Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 26 de enero de 2025

De la noche en el aeropuerto al mercado dominical de Teguise

 


         La primera noche en Lanzarote, sí o sí, debíamos dormir en el aeropuerto, por llegar casi a medianoche y la última, también, por regresar a Madrid, a las ocho de la mañana. Traspasamos con celeridad y normalidad la zona de control de pasaportes. 

          Como sabíamos de antemano, el aeródromo insular cierra todas las noches de 1 a 4:30 de la madrugada, por lo que buscamos un lugar recogido para dormir en el exterior. Encontramos bancos de madera y de piedra, optando por los primeros, al ser más cálidos. La primera buena noticia fue, que no hacía aire.

          Dieciséis grados al acostarnos y catorce previsto, como mínima, en la madrugada. Nos pusimos el gorro y el abrigo y a roncar. A las cinco, nos metimos para adentro. Las numerosas sillas -raro- son corridas y puedes tumbarte en ellas sin ser molestado a ninguna hora del día, así, que a seguir.

          Nos levantamos a las siete, dado que había que recopilar comida y llegar hasta el mercado dominical de Teguise, que cuenta con más de cuatrocientos puestos y que se celebra de 9 a 14:00 horas.

          En poco rato recopilamos varios sandwiches, un paquete de queso Gouda, un pan redondo, pechuga de pavo, paté, atún, mantequilla, mermelada, plátanos, tomates y yogures, además de dulces.

          A las 7:50 abandonamos el aeropuerto, camino de Arrecife. Los primeros cuarenta minutos transitan al lado de la carretera, con muchas curvas, por un carril peatonal y de bicicletas, hasta llegar a Playa Honda.

          Desde ahí, se toma una ancha avenida, que nunca abandona el mar a la derecha y casas bajas a la izquierda, dejando atrás playas de arena negra u ocre. Mucha gente correteando a estas horas.

          Tras dos serpenteantes horas más, llegamos a la terminal de buses de Arrecife, después de un malentendido al haber querido cogerlo en un intercambiador anterior y tras habernos librado de un conductor y un segurata muy bordes. ¡Que raro, con lo amables que son, en Canarias!

          A Teguise te llevan el 7, el 8, el 9 y el 14, cuesta 1,40€ y se tarda veinte minutos. A la ida, salimos inmediatamente, pero al volver, tuvimos muchos problemas, dado que el vehículo vino con hora y media de retraso.

          La experiencia del mercado resultó ser bastante negativa y desde luego, no volveríamos, a repetir, ni locos. ¡Qué diferencia con el mercado tradicional de Teror, en Gran Canaria, que visitamos en 2012!

          El lugar está hipermegamasificado. Cada minuto llegan y parten autobuses repletos de hordas británicas, que hacen imposible la circulación y el disfrute. Los puestos son bastante cutres, como los de cualquier mercadillo de poca monta. Se vende de casi todo -servible o no-, menos comida, por lo que escasean las muestras gratuitas, salvo las de una fábrica de quesos y algún tenderete de fruta y verdura.

          Los precios de las cosas son elevadísimos, solo aptos para guiris agilipollados y también los de los bares y puestos ambulantes de comida. Por ejemplo: una ración de papas arrugás, a 10€. También, los de los pequeños supermercados, donde una lata de cerveza de 33 centilitros, cuesta el triple, que en el Dino o el Mercadona, de Arrecife.

          El pueblo de Teguise es muy bonito, aunque mejor llegar hasta allí un calmado día de diario. Cuenta con dos iglesias, una de ellas en la acogedora plaza principal y la mayoría de las casas son blancas y de tradicional estilo canario o colonial.

Nuestros viajes ultramegalowcost

           ¿Es posible permanecer nueve días dos personas en Dakhla y Lanzarote -vuelos aparte- con tan solo 70€ y 160 en total?. La respuesta correcta es sí, porque nosotros lo hemos hecho estos días.

