Manila (Filipinas)
Buenas tardes, desde la
desesperación y el absoluto desconsuelo. Hoy es el día más triste de todos
nuestros viajes y, aun así, tampoco nos podemos quejar, porque cosas peores a
las que han ocurrido, nos podían haber pasado en tantos periplos por el mundo.
Los principales peligros que se
tienen al viajar -y de ellos, siempre hemos sido conscientes-, son de mas grave
a menos, la muerte, contraer una enfermedad de las típicas del tercer mundo,
que generalmente causan los mosquitos -malaria, dengue, leismaniosis…), tener
un accidente, que te roben y te dejen sin nada y perder los escritos o las
fotos del viaje. A nosotros, afortunadamente, solo nos ha ocurrido esto último.
Solo hizo falta un segundo, para
que las mil cien fotos que llevábamos -desde la primera en el remodelado
aeropuerto de El Cairo, hasta la ultima, ayer en una preciosa puesta de sol en
White Beach-, se fueran al garete, por un fallo increíble de la tarjeta de la
cámara, que no sabemos como se reformateo sola y mandó todos nuestros recuerdos
a la mierda. Fotos magnificas, sobre todo de mercados coloridos, gente
pintoresca o típica y playas y puestas de sol. Eran las mejores fotos de
cualquier viaje, porque Asia, gracias a la amabilidad de su gente, es el
continente más fotogénico. Es verdad que es más bonito América, porque entra
por la vista, pero Asia se adentra en el corazón, para nunca volver a salir.
Tenia que ser otra vez la puta
tarjeta, como con las del banco, aunque esta vez fuera la de la cámara, la que
nos haya jodido el transcurrir, por uno de los países mas recomendables en los
que estuvimos jamás.
No obstante, lo primero que
hicimos esta mañana -aunque no teníamos ninguna gana-, fue seguir haciendo
fotos, para intentar superar este duro golpe cuanto antes.
Esta
semana, ha sido de las más intensas de nuestras vidas. El lunes de madrugada,
casi morimos en un accidente de tráfico, al estar el autobús en el que
viajábamos a Banaue, a punto de caer por un terraplén. El susto y el griterío,
fueron realmente tremendos.
Ese mismo
día por la noche, en uno de los sitios más bonitos y más olvidados del planeta,
conocimos a una pareja de madrileños y un catalán, con los que estuvimos cerca
de 24 horas continuadas de juerga, que
casi nos llevan al coma etílico y algún hospital, a 15.00 kilómetros de casa. Y
dos días después, lo de las fotos y una crisis de pareja de la que no damos más
detalles, que casi nos sitúan en la disolución, de una relación legendaria.
Todo ello, en tan solo cinco días.
Por lo demás, teníamos otro
mensaje anterior ya escrito, para mandaros hace un par de días y no vamos a
dejar de hacerlo.
La vida en Filipinas, esta siendo
tan dura como tan linda. Realmente dura, porque hace un par de días, nos
corrimos la juerga mas grande de los últimos meses y todavía nos estamos
recuperando (la edad no perdona). ¡Fue el día en que ardió Manila!.
Al coger un autobús en Banaue
-lugar de preciosas plantaciones de arroz, en forma de terraza-, nos
encontramos primero a Javi (Barcelona) y luego a Susana y Raúl (Madrid), tres
españoles en Filipinas, con los que estuvimos de fiesta, comiendo, bebiendo,
charlando y yendo de caraoke -la única diversión en Asia, pero muy animada,
porque aquí no tienen sentido del ridiculo-, durante horas .
Este viaje es el de los records y
también el de comer y beber lo batimos: Desde las nueve y media de la mañana,
hasta las cuatro y media de la madrugada. Una gente fantástica, muy viajera y
divertida, con los que pasamos uno de los mejores momentos del viaje. Ahora nos
curamos y lamemos las heridas en un resort, aunque algo cutre.
En Filipinas el transporte es
horrible. Te puedes tirar todo el día para hacer 200 kilómetros, con cuatro
cambios de de autobús. Pero la comida es exquisita. El lechón asado no es como
el español, pero esta riquísimo, carnoso y crujiente, sobre todo en su modalidad
llamada Kawali. La longaniza es parecida en la forma a la española, aunque con
un exótico toque de sabor dulce. Los calamares rebozados, con una salsa de ajo
deliciosa, fueron los mejores que probamos jamás. Las gambas, que las hacen con
salsa agridulce y a la vez picante, resultan insuperables. Y el pescado en
todas sus formas, es exquisito.
Pero lo mejor de aquí, es la
gente. Casi cada filipino, es nuestro ángel de la guarda. Tendríamos docenas de
ejemplos, pero sirva el de cuando llegamos ayer a Nasubug. Pedimos un plano en
la policía turística. No tenían, porque el pueblo son cuatro calles, pero a
cambio, nos trasladaron gratis en el coche policial hacia la zona de los
hoteles de la playa. Y no conformes con eso, nos ayudaron a regatear el precio
de la habitación. Y aunque -modestia aparte- soy buena regateando, la policía
impone mucho más.
Mientras nuestro cuerpo y nuestra
mente tratan de volver a la normalidad, ya tenemos claro que Filipinas esta
siendo la gran sorpresa del viaje. Y pensar que la única causa de acabar aquí,
fue que no funcionaban las tarjetas de crédito, para poder comprar con otras
compañías aéreas.
Banaue (Filipinas)
Susana, Raúl y Xavi nos han
hablado maravillas sobre la India. Además, ellos nos dieron aquí el cariño que
siempre vosotros nos dais allí -y también ahora por e-mail- y que tanto
necesitamos.
Besos, desde el país donde
pasamos los mejores y los peores momentos del viaje (aunque nunca podréis ver
ninguna foto entre los días 1 y 86 de este periplo).
1 comentario:
Este texto fue escrito, originariamente, el 20 de septiembre de 2.008.
Dos meses después y mediante una aplicación de pago (cerca de 40 euros), conseguimos rescatar más del 90% de las fotos, de las entrañas de la tarjeta.
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