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martes, 1 de julio de 2025

Llega el final de la cuenta atrás: fiestas de Usera y Marconi (parte III)

           Y en la Vaguada, nuestro objetivo vuelve a ser Samplia. Primero, en mido degustación de vermú blanco y rojo -mejor este último -, de la marca Petroni y después en la máquina de latas de té con ginseng, tipo bebida energética, que a mí, no me hacen demasiada gracia.

          Volvemos a Usera y el contador de mi reloj marca 38,2 kilómetros andados y nos seguimos muriendo de sed, a pesar, de que hemos ingerido a lo largo del día nueve líquidos diferentes.

          Malas noticias: los malditos maderos han taponado con un coche patrulla y con su pasiva presencia, la grieta, por la que nos colamos ayer al concierto. Describamos la situación: diez polis municipales, obstruyendo el acceso y amedrentando a la gente en los dos accesos principales. Dos, por donde accedimos el viernes . En total, doce salarios pagados por los ciudadanos, para que PP, PSOE, Más Madrid y VOX, recauden, lo que les da la gana con sus altos precios de comida y bebida, sin que tú -culpable, por supuesto-, puedas acceder con tus bolsas y tus compras.

          Pero, la vida nos sigue sonriendo. A diferencia de ayer, somos muy poca gente y sobre las diez de la noche, media hora, antes del inicio de Pol 3,14, desactivan todo el tinglado y entramos sin problemas.

          Y la cena nos sale gratis: una colombiana insistente, nos regala un enorme vaso de salchipapas -más salchi, que papas, a diferencia de los mercadillos de Sudamérica-, porque se las ha comprado,no se las comerá y ahora no quiere tirarlas. ¡Para la buchaca!.Estamos tan escuálidos, que sin hacer nada, la gente se compadece de nosotros y nos da de comer en sus distintas versiones. ¡Nos lleva pasando, durante décadas!. Eso si, la jodida lleva un mini entero de cubata, pero se lo reserva para ella sola. 

          Empieza el concierto, con retraso y con algunos problemas técnicos, que Pol resuelve, tirando de labia algo cansina. No somos demasiados, predominan las entusiastas chicas jóvenes, pero -y a pesar de la asfixia-, lo pasamos en grande, con una banda completamente entregada, durante la hora y cuarto, que dura el show. Hay unos cuantos indios, que venden latas de cerveza y varias simpáticas chinas, que tientan a la suerte con boletos de la Cruz Roja.

          Mientras apuramos nuestras variadas bebidas y unos gusanitos del Mercadona, empieza el espectáculo más deprimente por un DJ -ya sabéis, pinchadiscos, de toda la vida-, que hayamos visto en los últimos tiempos (y eso, que a pesar de la edad, somos muy fiesteros).

           Ahora, a hacer tiempo, a esperar, que abran Cercanías y a dormir un rato en el tren. Nuestro plan era, volver a las seis y media de la tarde y concurrir a mediodía a la paella de Pradolongo. ¡Pero estamos reventados!

          Cambiamos los billetes y nos largamos a las nueve de la mañana en lo que va a ser nuestro último viaje recurrente, de los más de 250, que hemos llevado a cabo, durante los últimos tres años. En la mayoría de los trenes, no viaja el interventor y te dan el viaje por completado, aunque no comparezcas. En el resto, suelen ser personas de ambos sexos bastante jóvenes y amables 

          Pero, para acabar, hoy nos ha tocado el revisor estrella, como otras tantas veces: su espectáculo consiste en verificar todos y cada uno de los abonos recurrentes y afearte o multarte, si algo no es correcto. Aún así, no nos cae mal, porque a nosotros nunca nos ha recriminado nada. Y además, hoy el agotador sueño no nos permite pelear, ni con el enemigo más débil.

lunes, 30 de junio de 2025

Llega el final de la cuenta atrás: fiestas de Usera y Marconi (parte II)

           La Aemet y otros entes acólitos advierten, de que llega la primera ola de calor del verano. Yo, no me debo enterar de nada, pero llevo más de un mes derritiéndome.

          En la fuente de Recoletos, una señora bebe agua a trompicones y con ansia, como si acabara de atravesar el desierto del Sáhara. En los bancos de la calle o caminando, todo el mundo tiene su botellita, de lo que sea y gestiona la vida a sorbos.

          Nosotros, tan inteligentes, como baturros -aunque no seamos de Aragón-, tan razonables, como idiotas, tenemos cuatro objetivos en este sábado y vamos a cumplirlos a pesar de os 40 grados y de qué se ponga el mundo, como se ponga.

          Abandonamos nuestra cápsula y nos marchamos de Usera, donde volveremos a la tarde, al concierto de Pol 3,14 (vaya nombre más rebuscado, aunque la explicación, se encuentra, fácilmente, en internet).

