Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Reencuentro con Bangkok, tres años después

                                                                                      Bangkok
Nuestra llegada a Bangkok - aquella ciudad que abandonamos precipitadamente en octubre de 2008, entre lágrimas- resultó algo desconcertante. No porqué nos impidieran la entrada al país -como ya se ha dicho- y a pesar de que Selene estaba angustiada con el tema, sino porque el recibimiento nos pareció hostil, en uno de los países más amables del mundo. Por un lado y para sacar más dinero, han quitado el bus directo a kahosan. O tomas varias y tediosas combinaciones de autobuses o te subes al no barato monorrail, que, encima, no deja nada céntrico.

Por otro, la ruda atención de la oficina de turismo y el que - al menos hoy -, si sales de la terminal de llegadas, no puedas volver a entrar, ni siquiera a pedir un plano, nos resultaron desconcertantes e impropios, de lo que recordábamos, como una maravillosa ciudad.
 Bangkok           
            Cierta contrariedad, también estuvo motivada, porque todos los bancos de Tailandia, se hallan puesto de acuerdo, para extorsionar al pobre extranjero: Han decidido cobrar –y cuando digo todos, son todos-, 150 abusivos bhatas de comisión, para cada extracción del cajero automático. Por tanto y dada la seguridad del país, ahora resulta mejor, viajar con dinero en efectivo.
                                                                           Bangkok 
           Tras estos primeros momentos de incertidumbre y tras descansar unas horas, pudimos constatar, que lo que es la ciudad en sí, no ha cambiado mucho, desde hace tres años. Lo más perceptible, es que se ha reducido el número de tuk-tuk - en favor de los taxis convencionales -, han aumentado los rentables Seven Eleven - donde comercializan una nueva bebida, llamada Siam Sato, que alivia el bolsillo, después de la abrupta subida de los impuestos de la cerveza -, y que ya no es tan fácil escaquearse de pagar en los templos (sobre todo en el Pho), como antes. Los que también han aprendido, son los de los exóticos insectos fritos - hay menos que hace años - y ahora, además de por el género, cobran por hacerles fotos.
            
             Bangkok, sigue siendo barato. Muchas cosas ni siquiera han subido de precio, aunque el incremento se produce, por estar en 2008, el euro a 53 bahts y ahora, a 42. Pero, en la calle paralela a la principal de Kahosan, aún es posible comerse unos espectaculares noodles fritos, con marisco - bastante - y vegetales, por tan solo 35 bahts. O sopas picantitas en el Eleven -a 12 bhats-, enormes salchichas, a 5…Bangkok           
             
            Aquí, estuvimos diez días, entre parón por enfermedades leves y hacer la visa de Myanmar, gestión que resultó muy fácil. Podríamos, sin embargo, estar perfectamente un mes, sin cansarnos, en esta fantástica ciudad, donde disfrutamos ganado una Euro de fútbol, en junio de 2.008. Y todo. ello a pesar de la discreta calidad de los alojamientos económicos. Por cierto: por segunda vez, se frustraron nuestros planes de visitar Kanchanaburi ( la localidad del puente sobre el río Kwai ). ¡Otra  vez será¡

No boarding pass

                                                                                 Bangkok
Catorce días sin tomar una sola cerveza - y eso que el Ramadán no empieza hasta mañana - por Bahrein, Omán y Emiratos, es demasiado tiempo hasta para un bebedor habitual de este líquido. Menos mal, que habíamos venido debidamente provistos de ginebra etíope, en cantidad suficiente. No refresca, ni es tan agradecida como la otra, pero al menos, sacia las necesidades etílicas, cuando estas surgen. En cualquier caso, las cosas están a punto de cambiar.
                                                                               Bangkok
Nos hallamos en la terminal de salidas de Dubai, tomando de extranjis el último cubata, mezclado en una botella no sospechosa y pensando en las fresquitas cervezas, que engulliremos mañana, nada más llegar a Bangkok, adonde pretendemos volar esta misma noche, vía Colombo. Pero ¡¡aún nos va a tocar sufrir¡¡.

