Todas las fotos de este post son, de la Senda del Oso (Asturias)
Fueron días de viento frío y de
cuestas pronunciadas; de limoneros de frutos olorosos, aunque de
cáscara muy gruesa; de mandarinos sobrios y perezosos y de manzanos
esbeltos, sin ni una sola hoja, pero con sus frutos enrojecidos y
apetitosos. En el paraíso de la sidra, no pudimos visitar la fábrica
de El Gaitero, en Villaviciosa, dado que sólo ofrece esta actividad
de jueves a domingo, de forma gratuita, días que no coincidieron con
nuestra estancia.
Lo que si pudimos realizar -a pesar de
la persistente y molesta lluvia-, fue, parcialmente, la Senda del Oso
y no quedamos arrepentidos de esta decisión. Se trata de senderismo
tranquilo y canalizado por cercas de madera, que se puede llevar a
cabo, andando o en bicicleta y que entraña poco riesgo, si se desea
hacer con niños. Aunque resulta necesario estar un poco en forma.
No nos cruzamos con nadie -ni siquiera
con los escondidos lugareños- y disfrutamos a tope del paisaje
rural, de los hórreos, de las calabazas gigantes y coloridas, de las
verdosas y majestuosas montañas, de los riachuelos turbios y
embravecidos, de la plenitud ocre del avanzado otoño y hasta de las
osas pardo, Paca y Tola, que nos salieron a recibir con majestuosidad
e indiferencia, cuando no albergábamos la más mínima esperanza, al
pensar, que a estas alturas del año, estarían hibernando. Una es
tranquila, pero la otra tiene más mala leche.
Asturias se muestra muy dispersa y
desnivelada. Las carreteras no son para disfrutarlas, sino para
sufrirlas, dado que casi nunca existe arcén. Nada de ir andando por
ellas, como ocurre en la mayoría del país. Sin embargo, el
transporte público -fundamentalmente, ALSA-, llega a casi todos los
puntos de la región, por pequeños y aislados, que se encuentren.
No es, sin embargo, está compañía,
la que tenemos que tomar en la estación de Oviedo, para
desenvolvernos por la Senda del Oso. El servicio lo presta la empresa
Bimenes, desde los andenes 31 y 32, con al menos, cuatro autobuses
diarios en ambas direcciones.
La Senda del Oso presenta forma de Y.
En el extremos de abajo, se encuentra, la casi despoblada, Tuñón. Y
en los puntos de arriba, Entrago, a la derecha y el pantano de
Valdemurio y Santa Marina, a la izquierda. Aunque el recorrido no
resulta muy exigente, entre Entrago y Tuñón hay unos cuatrocientos
metros de diferencia, en su altitud. Por lo que si lo que se quiere
es disfrutar del camino de forma más cómoda y en descenso, se debe
empezar por este primer punto.
Nosotros no hicimos la senda entera,
por motivos logísticos, climáticos y sobre todo, porque a fecha de
hoy, esta cortada en la localidad, de Proaza, por supuestas labores
de mantenimiento y mejora de la seguridad. ¡Es lo que tiene viajar
fuera de temporada!.
Si empiezas a caminar desde Tuñón
-cual fue nuestro caso-,, se pasa por un par de túneles y de
puentes, hasta llegar a la apacible y encantadora localidad, de
Villanueva, a unos tres kilómetros, a través de un sendero
irregular y serpenteante. La misma distancia se debe recorrer, para
llegar a Proaza. Un poco antes de este punto, se encuentra la zona
acondicionada para la supervivencia y el disfrute de las osas pardas,
que moran aquí desde hace tiempo, vigiladas y mantenidas, después
de que un cazador furtivo se cargara sin piedad a su madre.
Se continúa, otros cuatro kilómetros
y a través del desfiladero de Peñas Juntas, hasta llegar a Caranga,
donde el camino se divide, como ya se ha indicado, hacia Santa Marina
o hacia Las Ventas y Entrago, lugar muy cercano a La Plaza, que
ostenta la capitalidad del poco poblado condado de Teverga.
Si uno se decide a llevar a cabo la
travesía por el itinerario más popular -entre Tuñón y Entrego-,
la distancia a recorrer es de 22 kilómetros. Si se va en un sólo
coche, habrá que hacerla en ambas direcciones (ida y vuelta). Pero,
si se opta por el transporte público o la bicicleta no será
necesario. Tuñón, se encuentra a unos 19 kilómetros de Oviedo, que
en bus suponen media hora. A Entrago, se tarda otros treinta minutos
más.