Pero no nos despistémos y volvamos a la música. Johnny Cifuentes ha cumplido setenta años dos días antes de este concierto. Y vaya siete décadas tan bien llevadas, con esa vitalidad, con esa energía, con esa humildad comedida. Nosotros, tenemos cincuenta y siete y desde luego, no nos imaginamos así dentro de trece y eso, que por el momento, enfermedades cero.
Después de Burning, llega el turno de una DJ algo sosa -mejor la del año pasado, aunque hablaba, como una cotorra-, pero por lo menos, pinchó música para todos los gustos y de todas las épocas.
Y tras tantas emociones y del supremo calor, ya solo quedaba el habitual show de la madera, echándonos a todos del parque, con las malas artes de siempre. Todos los trabajos son dignos porque conllevan esfuerzo, pero algunos...
Son las tres y toca entretener el tiempo, hasta que a las cinco, abran Cercanías y seguir con esta trama, que nos hemos montado en los últimos tres años - me río yo del Triángulo Bizarro del PSOE -, de divertirnos, constantemente, sin gastarnos un euro.
Primero, nos acomodamos un rato en Plaza España, junto al ascensor de la Cuesta de San Vicente. La escena no da lugar a sorpresas, acostumbrados, como estamos a la noche madrileña: repartidores de comida en bicicleta o en patinete y gente volviendo de fiesta.
En Sol nos apalancamos otro rato, pero como ya han regado y recogido la basura, no nos molesta la policía. ¡Todo un detalle!
Y a partir de ahí, como si fuera de barbitúricos, comienza un cóctel de Cercanías que nos transporta hacia los cuatro puntos cardinales de la Comunidad de Madrid -Aranjuez, Alcobendas, Las Rozas, Chamartín...-para poder dormir unas horillas. Y mira que son incómodos estos asientos para el descanso, pero ante las aventuras vividas y el desgaste, aceptamos una rendición incondicional.
Podríamos haber vuelto a las nueve de la mañana -como otras tantas veces- a Valladolid y lo anterior, no habría sido necesario, pero como somos del indisimulable "club del gañote", nos apuntamos a la paella gratuita del mediodía en el parque de la Bombilla, bastante más rica, que la del año pasado. Aunque el coste de aguantar a las insoportables familias no compensa ahorrarse el dinero o comprar y cocinar en nuestra casa. ¡No todo puede salir perfecto!.
Bien ha estado poner el despertador vespertino, porque si no acabamos, en León, destino final del tren.
Para el próximo finde, de momento, incertidumbre, porque se celebran muchas fiestas, pero no tenemos un solo programa (nos nutrimos de la buena labor de el diario.es)
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