Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 5 de agosto de 2025

De camping, otra vez.

           Yo iba de camping con mis padres y hermanas desde la más tierna infancia, por lo que me resulta una forma agradable de sortear las noches y los viajes en destinos, donde el alojamiento sale caro.

          De jóvenes y en nuestros múltiples e incansables viajes por la Europa occidental y la inquietante  por entonces del este, mi pareja y yo utilizamos, constantemente, este estilo de vida  y de tránsito, con la casa a cuestas.

          A partir de los cuarenta años y aún estando en perfecta forma física y mental, restringimos bastante esta práctica y nos acomodamos relativamente, porque dormir en aeropuertos, la calle o estaciones no es una opción fantástica, aunque tiramos de ella sin titubeos, cuando no queda otra alternativa, que ser objeto de desplume.

          Pero bueno, en los últimos años, nos hemos prodigado lo justo: varios findes en Santander -donde alojarte en esta ciudad de estirados de otra manera es arruinarse-, un festival cervecero artesano en un pueblo vallisoletano y un caluroso puente de agosto en la agradable Aguilar de Campoó.

          Lo bueno, que tienen los campings es, que han sido menos víctimas de la especulación, no tanto en cuanto a los precios, porque baratos ni eran, ni lo son, sino en cuanto a las condiciones de estancia. Todavía, en la mayoría de ellos es posible, entrar a las doce o antes y salir a la misma hora del día siguiente o incluso después. Esto resulta imposible en las habitaciones o apartamentos, donde las normas son cada vez más leoninas.

          El camping de Candás es regular, siendo generosos, aunque con el paso de las horas, el nublado y la agradable temperatura, le vamos cogiendo cariño 

          Está abarrotado de gente alborotada y no muy educada, en la zona de roulottes y artilugios similares, aunque en la de acampada -la nuestra y donde predominan los jóvenes -, no hay casi nadie.

          En la mayoría de casos, se trata de familias, que antes disfrutaban otro estilo de vida, pero que se han tenido que hacer campistas por necesidad. Y eso se nota, porque aún no dominan -o no quieren hacerlo -, las normas básicas de convivencia de estos lugares. Pero, al menos por la noche, respetan el descanso.

          De todas formas, los dos principales problemas del camping de Candás son, que no existe una sola sombra y que los baños resultan absolutamente insuficientes -aunque muy limpios- para tanto personal.

          En los campings -doy fe-, siempre se ha ligado mucho. Son algo frikis y pijas, devotas del maquillaje, pero si tuviera treinta años menos y careciera de pareja, seguro, que habria plan posible, con alguna de nuestras tres vecinas de tienda.

          Por cierto; parecía un suelo imposible y al final podemos clavar bien los cuatro ganchos de nuestra básica tienda iglú.

Siempre Asturias

           Teníamos idea de adquirir un bono de diez viajes, desde Valladolid, a Santander con ALSA -valido para 365 días -, para usar este mes de agosto y con un 40% de descuento, pero como todos los buses del viernes y los de vuelta del domingo van completos, cambiamos de opción y compramos uno para Gijón, rebajado en un 65% (a 9€, cada trayecto).

          El norte de España y tras infinitos y trepidantes viajes, lo conocemos, como la palma de la mano, pero desde hace tiempo ya estamos convencidos, de que disfrutamos más, de lo que nos pueda pasar, que de lo que podemos ver.

          El bus llega a Valladolid media hora tarde. Según comenta una señora mayor, han sufrido un pequeño accidente, sin especificar más, a la salida de Madrid. Hace mucho calor y es agradable ir perdiendo grados, a medida, que avanza el recorrido. Llegamos a la una de la madrugada, con tres cuartos de hora de retraso.

          Hace algo de aire y la noche está animadísima, así, que no da pereza unirse a ella y disfrutar a lo grande, como si aún fuéramos jóvenes y tuviéramos esa urgente necesidad de reventarlo todo.

          Ver amanecer, sentados en la fresca arena de la playa de San Lorenzo y con jersey, se convierte en un soberano privilegio, que ahuyenta cualquier intento de bostezo del cansancio. Me encanta ver amanecer  -aunque no en Castilla, donde es aburridísimo -, pero afortunadamente, no estoy disponible para ese momento, la casi totalidad de los días, porque aún, me gusta más trasnochar.