          Veámoslo al detalle: 15€ por seis billetes aéreos suman 90. Tres noches en el hotel de Dakhla, por 14€ contabilizan 42. Otros cinco se añaden debido a los trayectos de ida y vuelta al mercado dominical de Teguise y los 23 restantes, hasta llegar a 160, provinieron de los gastos generales en comida y bebida.

          De nuestros habituales viajes de bajo coste y desde hace un tiempo, nos hemos trasladado a un modelo propio, que podríamos llamar : ultramegalowcost. La evolución ha venido, sobre todo, por la reducción de ingresos y mayormente, por el ascenso a los cielos de los precios en el alojamiento en toda Europa y especialmente, en todas las islas españolas.

          En la actualidad y cuando organizamos un viaje por nuestro continente, no solo tenemos en cuenta, que nos guste el/los destinos o que hayamos estado antes allí, sino estás otras cosas: 

          - Precio de los vuelos. No solemos pagar más de 15€ por trayectos hasta de tres horas y 25, como máximo, para los de cinco. Esto nos limita, en la práctica, a tomar aviones de Ryanair y Wizzair.

          - Estudiamos muy a fondo, las características de los aeropuertos de destino, si abren las 24 horas, si son cálidos y confortables, si te exigen tarjeta de embarque para pasar la noche, la seguridad...

          - Dormir en el aeropuerto posibilita comer gratis en el mismo, debido a la comida y bebida -también cerveza, vino o ginebra -, que la gente abandona sin ni siquiera haberla empezado. En aeropuertos como Bérgamo, Fiumicino, Stanted, Copenhague, Gandsk y el mismo Lanzarote por citar unos pocos y en dos o tres horas, puedes conseguir mercancía para sobrevivir dos jornadas o más. El mejor momento para recolectar es entre las siete y las nueve de la mañana, cuando dejan decenas de desayunos enteros en las bolsas, que entregan a sus clientes los hoteles de postin.

          - Al estudiar los aeropuertos, también comprobamos si están cerca de la ciudad, si el transporte es barato o mejor, si es posible ir andando, como en Lanzarote o Dakhla. Descartamos destinos donde cobren más de cinco euros por el traslado.

          Que conste, que no es nuestra intención inicial dormir o comer gratis en los aeródromos. Valoramos  otras alternativas antes de tomar esa decisión pero existen casos, en los que no queda otra. En nuestros viajes a Noruega hemos dormido doce noches en total en aeropuertos y ninguna en hotel, porque los precios de las habitaciones resultan inasumibles.

          En Lanzarote, tratamos, que al menos, dos de las cuatro, fueran en alojamiento. Lo que encontramos por menos de 50€ estaba en lugares alejadisimos y nos negamos a pagar los 80 o 90, que nos pedían en sitios más accesibles. ¡Se han vuelto locos! Hace tres años dormimos en La Palma -con menos oferta - por 28 y hace una década, por 20, en el Puerto de la Cruz o Fuerteventura 

          - Por último, también valoramos altamente, que sean destinos, con altas posibilidades de visitar sitios o hacer rutas andando, para reducir los costes en transporte público.

sábado, 25 de enero de 2025

El minúsculo aeropuerto de Dakhla

           Hay mucha gente, a la que le agobian las grandes multitudes y los aeropuertos enormes. A nosotros, más bien, nos ocurre todo lo contrario y lo vais a entender, perfectamente, cuando os hablemos del aeródromo de Dakhla. Cuanto más pequeña y despoblada es una terminal, se multiplican por mil las posibilidades, de que el aburrido y bostezón personal, te acabé tocando las narices y haciéndote la vida imposible.

          El minúsculo aeropuerto de Dakhla está rodeado de instalaciones militares y no demasiado lejos se encuentra una comisaría de policía, por lo que es casi seguro, que si llegas con algo de antelación y paseas por la zona -como fue nuestro caso- seas discretamente espiado. De todas formas, en Sáhara Occidental, lo estás a casi todas las horas del día y por cualquiera: desde el gerente del hotel, hasta el que te vende el pan o la fruta.

          Como ya se dijo, la entrada a Dakhla fue tediosa y lentísima, debido al pasotismo del personal del sellado de pasaportes, pero la salida resultó aún peor.

