sábado, 16 de abril de 2022
viernes, 15 de abril de 2022
jueves, 14 de abril de 2022
lunes, 11 de abril de 2022
domingo, 10 de abril de 2022
sábado, 9 de abril de 2022
Nunca haré el Camino de Santiago
Este enunciado tiene trampa y además, ea gorda. Porque, con matices, el camino de Santiago ya lo hice, allá por el lejano año 1993. Fue una travesía anómala, aunque muy chula, cuando comer pulpo en el interior de Galicia y beber albariño, era casi más barato, que engullir patatas o saciarse de agua.
Se trató de una experiencia en tamdems y bicicletas, que transcurrió, desde Calzada del Coto, hasta la capital del apóstol. Patrocinado por Gas Natural, yo iba incrustado, como periodista becario de Onda Cero, en la caravana multicolor. Gozaba de total libertad, siempre que mandara la crónica a la emisora local de Valladolid.
Y eso, tenía muchas ventajas. Normalmente, viajaba en el coche escoba y con mucha calma, además de hacernos cargo de los lesionados, agotados o perdidos, frecuentábamos casi todos los bares del camino. Pero, si me apetecía, me montaba en la bici y me hacía unas decenas de kilómetros. Estuve a punto de matarme, contra un tractor, bajando a 70 kilómetros por hora, en Foncebadón, hacia Ponferrada.
Fue el año, en que a Fraga le dió por promocionar esta ruta. Algunos -los más viejos-, recordaréis aquello de: "¿italiano? No, gallego". El trayecto por Castilla y León fue precario. Pero, en Galicia, habían tirado la casa por la ventana en infraestructuras y disfrutamos de magnifícos albergues nuevos y gratuitos.
Narrados tan gratos y agradables recuerdos y siendo un andarín impenitente, ¿por qué nunca haré el Camino de Santiago, bajo ninguna circunstancia? Os advierto, que las razones no son muy filosóficas o espirituales.
De un tiempo a esta parte, llevo muy mal, caminar por senderos pedregosos y más, con un bulto a cuestas. Aunque, fue práctica habitual en el pasado, detesto avanzar por los arcenes de las carreteras, aunque tengan poco tráfico.
De toda la vida, llevo muy mal, dormir en lugares comunes grandes y más, como sería el caso, durante casi un mes. De día, socializo bien -aunque, cada vez menos-, pero de noche no. A eso se une, que desde hace tiempo, los albergues ya no son gratuitos, como deberían ser.
Santiago de Compostela fue una de las cunas de nuestra relación, de nuestras borracheras y de los aperitivos suculentos. Hoy en día tienes, que ser casi rico, para poderte pagar una taza de vino en la rúa do Franco o da Raiña.
Pero, volveremos allí, en 2038, porque le prometimos al Ápostol, que lo visitaríamos, cincuenta años después de haber empezado nuestro noviazgo. ¡Ya va quedando menos!
Casi treinta y cinco años de viajes
Comenzamos nuestra indeleble andadura viajera, cuando todavía florecían los últimos ochenta. Arrancamos en Vigo y de camping, cuando aún resonaban los ecos de la movida, el casco viejo no era territorio para adultos y los bares cutres de rica empanada de bacalao y pimientos de padrón -unos pican y otros no-, se entremezclaban en armonía con los pubs, que frecuentábamos las ánimas perdidas de madrugada. Algo, que los más jóvenes de hoy, ni podrían imaginar.
Después de ese buen rodaje, comenzó nuestra trepidante aventura interrailera, como la de otros tantos pipiolos de la época, que abarrotábamos los trenes europeos en verano. De forma semiinconsciente, los objetivos no eran otros, que acumular kilómetros, conocer gente, coleccionar países y ciudades sin más trascendencia y echar un polvo en cada una de ellas ( o dos). ¡Europa era nuestra vida!
A mediados de los noventa, con los precios a la baja y perdiendo el encanto, nos apuntamos al avión. Los trayectos no eran más largos, pero si más ágiles y anodinos. Nos graduamos en Estambul, cuando nos perdieron nuestro primer equipaje y cuando esta ciudad, aún era auténtica. Los contactos con los demás, aunque de calidad, se tornaron más esporádicos. Fue el tiempo de los países del este, donde hemos pasado más miedo, que en cualquier destino del África subsahariana, Latinoámerica o Asia.
