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miércoles, 24 de mayo de 2023

La pradera de San Isidro y los conciertos

           Para quien no quiera leer más, empecemos por el final: ¿Es la pradera de San Isidro un lugar adecuado para los conciertos? La respuesta, definitiva y contundente es, NO. O al menos, no en el lugar donde ha estado ubicado este año.

          Nosotros estamos muy acostumbrados a disfrutar de espectáculos musicales en la plaza Mayor de Valladolid y de Salamanca. Para nosotros son lugares tan normales y no entendíamos muy bien, por qué muchos artistas alucinan por tocar en marcos tan incomparables. Después de ver el lugar, donde se celebran estos conciertos en la capital, ahora lo comprendemos todo.

          Pero es, que además, esas plazas castellanas son mucho más seguras para las acumulaciones de gente y para regular el flujo de tránsito, antes, durante y después del evento, dado que en el caso de Pucela, son siete u ocho calles por donde llegar o escapar, mientras para el escenario de Madrid, hay una única avenida de acceso y no es muy ancha, si es que no se quiere ir por el agreste campo a través, lo cual resulta más peligroso aún, de noche.

          Por otra parte he visto mejores escenarios y juegos de iluminación en poblaciones mucho más pequeñas. No se entiende de ninguna de las maneras, como si ocurre en la mayoría de sitios, que el ayuntamiento no colocara pantallas gigantes laterales, a cada lado de la escena, con el fin de poderse ver el show desde más lejos. Así, la gente trataba de llegar a la parte delantera, como fuera, lo que generó bastante situaciones de conflicto.

          El terreno no es liso y tiende a ahondarse algo por el centro. Por lo cual, puedes estar de frente y cerca y no ver nada, como nos pasó al principio de la actuación de Carolina Durante. Desplazarte a otro punto lateral supone -en la mayoría de los casos -, subir escaleras o bordillos, que de noche, no siempre se ve bien y menos, entre tanta gente.

          Al final del espectáculo, invertimos más de veinte minutos en salir de la zona colapsada, con muy escasa iluminación y sin saber, que sería lo siguiente, que tendríamos bajo nuestros pies, a cada paso, porque la cantidad de basura de cierta envergadura era masiva. Andar en esta situación resultó todo un proceso mecánico de aceleración y desaceleración. Te empujan desde atrás, te frenan desde adelante y así, una y otra vez.

          Tuvimos, que cambiar de ubicación un par de veces, por visibilidad y por los gamberros de turno, que siempre nos tocan a nosotros al lado y que suelen ir mamados. Gentes, que van a los conciertos a generar bronca y a darse culazos en corro o a llevar a cabo movimientos abiertos e imprevisibles, para desplazar o tirar, a quienes tienen alrededor.

          Dos aspectos muy positivos: un sonido perfecto y puntualidad suiza. Los dos conciertos empezaron en punto, a la hora señalada. Nos llamó la atención, que en ninguno de ellos, se reclamarán bises por parte de los asistentes.

lunes, 22 de mayo de 2023

jueves, 18 de mayo de 2023

En la pradera de San Isidro

           Los escenarios para conciertos en las Fiestas de San Isidro, en Madrid, son fundamentalmente, cuatro: plaza Mayor, las Vistillas, el Matadero y la pradera del mencionado santo. Es en este último lugar, donde se desarrollan los eventos más importantes y multitudinarios.

          Nuestro último contacto con las fiestas de San Isidro databa de casi cuarenta años atrás. Allá por el segundo lustro delos ochenta, cuando se celebraban conciertos enlazados de grupos de la época, durante mas de seis o siete horas, a 400 pesetas la entrada. El escenario era el antiguo palacio de los deportes, del Real Madrid, que ya hace tiempo, dejó de existir.

          Por increíble, que parezca y a pesar de haber vivido dos décadas en la capital de España, nunca habíamos acudido a la pradera de San Isidro. Ni en fiestas, ni en otra época del año. Aunque si hemos sido siempre conscientes, de lo que allí se celebra 

          Para acceder al lugar, ni es mala idea bajarse en la estación de cercanías de Pirámides, aunque también es adecuado en la del metro del mismo nombre. Después, se desciende por la avenida de las Acacias y se cruza el puente de Toledo.

          Casi, a partir de aquí y durante las fiestas, se acota la extensa zona peatonal, que abarca la avenida del 15 de mayo y la de la ermita de San Isidro. A los lados y durante todo el recorrido, aparecen centenares de puestos callejeros, predominando los de comida de batalla, bebiday los de rosquillas (ya no sólo son listas y tontas, sino de más de veinte sabores). Chorizo, morcilla, lomo...y las omnipresentes y cutres salchipapas sudamericanas, que han mandado a paseo, definitivamente, a la tradición tortilla de patatas patria. Por supuesto, cada partido político tenía su bareto, llamándonos la atención, que el se Vox, estaba atendido por camareros inmigrantes.

          Todo carísimo, así que mejor, llevarse la merienda y el botellón desde casa. A modo de ejemplo: un litro de cubata, 14 euros; un bocadillo, siete y una rosquilla, 1,50, cuando en las fiestas del barrio de San Isidro, en Valladolid, te dan seis por cuatro euros.

          La pradera es un enorme caos semicontrolado, apenas sin asfaltar, en el que también se ubican las atracciones de feria, los merenderos populares y el público esparcido por todos los huecos de suelo -apenas existe hierba- disponibles para sentarse. Nunca habíamos visto a tanta gente junta, ni creo, que la volvamos a ver, a no ser, que vayamos allí, el próximo año por estas mismas fechas. Las colas para el baño eran de varios centenares de metros, especialmente, en el de chicas. Por supuesto, pretender visitar la famosa ermita del Santo resultaba misión imposible.

          No hay duda, de que el ambiente es increíble, pero ido tiene un límite. Si permaneces por allí más tiempo de la cuenta, hasta el más sereno y templado ser humano termina agobiado y odiando al resto de sus semejantes. Especialmente, cuando mucha gente empieza a estar pasada de alcohol.

          Fuera de la pradera, la vida y la noche siguen y nosotros también . Madrid es tan grande, que fuera de los recintos festivos, no parece, que sean fiestas. No hay, casi calle, sin un camión de basura armando estruendo y trasgrediendo todo civismo. El que va por la calle Arenal circula a toda velocidad, esquivando bolardos y rocas de granito disuasorias, sin tener en cuenta, que la vía es peatonal. Los gloveros y similares tratan de sacar su exiguo jornal, jugándose sus propias vidas y las de los demás.    

          Al menos, dos escenas nos hacen gracia. El menaje escrito de un repartidor de Popeyes, que asegura: "si tú me dices ven, ....te llevo pollo". O la clínica canina, cercana a la plaza del 2 de mayo, a la cual han llamado: "El dog de mayo".