          Como ocurre en todos los vuelos de Ryanair, que parten desde Marruecos -sea territorio ocupado, o no-, requieren pasar por el mostrador, porque la aplicación no te entrega directamente, la tarjeta de embarque, sino un justificante de facturación, con tus plazas asignadas.

          El mostrador no abrió hasta dos horas antes del vuelo, cuando la normativa de la compañía habla de tres.

          Al final y estando solos frente a él sin cola ninguna, llega un trajeado joven, que nos pide muestras de toda la documentación del vuelo, aunque ya la tiene en el ordenador. En más de veinte años volando con Ryanair, nunca nos han hecho meter las mochilas en el cacharro de equipajes, porque son tan pequeñas y poco pesadas, que el ojo más ciego, detecta, que incluso entrarían en el mismo las dos juntas 

          Pues bien, este tipo recto, insensible y que tal vez, sonrió alguna vez, nos las hizo colocar dos veces. Primero tal como estaban y después, haciéndonos meter todo, lo que llevábamos en tres pequeñas bolsas, que íbamos a guardar antes del embarque.

          Llega el control de pasaportes, más rápido, que a la venida y nos sellan donde pedimos (nos van quedando pocas hojas vacías)

          Toca ya el control de equipajes y el de mi pareja es interceptado. El problema, los botecitos del alcohol vacíos, que ya hemos bebido, días atrás y no los llenos, que aún quedan. ¡Absurdo!

          Y mientras tanto y para que no me aburra, un policía empieza a hablar conmigo en perfecto español. No se muy bien, si por amabilidad o para sacarme información.

          - ¿Español?

          - Sí 

          - ¿Real Madrid o Barcelona?

          - Real, por supuesto 

          - Yo Barça, aunque me gusta Cristiano

          - Ya, pero ya está viejo, ahora nos toca disfrutar de Mbappé 

          - No, Mbappé no es bueno 

          - Tú serás más de Lamin Yamal (trato de agradarle)

          - Sí, sí, sus padres son marroquíes (se emociona)

          - ¡Muy buen jugador!

          - ¿Primera vez en Dakhla?

          - No, no, ya estuvimos en 2012, camino de Mauritania 

          - ¿Te ha gustado?

          Y entonces, empiezo a darle mil explicaciones sobre la zona de forma detallada y él termina perdiendo interés en la conversación.

          Partimos en hora y por primera vez en casi nuestros 300 vuelos, nos toca una mujer piloto (Susi). Tan solo 16 pasajeros -incluidos nosotros - en el trayecto a Lanzarote. Mucho dinero debe estar metiendo Marruecos a esta ruta, porque de lo contrario, sería ruinosa.

Lo bueno de Dakhla y como orientarse

   


       Como ya se dijo, Dakhla es una península en forma de dedo alargado. Por ello, sus dos principales arterias -calle y carretera- dan al mar, aunque, como veremos más adelante, se trata de litorales muy distintos. Existe una vía perpendicular a ambas, ancha, bien asfaltada y repleta de bonitos murales, que las conecta.

          En la calle principal se encuentra el paseo marítimo fraccionado en mil partes, debido a los molestos complejos militares. La playa es tan larga, como fea y llena de piedras. El agua tiene mal color y apenas se agita, ni siquiera las jornadas de más viento.

          Nos ponemos en la plaza principal, casi la única de la ciudad, bien cuidada, arbolada, con una fuente y con la fea iglesia cristiana del Carmen. Con el mar de espaldas, podemos ir hacia la izquierda. A doce minutos caminando, se encuentra la plazoleta de los hoteles económicos, el mercadillo nocturno, los restaurantes y la mayoría de tiendas pequeñas de alimentación (en Dakhla no operan ni Carrefour, ni Marjane, siendo la única cadena de supermercados MOD). Si se continúa en el mismo sentido, se llega al mercado municipal interior y exterior, a la gran mezquita y al extraño y cutre cementerio. Tras un desagradable polígono industrial, se arriba a una punta rodeada de mar y de un paisaje bastante horrible.