El nuevo siglo y la aerofobia, nos condujeron a un lustro ominoso, en el que vagamos, como almas en pena por destinos no muy lejanos -conocidos o no-, siempre, que fueran accesibles en tren o en barco.
El empeño y ciertos reveses laborales -con ahorros, eso sí-, nos devolvieron a los corredores aéreos y comenzó la gloriosa época de los ocho viajes largos, que entre 2008 y 2018, nos llevó a recorrer y explorar cin detenimiento y placer, casi 140 países, teniendo que renovar el pasaporte cada poco tiempo, al llenarlo de sellos.
Resultó ser, nuestra plenitud viajera y acometimos, casi sin descanso, el grueso de los países de Sudámerica, Asia, África y Oceanía. Aprendimos a tener suerte; a buscarnos la vida en cualquier circunstancia; a dar pena, cuando hacía falta; a comer y a beber lo que fuera -incluídos alcoholes algo sospechosos-; a dormir donde tocara y sin exigencias; a manejarnos con los buscavidas de las fronteras; a aguantar cualquier cosa...
Y llegó la pandemia y volvimos a reinvertarnos. ¡Veinticinco viajes de diversa duración, en tan solo dos años! Regresar a Europa -Grecia e Italia-, se convirtió en un orgasmo, dadas las numerosas dificultades administrativas. E ir a México -en plena ola de omicrón-, en un delirante logro.
Pero, si el coronavirus, las restricciones y los cierres perimetrales, algo nos han aportado, han sido los viajes con detenimiento, con minuciosidad. Nos concentramos en explorar, lo supuestamente, pequeño, acometiendo largas caminatas por lugares inadvertidos de la provincia, de nuestra comunidad autónoma, paseos interminables y gozosos por la costa, la montaña, los senderos rurales o los cauces fluviales.
¡Y, aquí estamos. Esperando el momento propicio para iniciar el noveno viaje largo! Jamás pensé, que podría resumir casi treinta y cinco años de viajes en menos de un folio.
miércoles, 6 de abril de 2022
Otra vez, a Tordesillas
Tordesillas (Valladolid)
Y volvimos a Tordesillas, dos semanas después, pero con bastante peor temperatura, debido a la ola polar de primeros de abril. Esta vez, no nos alojamos en el hotel San Antolín, sino en una especie de sobrado con patio de un particular, donde antiguamente se destazaba la matanza. Ha sido muy bien reformado y las únicas desventajas son, que no dispone de televisión y que duermes en un sofá cama, dado que el lugar es estrecho. Pero, cuenta con cocina, utensilios y lavadora.El sábado, pretendíamos realizar el circuito de la cuesta de Carracastro y todo resultó perfecto (18 kilómetros). Tras cruzar la autovía, caminamos durante casi una hora, junto a ella, dejándola a la derecha.
Después y por una zona más tranquila, llegamos a Villavieja del Cerro, que cuenta con una bonita iglesia y con poco más de 50 habitantes. Regresando por otro camino, continuamos hasta Velilla, donde viven cuen vecinos, custodiados por un hermoso templo, parecido al anterior. Desde ahí, se acomete la cuesta, que cobija varios molinos de viento y ofrece agradables vistas. Hay nuevo sendero hasta Tordesillas, pero nosotros volvimos por la poco frecuentada carretera, porque teníamos los pies machacados de las piedras de los caminos.El domingo, pretendíamos llevar a cabo la ruta de la Cañada Real de Rueda (14,5 kilómetros). Arranca , cruzando el puente y saliendo hacia la izquierda. Pero, por diversas razones y tras visitar una ermita en ruinas, junto al río, nos acercamos hasta el convento de Santa Clara y bajamos hasta la Ribera izquierda del Duero, caminando, durante cinco o seis kilómetros. No abandonada el cauce y el recorrido resulta espectacular, aunque algo esforzado (cuestas y escaleras en mal estado)
El inconveniente es, que acabamos saliendo a la parte interior de la Senda del Alto Duero, que ya habíamos hecho catorce días atrás. No quisimos regresar, a cumplir nuestro objetivo, por lo que volvimos a recorrerla, aunque esta vez, solo hasta Simancas, desde donde tomamos el autobús urbano a casa.Este domingo, a Olmedo.
sábado, 2 de abril de 2022
miércoles, 30 de marzo de 2022
Domingueros
"Llega el alba,\ ya es domingo\ y no termina nunca mi ansiedad", cantaban Santiago y Luis Auseron, allá por el 2006. La verdad es, que no siempre resulta posible descifrar el auténtico significado pretendido por los excomponentes de Radio Futura en sus canciones, pero en este caso y con ironía, yo me siento bastante identificado con la estrofa. Porque la ansiedad es, sin lugar a dudas, la principal caracteristica de loa domingueros y a la vez, de los que tenemos que soportarlos.
