Día 2.- De los recorridos previstos para los cuatro días, este es, en el que más espectativas tenemos creadas. Para acceder a él, tenemos que preguntar un par de veces. Queremos, acercarnos al pueblo de Nestares -de espectacular iglesia- y se puede hacer de dos formas: bien, por fuera por la carretera, contemplando de camino un cementerio y un templo o por el bellísimo cauce del río Ebro, que está muy bien acondicionado. En Nestares, comienza una larga senda peatonal asfaltada -paralela a la carretera-, que nos lleva, primero, a Salces y después a Fontibre. En total, unos seis kilómetros. Se gira a la izquierda, se cruza parte del pueblo y por la orilla, se llega hasta el nacimiento del Ebro, donde emergen aguas subterráneas y dónde han colocado una columna, que hace de base de una figura de la virgen. Cierta concurrencia y muchas familias enredando.
Volvemos al camino peatonal y tras tres kilómetros, llegamos a Paracuelles, donde nos espera otra bonita iglesia. Después, cruzamos y entramos por otra carretera, girando a la derecha. Es poco transitada. Tras tres kilómetros, arribamos a la tranquila Argüeso, con otro templo destacado.
Vamos a hacer las dos opciones posibles: tirando hacia la izquierda, se llega al castillo. Hacia la derecha y por peor camino, accedes al Poblado Cántabro (5 euros, siendo la visita guiada, por lo que nos abstenemos y solo vemos la cabaña, que hay antes de la taquilla).Regresamos de un tirón. Como al día siguiente es festivo, toca avituallarse con generosidad en el Lidl y el Mercadona (también, existe un DÍA, más céntrico). Sobre las nueve y media, damos un paseo por las calles del centro, que tienen tan poco ambiente, como ayer.
Día 3.- Hoy toca, ir para el otro lado del río, a través de un bonito entorno natural y acercarnos, a Requejo, donde a estas horas, caballos, vacas, cabras y perros invaden, alocadamente, el pueblo (al mediodía, a la vuelta, todo está bastante más tranquilo). Por supuesto, no falta una bella iglesia, que llevarnos a los ojos. Después, continuamos recto, hasta llegar a una de las riberas del Embalse del Ebro, inaugurado a principios del siglo pasado. El ganado, el verdor y las marismas formadas por el agua, componen bonitas instantáneas,presididas por la tranquilidad y el sonido de los cencerros. Seguimos caminando y comenzamos una ascensión esforzada -por larga, más, que por empinada-, a través de un pinar. En teoría, llega hasta la Cueva del Moro, pero cuando nos cansamos, nos damos la vuelta Como nos queda toda la tarde por delante, nos decidimos a explorar la ribera del río Hijar, dejando a un lado el municipio de Matamorosa. Bonito sendero, que acometemos, durante unos cinco kilómetros.Como es pronto, nos dedicamos a recorrer el centro del pueblo, con su agradable plaza principal, su calle peatonal y algunas iglesias y edificios civiles bastante interesantes. Todo vertebrado en torno al río Ebro, que con numerosos saltos de agua, da vida al lugar.
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