Todas las fotos de este post son, de Srinagar
Y después de un post tan serio
-aunque necesario, para hablar de la situación actual de esta zona-,
vamos con información más liviana y anécdotas varias. En primer
lugar, tengo que desmentir o actualizar, lo que ya conté, narrado
por otros viajeros, sobre el alcohol o la cerveza en Cachemira. Se
describía toda una odisea para conseguirlos y después, incluso, del
rechazo de un tucktuckero, para llegar hasta allí, por motivos de su
religión, teniendo que tomar otro cacharro, indicando solo la zona.
Y después de conseguido el ansiado manjar, entrar en su hotel, casi
a hurtadillas y despacio, para que no sonara el tintineo de las
botellas. Como historia resulta divertida y hasta escalofriante, si
se le pone una buena música, pero como realidad, nada que ver.
Vayamos por partes. Probablemente, si
fuera por los musulmanes, harían desaparecer la tienda del alcohol
-en realidad son tres, aunque están juntas-, pero los indios
-quizás, para demostrar quien manda-, las mantienen abiertas. Eso
sí, de forma discreta, ya que tú solo no podrías encontrarlas
-están en los bajos del Hotel Heemal-, sino fuera porque vienen
indicadas en todas las guías y porque cualquiera que te vea rondar
por la zona te llama la atención, al grito de, “whine shop”. Por
otra parte, los tuck tuck acercan de forma regular, hasta la puerta,
a los lugareños y al guiri, que lo desee. Y, por último, la mayoría
de los envases son de plástico y no de vidrio, por lo que resulta
difícil, que suenen al chocar.
¿Os acordáis, cuando en la zona más
conservadora de Malasia, os decía, que las bebidas alcohólicas
estaban en la zona “no halal”, a la altura de los insecticidas,
la lejía o la comida para perros? Pues aquí, han desarrollado otro
concepto, realmente curioso. Piensan, que porque bebes alcohol,
también te drogas y en el acceso al recinto hotelero -con un bello
jardín, rematado por cantidades ingentes de escombros y basura-, te
abordan varios espontáneos, que te ofrecen hachís y marihuana.
En un día de supuesta transición,
tuvimos varias anécdotas dignas de narrar, al margen de dos casi
seguros atropellos (a mi pareja por la mañana y a mi por la tarde).
Caminando por el otro lado del lago, llegamos a un recinto, donde se
estaban celebrando dos bodas de tradición india, a las que somos
invitados a fisgar, por uno de los hermanos de las dos bellísimas
novias. Los hombres, pocos, se encuentran en una carpa separada y las
mujeres, mucho más numerosas y divertidas, están reunidas en la
otra. La pena fue, que no nos atrevimos a preguntar, si podíamos
hacer unas pocas fotos.
En el paseo principal del lago,bien
concurrido, por la tarde y mientras esquivamos a los pesados de las
shikkaras -barcos locales de recreo y transporte entre las
casas-barcos y tierra firme-, contemplamos asombrados, una pelea de
dos jóvenes a remazos, primero -algo así, como el reming catch- y
luego a puñetazos. Y, a mediodía y en el bazar funcionando a medios
gas -es san viernes-, contemplamos a un joven, que se cayó
desplomado al suelo -desconocemos las causas- y tuvo serios problemas
para poder levantarse por si sólo. Y, todo esto el mismo día y
habiendo salido del hotel a las doce de la mañana...
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