Efectivamente, un dominguero, que se precie, actúa desde las horas más cercanas al alba, para no perderse un solo minuto de su día favorito. No se trata de lobos solitarios, sino que transitan en pequeñas manadas de colegueo o familia.Su segundo rasgo fundamental es, que no emoatizan y por tanto, son incapaces de ponerse en el lugar de los demás. Su lema implícito, aunque no reconocidi es: para divertirme yo, da igual, quien se joda"
Gritan, no dejan hablar a sus propios compañeros de aventura y apenas les escuchan. Y todo ello, mientras dan pedales de manera enfervorecida y compulsiva. Si, porque el medio favorito de transporte del dominguero es la bicicleta y su segundo principio es: "yo la tengo más grande, que todos".Afortunadamente, solo se muestran, como son, ese único día -algunos lo amplian al sábado-, porque son la molestia del resto de personas civilizadas, que también pretenden disfrutar de su día, da igual, sean niños, adultos, personas mayores o con discapacidas. A modo de ejemplo, en las sendas compartidas, te intimidarán. En los carriles bici te reñirán, por caminar sobre ellos. Y en los senderos unicamente peatonales, te gruñirán e insultarán por llamarles la atención.
Intercambian información a la velocidad de la luz, de tal forma, que hay rutas, que se hacen intransitables, debido a su tóxica presencia. Sin embargo, otras, igual de bonitas o más permanecen casi virgenes. Es el caso, de las dos más recientes, que hemos hecho: senda del Duero y del Pino Pinilla. Y es, que el dominguero, al igual, que el senderista de montaña esforzado, raramente contempla el paisaje, porque transita absolutamente preocupado y pendiente de si mismo y de sus objetivos adrenalinicos.Ellos nunca tienen la culpa de nada, de lo que puede ocurrir. En este sentido, comparten con los perrunos la característica de no ser responsables de sus actos (en este caao, siempre señalan al animal, como causante de cualquier desavenencia)
Por supuesto, no respetan ni una sola norma de circulación y si pueden transgredir varias a la vez, mejor.Conparten con las marujas su don de saber de todo y de tener un conocid@, al que le pasó algo similar en todos los temas, que se tratan.
Es rasgo común de los domingueros familiares ser acompañado por uno o varios perros, bien corriendo, bien en remolques no siempre adecuadamente adosados a la propia bicicleta. A veces, cambian la actividas ciclista por la de ir a ver al niño al fútbol y desfogar sus frustraciones en el campo.Y la cosa es, que si no te fijas en los detalles, el lunes parecen personas tan normales.
martes, 29 de marzo de 2022
Arrabal y Portillo
Arrabal y Portillo (Valladolid)
En lo alto de una colina, Portillo es una ciudad parcialmente amurallada, a la que se accede por un bello arco. Dispone de un destacado casco histórico con tres impresionantes iglesias -una de ellas, hoy es un restaurante-, el colosal y bien conservado castillo -1 euro- y la coqueta y tranquila plaza de Los Tres Arcos.
Son varias las rutas en los alrededores, que se pueden llevar a cabo desde aquí. Nosotros hicimos dos. Una corta, la del Mirador del Calvario, que tras subir y bajar algunos tramos de cuestas y escaleras, te ofrece unas bonitas vistas de Arrabal y de los pinares y campos cercanos.La otra es la senda del Pino Pinilla, que de forma casi circular, cubre una distancia de unos diecisiete kilómetros. En nuestro caso, solo llegamos hasta el famoso pino piñonero, enclavado en una roca, ubicado a unos siete mil metros y volvimos por el mismo camino. Se trata de un extenso y tranquilo pinar, que cuenta con un largo tramo arenoso, incómodo para caminar. Esta todo bien indicado, aunque nosotros nos equivocamos una vez y nos dirigimos cuesta abajo a una especie de granja de abejas.
