Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 19 de julio de 2020

Perlora, ciudad fantasmal

 
                      Perlora, en Asturias

        Debido y nuestro extenso lo bagaje por el mundo, hace ya mucho tiempo, que estamos acostumbrados a contemplar lugares en países en vías de desarrollo y en zonas turísticas, con hoteles o centros de ocio y diversión a medio hacer o, directamente, abandonados a su suerte: Dahab, Hurgada, Goa, las islas Gili, Mui Me...
 
        Pero, hasta no hace mucho, no imaginábamos, que esto empezará a suceder en España. Ya tuviy nuestro aperitivo en este mismo viaje, contemplando un enorme y lujoso hotel abandonado, a tiro de piedra de los Bufones de Pria. Pero lo de Perlora -a tan solo un kilometro, caminando por la costa, desde Candás-, resulta deprimente y toda una vergüenza de gestión autonómica.

          Lo único, que hoy en día, queda intacto de la vieja Perlora, es su bella playa; el cartel, que la califica, como "ciudad de vacaciones" y un par y trabajadores de seguridad, que vigilan el complejo. Todas las demás construcciones -mas de 250 chalets- se encuentran en estado de ruina o casi, envueltos en una exuberante y tenebrosa vegetación. Pasear por sus calles se convierte en un tétrica pesadilla, aunque vayas por la mañana, porque además, apenas penetra la luz del sol.

          ¿Cómo si hubiera sido campo de batalla de una cruenta guerra? Pues, casi. Pero, hubo otros tiempos mejores. Este complejo de vacaciones fue inaugurado por Franco a bombo y platillo, en 1954, como modelo social de descanso veraniego. Además de las viviendas, que eran repartidas entre trabajadores de empresas públicas de toda España, en turnos de quince días, contaba con un comedor con descuento para familias numerosas, varios parques infantiles y hasta una moderna iglesia.
 
        Llegó a tener en su momento más álgido hasta 200 trabajadores y muchas fueron las relaciones, que se trabaron -algunos de noviazgo o matrimoniales-, entre estos y los clientes. Pero el dictador murió, llegaron las comunidades autónomas, el estado perdió su titularidad y en el año 2006, los chalets vieron a sus últimos veraneantes.
 
        Desde el gobierno regional se declaró, que el complejo era un caramelito para la empresa privada, pero lo cierto es, que nunca llegó a haber ofertas firmes y que la localidad se ha deteriorado cruelmente, hasta límites insospechados. Sin duda, se podría tratar de un lugar muy adecuado para el rodaje de películas de miedo o para hacer un parque temático del terror.

Aviles y Salinas

 
             Salinas y Aviles
  
      Llevabamosy un par de días dándole vueltas a la idea de alargar el viaje y viendo además, las altas temperaturas de nuestro lugar de residencia habitual, nos decidimos a buscar nuevos destinos por la zona. Se trataba de encontrar lugares atractivos en un campo base, que nos sirviera de alojamiento y que nos permitiera hacer excursiones de un dia desde allí. Además, si encontraramos un hotel barato, mejor, que mejor.

        En el FEVE de vuelta a Oviedo, no paramos de buscar por internet, entre los no muchos destinos interesantes, que nos quedaban por ver. Cuando nos topamos con Aviles pensamos sin mayor reflexión, lo primero que le viene a la mente de todo el mundo: "la típica ciudad industrial, poca cosa nos va a ofrecer". Pero encontramos una habitación con baño dentro, a 18 euros la noche y constatamos, que por allí pasa la línea del FEVE, que une Gijon, con Cudillero, que ofrece buenas excursiones, a Candás, Xivares, Salinas o Muros de Nalon (incluso, Luanco, que ya conocíamos).

          Bueno. Que no vuelva a oír a nadie decir, lo de "la típica ciudad industrial". Aviles -cuyo centro está considerado como Patrimonio Histórico Artístico, desde 1954-, desde mi punto de vista, cuenta con el mejor y más auténtico casco histórico de las tres grandes ciudades de Asturias. Más bonito y genuino, que el de Oviedo y por supuesto, que el de Gijon.