          Si se camina hacia el derecha, se encuentran, sucesivamente, una buena y barata pastelería de bollería dulce y salada, la sórdida tienda de alcohol -la lata de cerveza de 33 centilitros, a 2€, por lo que no compramos ninguna, habiendo traído el güisqui de España en botecitos -, el aeropuerto y barriadas populares y populosas, que llevan hasta una puerta estilo árabe, en mitad de la carretera. A un lado y de forma casi permanente, el mayor acuartelamiento de la ciudad y en frente, embajadas y edificios oficiales.

          Volvemos a la plaza principal y casi de frente, abordamos  la calle perpendicular de los murales, que lleva hasta la otra costa. Nada más salir al mar, ya nos encontramos con unos espectaculares y bulliciosos acantilados, aunque no se ven del todo bien, porque están hacia dentro. Si vas hacia la derecha y por un camino desigual, abrupto y molesto llegas hasta el faro, algo deteriorado y construido por los españoles, en 1920, cuando esta localidad se llamaba Villa Cisneros.

          Hacia la izquierda, arranca una plana pista, que termina en un cuidado y desierto paseo marítimo. El premio para el andarín son dos impresionantes playas, además de acantilados más visibles. La primera está encajonada entre rocas y resulta de difícil acceso -aunque no para los lugareños, que bajan a pescar con enormes neumáticos negros -, mientras, que la segunda, de arena fina y a la altura del asfalto, es ancha y disfruta de tantas revoltosas olas como de espuma. 

          Llegados aquí, os recomendamos, que volváis por el mismo camino y que no copiéis nuestra gilipollez, de ir por una arteria paralela a la de los murales, donde se ubica un horroroso polígono industrial repleto de basura y una barriada infame de aluvión -o de garbanzón, quizás -, absolutamente plagada de obras, socavones, pedruscos y arenales.

          Por tanto, hay buenas playas sin irse muy lejos de Dakhla y sin llegar a la famosa de Puerto Rico, ubicada al sur, a unos 80 kilómetros.

          Para terminar este post, dar las gracias a la pareja autora del blog salimosdebilbao, que con su relato del viaje a la zona en 2017, nos ayudó bastante.

viernes, 24 de enero de 2025

Lo malo de Dakhla

         


                        Dakhla es una pequeña península, que en forma de dedo, sobresale sobre  el océano Atlántico, a unos 1200 kilómetros de Agadir. Allí, ya habíamos estado un día, en febrero de 2012, camino de Mauritania, aunque solo la exploramos superficialmente, debido a las prisas 

         A Dakhla vuela Ryanair, desde Madrid, los miércoles y los sábados, a precio muy competitivo, por lo que no es mala idea llevar a cabo una visita al destino, yendo en un vuelo y volviendo en el siguiente, con una duración de cuatro días. Podéis emplear alguno más, si visitáis la Duna Blanca, la isla del Dragón o el desierto de Imlili, que se encuentran en los alrededores.

          Pero, la ciudad en si y dándole duro al zapato, merece bastante la pena, entendiendo que se trata de un destino emergente y en algunos casos, hostil. A cambio, los precios de casi todo resultan muy razonables y el clima magnífico, a pesar de los vientos, que trasladan  virulentamente la abundante arena y el polvo hasta lo más profundo de tu cara y tú pelo.

          Si no fuera, porque resultaría bastante frívola la comparación y más, habiendo perdido la vida más de 46000 personas en la reciente y destructiva guerra, podríamos decir, que Dakhla es lo más parecido a la destruida franja de Gaza. Resulta imposible encontrar dos metros seguidos de acera sin destrozos. Las obras se extienden por toda la ciudad, dividiéndose en dos: la pública y con mucho caos e inconvenientes de movilidad, avanza a buen ritmo, llenando casi todas las calles de surcos de martillos hidráulicos y gruesos tubos negros, que parecieran de un gaseoducto ( no hemos podido confirmar nada por internet, al respecto).