En ambos senderos no nos cruzamos con nadie. Ni lugareños, ni domingueros.En Portillo, hay una oficina de información turística, muy servicial. El alojamiento es caro y escaso en la zona, por lo que nosotros hicimos la excursión en un solo día.
domingo, 27 de marzo de 2022
miércoles, 23 de marzo de 2022
Procesionarias, pinares, riberas y firme pedregoso
Ya habíamos visitado varias veces antes Tordesillas, interesante población, a 30 kilómetros de Valladolid, porque los conciertos de la concentración de Motauros todos los años, a principios de enero, son un buen reclamo para pasarse por este lugar. Pero, en esta ocasión, lo que tocaba, era adentrarse por los alrededores, durante un fin de semana. Esta localidad, ubicada a las orillas del Duero y de unos 10000 habitantes, rebosa historia por todos sus poros. Lejano queda ya, el famoso tratado de Tordesillas, de 1494, en el que España y Portugal se repartieron el Nuevo Mundo, a través de una línea divisoria. Las denominadas Casas del Tratado albergan hoy un pequeño museo de mapas y de miniaturas de diferentes monumentos de la zona. Plato estrella es el Monasterio de Santa Clara, al que acompañan cuatro o cinco iglesias de bella factura, en un casco histórico recogido, pero muy bello y animado Evidentemente, habiendo cerca un río, en este caso tan notable, siempre hay numerosos senderos cercanos, por donde caminar, contando con la ventaja, de que la información, que se ofrece en la eficiente oficina de turismo es muy completa
Para el sábado y dado, que por motivos logísticos,no podíamos empezar hasta el mediodía, elegimos la Senda del Bajo Duero, de algo más de 17 kilómetros, aunque solo llevamos a cabo algo más de la mitad. Para el domingo y con más tiempo disponible, dejamos la ruta del Alto aduero, de unos 32 kilómetros de longitud. Las protagonistas principales de ambas jornadas fueron las miles de procesionarias, que alineadas o amontonadas, pueblan el suelo en esta época. Son peligrosas para perros y gatos, que husnean.
Para iniciar la primera, debemos cruzar el puente medieval y tirar hacia la derecha, hacia Salamanca, por una pista de tierra, que transcurre paralela a la carretera, durante mucho tiempo. Debemos dejar atrás la playa, un hotel un hostal y un camping. Después, se discurre entre pinares o por zonas más abiertas, encontrando algunos edificios aislados o de fábricas - la mayoría abandonamos, hasta llegar a los corrales del Zapardiel, donde se guardan los toros de las fiestas ( huele fatal). Después, se atraviesa por un puente muy deteriorado, el río del mismo nombre, aunque en la actualidad, no dispone de agua. La segunda senda es la estrella de la zona. Arranca desde la ermita de las Angustias. Se coge desde aquí una carretera, que no tardando mucho, se transforma en pedregoso camino. Se dejan al lado o se atraviesan varios pinares o largos sembrados. En los primeros kilómetros se cuenta, como referencia, teniéndolo al lado o cruzando lo, con el canal de Tordesillas ahora mismo seco. Tras 10000 metros se llega al bonito pueblo de San Miguel del Pino, con su bellísima iglesia, un arco, una aceña, un puente derruido y bonito paseo fluvial. Hasta aq, apenas se caminaal lado del agua. Cinco kilómetros más allá y ahora sí, caminando por la Ribera, se encuentra la irrelevante localidad de Villamarciel. Aquí debemos tener cuidado debo despistar nos, porque el sendero da algunas vueltas para esquivar parcelas, hasta volver al cauce del río. Continuando por la orilla, acometimos las desembocaduras del Adaja y del Pisuerga y unos diez kilómetros más allá, abordamos la bonita Simancas. La ruta continúa entre pinares y más lejos del agua, hasta Puente Duero, unos siete kilómetros más allá. Desde este lugar, existe autobús urbano al centro de Valladolid. Por ambos caminos circula muy poca gente, andando o en bicicleta. Resulta una ventaja por la tranquilidad, aunque un inconveniente, cuando se hace necesario preguntar. Los molestos lavajos no son infrecuentes y eso, que hace varios días que no llueve. Por ello, no recomiendo llevar a cabo estas rutas con malas condiciones climáticas.Otras rutas de la zona, que haremos en el futuro, son:
- Camino de Santiago del sureste- Cañada Real del Foncasin
- Cañada Real de Rueda
- Cuesta de Carracastro.