          El primer objetivo es Samplia Callao, donde recoger unos desodorantes gratuitos con olor a cereza, teniendo mucha imaginación. Después y desde Sol, cercanías a San Cristóbal Industrial, para degustar una paella. Los trenes de proximidad, en Madrid y dependiendo del aire acondicionado, se dividen entre infierno y purgatorio (el cielo en el ministerio de transportes, sencillamente, no existe).

       Llegamos mas de una hora antes de la cuenta y nos percatamos de que los maestros paelleros son los mismos del domingo pasado. Aún, tenemos tiempo, de atrapar el último envase de zumo de naranja de un cercano Mercadona y no palmarla de sed.

          Tras media hora de padecer al sol, sobre nuestro cogote -y el resto del cuerpo -, se establecen las normas de la comida popular, que son las mismas, que hace seis días: solo un plato por persona en la fila y el que quiera otro para alguien, se vuelve a poner a la cola. Discusiones cero y si hay arbitraje, dirigirse al paellero mayor, a que resuelva el conflicto, que los tiene muy grandes y que además, no volverá por aquí hasta el año, que viene.

          Y así, evitamos, que los vecinos se odien para toda la vida.

          El sol, casi nos mata, pero obtenemos, como recompensa un reparador y fresquísimo vaso de limonada, una botella de agua del tiempo y un enorme plato de arroz co pollo y verduras, con el cereal bastante más seco y correoso, que la semana pasada.

          A mí, el calor me cierra el estómago, por lo que mi pareja se aprovecha y se zampa más de la mitad de mi ración.

          Las chicharras destrozan nuestros tímpanos y aturden el cerebro 🧠. No encontramos líquidos suficientes para destruir la  aterradora sed, pero no nos achantamos y seguimos adelante, rumbo a Chamartín. Desde ahí, tres cuartos de hora largos nos separan de descendiente caminar, hasta La Vaguada, el que fue el primer centro  comercial de Madrid, a primeros de los 80 y hoy permanece, bastante envejecido.

Llega el final de la cuenta atrás: fiestas de Usera y Marconi (parte I)

           Nos dirigimos a Madrid. Es viernes y este episodio será el final de los abonos recurrentes gratuitos, que nos han acompañado, durante casi tres años. Un SMS y simultáneamente, llega a nuestros móviles: por razones operativas -RENFE siempre alega lo mismo, sin más creatividad-, nos dejan en Villalba y no en Príncipe Pío, destino contratado y luego, ya nos vamos buscando todos la vida para llegar a destino en cercanías o...En el vagón, las palabras sobre Óscar Puente no son precisamente bonitas, aunque el soberbio ministro de transportes, evidentemente, no sea el culpable de toda la siniestra movilidad nacional pública.

          Nuestro objetivo en este largo finde, son las siempre fantásticas fiestas de Usera y un escarceo a las de Marconi (Villaverde). Esta noche del viernes, dormiremos, en el mismo hotel cápsula, donde lo hicimos hace poco más de dos meses, en vísperas del apagón y de nuestro enésimo viaje al Algarve. Han flexibilizado las condiciones, porque entonces, te pedían una fianza por la llave y ahora, no. Como la otra vez, nos toca en el compartimiento de arriba. Tiene la ventaja, de que sufres menos ruidos y la contra, de subir estrechos y acaracolados peldaños, cuando llegas de madrugada medio borracho o te levantas por la mañana zombi total.

          Calor, calor y más calor, con la gente bastante crispada. Pero este achuchado y desordenado barrio de Usera nos encanta, con su cotidianidad y su transigente y normalizado cosmopolitismo.

          Tras las compras de supervivencia en el Lidl, nos dirigimos al Parque de Pradolongo, tan servicial, como mal cuidado. Nos espera el concierto de Mago de Oz y somos varios miles de personas, las que andamos pendientes de lo mismo ( hacia tiempo que no nos enfrentábamos a tal multitud).

          La puta madera -esta vez, municipal y no nacional, como en eventos anteriores-, ha puesto controles de acceso en el recinto, para que no entre una sola gota de alcohol en las mochilas o bolsas, para así beneficiar el consumo de los elevadísimos precios de las casetas de los partidos políticos, que se benefician en dinero blanco, en negro y como en este caso, en gris.

          Pero nosotros, somos astutos y encontramos, una rendija para colarnos, sin dar explicaciones a nadie y sin que se pongan en cuestionable duda nuestras pertenencias. ¡Los indeseables maderos son tantos, como tontos!

          Y, que decir, el concierto espectacular -como en ocasiones anteriores -, con una banda muy implicada y comprometida con objetivos sociales, con la lucha contra lo cutre y chabacano en el ámbito musical y con un público de todas las edades absolutamente entregado.

          Y, por supuesto, con numerosos guiños al civismo y al medio ambiente. Ensalzan a Gaia -diosa de la Tierra, según la mitología griega- y defienden nuestro maravilloso planeta alegando, que es el único del universo donde existe la cerveza.

          ¡Qué espectáculo más grandioso y que felices nos vamos a la cama!.