          El cielo está amenazante, ennegrecido, pero justo en la linea del mar, se mezclan los colores rojizos, amarillentos, naranjas y azulados, formando llamaradas. Resulta todo un espectáculo contemplar la evolución del fenómeno, mientras llegan a la playa los primeros veteranos bañistas y los esforzados deportistas, que no perdonan ni un solo día su carrera matinal.

          Caminamos hacia la estación de autobuses y sobre un banco, bien envuelto, hallamos un enorme bocadillo de pan reciente, de lomo y queso, que alguien ha abandonado y que nos sirve de desayuno. ¡Un día de estos, nos vamos a envenenar, aprovechándolo todo!.

          Tomamos un ALSA para Candás, donde nos recibe un animadísimo y atractivo mercadillo, aunque poco tentador, porque los precios resultan demasiado caros. Como nos ocurre, casi siempre, hemos pillado las fiestas patronales -en este caso, de San Félix - y la jornada va a ser vibrante, participativa, espontánea y alocada, a pesar de que el programa festivo consiste en poco más, que un camión nocturno verbenero y la sugerente y variada -y cara- oferta gastronómica y de bebida de los bares. Mañana, nos aturdirán  con un concurso internacional -ahí, es nada- de charangas.

          Y nosotros, de momento, al camping de la cercana Perlora, siguiendo la línea de la costa. Nos encaminamos a los sesenta años de edad, aunque aun falta, pero todavía no nos da pereza cargar con la tienda -y montarla- y el saco.

lunes, 4 de agosto de 2025

viernes, 1 de agosto de 2025

Llega agosto y no vamos a parar

           Dijimos en el anterior post, que hoy hablaríamos de alojamientos, pero lo vamos a dejar para la semana, que viene. Hoy comienza agosto y tenemos planes para todos los fines de semana de este mes.

          Ha sido una gozada está última semana en casa, a ratos con el jersey -aunque con todo abierto- y por la noche con el edredón. Aunque me temo, que lo que viene a partir del domingo va a ser bien distinto. 

          La nueva y nada atractiva oferta del Ministerio de Transportes para Media Distancia no nos ha gustado nada, así que hemos dejado de coger estos trenes. Pero si nos ha convencido la de ALSA -también subvencionada por el gobierno- con descuentos de entre el 40 % y el 65%.

          Así, que nos hemos comprado un bono de diez viajes a Gijón. No es nominativo y pueden usarse por varios pasajeros a la vez. Con él, cada trayecto pasa de los 25, a los 9€. ¡Buen descuento!

          Esta tarde nos vamos para allá, hasta el domingo. Conocemos muchísimo la zona y no sabemos, que haremos. Dormiremos en el camping de Perlora, por 20€, porque nos negamos, a hacer rico a nadie.

          El finde, que viene, a , Madrid, en AVLO, a las fiestas de San Cayetano y San Lorenzo, durmiendo en el cápsula de Usera de siempre. Nos ha llamado la atención, que hay una fiesta Bresh, palabro para nosotros desconocido. Preguntamos a la inteligencia artificial y resulta, que es un término argentino, que define algo así, como un concierto organizado por una secta.

          El fin de semana del puente queremos volver al Lago de Sanabria, donde estuvimos hace años.

          Y el siguiente, a Asturias, de nuevo.

          El último de agosto, aún está por decidir.

          En cuanto al post de la hostelería, se nos olvidó comentar, ese victimismo extremo, de qué son los únicos, que cumplen en el sistema.

          Me explico: pagas por una triste gilda de lata sin elaboración, ni trabajo alguno, tres euros, cuando sabes, que no cuesta ni cincuenta céntimos. Te quejas del abuso y te sueltan lo de los sueldos, los gastos de la Seguridad Social, los suministros...¡Ni que los carniceros, fruteros o demás autónomos no los pagarán y saben, que sino ponen precios competitivos se van a la mierda!.

          Y una anécdota, sobre Tropea, que se nos olvidó comentar. En la calle principal -y en alguna otra- han colocado hasta cinco papeleras juntas de colores distintos para reciclar residuos. Pues bien: cuando recogen la basura las vuelcan todas en el mismo sitio. ¡Así es el sugerente y genuino sur de Italia¡.