        Sus calles resultan imponentes, adornadas con Bellas construcciones. Cuenta con colosales plazas e iglesias de postín, además de la estatua de la monstruos, que lleva detrás de sí una historia bastante cruel. Por si no fuera poco, el amplio parque Ferrera constituye un lugar muy adecuado para el paseo, el reposo y la reflexión.

          Los alrededores de la ría ha sido ya adecentados hace casi un par de décadas, habiendo un amplio paseo peatonal y para bicicletas, que se distribuye a lo largo de varios kilómetros, a izquierda y derecha e la zona histórica. Resulta más agradable el área del puerto y de la escultura que parecen tres supositorios.

        Junto al mar, se inauguró en 2011, el complejo Nyemeyer, de estilo futurista y compuesto por tres grandes edificios. Dicen, que se trata de la mejor construcción a nivel mundial de este arquitecto brasileño ya fallecido, fuera de su país. ¡A nosotros nos encanta!, pero todo es a gustos.

          A unos cuatro kilómetros de Aviles -se puede ir andando, porque todo el rato hay acera-, se encuentra Salinas, con su extensa, brava y bellísima playa, que es un gozo para los surfistas. A la derecha, se ubican las imponentes dunas cubiertas de verde -como casi todo en esta región- y a la izquierda, un curioso museo al aire libre de anclas y una zona majestuosa de acantilados, que concluyen en un túnel.

sábado, 18 de julio de 2020

Por Asturias oriental

 
         Bufones del Pria y playas de Guatemala y las cuevas del Mar

        En esta ocasión, nuestro periplo por el oriente de Asturias se ha ceñido, a Belmonte, Bufones de Pria, playa de Guadamia, Nueva y la bellísima playa de las Cuevas del Mar.

          Desde la estación de ferrocarril, de Oviedo, tomamos el FEVE, hasta Belmonte, una pequeña localidad de unos centenares de habitantes. A unos pocos metros, retrocediendo, hay un desvío hacia una carretera secundaria, que EI algo más de dos kilómetros, te da acceso a la playa de Guadamia, a la izquierda y a los Bufones, a la derecha. Es domingo, pero tampoco hay demasiada gente.

        El arenal es una especie de ancho y largo pasillo, con formaciones rocosas a los lados. Ci la marea baja, hay que avanzar centenares de metros hasta llegar a la orilla, ya en mar mas abierto. Pero, cuando llega la pleamar, ly arena queda reducida a una pequeña porción y todo ese pasillo se llena de aguas verdes con pocas olas.

        El espectáculo de los Bufones debe ser algo grandioso para quien tenga oportunidad de verlo. No fue nuestro caso. Se trata de una especie de gueisers o cráteres -algunos enormes-, formados en la superficie rocosa por donde por la acción del oleaje entra el agua y el aire -que produce esos bufidos-, saltando de forma espectacular, hacia arriba.
 
        El problema es, que este fenómeno no se produce todos los días, ni la mayoría de ellos. Tiene que estar el mar muy alborotado y haber banderas rojas en todas las playas de los alrededores. Dentro de la época estival nos dijeron, que finales de agosto o primeros de septiembre puede ser una buena época para verlos activos. Al menos, desde aquí, se contempla una bella estampa de la línea de la costa.

          Como nos sobraba tiempo y antes de comer, hicimos una parte de la senda del Camino de Santiago, que transcurre por varios pueblos de los alrededores. Y después y por caminos rurales y transitando un par de kilómetros por la carretera Nacional, llegamos a Nueva, donde habíamos elegido nuestro alojamiento.

          Este pueblo resulta bastante agradable, con algunas iglesias y bonitas casas. Muy buen ambiente y la gran sorprqesa. A algo más de dos kilómetros se encuentra la playa de las Cuevas del Mar, una de las más bonitas, que hemos visto en el Cantábrico. Es amplia, arenosa -aunque con una franja pedregosa- y su nombre hace honor a lo que ofrece: incontables oquedades en una forma de concha.

          Aquí debería haber terminado nuestro viaje de una semana, pero..., ¡decidimos quedarnos por la zona nueve días más!

