Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 23 de diciembre de 2016

¡Este viaje es una pesadilla (parte I: Marina)!

                                                     Navidad en la Puerta del Sol (Madrid). Debajo, Granada
           Así, a primera vista, el encabezamiento puede parecer un poco sensacionalista. Y vaya por delante, que en cierta medida, lo es. A los periodistas nos encanta poner buenos titulares para que los lectores se enganchen. Por ejemplo: si yo digo, que la India es maravillosa o mística, pues no me como un colín. Sin embargo, si aseguro -y además, con cierta vehemencia-, que ese país es una mierda, pues ya tengo el caldo de cultivo para un artículo potente. Y más, en el desolador mundo actual periodí8stico, donde nadie contrasta las informaciones antes de publicarlas y donde lo prioritario es la inmediatez, aunque luego te la pegues o te la peguen.

          Puede resultar exagerado y lo es, que quien ha hecho miles de kilómetros de interrail en su inexperta juventud por la otrora terrorífica Europa del este, de finales de los ochenta y principios de los noventa o que quien ha padecido temperaturas cercanas a los cincuenta grados en países tan distantes, como India, Emiratos o Nicaragua, pueda tildar de viaje pesadilla, un periplo de 12 días por Andalucía oriental -quizás, pueda ser la maldición de Susana Díaz, que ya afecta a tanta gente- y Murcia, en plena época digital.

          Pero, realmente y sin esperarlo, este viaje se ha encabronado hasta límites insospechados, hasta darnos cuenta, de que en España se pueden pasar muy putas -eso ya lo saben y lo tienen grabado a fuego los jóvenes patrios y los parados de mediana edad-, cuando las cosas se tuercen lo suficiente. Lo cierto y verdad es, “que este es el viaje pesadilla” -y mirad, que llevamos decenas de periplos por el mundo, durante treinta años-, ha sido la frase más repetida por nosotros, al menos, durante las dos primeras terceras partes de su transcurso.

                                                                Capileira (Granada). Y debajo, Almería
          Todo empezó, cuando pasadas las doce de la noche y a falta de seis horas para la partida de nuestro bus, a Granada, se nos acerca una rumana, llamada Marina, que nos advierte de que la estación de avenida de América, en la que pasamos el tiempo somnolientos, entre guías, cervezas y whatsapps, cierra a las dos de la mañana y debemos dar con nuestros huesos en la calle, en pleno mes de diciembre y a cero grados, aunque tengamos billete de transporte para unas pocas horas después.
San José, en cabo de Gata (Almería)
          Lo que nos pide Marina, una simpática y guapa chavala de 26 años, es si se puede quedar con nosotros, ese periodo de tres horas y media, en el que deberemos vagabundear por las arterias capitalinas y buscarnos la vida. Nosotros, encantados, aunque nos parece increíble, que esto pueda ocurrir en la España del siglo XXI. ¡Otra vez, he exagerado, porque hace mucho tiempo, que nada de lo que ocurre en este país, nos asombra o eriza el más reposado vello de la piel!!.

          Con displicencia, inhumanidad y hasta con cierto regocijo, los mandados de perfil bajo, pertenecientes a subcontratas de míseros sueldos, nos ponen a la hora señalada, de patitas en la calle. Eso sí: no hay discriminación. Como comprobamos, da igual que seas nativo patrio, comunitario, miembro del amenazante Grexit o pacífico y emergente japonés. ¡¡Todos, a la p... vía pública (que para eso, lo es)!!.

                                             Esta y la de abajo son , del desierto inundado, de Tabernas (Almería)
          Los tres, nos vamos a la semi abierta cubierta portátil de una terraza cercana, de esas que se han puesto ahora tan de moda, hasta en el polo sur. Pero, el helador frío comienza emergiendo por los pies y las piernas, hasta casi atenazarnos la lengua. Como, la conversación con la chica esta bastante interesante, tratamos de que esto no ocurra y buscamos una cercana boca de metro, ya cerrada por una gruesa verja.