Nos dirigimos al mostrador de Sri Lankan Airlines y nos piden el billete de retorno desde Bangkok, para poder entregarnos las tarjetas de embarque. Les indicamos, que hemos viajado varias veces a esta ciudad y nunca nos han solicitado tal requisito. Ni ninguna aerolínea, ni en el control de inmigración de la capital de Tailandia. Pero, la empleada sigue en sus trece: si no hay boleto de retorno, procederá inexorablemente a la negación del embarque. Y se muestra muy taxativa.

Mientras, pensamos como replantear el asunto y le damos vueltas a la cosa, de la nada aparecen Selene y Valerio, dos italianos que han contemplado la escena y que se encuentran en idéntica situación a la nuestra. Aún, seguimos –y seguiremos- siendo agnósticos, pero Dios nos acompaña a todas partes ¡y eso no podemos negarlo!. Al encontrarse con cuatro casos iguales y con una mayor presión, la empleada accede a tratar el caso con sus superiores.
Colombo
La espera es larga y tensa, aunque amena por la animada conversación de cuatro personas, que están contentas por haberse conocido, aún en esta situación. Hasta de Berluscuni y de Zapatero, acabamos hablando.              


 Definitivamente, parece que nos dan una solución razonable. Deberemos firmar una declaración, en la que eximimos a la aerolínea de cualquier responsabilidad, en el caso de que nos presenten alguna pega, a la llegada a Bangkok. Al fin y tras cumplimentarla, tenemos en nuestras manos las tarjetas de embarque.

El primer vuelo sale con bastante retraso. La compañía en sí, es bastante buena y la comida, la mejor que hemos probado en años, en el interior de un avión: como plato principal, un excelente y delicioso, hammour con tagliatelle. Apenas, dormimos, a pesar de que lo intentamos.

El aeropuerto de Colombo es un remanso de paz, sin el aire acondicionado a todo trapo y con la gente durmiendo donde le parece, sin que nadie les moleste. Todo lo contrario a Dubai. Hay internet veloz y gratuíto, que nos sirve para acortar la espera.
                                                          Sharjah
Selene está de los nervios, pensando qué vuelo comprar, por sino la dejan entrar en Bangkok. Valerio, aunque más tranquilo, también muestra sus dudas. Somos nosotros dos. los que estamos absolutamente convencidos –gracias a nuestras experiencias anteriores-, de que no habrá problema ninguno, para acceder a Tailandia. Auguramos, hasta que seremos recibidos con una sonrisa en la cara, en tan hospitalario páis. Afortunadamente, así ocurre.
    
¿Meticulosidad exagerada de un empleado de tierra del aeropuerto de Dubai o compañía aérea  "rompe cogioni" (como se diría en italiano) ?. Nunca lo sabremos. Lo cierto es, que estuvimos a punto de llevarnos un serio disgusto.

martes, 27 de diciembre de 2011

¿Así empezó todo? (parte II de II)


                                                                            Sharjah
Zoraída, era una joven de piel blanca, ojos verdes y pelo azabache. Era mimada y consentida por su padre, el sultán. Sus más mínimos deseos, a  cada momento, eran hechos realidad al instante. Pero, ahora ella languidecía dentro de su jaula dorada. Cuando Alí la vio, supo inmediatamente, lo que faltaba en su vida: ella. Comprendió que se había enamorado.

Con paciencia infinita, logró que la princesa le contara sus penas: se aburría dentro de los muros de palacio, quería conocer otras tierras, otros lugares y otras gentes, pero su padre, no sólo no lo consentiría, sino que ya la había prometido en matrimonio, a un emir gordo y viejo.
                                                                     Dubai
Alí, le descubrió quien era y le prometió, que si se escapaba con él, viajarían juntos por los confines de la tierra. Ella le recordó, que no era una persona cualquiera, sino la hija de un sultán, que debía estar al servicio de su pueblo. todo lo demás, eran sueños imposibles de llevar a cabo. Su destino ya estaba marcado en las estrellas, desde el día de su nacimiento. Alí, cabizbajo, asintió. Sólo quedaba la vía diplomática, en la que su visir era el experto. Comprendió, que debía regresar a su corte y desde allí, intentar solucionar todos estos conflictos. Ya no se acordaba, de que debía curar a la princesa. Ella, le prometió no descubrirle y mostrarse más feliz ante su padre y todos los cortesanos.