domingo, 20 de marzo de 2022
jueves, 10 de marzo de 2022
Propósitos viajeros para 2.022
Resulta un post bastante clásico, desde ya hace bastantes años y en este blog, el tratar de enumerar los proyectos viajeros para el ejercicio en curso. Transcurrido el mismo, el grado de cumplimiento suele ser alto, aunque no siempre.
2021 resultó ser un periodo muy favorable, en el que gracias a las vacaciones, 10 días de asuntos propios y lo bien, que cayeron la mayoría de los festivos, conseguimos completar catorce viajes, con un total de ochenta y ocho días (parecido a 2020, pero en aquella ocasión, trabajando solo una cuarta parte del año). En 2022, me temo, van a ser algunas jornadas menos, pretendiendo rondar las ochenta.
Ya en enero y como se ha narrado en otro post, aprovechamos una fiesta local para marcharnos cinco días a Asturias, visitando la campa y el cabo de Torres, la Vía Verde de la Camocha -con su antigua mina-, Luanco y la ruta costera al Cabo de Peñas y la magnífica Universidad Laboral de Gijón.A lo largo de este curso y para aprovechar fines de semana sueltos, tenemos previsto realizar diversos periplos por nuestra provincia, que tan abandonada tenemos y que incluirían, Arrabal de Portillo y su comarca, Iscar y el Mar de Pinares, Urueña y el monasterio de la Santa Espina y Olmedo.
Probablemente, el domingo 27 de marzo y en excursión de un día, haremos el Camino del Hierro, en la provincia de Salamanca, en el parque natural de los Arribes del Duero, que incluye un bonito recorrido de 17 kilómetros de longitud, con diez puentes y 17 túneles.En Semana Santa nos iremos de camping, a Cantabria, dado que el precio de los hoteles este año está por las nubes, especialmente, en el norte de España. Todavía no hemos diseñado el armazón de este viaje.
Para el puente de mayo, pretendemos una escapada a alguna región europea, a elegir -dependiendo el precio de los vuelos-, entre Bélgica y Holanda, Francia o Italia.La joya de la corona serán las cinco semanas de vacaciones a disfrutar, entre el 10 de octubre y el 13 de noviembre. Dependerá de la situación de la pandemia -somos optimistas- y de los requisitos de entrada de los diversos países, pero barajamos los siguientes destinos.
1- Volver a Brasil, donde solo conocemos una pequeña parte.2- Estados del noroeste de India, que es la última parte de la nación, que nos queda.
3- Azerbaiyán e Irán
4- Lo que pudiéramos de Burkina Faso, Costa de Marfil, Togo y Benín.
5- Cuba y Jamaica.
6- República Dominicana y Haití.Ya solo quedaría poner destino a tres escapadas en verano, el puente de diciembre, Navidades y fin de año.
lunes, 7 de febrero de 2022
Cuatro días de enero en Asturias
Toodas las fotos son de Asturias
Aprovechando un fin de semana, al que añadimos una festividad local y una jornada de asuntos propios, nos juntamos con cuatro días, que decidimos dedicar a Asturias, en lo que ha sido nuestro cuarto viaje a esta región, durante el último año y medio. Todas las variables se conjuraron para que el plan fuera atractivo: billetes del ALSA, al 40% de descuento; un hotel bastante correcto, en Gijón, al precio de 25 euros la doble/noche y unas previsiones climáticas impecables (desde el principio al fin, acompañados por un resplandeciente sol). -Era sábado, 22 de enero. Después de cuatro horas y media de autobús, llegamos a nuestro destino sobre la una de la tarde, con diez minutos de antelación (y eso sí que es raro, porque ALSA siempre va con retraso). El resto del día, lo dedicamos a acercarnos andando, por un largo y entretenido camino ascendente, que nos dejó en la verdisima campa de Torres, donde se ubican varias ruinas de la época de los astures, entre las que destacan un par de primitivas cabañas. Entre la enorme y muy molesta ventolera, observamos también desde lo alto, las impresionantes playas, que se encuentran rumbo a Cudillero y el espectacular cabo Torres y su Faro. - El día siguiente lo dedicamos, casi por completo, a llevar a cabo la Vía Verde de la Camocha. Por ella y en tiempos ya algos ya lejanos, transitó un ferrocarril, que hacia la ruta hasta la mina del mismo nombre, para transportar ulla hasta el puerto. Desde el centro de Gijón hay, que andar unos cinco kilómetros, hasta el inicio del recorrido.Después y estando el sendero bien señalizado, se deben acometer otros ocho de dificultad baja. Se cruzan o se dejan al lado varios ríos, como el Pilón, Bustio y Llantones, aunque de muy poco caudal, al menos, en esta época del año. Finalmente y ya fuera del trazado, en el pueblo de Huerces, se encuentran los vestigios en forma de ruinas de la antigua explotación minera. El único inconveniente fue, cruzarnos con despiadados ciclistas domingueros.