         En cuanto a la obra privada es todavía peor: edificios abandonados a medio construir, cuyo levantamiento no empezó ayer ni terminará mañana. Puede que comenzará hace diez años y no finalice nunca. A todo ello, hay que  añadir, la escasez de actividad comercial -casi nula por el día- y la ausencia de gente transitando, que le da  a esta ciudad un aspecto fantasmal y tétrico sería también, si no fuera porque el lugar da seguridad palpable.

          Los obstáculos en forma  de baldosas pendientes de colocar, socavones, montoneras de arena o de pedruscos hacen , que el paseo de viajeros y lugareños sea un complejo eslalon, del que no te libras ni con bastones.

          Para colmo, la ciudad se halla militarizada y llena de control policial. Enumeramos los cuerpos siguientes: policía normal, de las aguas, de servicios auxiliares, militares normales, de la guardia real, de la marina real, de la gendarmería, de la aviación... La ciudad está invadida por acuartelamientos, rodeados de elevados muros coronados con concertinas y cristales rotos. ¡Que miedo tienen los jodios!. Podría haber y de hecho , existe a cachos , un eterno paseo marítimo, pero se halla dividido en pedacitos, debido a que estos asentamientos se ubican en todo el medio y junto al mar.

          Hasta aquí y con los ojos cegados por el sol, el viento, la arena, el polvo y con la nariz distorsionada por el olor a las congeladoras y conservadoras de pescado y la basura, hemos descrito lo negativo de Dakhla, con generosidad.

          En la próxima entrada, sin embargo, se contará , que hacer y como pasarlo bien en este lugar, sin gastar casi nada 

Camino de Dakhla

 


        El día  ocho de enero de este año, comenzaron los vuelos de Ryanair entre Dakhla y Madrid y entre ese mismo destino saharahui ocupado militarmente por Marruecos y la isla de Lanzarote. Antes de Reyes y con origen el quince de enero, ya habíamos adquirido los billetes -todos a 15 €- para completar este triángulo, durante nueve días 

          Buscábamos el calor y el sol, el desierto, las dunas, las playas, la manga corta en enero...y a buena fe, que lo terminamos encontrando, hasta dorarnos y quemarnos la piel, a conciencia.

          Se trataba de cambiar los siete grados bajo cero de Valladolid, por los veintidós del Sáhara o de la isla canaria, por lo que había, que hacer un collage de equipaje, en dos bultos de mano, que combinara el invierno más cruel con el cálido verano. No resultó muy difícil, porque tenemos experiencia en cosas mucho más difíciles y además, debiamos, sí o sí, llevar ropas de abrigo, porque debido a los altísimos precios del alojamiento, en Lanzarote vislumbrabamos, que nos iba a tocar pasar cuatro noches en el aeropuerto de esta isla, donde el viento intenso no suele parar quieto mucho tiempo.

          La noche anterior al vuelo tomamos alojamiento en Barajas. Antes dormíamos en la T1, en estos casos, pero están desmantelando de mala manera las sillas y este invierno hace más frío, por lo que nos trasladamos a la T4. En ambas terminales te levantan del suelo a las cinco en punto de la mañana, seas mendigo -la mayoría- o viajero.

         Al enfilar la cola de embarque nos sorprendió, que el vuelo iba bastante lleno, sobre todo de turistas, más que de marroquíes o saharahuis. Parece ser, que el país alauita está tratando por todos los medios de convertir este destino ocupado en el Benidorm de la nación. ¡Anda, que no les queda!, como comprobaremos en los siguientes post.

          Las más de tres horas de vuelo fueron tranquilas y a la llegada nos recibió una temperatura de veintiún grados. Pasamos demasiado tiempo en la cola de sellar los pasaportes. Los funcionarios no están acostumbrados a que fluya tanta gente, gracias a las nuevas rutas aéreas, que dan vida a esta casi inactiva terminal.

          El aeropuerto de Dakhla está en pleno centro de la ciudad y hasta el núcleo principal de esta se tarda unos cuarenta minutos, caminando. Eso sí: id por la acera de enfrente porque la otra está hecha un asco, como Dakhla, en general.