 De regreso a su país, le iba dando vueltas a la situación, pero no se le ocurría nada. Mientras tanto, el visir había descubierto, que Nuredín, apoyaba al emir guerrero, porque este estaba casado son una de sus hermanas. Aquí, mandaban más los lazos familiares, que los de la política.

La situación más fácil, era concertar una alianza mediante una boda de estado. Alí, debería someterse y casarse con alguna hija de Nuredín. Así, de un plumazo, todos ellos serían una familia unida y feliz y no habría más guerras entre ellos. Además, sería una manera de unir sus tierras frente a posibles rivales. Serían, en definitiva, un estado formado por muchos estados interdependientes, que se apoyarían entre sí, para mejorar sus tierras y economías. Era una idea tan vieja como el mundo, pero que siempre había dado resultado.
Dubai 
Desde luego, Alí no podía estar más de acuerdo, siempre que fuera Zoraída su desposada. Ellos dos, le darían nietos a Nuredín y la alianza entre emires y sultanes, sería un hecho, que traspasaría toda clase de fronteras y obstáculos en los tiempos venideros. 

¿Así empezó todo? (parte I de II)

                                                                            Dubai
Erase una vez un sultán. que vivía en su palacio rodeado de muchas riquezas. Todos los días se bañaba en una inmensa piscina, que tenía agua del mar, comía deliciosos manjares preparados por más de cien cocineros, a su servicio y por la noche, se deleitaba con la música y las caricias de sus más de mil concubinas. Pero, el sultán no era feliz. Su corazón suspiraba por algo más, pero aunque buscaba dentro de si mismo, no sabía encontrar aquello que anhelaba.
Sharjah 
 Un día, el visir le despertó con una terrible noticia. Nuredín, el sultán del país vecino, le había declarado la guerra. Unos territorios, que llevaban litigando desde tiempos de sus padres, eran otra vez el  motivo. Un pequeño emir los pretendía par sí y Nuredín le apoyaba. Había, que buscar una solución pacífica y que satisficiera a todas las partes. Como siempre, el visir se ofreció voluntario para ir a parlamentar con los contricantes. Pero, nuestro sultán decidió ir en persona. Se disfrazaría de mercader y acudiría a la corte de su rival. Se uniría a una caravana, que partía al día siguiente.

Durante el viaje estuvo, escuchando todas las conversaciones del resto de mercaderes. Así, se enteró de que a él le consideraban distante y poco preocupado por lo que les ocurría a sus súbditos. Pensaban, que vivía en una burbuja de cristal, sólo atento a sus propios caprichos.
                                                             Dubai
                La llegada a la corte fue sorprendente, al menos para él. Las calles resplandecían bajo el sol, los campesinos vendían sus productos en los puestos del mercado, los niños correteaban de aquí para allá y por todos los lados, se respiraba un aire de opulencia y alegría. Dentro de palacio, la situación no pintaba igual. Aunque, todo estaba limpio y ordenado, no se sentía la misma alegría  que en las calles. Pronto, Alí se enteró de la tragedia: la hija pequeña y más querida del sultán, se encontraba gravemente enferma. Este había prometido toda clase de riquezas, a quien fuera capaz de curarla.