Senda del oso: a la segunda fue la vencida

 
                      Senda del Oso, en Asturias

      Ya se habló en este blog, hace unos cuatro años, de esta maravillosa ruta, accesible para todas las edades, incluso para los niños. Corría un día lluvioso, de 2016, cuando tratamos de llevar a cabo este sendero. A los ocho kilómetros tuvimos, que darnos la vuelta, porque se estaban llevando a cabo labores de mantenimiento. En esta ocasión sí y en un día soleado, aunque no muy caluroso, hemos podido completar los 22 kilómetros de la senda.

        Este trazado sigue lo que fue una vía ferroviaria de trenes de carga, que funcionó entre 1868 y 1963, por la que se transportaba carbón y mineral de hierro. Fue habilitada como sendero para caminantes y ciclistas, en 1995.
 
        En realidad, la senda del Oso no es una, sino dos. Ambas tienen como punto de partida la localidad de Tuñon y comparten tramo común hasta separarse, en Caranga. Una hacia la izquierda y otra a la derecha, haciendo el conjunto una forma de Y.

          Los buses para Tuñon parten de las dársenas 31 y 32 de la estación de autobuses de Oviedo. Es sábado. Nos hubiera gustado elegir mejor un día laborable, pero las cosas han salido así. El bus va casi lleno, pero no hay turistas. La mayoría son viejos lugareños, que van a hacer senderismo o a cuidy de sus huertos, que se encuentran de camino.
 
        Desde  la parada de Tuñon, hay que cruzar la carretera y retroceder unos trescientos metros para entrar en la senda. En los primeros kilómetros, el camino es bastante sombreado, hay casas y plantaciones y el río, generalmente, se encuentra alejado del camino. Se atraviesan un par de túneles. Hace frío. A los tres kilómetros de llega a la localidad de Villanueva, de bonitas edificaciones. Se debe cruzar su puente romano para poder seguir.
 
        En torno a los cinco kilómetros de llega al recinto de las idas. En 2016, vimos a las dos -Tola y Paca-, pero la primera murió, en 2018 y ha sido sustituida por Molina, que es la que hemos contemplado en esta ocasión. Nos ha dado la sensación de que es perezosa y pasota.

          A los seis kilómetros de llega a Proaza y uno más tarde a una central hidroeléctrica. El sendero se estrecha y el paisaje se hace más agreste y elegante. Se cruzan varios túneles y al décimo kilómetro se contemplan las maravillosas Peñas Juntas.
 
        Un poco más adelante el camino se divide. Nosotros tiramos para la derecha, cruzando la carretera. Si se va a la izquierda, se llega a Quirós, tras pasar por el pantano de Valdemurio, 19 kilómetros más allá.

          Ahora, desaparecen casi las sombras, el paisaje se torna más anodino y el río se aleja y se acerca a su gusto. Pero, unos cuatro o cinco kilómetros después vuelven los túneles y un panorama de desfiladeros pelados -entre ellos, el de Valdecerezales-, que llegan hasta casi el final de la ruta, en Entrego. Especialmente bello es, un túnel, que tiene un enorme boquete a la izquierda, desde donde se observa el serpenteante río y las caprichosas formaciones rocosas.
 
        Hemos llegado al final, después de cinco horas y veinte minutos, durante las que hemos parado infinidad de veces para hacer fotos o admirar el paisaje. No nos habremos cruzado con más de 25 personas caminando, pero sí con muchas bicicletas y ese es el mayor problema. Porque muchos ciclistas actúan de una forma muy irresponsable -¡vaya novedad!-, porque se toman la ruta, como una forma de entrenamiento y no de paseo y circulan a gran velocidad.

          Peores aún son, los que llevan adosado a la bici una especie de carrito, dónde lo mismo van perros, que niños o que bebés de unos pocos meses o semanas.
 
        Desde Entrego, hay que tomar la poco transitada carretera -1,3 kilómetros-, que lleva hasta San Martín, desde de se accede al autobús de vuelta a Oviedo. Esta localidad resulta muy animada contando con un gran número de bares, restaurantes y terrazas.



viernes, 17 de julio de 2020

Por Asturias occidental

 
            Fotos de Vegadeo, Figueras y Castropol 

       Decir, que a lo largo de nuestras ya dilatadas vidas, hemos llevado a cabo bastantes viajes por el norte de España, por lo que en este, solo hemos visitado lugares, que no conocíamos. Por tanto, han quedado fuera de este recorrido núcleos, como Navia, Luarca o Cudillero.