- Para el lunes, dejamos una bonita y algo esforzada excursión. Ya conocíamos Luanco, pero teníamos pendiente realizar la senda, que conduce hasta el cabo de Peñas. Se trata de ocho accidentados kilómetros, que transcurren por superficies variadas, como asfalto, tierra, terreno pedregoso o verde, escaleras... No la hicimos entera, porque parando en muchos de los puntos de interés, se puede tardar más de cuatro horas en cada dirección. Nosotros llegamos hasta la playa de Bañugues, dejando atrás la de Moniello y la punta de la Vaca, entre otros lugares atractivos. Los más ambiciosos pueden completar el plan, arribando al faro de San Juan de las Nieves, ya cerca de Avilés. -Y el último día, lo dedicamos, a acercarnos a la muy bonita universidad Laboral, de Gijón, con impresionantes patio e iglesia. Está, caminando, a unos siete kilómetros del centro, aunque hay aceras en todo momento. Acogió a los huérfanos de mineros fallecidos.Como nos sobraba tiempo, llevamos a cabo parte de la senda del río Piles, que ya habíamos hecho al completo, durante el verano del pasado año.
Estos cuatro viajes de diciembre y enero han estado marcados por la misma dinámica, con el fin de huir de las inclemencias del tiempo: salir tarde por la mañana -no antes de las diez y media, salvo excepciones- y recogernos sobre las seis y media, aprovechando a tope las horas centrales del día y a veces, comiendo, mientras caminabamos. No ha sido para nada, infrecuente, superar los cincuenta mil pasos diarios.sábado, 5 de febrero de 2022
Fin de año en Medina de Rioseco
Como habíamos estado en Cantabria, durante el puente de Navidades, decidimos buscar un destino más cercano, para el fin de año. A unos cuarenta kilómetros de nuestra ciudad de residencia, se encuentra Medina de Rioseco. Íbamos a dedicarle tres jornadas, pero como los hoteles son caros allí, comprimimos todos nuestros itinerarios, en dos: Nochevieja y Año Nuevo. El tiempo fue soleado y agradable por el día. La mañana de la jornada de fin de año, la dedicamos a realizar la agradable ruta de paisaje castellano y campero, que conduce a lo largo de cuatro kilómetros, a la ermita de Castilviejo. Y aún, llegamos un par de miles de metros más allá. Por la tarde, visitamos de forma minuciosa el centro de la villa, disfrutando del casco histórico, con calles de casas de arquitectura terracampina y sus bonitas y contundentes iglesias. También, dividimos en dos, la primera jornada de 2022. Por la mañana y partiendo de la dársena del canal de Castilla, caminamos más de dos horas, hasta la exclusa sexta del mismo. El desgarrador paisaje invernal nos cautivó hasta provocar emociones insospechadas. Apenas nos cruzamos con nadie, ni a la ida, ni a la vuelta. Resulta más cómodo transitar por la margen derecha del apacible cauce.
Después de regresar, almorzar y de comprobar, lo animados, que estaban los bares a mediodía, recorrimos unos cuatro kilómetros de importantes subidas y terreno irregular, hasta una almazara, que se puede visitar por dentro, aunque no este día.
Antes de anochecer y regresar a casa, paseamos por el cauce del río Sequillo y dimos las últimas vueltas por el pueblo.