     Muchos querían hacer el intento, a pesar de que no fueran médicos, pero una razón muy poderosa se lo impedía: aquellos que no lograran sanar a Zoraida, serían inmediatamente, ejecutados. Lo más sensato, sería volver a casa y dejar que el visir, como siempre había ocurrido, se hiciera cargo de la situación. Pero, el corazón de Alí siguió sus propios dictados. A los pocos minutos, ya estaba ofreciendo sus servicios como médico y sanador. Antes de entrar en la cámara privada de la princesa, se le advirtió del riesgo que corría. si no conseguía curarla. Alí aceptó el reto.
                                                                                             Al Ain



jueves, 22 de diciembre de 2011

La república bananera y non grata de Omán (parte II de II)

                Pero, ahí no terminó la cosa, porque los extorsionadores no se rinden, nunca.
                                                            Buraini
                Como ayer nos dejaron retornar a Buraimi sin problemas, supusimos , que no tendríamos inconveniencia en retornar a Emiratos, sin mayores dificultades, como otras veces -Zambia y Mozambique, así lo testifican -, cuando no nos ha gustado el precio de un visado o hemos tenido otro tipo de dificultades. Nos equivocamos.

                La inflexible y cuadriculada funcionaria de inmigración, de EAU, nos indica que ella no puede ponernos un sello de entrada, sin el de salida de Omán y, ¡no valen dos barras paralelas sobre el sello de salida de Emiratos - se hace frecuentemente - y, que nos deje entrar, como si no hubieramos salido. ¿Y a ella, qué más le da?. Pues, no. La  única y cara solución, consiste en tener que tomar un taxi, al punto fronterizo de ayer y volver aquí, con los malditos sellos de entrada y salida. ¡Un desastre económico, del que más de uno y de dos, sacanr tajada!.

                Con muy mala leche y sintiendo, que nos están tomando el pelo y la cartera, salimos a la calle, a negociar con el gremio de ttaxistas, que no se muestra agresivo. Nos piden 40€ por la ida y la vuelta, que conseguimos rebajar a 20, como "last and special price".
                                    Buraini
                Sin embargo - y todos coinciden -, lo que más nos choca, es que a medida que ofrecen su tarifa, nos ponen sobre aviso, del escarnio económico del que vamos a ser víctimas. No pondrán un sello de salida sin más, sino que deberemos pagar la visa -40€, aproximadamente- y nos penalizarán con otros 20 –a cada uno-, por sellar un día tarde. Por eso al poli  de ayer, no le importó demasiado, que nos fuéramos, ni tampoco nos informó de que quedabamos en situación de ilegalidad en el país. Cuantos más días pasaran, más dinero al morral. ¿A cuántos incautos, que hemos caído en esta sucísima trampa, trasladaron y trasladarán los taxistas, a ser degollados en este matadero de extranjeros ?. A muchos, según se sinceran los propios taxistas.

                Las predicciones de nuestro agradable conductor, son ciertas y nos solicitan lo previsto, Asumimos – aunque, intentamos evitarlo-, que tendremos que pagar los visados, pero trataremos de evitar, la injusta y elevada sanción, contra la que no hay recurso alguno.
                                                               Buraini
                Argumentamos, que sólo hemos estado unas horas en Buraimi y que no queremos visitar el país. Que, con un simple sello de salida, nos vamos y ya está. Negativo. El inflexible funcionario, se interesa por saber cuántas horas llevamos aquí. En realidad, son 36, pero mentimos y las dejamos en 20, para indicar que no llegamos a un día natural, completo. Lo que antes le parecía bien, ahora no, porque hoy es una fecha diferente.
                Insistimos: ¿y si uno llega a Buraimi a las 11 de la noche, nuca estará aquí antes de las 12 –por tanto, llevará un día- y mucho menos, si tiene que esperar a las 14 horas del día siguiente para coger el autobús?. Le da igual.

                Con el ánimo contenido a duras penas, volvemos a la carga. No es normal , que una frontera, esté a 60 km de la de su vecino y no se informe de ello en alguna parte, a la supuesta entrada al país. Y menos, habiendo un pueblo importante, como Buraimi, al lado del puesto de Emiratos. Visitados 104 países, sólo conocemos una frontera en Argentina, donde se hace una hora en autobús hasta Chile, pero están los Andes de por medio, sin haber pueblo alguno. Por tanto, este no es el caso
               
                Sorprendentemente, ante lo único que reacciona, finalmente, es al escuchar un simple "Omán, no good". "Why", indaga el impsaible hombre, con gesto interesado. "Porque el gobierno se preocupa más del dinero de los extranjeros, que de darles hospitalidad”. Hace una llamada, tras insistirle, que en ninguna otra nación, a lo largo del planeta, hemos visto nada igual.