          Los pueblos de Vegadeo y Castropol tienen una población similar, que ronda los cuatro mil habitantes. Sin embargo y para nuestra sorpresa, su actividad y funcionamiento son completamente distintos. La primera resulta vibrante, llena de comercios, de sucursales bancarias, de hoteles y de hostales, de supermercados... En definitiva, está llena de vida y movimiento.

        Castropol parece un lugar muerto, incluso llegando a las cuatro de la tarde. Tan solo hemos visto una tienda y ya ha cerrado hace tiempo y un par de bares y restaurantes junto a la orilla de la ría. Un solo alojamiento -un caro hotel de 60 euros-, dado que hay otro, que en la actualidad está cerrado. Menos mal, que llevamos provisiones de todo tipo. Pero, la noche, nos tocó pasarla en la calle hasta que de madrugada, cogimos el bus para Tapia de Casariego.

          Sin embargo, Castropol es mucho más bella que Vegadeo, donde merece la pena hacer la ruta de los once puentes. Cerca de este lugar, se encuentra Taramundi, que tiene muy buena pinta, pero que habíamos tenido que descartar por razones logísticas.

        Castropol es recogida y presenta bastantes cuestas, una bonita iglesia y unas calles de Bellas construcciones. Un entretenido paseo por la ribera de la ría - desde donde se ve el puente de los Santos, que une Galicia con Asturias-, mientras algunos pescadores vienen con su género fresco y una bonita puesta de sol completaron una buena tarde.

          Previamente y con el bulto a cuestas, habíamos hecho un sendero peatonal y bien habilitado, que une está población con Figueras. Son algo más de cinco kilómetros de ruta, a través de un terreno algo escarpado, al principio y bastante más cómodo desde la mitad de la senda.
 
        La ciudad de Tapia de Casariego, algo más grande, que las anteriores es chula y homogénea, aunque la esperábamos aún mejor. Sin embargo, nos encantó su maravilloso entorno geográfico y sobre todo, su playa, que disfrutamos viendo amanecer en un día extraordinariamente nuboso y ventoso.

          Hay, que tener en cuenta, que la estación del FEVE de esta última localidad, está a más de cinco kilómetros del centro de Tapia. O tomas un taxi o te aventuras por ui carretera con poco arcén, siete con dirección, a La Roda.

El viaje por tierras gallegas

.                                Ribadeo, Lugo
         De madrugada, tomamos un ALSA, a Oviedo y tras enlazar con la línea del FEVE, dirección a Ferrol, a las once de la mañana estábamos ya, en Ribadeo, ciudad, que ya conocíamos, aunque no así sus alrededores. EI esta zona pasamos solo tres días, en los que vivimos las cuatro estaciones, desde la lluvia y el fresco, al sol impenitente.

        Tras encontrar un agradable hotel y tomar el pulso a la localidad, nos dirigimos al puerto, al faro y al puente de madera con el fin de recorrer el agreste sendero -a veces se cruza con una carretera comarcal-, que tras más de veinte kilómetros, llega hasta la famosa playa de las Catedrales. La ruta es esforzada, aunque los desniveles no son de los más exigentes si es, que estás en buena forma física. Las vistas de la escarpada costa resultan magníficas.

          Esta senda se puede recorrer en un día, pero no saliendo a las dos de la tarde, como hicimos nosotros, por lo que a los doce kilómetros y no habiendo transporte de vuelta desde Esteiro, que solo circula por la mañana, nos dimos la vuelta.

          La segunda jornada tomamos el FEVE hasta Esteiro -una sola estación- y tras caminar un kilometro, llegamos a la playa de las Catedrales. Había pleamar, con lo que estaba completamente cubierta hasta las cinco de la tarde (conviene descargarse alguna aplicación con los horarios de las mareas). Nos pusimos a andar en dirección, a Foz, cerca de ocho kilómetros, contemplando maravillosas playas, como A Longara, Fontela, As Pasadas, punta de Castro, Área Longa y al otro lado, la de Esteiro, de Illas, Os Castros, los Juncos, cetarea de Rinlo, Rinlo, Río y Cruces.

