Esta y la última son, de Nhakon Rratchasima y el resto, de Phanom Rung (Tailandia)
Cuando, decidimos acometer hace varios años, la excursión al templo de Phanom Rung, desde Nakhon Rratchasima, ya nos saltaron todas las alarmas y no nos faltaba razón.
El lugar sagrado es de una belleza increíble y además, está prácticamente entero, pero ahí terminan las buenas noticias para el viajero independiente de presupuesto ajustado.
Para colmo, el día previsto para la visita, cayó el diluvio universal y ni nos levantamos de la cama. Hay poca información en internet sobre este asunto y es muy confusa, por lo que vamos a arrojar algo de luz, contando nuestra experiencia.
La estación nueva de autobuses, de Nakhon Rratchasima, está alejada del centro. Desde allí, circulan frecuentes microbuses, a Nang Rong (100 minutos, 64 baths). En esta localidad, un taxi a las ruinas sale por 800 baths -ida y vuelta- aunque regateando, se podría conseguir un precio más bajo, supongo.
Si se opta por el bus, las salidas son cada hora, pero este no te deja en el templo, sino en un cruce de una población, que discurre a lo largo de la carretera (30 minutos, 30 baths, aunque a la vuelta, nos trataron de engañar y quisieron cobrarnos el doble, sin conseguirlo)
Los vendoedores de la zona hablan de una distancia de cinco o seis kilómetros, hasta el templo, pero la realidad es, que son entre ocho y diez. Y a la ida, buena parte es cuesta arriba, porque el sitio sagrado (100 baths), se halla en lo alto de un volcán ya extinto, afortunadamente. No hay taxis, como tales, pero se puede negociar con un lugareños, aunque no saben ni los números en inglés.
En nuestro caso, tuvimos suerte y tras andar un kilómetro, nos cogió, en su remolque, una furgoneta, que se desvió para dejarnos en la misma puerta. Y eso, a pesar de que no les pilla de camino. ¡Que gente tan amable!
A la vuelta, con un calor extenuante llegar y sin agua, nos tocó andar 5 kilómetro, en incómodo descenso, hasta que otra camioneta de las mismas características, nos recogió. No podemos asegurar, a ciencia cierta, si hay algún medio de transporte público, que llegue hasta el santuario, pero en el tiempo que transitamos la carretera, solo vimos minibuses de agencias o autobuses grandes de grupos organizados.
Para añadir algo más de tension al asunto, el desconcierto se adueñó de los lugareños, que no se ponían de acuerdo sobre la hora de paso del autobús de retorno, a Nang Rong, que finalmente, llegó a las dos de la tarde, en contra de lo que nos habían dicho.
Nos habíamos levantado a las siete de la mañana y regresamos al hotel, a idéntica hora, pero de la tarde, habiendo tenido mucha suerte. Es lo que hay: doce horas para visitar un templo que vimos en veinte minutos.
Cuando, decidimos acometer hace varios años, la excursión al templo de Phanom Rung, desde Nakhon Rratchasima, ya nos saltaron todas las alarmas y no nos faltaba razón.
El lugar sagrado es de una belleza increíble y además, está prácticamente entero, pero ahí terminan las buenas noticias para el viajero independiente de presupuesto ajustado.
Para colmo, el día previsto para la visita, cayó el diluvio universal y ni nos levantamos de la cama. Hay poca información en internet sobre este asunto y es muy confusa, por lo que vamos a arrojar algo de luz, contando nuestra experiencia.
La estación nueva de autobuses, de Nakhon Rratchasima, está alejada del centro. Desde allí, circulan frecuentes microbuses, a Nang Rong (100 minutos, 64 baths). En esta localidad, un taxi a las ruinas sale por 800 baths -ida y vuelta- aunque regateando, se podría conseguir un precio más bajo, supongo.
Si se opta por el bus, las salidas son cada hora, pero este no te deja en el templo, sino en un cruce de una población, que discurre a lo largo de la carretera (30 minutos, 30 baths, aunque a la vuelta, nos trataron de engañar y quisieron cobrarnos el doble, sin conseguirlo)
Los vendoedores de la zona hablan de una distancia de cinco o seis kilómetros, hasta el templo, pero la realidad es, que son entre ocho y diez. Y a la ida, buena parte es cuesta arriba, porque el sitio sagrado (100 baths), se halla en lo alto de un volcán ya extinto, afortunadamente. No hay taxis, como tales, pero se puede negociar con un lugareños, aunque no saben ni los números en inglés.
En nuestro caso, tuvimos suerte y tras andar un kilómetro, nos cogió, en su remolque, una furgoneta, que se desvió para dejarnos en la misma puerta. Y eso, a pesar de que no les pilla de camino. ¡Que gente tan amable!
A la vuelta, con un calor extenuante llegar y sin agua, nos tocó andar 5 kilómetro, en incómodo descenso, hasta que otra camioneta de las mismas características, nos recogió. No podemos asegurar, a ciencia cierta, si hay algún medio de transporte público, que llegue hasta el santuario, pero en el tiempo que transitamos la carretera, solo vimos minibuses de agencias o autobuses grandes de grupos organizados.
Para añadir algo más de tension al asunto, el desconcierto se adueñó de los lugareños, que no se ponían de acuerdo sobre la hora de paso del autobús de retorno, a Nang Rong, que finalmente, llegó a las dos de la tarde, en contra de lo que nos habían dicho.
Nos habíamos levantado a las siete de la mañana y regresamos al hotel, a idéntica hora, pero de la tarde, habiendo tenido mucha suerte. Es lo que hay: doce horas para visitar un templo que vimos en veinte minutos.