                Nos perdonaron la sanción, aunque lo de la visa es innegociable. Hasta el propio taxista, que entra a  la oficina a buscarnos -saludando efusivamente al funcionario-, se asombra de que lo hagamos conseguido. Huímos del país para nunca volver. ¡O tal vez, sí!
 Buraini
                Horas después, al llegar al hotel de Dubai, en el ascensor, el empleado que nos sube a enseñar la habitación, nos pregunta "Where are you coming from, now'" "Omán", contestamos. Le entra un sonoro ataque de risa, mientras nos mira con cara de circunstancias. No entendimos el significado, pero tampoco quisimos preguntar. Por si acaso.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La república bananera y non grata de Oman (parte I de II)

Después de la lectura de la web del ministerio de Exteriores, en la que se indica, que es posible acceder a Omán gratis, sin pagar visado, si se entra por Dubai, decidimos contrastar la información con la embajada de este país y nos la confirmaron por teléfono punto por punto. La gestión merecía la pena, porque son 40€ por persona, para una nación, de precios similares a España - salvo en el transporte -, y a veces superiores.               
Buraini
Llegó el día. Después, de recorrer arriba y abajo la agradable ciudad fronteriza de Al-Ain, nos desengañamos de que aquí fuéramos a encontrar alojamiento - solo dos hoteles y muy caros -, así que dimos vueltas y tomamos unos tés, esperando paci3entemente, a que transcurriera la noche.

Pero, finalmente, no aguantamos tanto. Sobre las dos de la madrugada, ponemos en práctica la táctica de siempre, en estos casos. Pasamos de las voces de los taxistas y nos sentamos a una distancia prudencial. Los legales - inesperadamente - no muestran ningún interés, pero sí un ávido conductor, que vive de la desidia de los profesionales. Nos lleva hasta la frontera a mitad de precio y procedemos a solicitar nuestro sello de salida de Emiratos.

Para ello, nos piden 35 dirhams a cada uno. No teníamos noticia de esta tasa, pero como nos dan recibo, los abonamos a regañadientes. Nos aseguran, que en Omán ya no tenemos que pagar nada. Salimos a la calle. Extrañeza absoluta. No hay puesto fronterizo omaní alguno.
                                                                 Buraini
            Preguntamos a varios viandantes -bastantes para la tardía hora- si estamos en Omán o en Emiratos y todos nos certifican la primera opción. Pero ¿para salir de un país y entrar en otro, no hay que pasar dos fronteras?. Dada la avanzada hora de la madrugada, no buscamos hotel y nos acomodamos en el confortable exterior, de una barbería ¡Qué recuerdos de la Nochevieja pasada¡, que pasamos en los sillones de la antesala de una tienda de fotos, en Kasane (Botswana)!.
 
            Amanece un nuevo día, que pasamos distraídamente, en esta agradable localidad, llamada Buraimi, de casas con almenas o en forma de panal de abeja y sabiamente coloreadas y empapeladas, de una forma armónica.
 
            A las 13 horas y como estaba previsto, tomamos el bus a Mascate. No hay autovía, como a lo largo de todos los emiratos visitados, pero la carretera es buena. Comemos hamburguesas con patatas, que hemos comprado en un concurrido restaurante. Tras, más de una hora y cuando nos disponemos a dormir la siesta, aparece un control policial, que imaginamos rutinario. No. Es una frontera en toda regla, de Omán dentro de Omán, después de haber transitado ya, más de 50 km.
                             Buraini
            Nos hacen bajar a todos: a unos pasaportes, les dan el OK, otros los ponen en un montón y los nuestros y los de un indio, los dejan para lo último.
 
            El policía, que comprueba los datos en su ordenador, de agresiva mirada, nos indica que tenemos que pagar. El ayudante del conductor del bus, como buen samaritano y si lo hacemos deprisa, se ofrece a adelantarnos el dinero con su tarjeta de crédito, como ha hecho con el ciudadano de la India .
 