        Deshicimos el camino andado hasta Ribadeo por carreteras secundarias cercanas a la magnífica costa, echándole unas cuatro horas. El sol no tuvo piedad de nosotros y nos achicharramos la piel de la cara, el cuello y los brazos.

          La mañana del tercer día nos quedamos paseando por la ciudad y por su vibrante mercadillo, para cerca de la hora y comer, acercarnos a Vegadeo, ya en Asturias (por el interior de la ría y no cruzando el puente de los Santos)

La " nueva normalidad" en los viajes (parte II)

 
                                  RIbadeo, Lugo
 
      -Playas: La realidad es muy heterogénea, pudiéndose dar casos totalmente contrapuestos, incluso dentro de la misma comunidad autónoma. A la playa de las Catedrales acudimos el 30 de junio, justo un día antes de que fuera obligatoria la inscripción y cita previa para visitarla. Pero, el caso es, que entre Ribadeo y Foz hay decenas de playas de casi similar belleza y con escasez de bañistas, ei las que no hay vigilancia alguna o esta se limita a un socorrista.
 
        En Asturias, también son numerosas -muchas de ellas, distribuidas a lo largo de las rutas de senderismo del norte- las playas en las que puedes estar tú solo o escasamente acompañado, a lo largo de todo el día. Lastima, que la temperatura del agua solo es apta para los muy valientes y las banderas amarillas y rojas suelen ser muy frecuentes.

          Podemos establecer tres tipos de situaciones, vividas a lo largo de nuestro periplo norteño:

          1.- Playas con aglomeraciones significativas y sin apenas control. Como ejemplo, las de Guadamia, junto a los Bufones de Pria o uno de los espigones del pueblo de Candás. En el primer caso y cuando sube la marea, la zona de arena se reduce mucho. Era domingo y la gente no respetaba distancia alguna, no habiendo nadie para tomar medidas de control.

          La playa de Candás estaba vacía, pero uno de los espigones se encontraba abarrotado de jóvenes, que estaban tan juntitos y revueltos, que solo les faltaba estar unos encima de los otros.
 
        2.- Playas con aglomeraciones y con control discreto. Es el caso de uno de los grandes descubrimientos del viaje: la fantástica de las Cuevas del Mar, en Nueva. Mucha concurrencia, también en domingo y normas flexibles, aunque sin apelotamiento. Algunos frikis habían dibujado su propio cuadradito o círculo en la arena de distancia con los demás.
 
        3.- Playas casi vacías y supervigiladas: el caso más llamativo resultó ser, las de San Lorenzo y Poniente, en Gijon. Había muy poca gente en la arena y casi toda bien dispersa. Sin embargo, han contratado a personal -no son precisamente, pocos-, que con un peto fosforito y la denominación de "serenos" no dejan de tocar las narices a todo el que se acerca a la playa con recomendaciones u obligaciones diversas. No sería exagerar mucho decir, que había más de estos, que bañistas.

        -Conciertos. Pues si. En este viaje tuvimos la suerte de poder asistir a nuestro primer concierto de rock, desde que en el pasado mes de marzo se declarará el estado de alarma. Fue en la plaza de la catedral de Oviedo, el pasado día 13 de julio, donde disfrutamos de Bueno y Alberto & García. La organización rayó entre lo patético y lo absurdo.

          Durante la tarde y frente a un escenario discreto, fueron colocando sillas aisladas entre soy de una en una, protegidas por normas muy estrictas: no se pueden tocar, ni al sentarse, ni al levantarse; obligatoria la mascarilla; estancia individual y sin compañía; debes darte gel a la entrada y a la salida del recinto; no puedes ni fumar, ni beber nada...
 
