimente, como las que hemos visto en Camboya, aunque
con menos basura y polvo por las aceras.
Una tormenta se va enlazando con
otra. Hay que salir de aquí, pero no para de llover. En la calle, la lluvia ya
no cuela y la capa de agua sobrepasa los
10 centímetros. ¡¡”Joder. 10 días y a todas horas con el coñazo del tuk tuk Sr
y ahora que lo necesitamos no hay ninguno”!!. Solo hay bicitaxis de un
pasajero, mototaxis (ni pensarlo) y algunos –muy pocos- taxis, que van todos
ocupados. Observamos que en el ático de enfrente, como la terraza se les ha
inundado, la vacían a cubos, tirándolos desde lo alto hacia la acera.
La lluvia afloja un poco y nos
decidimos a emprender el camino de retorno. Lo peor no es lo que aún sigue
cayendo, sino los enormes charcos fangosos, en los que irremisiblemente te
acabas metiendo, dado que por aquí, el alumbrado público es escaso y a veces
inexistente. Los canalones parecen las Cataratas de Iguazú y las motos,
aparcadas bajo los lugares cubiertos y en las aceras, te echan directamente al
asfalto, donde te encuentras con más motos, pero ahora en amenazante
circulación Además hay que esquivar
postes, cables y árboles cuyas raíces, sobresalen en cinco metros a la redonda.
Un grueso árbol ha caído sobre un
coche. Como tapa la carretera, las motos nos pitan con insistencia, para que no
les entorpezcamos el paso y desalojemos la acera. Más adelante, vemos una moto
aplastada debajo de la rueda de un coche. Sin noticias de su propietario.
¿Estará todavía en este mundo?.
Y ya casi llegando a la calle Le
Loi, encontramos a unos operarios, que han abierto una alcantarilla, que no
tragaba y que ha ocasionado una inundación en un par de manzanas. No me
extraña. De ella han sacado ruedas de moto, trozos de la tapicería de coches,
ramas y toda clase de basura. Cuando terminan con la limpieza, va más suelta
que las alcantarillas de Managua (que son enormes agujeros negros sin rejilla).