            Explicamos, lo que nos dijeron en la embajada de Omán en España, ante lo que el agente esgrime, que para  no pagar visa, hay que venir directamente desde Dubai, y que nosotros, hemos estado ya en Abu Dhabi. ¡Y él que sabrá, si los viajes internos por un país no dejan rastro en los pasaportes, que ni siquiera ha abierto!. Y mientras, el ayudante del autobús, que nos demos prisa, que el viaje debe continuar.
                                                                                  Buraini
             Apenas hay más conversación, dado que la única respuesta es pagar, pagar y pagar. No es esta la frontera por donde se puede entrar, gratuitamente Recogemos nuestros pasaportes y advertimos de que informaremos a la embajada de Omán, en nuestro país, sobre estos hechos. Al menos, tendremos alguna pista más, de si el sinvergüenza es el personal de esta frontera o el gobierno del país, que abre un agujero-trampa, para ofrecer visitas sin cargo y luego prepararte una encerrona , cuando llegas al control de inmigración.
 
              Por supuesto, el dinero del bus a Mascate, no lo recuperamos, por mucho que insistimos al ayudante del conductor. Hacemos dedo, para emprender el camino de vuelta, a Buraimi y tenemos suerte: se detiene el primer vehiculo que se acerca. Un agradabilísimo chico, nos devuelve a nuestro punto de partida. El estrambótico casso aprece consistir, en que estábamos en Omán, hemos querido entrar en Omán y no nos han dejado y todo para volver, de nuevo, a Omán. Lamentamos, no tener el suficiente cociente intelectual para entender esta extraña paradoja.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Emiratos: mucho más, que lo que vierten sus tópicos

                                                           Sharjah
Me comentaba un lector, por correo electrónico, después de enterarse de que estaba escribiendo desde un ciber de Emiratos, que menudo dineral nos estaríamos gastando. Tópicos y más tópicos, de los que no logramos deshacernos, hasta que visitamos los destinos. Una hora en cualquier internet de Dubai, sale por unos 0.50€. Una habitación de un hotel de tres estrellas, superior, por unos 23€. Comer, cuesta poco más de 1€ y hasta el transporte es barato y eficaz, circulando por autopistas interminables y magníficas, de hasta cuatro carriles por sentido.


Por lo hasta aquí expuesto, no es necesario ser un viajero petrodolárico, para visitar esta zona del planeta. Tampoco y para –en este caso- vuestra desilusión, os encontraréis con un jeque por la calle y la vida del esparcimiento, el despiporre y el show permanente, estará concentrada en otros sitios, supongo. Vamos, como en todas partes, porque nosotros, tampoco la hemos visto. Tópicos y más tópicos, que encierran a nuestra mente entre barrotes.

 Dubai
             Al contrario de lo imaginado, no siendo feos los rascacielos de Dubai - bastante dispersos entre sí y muchos de ellos en abandonada construcción -, no son el principal atractivo de esta trepidante ciudad. La tranquila y agradable zona monumental de Bastakia, nos muestra junto al río, algunos de los edificios más monumentales del país. Cruzando en “abra” (embarcación tradicional), se llega a Deira, donde el casco histórico de diluye y muere, tras un ramillete de calles caóticas, aunque agradables. Nos decepciono, enormemente, Palm Jumeraih, que desde el cielo debe resultar mucho más interesante, si la incesante bruma deja ver la bahía con nitidez (cosa extraña).


            El emirato de Abu Dabhi no merece siquiera una visita, pero sí Al-Ain, próximo a la frontera con Omán y sobre todo, la bellísima Sharjah, que cuenta con una preciosa mezquita, tranquilos paseos junto al lago y uno de los centros históricos más bonitos y acogedores, que hemos visto en lo que llevamos de viaje.

                                                                                                                     Sharjah
Durante nuestra estancia en el golfo Pérsico, el cuerpo ha ido mutando, hasta convertirse en un ente extraño, que debía adaptarse sin dilación, a contrarrestar los 45º del exterior con los 17º, que proporciona el aire acondicionado de los centros comerciales y de los hoteles en los que nos refugiamos a las horas de más calor. ¡No hay término medio: o te asas o te congelas!.