        Sin embargo, la amplia parte de arriba de la plaza quedó abierta al tránsito, de manera que a medida que iba cayendo el crepúsculo, empezó a llenarse de gente sin mascarillas, sin ningún tipo de distancia física, bailando y bebiendo en plan botellón, hasta congregar a varios centenares de personas sin intervención alguna de la autoridad. ¡El que organizó esto se ha cubierto de gloria!

          El día 15 tocaban los Axelotes Mexicanos en un concierto, al que nos hubiera gustado asistir, si lo hubiéramos sabido con más tiempo. Desconocemos, si durante su actuación, se repitieron estos hechos.

jueves, 16 de julio de 2020

La " nueva normalidad" en los viajes ( parte I)

 
                    Ribadeo, en Lugo
 
      Quede claro, que no me gusta nada este confuso concepto creado por nuestros gobernantes para vendernos un humo, que yo no les voy a comprar. La normalidad, nunca puede ser nueva, porque entonces, dejaría de serlo. Pero bueno: el aberrante dislate sigue en la línea de telón de acero, crecimiento cero, discriminación positiva...

          Apenas una semana después de la finalización del larguísimo estado de alarma, nos pusimos en marcha para un viaje de siete u ocho días, que acabó siendo de dieciséis, por Asturias y parte de Galicia oriental. Queríamos experimentar y de primera mano, lo que la pandemia ha cambiado los viajes. Empezamos rodeados de incertidumbres, como es natural.

          Este proyecto forma parte de un triple plan. La segunda patita del mismo, sería hacer una escapada europea de diez días -Italia o  Grecia, probablemente-, en agosto, para observar, como son las cosas en otros países y ver, sobre todo, como está el tema de los aeropuertos. Y, por último y ya para el otoño, trataríamos de arrancar el noveno viaje largo, por países asiáticos, todavía por concretar.

          Pero, vayamos al tema propuesto:
 
        -El transporte: Tanto el público, como el privado, han reducido su frecuencia, en algunos casos, de forma bastante drástica. Sirva de ejemplo, que de los cuatro FEVES diarios, que circulaban entre Oviedo y Ferrol, ahora solo opera uno, a primera hora de la mañana.

          Hemos constatado, que en ALSA -algunos buses van bastante llenos-, son bastante exigentes con el uso correcto y obligatorio de la mascarilla, siendo un poco más transigentes y tolerantes en las líneas de ferrocarril.

          Los baños de las estaciones de trasporte público están abiertos y los de los trenes, también.

          -El alojamiento: Es donde menos hemos notado cambios, junto con la restauración. No tuvimos, qy usar mascarilla, ni en las zonas comunes, ni en el ingreso o salida y los empleados tampoco la llevaban puesta. Lay habitaciones limpias, pero sin ninguna medida de protección adicional. Ni siquiera, en los que tuvimos, que compartir el baño (más o menos, la mitad).
 
        Lo que si se debe tener muy en cuenta, es que el mecanismo de las reservas de la mayoría de ellos ha cambiado, supongo, que debido a la falta de cash en los hoteles, ocasionada por el largo parón. De esta forma en Booking y hasta marzo, la mayoría de las reservas eran cancelarles hasta uno o dos días antes. Ahora, la casi totalidad, son no reembolsables, por lo que si no vas, pierdes el dinero. Solo unas poquitas se pueden cancelar, pero con periodos, que rondan la semana de antelación.

          Como consecuencia, nosotros no hemos reservado ni un solo alojamiento y los hemos gestionado todos a la llegada al destino, siempre con éxito y la mayoría de las veces, un poco más baratos.
 
        -Oficinas de turismo: No hay un modelo fijo, dependiendo del grado de paranoia en el que viva cada persona, que te atiende. Las hay, que no te dejan tocar nada, ni acercarte a menos de dos metros. Pero también, otras más cercanas, que atienden, como antes.

          -Bares y restaurantes: Normalmente, terrazas abarrotadas -sobre todo, en Oviedo-, y sin apenas ninguna medida de seguridad. La diferencia más palpable con los viejos tiempos es, que los interiores de los establecimientos, están algo más vacíos, que antes.

          Dejó para un segundo post, asuntos, como las playas o los conciertos, dado que merecen un comentario más largo y detallado.

sábado, 11 de julio de 2020