Todas las fotos de este post sson, de Kuala Terengganu
En los viajes largos y a pesar de la
experiencia, resulta muy difícil -aunque se preste atención-,
dominar el control del tiempo, como ocurre en los más cortos. A
veces, parece que llevas una semana en un lugar y solo han pasado
cuarenta y ocho horas desde que llegaste, aunque lo estés pasando
bien y la espera para el siguiente destino no te consuma la
paciencia. En general, los primeros días de un viaje de duración
dilatada suelen ser lentos, aunque no ha sido el caso de este
periplo, dado que comenzó de forma trepidante, por Japón, destino
del que ya casi ni nos acordamos, a estas alturas.
Hoy concluimos nuestro día 36 de
viaje. Mañana, nos marcharemos a Kuala Lumpur en un bus nocturno y
en la madrugada siguiente tomaremos un vuelo a Miri, para visitar el
Borneo malasio y Brunei.
Apuramos las últimas horas y nuestro
aire acondicionado, en Kuala Terengganu , contentos de haber dedicado
cuatro jornadas a la visita de esta ciudad y su entorno. Lástima,
por torpeza nuestra, claro, aunque es más achacable a la nefasta
información local, que no hayamos podido visitar la cercana isla de
Pulau Duyung Besar. La de turismo, que si los ferries salen para este
lugar desde el mercado; el de los ferries, que lo han quitado y solo
circulan autobuses y el de los buses, que no existe tal servicio y
debemos tomar el ferry. Y en este estúpido bucle, llevamos inmersos
más de cien horas. ¡No estamos acostumbrados a estos contratiempos!. Y para al final, ninguno tener razón.
Pero para comppensar, los últimos
días los hemos aprovechado bien. Visitamos la maravillosa mezquita
de Cristal, que aunque de reciente construcción, resulta
espectacular. Se haya junto a un parque lleno de miniaturas de otras
mezquitas del mundo -incluida la Alhambra de Granada-, que es de caro
pago. Eso sí, el adoctrinamiento es gratis y sobre todo -con
folletos en perfecto español- tratan de convencer a los extranjeros,
de que tienen muy mala suerte por no vivir en la fe del islam (y más,
ls mujeres).
En otra dirección y usando el otro
bus de servicio circular, se encuentra la blanquecina mezquita
Terapung, más discreta, pero con el encanto que le da estar en un
tranquilo y arbolado lago. La no muy lejana playa urbana es mucho
más bonita de lo que podríamos esperar, con sus aguas verdes, a
pesar de que hoy está muy nublado.
De vuelta al hotel, hemos encontrado
alcohol, a cinco ringgtis, que es la tercera parte de lo que venimos
pagando. ¿veneno chino?. Probablemente. Por cierto, ya hemos
averiguado el nombre de la fiesta de Chinatown, que tan entretenidos
nos ha tenido los últimos tres días: Pesta Kebudayaan. Más fácil
que preguntar -como hicimos ayer-, ha sido leer los carteles de las
calles de este barrio declarado patrimonio mundial por la UNESCO.
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