Llevamos casi cuatro horas,
metidos en este ciber de Kuala Lumpur y durante medio minuto, se ha caído la
conexión, debido a la tremenda tormenta vespertina, que inunda el exterior,
hasta superar el agua, la altura de los bordillos y que repicotea en el techo
del edificio, como si en vez de gotas, estuvieran cayendo naranjas.
Cuevas Batu (Malasia)
Y no es
que estemos aquí durante todo este tiempo, por ser adictos a la red o para
guarecernos del agua. El problema nos lo
están generando, las malditas tarjetas de crédito, que nos dan error, tanto con
Air Asia como con Lion Air, para reservar un vuelo de Singapur a Bali y otro,
de Jakarta a Kuala Lumpur. Lo hemos intentado al menos, quince veces con cada
compañía y siempre nos da error, que por las pistas que tenemos, no es de la s
aerolíneas –porque ya hemos reservado con ellas, con esa misma tarjeta-, ni de
visa, porque utilizando otra de esa clase –que no podemos usar tampoco, porque
le han metido un nuevo dígito de seguridad, que no tenemos-, si da acceso. La
culpa claramente, es del banco, de la maldita Caja de Madrid.
He cogido
tal destreza con la web de Air Asia, que creo que nadie en el mundo, sería
capaz de hacer una reserva, más rápido que yo. Y también me sé de memora, el
número de todas las tarjetas. Pero el
desarreglo es, que tengo la cabeza más embotada, que si estuviera
estudiando la teoría de la relatividad. Estoy a punto de gritar: ¡Baaaaastaaa!.
Melaka (Malasia)
Y
nosotros, que con el sol en lo alto, nos habíamos ido esta mañana, tan
contentos a las cercanas y bonitas cuevas Batu, pensando que a la tarde, íbamos
a cerrar nuestro periplo por Indonesia. Pero ahora nos da la sensación, de que
nunca saldremos de Malasia. Viviremos aquí de por vida, seremos malayos de pro
–aunque no callos-, esperando el fin de nuestros días y animaremos a su equipo
olímpico, que mañana disputa una final de taekwondo. “ra, ra, ra, Malasia
ganará”. Y si queremos ir a Indonesia algún día, tendremos que hacerlo por
tierra, ¡¡cruzando Sumatra enterita!!. ¡¡Oh, Dios!!.
Hace dos
días que partimos de Vietnam y ya lo echamos de menos. Es paradójico, porque
cuando andábamos por allí, estábamos hasta las mismísimas narices. Es del único
país, del que en un momento dado, nos planteamos irnos antes de tiempo.
Afortunadamente, no lo hicimos. Ahora todo son buenos recuerdos y unas fotos
espectaculares, de sus mercados y sus gentes. Inigualables. Pero cuando estás
allí, el permanente acoso de las motos, la mala educación y las ganas de sacar
partido económico de los vietnamitas, te hacen ver las cosas, de forma
diferente. No he visto pueblo en todo el planeta, más grosero y descortés, ni
por otra parte, país tan extraordinario.
El cambio
al llegar a Malasia ha sido brutal, aunque no sé, si para mejor o para peor. A
falta de visitar Singapur, este país es lo más parecido a occidente que hemos
visto, desde que volamos a Bangkok. Las cosas y acontecimientos, siguen un
curso lógico y ordenado, la gente no agobia y hasta el tráfico –aunque no
siempre-, es más respetuoso y relajado
Pero hemos
perdido mucha calidad de vida. El alojamiento cuesta más del doble y es seis
veces peor que en Vietnam. Y para que hablar de la comida de aquí, tan vulgar,
comparada con las exquisiteces vietnamitas, que hemos degustado durante más de
dos semanas. Y encima en Malasia, como país musulmán que se precie, la cerveza
tiene un elevado impuesto especial, que la convierte de facto, casi en producto
prohibido, para los presupuestos ajustados.
Nuestras
intenciones futuras, pasan por subir hasta Georgetown y Lankawi y luego ir a la
zona de Perhentian y Kota Bahru, en el lado este del país. Luego bajaremos a
Melaka, para terminar en Singapur. Eso claro está y como he dicho antes, si no
nos toca quedarnos aquí para siempre, a causa de las puñeteras tarjetas.
Bueno. Os dejamos, que parece que
escampa. Así que vamos a dar una dilatada vuelta, por el fantástico mercado
nocturno de Chinatown –donde hay de
todo, casi menos chinos-, una de las principales atracciones, de esta
fascinante ciudad. Ayer estuvimos en las Petronas y flipamos bastante.
1 comentario:
Este texto fue escrito, originariamente, el 16 de agosto de 2.008.
Publicar un comentario