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sábado, 27 de abril de 2024

Alesund: a ver si somos capaces de preparar más y mejor los viajes

           Tras dos días, abandonamos Billund y nos dirigimos, a Gdanks, donde nos recibió un fuerte aire helador. Entre esto y que estábamos cansados, apenas salimos del hotel, que fue el mismo -el fantástico Moon-, en el que estuvimos hace ocho meses.

          Sí acudimos a un par de supermercados, uno de ellos, el Lidl, donde nos hizo gracia ver la semana de los productos españoles, como en nuestro país, observamos la griega o la italiana. Nos indignó, que el aceite de oliva -producción española, aunque envasado polaco -, esté a mitad de precio, que en la patria.

          Y con las mismas y al día siguiente, nos largamos para Alesund. ¿Qué esperábamos de este destino? Íbamos convencidos, de que se iba a tratar de un Bergen, algo menos espectacular y poco más. Pensábamos, que de los dos días y medio previstos, nos sobraría mucho tiempo. Pues bien -en nuestro descargo decir, que hacia tres jornadas que habíamos vuelto de Marruecos y que en internet hay muy poca información -: nada que er con la realidad.

          Para empezar, Alesund carece de casco histórico, porque se quemó a principios del siglo pasado, por culpa de una compañía conservera, que hizo arder todas las casas de madera de los pescadores. Apenas cuenta con una iglesia y unas pocas calles de estilo modernistas y su mirador -de unos 400 escalones-, que es mucho más modesto, que los de Bergen. Pero esto, no lo sabemos por haber visitado la ciudad, sino por haberlo leído, dado que al final, no hemos ido allí, fundamentalmente, por el robo del transporte del aeropuerto (16€ para menos de 15 kilómetros).

          Pronto nos dimos cuenta en el avión y tras ver un mapa, de que lo interesante es recorrer la mayor parte de sus espléndidas islas. Muchas de ellas están conectadas por puentes o túneles -uno, incluso submarino -, por lo que lo ideal es alquilar un coche en el aeropuerto y perderte por sus costas. Más, cuando el transporte público es escaso y las infraestructuras de alojamiento son casi inexistentes o dispersas.

          Pero, no os apureis, los que no queráis conducir, porque hay otra forma de descubrir esta zona: caminando. Y ellos es posible, gracias a que han construido innumerables carriles peatonales/bicis, que llevan a todas partes. Así, hemos accedido a cuatro insulas y dos de ellas, las hemos recorrido enteritas.

          Pensábamos dormir en el aeropuerto, pero de nuevo, una contrariedad: cierra a media noche. ¿Cómo lo solucionamos?. En las próximas entradas os contamos, cronológicamente, estás 60 horas.

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