          Estaba casi anocheciendo -es un lujo, porque en enero, lo hace a más de las ocho de la tarde- y es el mejor momento para tomarle el pulso a Dakhla. De día y con el calor, casi todo permanece cerrado o a medio gas y al caer el sol la vida explota. Se monta un enorme mercadillo de cosas de segunda mano, abren los restaurantes de comidas y snacks -así llaman a la fritanga-, los puestos de helados de máquina, los de bocadillos de sardinas fritas y rebozadas, que se acompañan de berenjenas, pimientos verdes y patatas fritas...

          En esta zona cero encontramos un buen alojamiento económico. Habitación muy luminosa, grande, con baño espacioso, televisión con solo canales árabes y un buen wifi.

          Sobre las media noche todo se apaga, por lo que conciliar el sueño no es ningún problema. A la mañana siguiente, un potente viento huracanado de más de cien kilómetros por horas, gobernado por un sol esplendoroso, dió inicio a nuestras actividades en esta península militarizada.

jueves, 23 de enero de 2025

Molestias en los aeropuertos y primeros personajes de nuestro viaje a Dakhla (parte II)

           Si en la primera parte de este contenido hablábamos de las molestias en los aeropuertos, camino de Dakhla, en nuestro primer viaje de este año, ahora, nos vamos a referir a los personajes de ese día, centrándonos, fundamentalmente, en tres:

          1. -"Pa chula, yo". En la cola de embarque de Ryanair toma posiciones una pareja mixta -ella española, él marroquí o saharahui-, que pretende colocar en cabina dos maletas, que por no mucho y por culpa de las ruedas, se pasan de las medidas permitidas por la compañía irlandesa. Él, más discreto y callado y ella, totalmente ofuscada, comienzan la batalla con el personal de la aerolínea, sin éxito. Si las quieren introducir, deben pagar una cifra significativa o las abandonan allí mismo.

          Entonces y a grito partido, la señora clama: "Pa chula, yo". Seguidamente, abre los bultos, saca dos pequeños objetos de cada uno y los deja allí mismo, abandonado el lugar. Dos pensamientos llegan a nuestra mente: por un lado, la expresión no está bien utilizada, porque chulería está relacionada con salirse con la suya o con victoria y en este caso no la ha habido. Y por otro, algo misterioso: ¿Por qué tanta maleta, para tan poca cosa?. Un rato después, se aclaró nuestra duda. Ellos viven en Dakhla y habían comprado los contenedores de equipaje en Madrid, no para este viaje, sino para los del futuro.

          2. -La "encantada de conocerse". Matrimonio ya mayor. Él es conciliador y trata de contener a su mujer, que es de esas personas,que amargan el día a cualquiera, que tiene la desgracia de acabar junto a ellos y nosotros tuvimos, que aguantarla sentada delante en el avión y detrás en la cola del control de pasaportes. Sin lugar a dudas, la persona más toxica y chabacana, que hayamos encontrado en unas cuantas décadas.

          Estas son algunas de sus perlas, siempre a grito pelado:

          - Sobre una joven, que había sentada cerca en el vuelo: "Mírala, va a enfermar, seguro. Como se puede vivir, comiendo dos pimientos crudos rojo y amarillo, cuatro fresas, pan de pipas y unas lonchas de queso "

          Y ya en la cola de los pasaportes, durante un lento ingreso, las siguientes:

          - "Siempre me toca en la fila de los torpes y de los tontos"

          - "Mira tú, que le dije a mi amiga, que estuve de vacaciones en las Comoras y no sabe dónde están. ¡Es, que hay gente tan ignorante!"

          - "Me he hecho con la Holafly, por 40€, para tener datos durante el viaje"(una tarjeta local sale bastante más barata)

          - "Que se creen la gente de las ONG o mis compañeros del trabajo. Yo vengo aquí de vacaciones y no para arreglarle la vida a nadie"... Podríamos seguir...

          Aseguraron , que querían ir a Nouadhibou, en Mauritania, alquilando un coche, porque ahora el visado y por 50€, se puede hacer en la frontera.

