Kuta, en Bali (Indonesia)
Dempasar, en Bali (Indonesia)
Banyuwangi, en Bali (Indonesia)
Dempasar, en Bali (Indonesia)
Ubud, en Bali (Indonesia)
Banyuwangi, en Bali (Indonesia)
Tras mandaros nuestro último
mensaje, llego la eclosión de felicidad. A los cinco minutos, pudimos reservar
con la tarjeta, el vuelo de vuelta de Filipinas con Air Asia -la compañía que
no nos dejaba-. A los quince minutos, encontramos una coca cola fría. Y a la
mañana siguiente en Bali, los mejores alojamientos calidad-precio del viaje. No
será fácil que os creáis, que por unos seis euros, hemos dormido una habitación
de hotel con baño completo, una bonita y enorme piscina –desde donde hasta
hemos visto la Formua1 en pantalla gigante, mientras nos bañábamos- y un
desayuno bastante copioso (a elegir entre tres distintos). Así que tan felices
hemos sido en la linda Bali, que en una semana ni siquiera nos hemos conectado
a internet.
Las playas no son tan
espectaculares como esperábamos, pero si las puestas de sol y los
impresionantes y maravillosos templos hindúes o la jungla. Lastima que todo
eso, a veces quede empañado por la falta de escrúpulos y la avaricia de los
conductores de bemos -vehículo típico de la zona, que recorre distancias de
hasta tres horas- y de otros buscavidas varios.
En Bali -como en Vietnam y
Camboya-, las profesiones más habituales, no son fontanero, mecánico, abogado o
medico. No. Las cuatro mas frecuentes son:
-Tedoylabrasaynoparo: Se trata de
los que abordan al extranjero, con el fin preguntarle cosas y mas cosas, hasta
obtener la información suficiente, para poderle colocar algo (un bien, un
servicio o lo que se tercie).
-Los estafaturistas: Son los que,
aprovechando que no conoces los precios de la zona, te tratan de cobrar en
todo, más del doble de lo que pagan los lugareños. Abundan en todos los
sectores
-Los transport: Son una mezcla
siniestra de los dos anteriores. No tienen escrúpulos y abundan en las
terminales de transporte y ofrecen taxis, cyclos (bicitaxis). bemos, tuk tuks o
mototaxis, que consisten, en una moto normal tirando a cutre, con la
peculiaridad de que en el asiento de atrás, tienen que ir los dos pasajeros y
sus mochilas. Estos, intentan estafarte de forma doble: Con la tarifa del
vehículo y llevándote a hoteles o comercios, donde cobran comisión.
-Los Jelou: Ofrecen cualquier
cosa, después de esta manoseada palabra: Jelou massage (masaje), Jelou
restaurant (restaurante). jelou sunglasses (gafas de sol).... Son pesados,
aunque inofensivos. ¿Imagináis, lo ridículo que seria si un frutero en España
dijera: Hola cebollas o un joyero: hola, anillos?.
La escala de valores por esta
zona de la tierra, tampoco es la habitual. El amor o la amistad, dejan paso por
este orden y como máximos valores, a:
1.- La moto. Les puedes chillar,
hacer un desplante, incluso insultarles, que no se inmutan. Pero no se te
ocurra tocarles la moto. Sobre ella duermen, comen o ven la vida pasar,
sentados mientras idean nuevas tretas para estafar a los turistas. Se desplazan
constantemente sobre ella, aunque nunca supimos donde, dado que no tienen
actividad alguna.
2.- Los calduverios: Les
proporcionan esos momentos reconfortantes del día, en que se dan a conciencia a
los apestosos caldos llenos de menudencias, patas de pollo o cabezas de
pescado. Mientras y a la vez, amasan con la mano bolas de arroz blanco, que
luego engullen. Es el único rato, en que dejan tranquilos a los visitantes.
3.- El casco: Nada de integral,
sino parecido a los cascos de obra. No lo sueltan para nada, cual preciada
joya. Lo llevan de la mano, incluso cuando viajan de una ciudad a otra en bus,
ferry o tren. Y no se lo quitan para casi nada. Van con el puesto, a comprar al
mercado, al cajero, a la playa e incluso a ver la puesta de sol, como el otro
día pudimos ver en Kuta.
En cuanto a los pequeños
incidentes, que nos ocurrieron durante estos días, no hay mucho que contar. Nos
amenazaron con una piedra de veinte kilos y una llave inglesa, por
discrepancias de precio de un transporte. Y me cayó desde el cielo, un animal
de unos siete u ocho kilos encima. Entró mi chico, a preguntar una cosa a la
oficina de turismo y yo me quede sentada a la puerta, con una mano sobre la
otra. De repente, un pesado animal cayo sobre ellas dejándomelas temblando y
llenas de arañazos superficiales. Cuando gire la mirada, lo vi huir corriendo.
No logre distinguir lo que era, porque enseguida dobló una esquina, pero es
posible que fuera un enorme gato. Menos mal, que parece que no me pegó nada
chungo.
Mañana nos vamos para Singapur y
pasado para Manila.
1 comentario:
Este texto fue escrito, originariamente, el 7 de septiembre de 2.008.
Publicar un comentario