          Aquí,, hace bastante mejor, por lo que la charla se reanima. Marina es médico, aunque ahora, su ocupación en la vida no es otra, que encargarse del cuidado de una anciana de 86 años, en Logroño, hacia donde parte a medida mañana. Trata, de momento sin mucho éxito, de forjarse un futuro sanitario en España. Se muestra luchadora, soñadora -como debe ser, a esa edad-, explosiva, confundida y a veces, algo radical, pero nunca pierde la sonrisa y la amabilidad.

          Tampoco, la exacerbada conciencia ultra nacionalista, a la que ya estamos acostumbrados, cuando tratamos con personas jóvenes de Europa del este (especialmente, mujeres).
Mojácar (Almería)
          Las ha pasado canutas, huyendo de un padre autoritario, de profesión ganadero -que trata a sus hijas, como a las propias vacas- y de muy pocas luces, aunque sí las suficientes, para haberse movido con relativo éxito por los insondables páramos de la dictadura de Ceaucescu y de los gobiernos posteriores.

          A ella, el dominante e impío déspota carpático, asesinado ya en el lejano año 1.989, le suena casi a Chino, aunque si agradece, que dispersara a las minorías húngaras muy al interior del país y así permanecieran alejadas de su frontera y crearan menos conflictos. Los recelos rumano-húngaros no nos resultan extraños, desde hace décadas, habiendo departido con miembros de ambas nacionalidades.

                                                                 Caravaca de la Cruz (Murcia)
          Cuando Marina nos está contando, ya crecida, que su record de limpiar habitaciones de hotel está en 17, en una sola jornada, aparecen dos babosos sesentones, algo pasados de alcohol, que no se sabe muy bien, que buscan, pero lo que es seguro, que nada bueno para nosotros y la intimidada joven. Así, que volvemos a la desvalida terraza, donde nos vuelven a colgar los chupiteles, carámbanos y témpanos de los pelos, las orejas, la nariz...
                                                                                                         Mula (Murcia)
          Al fin, abren la estación y nos despedimos cordialmente de nuestra fugaz amiga, sin más compromiso, que la agradable compañía mutua recibida. Nos deseamos lo mejor, mientras nos cuenta, que en Rumania, un médico gana 250 euros -como un albañil o un operario-, que a veces tiene que pagar de su bolsillo determinados materiales sanitarios básicos y que los más desalmados -conoce un caso-, obligan a los pacientes a vender la casa para pagarse los tratamientos.
Navidad, en Murcia
          A la vuelta del viaje y cambiando de tercio, aunque no mucho, pasamos una hora y media en los exteriores de la estación de autobuses, de Albacete, a dos grados bajo cero, sin que nos quisieran abrir, desde dentro. Y luego, ya en la terminal sin calefacción, seis horas más, en las que además del frío, sufrimos el almibarado, alechecondensado, acañadeazucarado, adulcedelecheado o -en definitiva- edulcorado y ñoño final, de Velvet, gracias a su magnífica -siendo justos- conexión wi-fi gratuita.

4 comentarios:

Eva dijo...

Hola:

Aquí estamos en la víspera de Nochebuena, de regreso de un nuevo viaje algo turbulento, como estáis empezando a leer y en el que nos dio mucha pena, no poder asistir al concierto final de la mítica banda, 091 -una de las fotos es el cartel-, tan presente en nuestras vidas hace un par de décadas.

Saludos.

Riberaine dijo...

Increíble ,sales de casa ..para vivir una pesadilla.

Eva dijo...

Buenas, Riberaine. Gracias por tu comentario, ahora que estos están tan en crisis en los blogs.

Lamentablemente, hay gente que cada día vive una pesadilla, cuando sale de casa. Nosotros, muy rara vez, aunque ahora haya sido el caso, prevaleciendo el disfrute del viaje, como podrás comprobar, si tienes la paciencia de leer próximas entradas.

De todas formas, la ironía es tan difícil de entender por los medios telemáticos, que ni siquiera logro saber por donde vas con tu comentario.

Saludos.

Eva dijo...

Buena frase, de Marina, que se me olvidó escribir: "los días son largos, los años son cortos". Marina posee más de 500 libros, a su corta edad, que ha ido comprando a base de ahorrar las propinas de su infancia y juventud. ¡Para que digan, que todos los nativos digitales son iguales!.

Saludos.