          Nuestra pequeña venganza fue, que al llegar al hotel y mirar en el MAE descubrimos, que desde el cinco de enero de 2025, la visa solo se puede hacer on line. ¡Que se jodan!

          3. -El gerente del hotel Tirs: Este lugar fue nuestro alojamiento durante nuestras tres noches en Dakhla. El hombre nos atendió en perfectísimo español, sin acento. Amable, aunque impulsivo, quiso llevarnos a determinados huertos, donde no queríamos ir. Nos pidió 200 dirham por la doble con baño, que conseguimos dejar en 150. Lo curioso y ventajoso de este personaje es, que te cambia dinero en efectivo -cuanto más, mejor- por encima de la tasa oficial. Nos dió 10,40 dirham por euro, cuando la divisa estaba a 10,34 y la mejor tasa en la ciudad, a 10,07. Al parecer, está acaparando moneda europea para viajar, próximamente, a España.

Molestias en los aeropuertos y primeros personajes de nuestro viaje a Dakhla (parte I)

           Tenemos una relación de amor-odio con los aeropuertos, cosa, que parece normal, después de haber llevado a cabo 51 vuelos el año pasado y 3, en lo que va de este. Por un lado, nos han salvado decenas de noches, cuando no teníamos donde dormir. Además, son lugares donde encontrar comida y bebida abandonadas -incluidas cerveza y botellas de alcohol - en perfecto estado es casi frecuentemente recurrente. Incluso, otros objetos olvidados de más valor.

          De lo que no nos gusta, además de que en algunos se pasa bastante frío en invierno es, el descuido y la mala praxis, que tiene la mayoría de la gente a la hora de manejar sus equipajes, de tal forma, que pasamos más miedo por tener un accidente arrollados por estos, que en cualquier calle de una gran ciudad (patinetes aparte). Es muy común, que te atropellen sin piedad y ni siquiera se den la vuelta para ver, que ha pasado o pedirte la más mínima disculpa (cosa, que si suelen hacer los ingleses). 

          Nosotros, en pos de una convivencia más agradable en los aeropuertos, prohibiríamos terminantemente y con elevadas multas, todos los bultos con ruedas, que las personas arrastran por detrás de su cuerpo y que de ninguna manera puedan ser controladas por sus ojos. Y el problema es, que estos son la mayoría de los que te cruzas o te adelantan a toda prisa. Bienvenidos, los que van por delante, a la espalda o en paralelo (estos últimos y afortunadamente, cada vez son más).

          En este viaje de ida a Dakhla, al margen de atropellos menores, que sufrí sobre mis piernas, tres fueron las situaciones en conflicto, en las que ya no me quedó más remedio, que levantar la voz y quejarme abiertamente. Y lo curioso es, que en dos de ellas, la respuesta del culpable fue la misma y soberbiamente inconsistente: "te he arrollado, porque te has movido". Lo que viene a defender la absurda teoría, de que cada vez, que pase delante de mi, por detrás o lateralmente un bulto con ruedas, me tengo, que parar. De esa forma, debería emplear unas diez horas, en recorrer apenas cien metros.

          La tercera y ya en los accesos del tren de cercanías, que conecta con Barajas, resultó mucho más peligrosa, pero, al menos, tuvo un final divertido y con sonrisas. Chica, que va con dos pesados bultos con ruedas, uno de cada mano y que trata de abordar las escaleras mecánicas. Yo detrás. Con dificultades, lo consigue, aunque estoy a punto de caer al suelo en su frenada. Al llegar al final de las mismas, se queda atascada en el último peldaño y debo hacer virguerías, porque no puedo avanzar ni  retroceder y el mecanismo me arrastra. 

         Sale, finalmente de ellas, pero se queda parada medio metro después y nuevamente y para salvar la situación, debo hacer más bicicletas, que Mbappé eñ el área. Perdida toda la paciencia, le comento a mi pareja, en voz bastante alta: "creo, que la mayoría de la gente debería recibir un curso para saber manejar el equipaje ". Ella se da la vuelta tranquila, me sonríe y espeta: " no se porqué, pero creo, que te estás refiriendo a mí". De buen rollo, casi todo se perdona.