                                                    
Creo, que la próxima vez, que visite este país, será en los meses de diciembre o enero.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Al borde de la insolación

                                                                                           Bahrein

Llegamos a Bahrein, después de varias horas de vuelo y de haber sido sometidos a la tortura de la congelación, de la zona de tránsito del aeropuerto de Addis . Como somos tan “listos”, tratamos de colársela a Gulf Air: había varias conexiones a Dubai para este día, pero elegimos la última de la noche, para poder pasar el día aquí. Naturalmente y con descaro, reclamamos hotel y comida, por estar tantas horas aquí. Incluso, la gratuidad del visado (10 euros por persona).  Pero, no hay suerte, ni con lo uno, ni con lo otro.
       
Una vez ya dentro y algo desesperados, tratamos de localizar el transporte público hasta el centro de Manama. No lo hay, sólo podemos tomar caros táxis. Además, teníamos el problema de ajuste de moneda local para un sólo día.
   Bahrein
Nos tomamos 10 vasos de agua de la fuente gratuita de la terminal de salidas del aeropuerto y constatamos en persona e in situ, que efectivamente, hasta el centro hay los 8 o 9 km de los que nos habían advertido. La temperatura, ahora a las 8 de la mañana, ya ronda los 40 grados y el sol cae de plomo, como una bola impertérrita e impasible de fuego.

Comenzamos a caminar. Al principio, hay lugares donde refugiarse, pero después, se enfila la curvilínea carretera, que discurre junto al mar - atravesando un puente - y desde donde se contemplan unos pocos y bellos rascacielos y otros cuantos más feos o en paralizada construcción. Tras más de una hora y media, llegamos exhaustos, al centro de la ciudad.
   Bahrein
El día lo dividimos, con breves o largas paradas en los lugares donde hay aire acondicionado, en beber agua para hidratarnos y en ver las torres principales que distan otros dos kilómetros, de lo que se puede llamar centro histórico. Éste, no carece de encanto, pero es poca cosa, comparado con el de Qatar o Dubai. Aún, tenemos tiempo de entrar en un ciber y reservar un Dubai-Sri Lanka- Bangkok, para dentro de casi dos semanas.
                
Aunque, el aire mitiga un poco el calor y no dejamos de hacer fotos –que nos mantiene entretenidos-, la vuelta se hace dura. Durísima. En la terminal y en unas dos horas, bebemos cada uno, más de 25 vasos de agua en un estado nervioso y de confusión.

Con algo de retraso, llegamos a Dubai, sobre la media noche, No tenemos reserva hotelera y por tanto y como ya estaba previsto, nos va a tocar dormir en uno de los peores aeropuertos del mundo, en cuanto a su  confort. Dentro, hará unos 16 grados, no te permiten tirarte al suelo y las sillas son muy incómodas. Fuera, el termómetro marca 40 grados.
                                                        Bahrein
 La noche resulta realmente desagradable y dura. Llegada la madrugada, una vez hemos abandonado el aeropuerto y tras una larga peregrinación con la mochila a cuestas, tanto por Bur Dubai, como por Deira - a más de 45º -, constatamos que la única forma de encontrar alojamiento decente aquí, es reservarlo por Internet.

Tras, no poco rato para encontrar un cíber, así lo hacemos y le damos al cuerpo dieciséis horas de reposo, tan sólo interrumpido por una vigilia de dos horas. Hemos estado al borde de la insolación y yo lo pagaré de forma bastante seria en mi salud, durante los días siguientes.

Todo sigue igual


Lalibella
Otra vez voy al monasterio. Como siempre, al llegar, cubro mi cabeza y mis hombros con el chal blanco, que sólo uso para estas ocasiones. Es una herencia de mi madre, que a su vez ,lo recibió de manos de mi abuela. Yo lo cuido con mucho amor, pues es el único recuerdo, que me queda de mi familia.

