De las tan solo dos líneas de ferrocarril, que todavía funcionan en Grecia, una comunica Atenas, con Kalambaka -cuatro horas y media-, pequeña localidad de unos 10000 habitantes, desde donde visitar la increíble, Meteora. Esta opción es mejor, que el autobús, dado que en este se debe hacer cambio, en Trikala, con las consiguientes molestias.
Los alojamientos en Kalambaka son numerosos, pero no se bajan del burro en el tema de los precios, a pesar de estar vacíos. Otra opción para dormir es, acercarse a la vecina localidad, de Kastraki. Kalambaka cuenta con una eficiente oficina de turismo con buenos mapas de la zona, dos bonitas iglesias, un cercano Lidl y un par de restaurantes de soulaki barato.
Meteora constituye un paisaje alucinante, de 24 elevados pilares de piedra. Son fruto de la erosión de las olas del mar hace milenios y cada uno de ellos, de diversas y caprichosas formas, albergaba en su cumbre un monasterio. Fueron construidos en el siglo XIV. En la actualidad, quedan trece -aunque solo se pueden visitar seis-, porque algunos fueron destruidos, durante la segunda guerra mundial, al albergarse en ellos la resistencia griega.
¿Cuantos días dedicar, a Meteora? Nosotros estuvimos dos, pero se puede estar, perfectamente, cuatro o cinco, si al margen de las visitas principales, se quieren hacer otros senderos o rutas por este área.
Existen cinco formas de visitar la bella Meteora:
1°.- En tour organizado. 2°.-En transporte público. 3°.- En coche particular. 4°.- Andando por la carretera. 5°.- Subiendo por el accidentado sendero, que llega hasta el monasterio de la Santísima Trinidad y luego bajando por la carretera. Está última es, la que elegimos nosotros y nos parece la mejor, aunque esforzada. Invertimos cuatro horas y media -aunque ya habíamos estado en la zona la tarde anterior-, accediendo por dentro a solo un monasterio (3 euros). Y nos los podíamos haber ahorrado, porque enseñan poca cosa y no se pueden hacer fotos.
Se empieza a caminar por detrás de la oficina de turismo y se deja atrás la iglesia principal de Kalambaka. En menos de diez minutos-todos esto bien señalizado-, se accede al sendero, que según un cartel, en cuarenta minutos, te debe llevar a la cumbre. Nosotros estamos en forma, porque lo hicimos, en 31. La senda es realmente dura, muy arbolada, húmeda, no da tregua -no hay apenas rellanos- y accidentada, con muchas piedras sueltas por el suelo para tropezar. No es en sí, peligrosa, pero hay que subir con cautela.
Al tocar la cima se sale, al que vamos a llamar, monasterio 5 -Holy Trinity-, por su posición en la carretera. Su ubicación resulta espectacular. Cierra los jueves. Horario, de 10 a 16.
Después, se sale a la carretera principal por el único acceso posible y se gira a la derecha. Ya se ve, el monasterio número 6, San Estefan. Es el más lejano, a 7,2 kilómetros de la ciudad. Cierra los lunes. Horario: de 9 a 13:30 y de 15:30 a 17:30.
Se regresa por la carretera, durante unos pocos kilómetros. A un par de ellos, existe una escalera, que permite bajar al monasterio número 2, Roussanou. Cierra los miércoles. Horario de 10 a 16. Este monasterio tiene otro acceso más abajo por la carretera, que ya os explicamos luego.
Si seguimos la arteria principal, llegamos a un desvío, que nos lleva a los monasterios tres y cuatro: Varlaam y Grand Meteora. Como su nombre indica, se trata del más grande de todos y fue al que entramos. Solo merece la pena la capilla, aunque este oscura. Respectivamente, cierran viernes y martes. Horarios: de 9 a 15 y de 9 a 16.
Volvemos a la vía principal y acometemos una importante bajada, que nos lleva hasta la escalera del monasterio número 2. En este caso, hay que ascender 210 escaleras.
Seguimos por la carretera, que continúa descendiendo hasta el monasterio número 1, San Nicolás Anapasfsas. Cierra los viernes. Horario de 9 a 16.
No demasiado lejos, se halla la localidad de Kastraki, que está llena de restaurantes y hoteles casi vacíos y se extiende a lo largo de la carretera. Dos kilómetros más allá, regresamos a Kalambaka.