Todas las fotos de este post son, de Delhi
Cuando en un atardecer tranquilo, ves
como varios polis, a oscuras, cargan una moto escacharrada en un tuck
tuck, sin atestado -aunque con curiosos ociosos mirando, como no
podría ser de otra manera- y, no te asombras y te da igual, ha
llegado la señal, de que en India, estás sobrando. El primer viaje
al país resultó alucinante. El segundo, muy estresante, aunque
lleno de emociones. Y este tercero, como, que ni fu ni fa, como si
estuviéramos en casa y todo lo que ocurre a nuestro alrededor nos
parece tan normal
Y la verdad es, que al aeropuerto me
iría de mil amores, sino fuera porque aún me pueden las ilusiones
de volver y profundizar la zona del Himalaya.
Que sepamos -por fuentes ajenas y
propias-, en 2007 sacaron a las vacas de la calle de Main Bazar, de
Delhi y la asfaltaron. En 2011 y en nuestra primera visita, la zona
era semi-peatonal. En 2014, oh sorpresa y entre los negocios
-fundamentalmente-, de ropa, que han pagado su propia acera, ya vemos
circulando rickshaws, tuck tuck y las molestas motos. Y, ahora han
regresado los coches y las vacas, para convertir esta zona en
ingobernable y muy peligrosa para los peatones..
Y, nosotros, calle arriba y calle
abajo, jugándonos la vida y despotricando contra tanta
inconsciencia, hasta que caemos en la cuenta, de que la culpa de todo
e nuestra. Se trata de su selva y la organizan a su manera, como les
da la gana y parece, que les funciona. ¿Quienes somos nosotros para
alterarlo o querer cambiar las cosas, aunque no nos gusten?.
Evide3ntemente, los que sobramos en este escenario somos nosotros y
tenemos que aceptarlo y mejor, antes de que nos lleve puestos un
cacharro de por medio.
Mientras tanto, te cruzas con guiris,
que pisan las mismas plastas de bovino, que tú; que deben esquivar a
la maligna rueda del alocado y estúpido motorista o hacer un eslalon
entre el tráfico y que a veces van, con gesto sonriente y
acompañados de un guía turístico -mayoritariamente, ellas y
rubias- y piensas: aquí alguien se entera de las cosas aún menos.
que yo.
Creo y es de justicia, que a esta
gente, que tiene esta forma de viajar y se gasta tanto dinero,
deberían ponerles unas pasarelas por encima de las calles para su
exclusivo disfrute, para que no sufran lo que padecemos el resto de
los mortales por esta deteriorada zona de la capital. Pero en India,
poder mejorar tu calidad de vida,, reesulta tan imposible, como
encontrar aire acondicionado, salvo que te metas en el metro y
aguantes las interminables colas -chicos y chicas van separados- y
soportes los humillantes cacheos o tratar de ingresar al vagón sin
ser etrujado.
Eso es la India y bien está -o mal,
yo que sé- y sino te vienes abajo, puedes tener experiencias
increíbles e inolvidables. Pero, en mi caso y después de tres
viajes largos, ya las tuve todas. Una vez nos vayamos, adiós a India
para siempre.
No obstante, en Delhi, si eres capaz
de usar el metro y te vas a las afueras, puedes experimentar una
descongestión mental y hasta disfrutar de enclaves inolvidables e
inigualables, casi en soledad.
Y otra cosa a tener en cuenta es -sea como sea, Nueva Delhi-, que los alojamientos sí han bajado sus precios y son más baratos, que hace seis años y los restaurantes siguen costando, casi lo mismo. En este tiempo, la cerveza ha subido un 25% y el alcohol, casi ha duplicado su precio.
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