Y llega la noche de San Juan, que al contrario, de lo que muchos creen, no es la más corta del año ( ha sido el 21 de junio). Nos da pereza bajar a las Moreras, porque hace muchísimo calor y el programa festivo no está muy claro en nuestras búsquedas por internet. ¡Pero sacamos fuerzas de flaqueza!.
Cuando llegamos al legendario parque vallisoletano -con menos gente, que en años anteriores - descubrimos, que hay tres escenarios. En dos de ellos, se vomita a través de máquinas y descerebrados, la llamada música - es un decir - urbana, para satisfacción de chicos y chicas jóvenes, que se mezclan poco por sexos (ya no hay pandillas mixtas, como las de antes).
En el tercero, la propuesta de siempre, la de toda la vida, con las casetas y barras de los partidos izquierdosos -sin el PSOE -, donde se celebrará un concierto alternativo. Este lugar nos encanta, a pesar de que sea el único vigilado por los maderos, que nos miran con cara de asco (el mismo o más, que nos dan a nosotros).
De momento, muchas música, reivindicativa, con letras de perdedores y ninguneados. Todo bien, hasta que llega una batucada y nos taladra el cerebro, durante una hora. Otra moda toxica y aceptada, más desagradable, que la maldita, machista y chabacana música urbana.
Podía haber caído un tomertón y que se fueran con la fresca. Pero no. El chaparrón llega, cuando han acabado y es el turno de Morralla, un pedazo de banda de rock de toda la vida
Con el intenso goteo, hay estampida general y son pocos los sitios para refugiarse. Acabamos debajo de un techado, absolutamente comprimidos. Un chico dice: " está es, la mayor orgía, que he visto". Y no le falta razón: culos, coños y pollas apretaditos y nadie se queja. ¡Viva el sexo sutil, furtivo y sin compromiso!. Lo único de lo que me quejo es, de comerme la coleta de la chica, que tengo delante. De lo demás, no
Al final, escampa y se acaba el fiestón lascivo y comienza el concierto de Morralla, que solo va a durar la mitad del tiempo previsto. De verdad, que decir espectacular, es poco
Y a las 12, la hoguera, con un vendaval, que nos asusta a todos, menos a los bomberos. No echamos el típico papelito de deseos, porque estamos algo alejados del fuego. Yo, con lo bien, que nos ha ido en la vida, me conformo con tener salud en el resto de la existencia, pero mi pareja se centra en un anhelo secreto, que por supuesto, yo no le puedo preguntar.
Y, llega el último finde de los bonos recurrentes y lo disfrutaremos en Usera, con alojamiento en un buen hotel cápsula, donde estuvimos hace meses y con los conciertos de Mago de Oz -tercera vez, que los vemos - y Pol 3,14. Ah, ¡y no nos olvidemos, que hay otra paellita gratuita el domingo, para poner fin a esta tourne madrileña, que llevamos disfrutando de forma indisimulada y fantástica, durante estos tres últimos años. ¡Gracias, Gobierno, por habernos hecho aún, más felices!
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