En los antiguos muros de piedra, rezo mis oraciones a Jesús. Dentro, ya se ha formado un grupo numeroso de hombres, que sentados, esperan a que comiencen las charlas que todas las tardes tienen lugar aquí. Como yo soy mujer, no tengo derecho a tomar parte en ellas.

Siempre las religiones, coartan nuestra libertad. Mi vecina Lisbet es musulmana y ella tampoco tiene las mismas prerrogativas, que los hombres dentro de la mezquita. Sin embargo, no sé que harían en nuestros hogares sin nosotras:  ¿quién cuidaría a los niños?, ¿quién sembraría y cosecharía los campos?, ¿quién vendería los productos de nuestro trabajo en el mercado ?
                                           Aksum
Mientras tanto, la vida sigue igual que todos los días. Los niños juegan al balón o a la tanga, mientras que las cabras y las ovejas pacen a su alrededor, la hierba que crece entre las piedras del suelo y las paredes cubiertas de musgo. Los negocios todavía siguen abiertos, aunque a estas horas tienen pocos clientes. No sucede lo mismo con los bares de cerveza, que están llenos de ociosos hombres, bebiendo antes de volver a sus casas. 

martes, 13 de diciembre de 2011

Rumbo al este

                                                                                                    Harar
                                                                                               Harar
           El último día en Etiopía, fue realmente estresante. Todas las circunstancias, que no nos habían ocurrido por separado durante el viaje, se alinearon a lo largo de esa jornada: avería del bus, varios accidentes por la carretera, severos controles policiales, un atasco eterno entre Adama y  Addis...

El peor  acontecimiento de todos –aunque, afortunadamente, quedó solo en un susto-, ocurrió casi nada más salir de Harar. Por las intensas lluvias del día anterior, una enorme avalancha de rocas gigantes, acabó estrellándose contra el techo de nuestro autobús. Cuando, irremisiblemente, nos íbamos directamente al barranco y la gente gritaba de forma histérica, milagrosamente, el conductor pudo controlarlo y salvarnos de una muerte segura.
                                                                                                      Dire Dawa
 Previamente a estos sucesos, habíamos pasado unos días en Dire Dawa y más tiempo del deseado, en Harar, al no encontrar plazas para el transporte deseado. Del primer sitio, no esperábamos nada y nos recompensó con una bonita iglesia y un palacio. Tras cruzar un puente sin río, se desliza la zona histórica, con sus coquetas calles y casas de colores y cierta rugosidad en sus paredes y un mercado muy auténtico, encerrado entre bellas arquerías. ¡Un lugar fantástico y muy genuino!
 
           Harar, tampoco está mal, aunque no cumplió, ni colmó nuestras  expectativas. La bella y descendente calle de los cosedores, está flanqueada, por otras de casas de diversos colores y mezquitas de distinto fuste. La desmejorada muralla, no recuerda precisamente a la de Jerusalén.
                                            Harar
          Aquí, el ambiente a veces resulta bastante hostil. Los niños son tan agresivos, que tienes que acabar pegándolos, para defenderte y marcar territorio. Nos tiraron piedras, agua y nos llamaron de todo y a todas horas. Especialmente, "farangio" (, que aunque solo significa extranjero, repetido hasta la extenuación y con ánimo de ofender, desquicia al más calmado). De nada sirvió - ni de desahogo siquiera-, responderles "hijo de puta", a cada una de las provocaciones

Este asunto, nos  descuadró bastante, porque en el resto de Etiopía, incluida la cercana Dire Dawa, los niños son afables y maravillosos.

           En Harar, hay gente viviendo de forma permanente en las medianas y las aceras. La lamentable organización del transporte público, estuvo a punto de propiciar que perdiéramos nuestro enlace aéreo, entre Addis y Barhein.
                                                                                              Harar
Después, de llegar al aeropuerto con la lengua afuera, nuestro vuelo al golfo Pérsico, se demoró durante bastantes horas. Adiós a Etiopía, sin lugar a dudas, el país, que merece más la pena –junto a Marruecos-, de los 16 de África, que conocemos hasta ahora.